OO1; Problemas.
❛PROBLEMAS❜
Park Jihyun observaba el reloj de arena, y había tanto silencio que lo ponía de los nervios el sonido de cómo ésta caía, indicando que el tiempo estaba acabando.
Tenía las manos en sus piernas que estaban abiertas, sus dedos por momentos golpeaban sus muslos y su espalda estaba recta sin tocar el sofá.
Cuando se cansó de mirar el reloj de arena, su mirada fue por toda la habitación detenidamente, sintiendo la intensa mirada de curiosidad de la persona que tenía en frente.
El terapeuta sabía perfectamente que el joven no era de hablar casi nada. Podía que en algunas sesiones dijera más de cinco palabras, pero la esperanza de que hablara con profundidad sobre aquel día o que al menos le dijera cómo se encontraba, disminuía cada vez más.
—¿Has podido dormir mejor? —pregunta el terapeuta moviendo la lapicera entre sus dedos, llamando la atención del joven que observaba como se movía y la libreta que tenía en sus piernas.
Alzó una ceja, pensando en qué pudo haber escrito durante los minutos que pasaron. Pues, no había hablado casi nada, más que dar respuestas vagas a sus preguntas, las cuales hizo durante largos minutos de silencio en un intento fallido de que pudiera expresarse más.
—¿Jihyun?
Aquella pregunta lo hizo reaccionar y que dejara de ver con curiosidad la libreta, aunque por su cabeza pasaban ideas de arrebatársela o volver a entrar cuando no estuviera. La primera era más llamativa.
Estaba seguro que la única persona que sabía lo que tenía escrito allí, era su padre, y que este jamás le dijera algo al respecto, pero lo siguiera obligando a ir, lo irritaba demasiado. Aunque si este intentaba indagar quizás podría acabar con aquella curiosidad que lo inundaba cada vez más con el paso del tiempo, pero podía ser que no lo hacía porque, en realidad, dentro de él había algo que le hacía temer la respuesta.
—Sí.
—Entonces, las pastillas te han ayudado.
Las comisuras de sus labios se elevaron apenas en una sonrisa amarga y quiso decir algo al respecto, pero cuando la arena terminó de caer, haciéndoles saber que la sesión llegó a su fin. Jihyun se levantó rápidamente, observando al terapeuta que parecía frustrado, mientras miraba el reloj de arena.
—Ahora sí, adiós —se despide dirigiéndose a la puerta.
—¡Nos vemos el próximo viernes! —alza la voz tomando la grabadora que estaba en la pequeña mesa cerca del reloj de arena.
El joven una vez que salió, se dirigió al elevador para bajar al primer piso, mientras se colocaba otra vez la capucha, ya que el terapeuta en cada sesión le pedía que se la sacara. Y ahora cada vez que entraba, antes que se lo pidiera, rodando los ojos lo hacía, logrando ver una pequeña sonrisa en el rostro de Kim Namjoon.
Sabía que era mejor no hacerlo molestar, ya que era un buen amigo de su padre. No quería llevarse reproches de su parte, porque estaba seguro de que estaba conteniéndose por el hecho de que no hablara, ya que Namjoon le decía que debía tener paciencia.
Una vez que las puertas del elevador se abrieron, caminó entre algunas personas que estaban en recepción y abrió la puerta, sintiendo como la brisa fresca chocaba contra su rostro, provocando que se estremeciera. Observó su coche que estaba aparcado, pero decidió sacar la cajetilla de cigarrillos que tenía en el bolsillo de su chaqueta y el encendedor, mientras cruzaba la calle para ir hacia la otra acera, mirando el arroyo abajo, apoyando una de las manos en la barandilla.
Los recuerdos querían atacar su mente, pero este se negaba a permitirlo porque le hacía desear soltar todo al terapeuta, lo cual sabía que no era conveniente, ya que en cuanto cruzara la puerta, este no dudaría decírselo todo a su padre y enseñarle la grabación. Debía seguir guardando aquel secreto, el cual compartía con sus hermanos que también prometieron llevárselo a la tumba.
Le dio una calada al cigarrillo, levantando la mirada al cielo nublado, escuchando los coches pasar detrás de él.
Estaba agotado.
Apretó la barandilla con sus dedos, volviendo la vista al arroyo y la familia que se encontraba allí. Estaban los padres junto a dos niñas pequeñas que tocaban el agua, mientras sonreían de manera satisfactoria. Parecían una familia feliz, así como lo habían sido los Park cuando estos eran apenas unos niños, por lo que sonrió amargo y expulsó el humo.
Estaba demasiado concentrado en esa familia, tratando de saber si eran realmente felices como ellos lo fueron, hasta que el sonido de un motor llamó su atención.
—¡Mira a este bebé!
Aquella voz masculina le hizo rodar los ojos, pero aún así volteó encontrándose con un Ferrari negro y a un Jimin sonriente, apoyando el brazo en la ventanilla.
—¿Qué carajos?
—Luego de insistirle tanto a papá acaba de dármela hace una hora antes de marcharse. ¿Qué opinas? —guiña el ojo y sonríe de manera satisfactoria.
—Oh, ya veo. Cumpliendo caprichos.
—Cállate y di algo sobre este bebé —exige pasando la mano por la puerta del coche, mirándolo fascinado.
—¿Me llevas a dar una vuelta? —pregunta mirándolo detenidamente, también algo fascinado, mientras le da una calada al cigarrillo.
Jimin sonrió divertido, pero al escuchar un claxon volteó rápidamente viendo un coche detrás del suyo, por lo que sacó la cabeza por la ventanilla, mientras que Jihyun se alejaba.
—¡¿No ves que estoy estacionado, imbécil?! ¡Pasa por el lado! —el hombre volvió a tocar el claxon pasando por el lado, lo que hizo que este enfureciera más—. ¡Conduce con cuidado, no vayas a tocar mi coche! —grita furioso sacando el dedo del medio, escuchando como este a pesar de haberlo pasado volvió a tocar el claxon—. ¡Toma para ti, idiota!
—Ya, de todas maneras aquí no se estaciona —habla frustrado su hermano.
—Las personas como nosotros estacionan donde quieren, Jihyun —dice más calmado.
—¿Cómo sabías que estaba aquí? —inquiere frunciendo el ceño.
—Porque recuerdo tus divertidos viernes de terapia. Siempre los esperas con una gran sonrisa en el rostro como la de Jinho cuando ve un par de tetas —responde burlón y rueda los ojos.
—Hablando de él, es extraño que no esté a tu lado cuando estás conduciendo este...
—¿Bebé? —sonríe, pero al ver como arruga su rostro, suelta una risilla—. Jinho debe estar dándose una buena masturbada.
—Ya, hablo en serio. ¿Dónde está?
—¿Por qué no mejor nos olvidamos de ese aburrido?
—Bien. Entonces, ¿me llevas a dar una vuelta? —se acerca más, inclinándose hacia adelante para estar a su altura.
—Olvídalo.
—Oh, ¿quién será el afortunado o afortunada que subirás primero? ¿A tu novio Taehyung? —bromea aunque parece molesto, por lo que su hermano ríe.
—Podría subir a ese idiota, pero pienso ir a la fiesta esta noche con este bebé —alza ambas cejas, mientras muerde su labio inferior.
—Oh, ya sé. Entonces, será una afortunada.
—La perra afortunada que llame mi atención.
—Con toda la droga que cargaras encima, trata de elegir bien y no vayas a cargarte otra vez a alguien que tenga una sorpresa entre sus piernas —ríe haciendo que las facciones del rostro de Jimin, se endurecieran—. ¡Era broma!
—Mejor sigue yendo a terapia. La necesitas, idiota —espeta molesto para volver a conducir, sorprendiendo a Jihyun.
—¡Dije que era broma! ¡Eres un sensible como Jinho! —grita con las manos alrededor de sus labios para que este lo escuche, aunque sabe que con el sonido del motor al ir a gran velocidad no va a hacerlo.
Soltó una risilla negando con la cabeza, porque para él si había sido realmente gracioso. Pues, recordaba como estaba de exaltado esa noche Jimin, pero para él parecía ser un tema sensible, lo cual lo hacía aún más divertido para Jihyun.
Al mirar hacia el frente, vio a una joven salir de la cafetería con una gran bolsa negra en la que llevaba basura, por esa razón y por su delantal y gorra verde, se dio cuenta que trabajaba allí.
Esta joven dejó la bolsa junto a las demás que estaban a un lado del cesto lleno, y levantó la mirada conectándola con la suya. Jihyun la sostuvo, a pesar de que por la distancia no podía ver bien su rostro, pero no pensaba bajarla o desviarla, hasta que la fémina lo hizo, volteando para volver a caminar hacia la cafetería.
Suspiró observando su cigarrillo que ya estaba casi del todo consumido, por lo que le dio una última calada para luego botarlo al suelo y pisarlo con sus botas militares, para así dirigirse hacia su coche que estaba en la vereda de al frente.
Sólo deseaba llegar a su casa y recostarse, aunque sabía que Jimin podría llegar a insistirle en ir a la fiesta, pero no estaba de ánimos. Hacía tiempo que no lo estaba.
Todos tenían la mirada atenta en el video que Jimin estaba enseñando desde su celular. Cuatro estaban sentados a los lados de este en el sofá azul y otros dos parados detrás para poder ver. Escuchaban los gritos de la joven que salía montando al de piercings, mientras este por momentos le daba azotes, provocando que chillara más y se pudiera ver su trasero rojizo con las marcas de su mano.
Ella se aferraba a sus hombros, inclinando su cabeza hacia atrás. Su cabello castaño largo se movía por sus saltos, mientras este mordía su labio inferior y sus cejas se contrajeron por el placer que le provocaba aquella joven, por lo que la embestía con más dureza.
—Carajo, si que la hiciste gritar —habla uno de los amigos que se encontraba parado detrás de ellos, mirándolo asombrado como los demás.
—¿Ella sabe que la filmaste? —inquiere Taehyung, volteando a verlo.
—¿Eso importa, Taehyung? —alza una ceja, girando su cabeza para mirarlo, mientras baja el celular.
—Supongo.
—Eso no importa.
—Oye, yo también quiero follármela. Hyesun tiene un trasero...
Al escucharlo Jimin volteó rápidamente a ver al joven de tez canela, con cabello castaño corto, llamado Jisung, que formaba parte de su grupo de amigos aunque no eran de hablar demasiado, pero se le hacía agradable.
—Olvídalo. No me gusta que toquen a mis perras, así que búscate a otra —habla molesto, por lo que este asiente rápidamente.
—Sí, lo siento.
—Ya, no importa. Vamos a lo otro importante —Hoseok se levanta llevando las manos a la chaqueta por lo que Jimin sonríe al saber lo que significa—. ¡Traje la diversión!
Park Jimin siempre había sido egoísta, hasta cuando era un niño. No le gustaba siquiera que tocaran sus juguetes sus hermanos, y había veces en las que terminaba adueñándose de las pertenencias de ellos porque se le hacían más llamativas que las suyas. Por más que sus padres habían intentado corregir eso en sus primeros años, jamás pudieron y luego con los problemas que comenzaron a tener, dejaron de prestarle atención a eso.
Ahora odiaba que hasta sus hermanos quisieran usar su ropa, pero algo que odiaba más era que sus amigos intentaran follar con las mujeres con las que él estuvo anteriormente. A pesar que sólo buscaba saciar el deseo con ellas y jamás se interesaba en algo más, muchas veces ni siquiera en repetir porque se le hacía algo aburrido, no toleraba el hecho de que las personas que lo rodeaban quisieran estar también entre sus piernas.
Decidió olvidar esa molestia y concentrarse en las pequeñas bolsas con cocaína que tenía Hoseok en sus manos, las cuales sacudía con una gran sonrisa en su rostro, moviendo sus cejas, mientras los demás festejaban.
Jimin sacó del bolsillo de su pantalón la cartera para tomar una de las tarjetas y arrebatarle una de las bolsas a Hoseok, sorprendiéndolo, pero este lo ignoró colocándose de rodillas sobre la alfombra.
—Oye, tranquilo. Alcanzó para todos.
—Yo pagué por esta mierda —espeta echando el polvo blanco sobre la pequeña mesa rectangular negra, para luego dividir tres líneas con la tarjeta.
Mientras los demás lo miraban con atención, sin negarse para nada que fuese el primero ya que había pagado, lo cual era un alivio para todos, Jimin se inclinó hacia adelante, tapando con su pulgar una fosa nasal, y con la otra esnifaba una de las líneas de cocaína.
En cuanto terminó se inclinó hacia atrás sintiendo como su rostro, nariz y boca parecían adormecerse, los hormigueos aparecían por lo que arrugaba su rostro por la sensación, mientras se limpiaba los restos.
—Me toca —Hoseok se colocó a su lado para inhalar la única línea que había dejado.
El de piercings se levantó cuidadosamente aún limpiándose, aunque ya no tuviera polvo esparcido, mientras que Taehyung se acercaba a él, para palmear su hombro.
—¿Vamos por algo de beber?
—Vamos, lo necesito.
Jimin junto a Taehyung iban a buscar bebidas, pero uno de sus amigos se acercó con unas botellas de cerveza y estos no dudaron en aceptar. El de piercings decidió disfrutar de la fiesta en la casa de Hoseok, a la que habían ido demasiadas personas, podía decirse que la mayoría de sus compañeros, como invitados de ellos.
Jimin siguió bebiendo y bailando, sin importarle cuánto llevara, pero lo que sí notaba es que no parecía cansarse y que el deseo sexual parecía crecer con cada segundo. Eso hizo que empezara a buscar con la mirada quién sería su presa esa madrugada, pues al principio quería que lo fuese una chica a la que no conociera, pero al estar tan eufórico y sentir tanto deseo, no le importaba para nada quién fuera. Optaría por follarse a la primera que se le acercara.
Y así iba a ser.
Una joven rubia de manera algo tímida se acercó a él, empuñando las manos para que este no viera que en una tenía un paquete de preservativo que le había dado su amiga segundos antes. En otras circunstancias en la que Jimin no tuviera droga y tanto alcohol en su sistema, eso se le hubiera hecho aburrido y no habría dudado en ignorarla otra vez, pero no sabía cuánto más iba a soportar.
Vio la sonrisa en el rostro de ella al ser aceptada, algo que jamás se había esperado que sucediera, pues había intentado incontables veces que se fijara en ella en la Universidad, pero ni siquiera notaba su existencia. Ahora parecía que el haber seguido los consejos de su amiga, sobre beber y animarse a hablarle, le había servido. Ni siquiera había tenido que decir palabra alguna, que estaba sintiendo como este pasaba el brazo por su espalda, apegándola a él, y como sus respiraciones se mezclaban provocaba que ella se estremeciera.
Este juntó sus labios en un beso desesperado y descuidado, dejándole notar su deseo al apegarla más a él, mientras caminaba con dificultad, alejándose de las personas que se encontraban a su alrededor bailando, por lo que se llevaban algunos empujones de su parte, pero a ninguno parecía importarle al estar perdiéndose en el deseo.
Jimin la tomó de la nuca profundizando el beso, deslizando la lengua sobre la suya, mientras seguían caminando, por momentos chocando contra las paredes, hasta que este no lo soportó más y abrió la primera puerta de ese pasillo. Se trataba de la oficina del padre de Hoseok, lo que hizo que recordara sus palabras sobre no entrar allí, pero ahora pensar en hacerlo en ese mismo lugar, aumentaba su deseo a un punto en el que ya no podía contenerse, porque además, ella estaba acariciando su erección sobre la tela del pantalón.
Pasaba las manos sobre su cuerpo que llevaba un vestido negro apegado a su figura, dejando un poco a la vista sus pechos, que sin duda habían llamado la atención de este que los amasaba con fuerza, haciendo que sonidos involuntarios escaparan de su garganta, hasta que sorpresivamente la hizo voltear. Llevó la mano a su espalda y de forma brusca hizo que se inclinara hacia adelante apoyándose en el escritorio, por lo que jadeó de dolor.
Al escuchar como este estaba bajándose el pantalón se tensó, pues creyó que habría más toques y una habitación. Había imaginado algo completamente distinto, pero tal parecía que se había equivocado.
—Espera... Jimin...
—Cállate.
—Al menos, ten.
La joven había recordado lo que le había dado su amiga, ya que sabía que Jimin se había follado a la mayoría de chicas de la Universidad aunque estaba en su primer año, por lo que quería cuidar a la rubia, llamada Hyejin. Abrió su mano y se lo extendió a Jimin.
Este subió su vestido dejando a la vista su trasero y las bragas negras de encaje, por lo que mordió su labio inferior, mientras intentaba abrir el paquete, pero sentía sus dedos torpes, por lo que soltó gruñido de frustración.
—¿Qué sucede? —pregunta curiosa queriendo levantarse del escritorio, pero Jimin llevó rápidamente la mano a su espalda ejerciendo fuerza para que no pudiera, lo que la hizo gemir de dolor al sentir como su rostro chocaba contra el escritorio.
—Quédate así —ordena y observa el paquete de preservativo que tiene aún en su mano. No pensaba perder tiempo intentando abrirlo otra vez, aunque la mayoría de veces se cuidaba—. A la mierda.
—¿Qué...?
Este llevo las manos a su trasero abriéndolo un poco, para luego bajar una de las manos hasta llegar a sus bragas y correrla un poco, sintiendo un poco lo húmeda que estaba, pero eso no era de su interés en ese momento. Sólo le importaba estar dentro.
—Levanta un poco...
—Hyejin.
—Como sea. Levanta.
La joven levantó más el trasero y Jimin se acercó más haciendo que su miembro rozara sus pliegues, por lo que gruñó. Sin aviso alguno, se introdujo provocando que ella gimiera de dolor y este mordiera su labio inferior al no poder haber entrado por completo.
—J-Jimin, espera...
Este se había salido y ella quería que la tocara un poco más, pues no estaba lo suficiente lubricada, pero Jungkook no quería perder el tiempo cuando estaba cegado por buscar una manera de liberarse. Sin más volvió a introducirse, pero esta vez de manera más brusca, provocando que sintiera como sus paredes se abrían por completo alrededor de su miembro, apretándolo con fuerza, por lo que ella soltó un grito ahogado, aferrándose al escritorio.
—Carajo —murmura con dificultad Jimin ante la sensación, cerrando los ojos por un momento.
Cuando unos pocos segundos pasaron acostumbrándose a esa sensación, rápidamente comenzó a embestirla con algo de dificultad, de manera áspera y no tan rápido como quería al no estar lo suficiente lubricada, mientras ella intentaba hablar, pero su voz salía débil por lo que no la escuchaba, ya que la música seguía demasiado fuerte. Este apretaba su cabeza con una de las manos ejerciendo fuerza, por lo que le dolía. Sus ojos estaban cristalinos y arrugaba el rostro, gimiendo de dolor, sintiendo como se le dificultaba respirar por momentos, mientras Jimin volvía sus embestidas más rápidas.
Jamás se había esperado que este fuera así con ella. Había imaginado aquella situación completamente distinta, pero se sentía incapaz de alejarlo, porque al contrario de él era débil y sentía que lo había deseado tanto, que debía permitir que acabara, aunque ella se sintiese asqueada y con ganas de romper en llanto.
Park Jinho se encontraba en la oscuridad de su habitación, sentado en la cama con las rodillas en su pecho, golpeando su cabeza con las palmas de su mano repitiéndose que debía calmarse. Su respiración era pesada y temblorosa, el nudo en su garganta provocaba un ardor y cerraba los ojos con fuerza, tratando de desaparecer los recuerdos, pero era todo un intento fallido.
—No puedo. No puedo —repite una y otra vez levantándose rápidamente.
Al salir de su habitación comenzó a caminar por el pasillo rápidamente, pero al llegar a una puerta blanca, se detuvo en frente. Se decía que era lo mejor para que pudiera tranquilizarse, aunque no se sintiera capaz de hablar, por lo que abrió de manera lenta asomando su cabeza un poco para poder ver.
Pero en cuanto vio a su hermano recostado boca abajo, apoyando la cabeza en su antebrazo, durmiendo plácidamente y el frasco de pastillas en la mesa de noche, junto a una botella de agua, suspiró. Sabía que Jihyun no era para nada de dormir en las noches, por algo el terapeuta le había recetado unas píldoras. El hecho de que al fin se hubiera dignado a tomarlas para poder dormir, le hizo de cierta manera aliviarse, aunque él necesitaba ayuda en ese momento.
Salió de manera lenta y cerró cuidadosamente la puerta para no despertarlo. No le quedaba más que volver a la habitación mientras jugaba con sus manos, tratando de alguna manera calmar su ansiedad.
Pero no había otra forma para él.
Se dirigió al baño que tenía al lado, encendiendo la luz que logró cegarlo por unos segundos, hasta que pestañeó acostumbrándose.
Se miraba en el espejo, como su cabello algo largo y lacio se encontraba desordenado por haberlo tirado una y otra vez intentando calmarse. Sus labios gruesos estaban mordidos y lastimados, tenía unas notorias ojeras por llevar algunas noches sin dormir más que unas pocas horas.
Quizás estaba empeorando, pero no era capaz de hablar. Nunca lo fue.
Abrió la pequeña puerta que se encontraba a un lado del espejo, tragando con dificultad porque sabía que iba a repetir lo que había empezado a hacer unos meses atrás, luego de lo sucedido esa noche.
Al tener la hoja de navaja en su mano, cerró los ojos y tomando una bocanada de aire, la empezó a pasar por su antebrazo. Un sonido involuntario salió de su garganta y cerró con más fuerza los ojos, arrugando su rostro, al sentir como su piel se abría y un líquido tibio y rojizo empezaba a brotar, cayendo algunas gotas en el lavabo.
Su respiración era pesada y no fue capaz de seguir reteniendo las lágrimas al bajar la mirada y ver como otra herida se encontraba en su antebrazo. Tenía nuevas por los últimos días, como también cicatrices antiguas que habían quedado.
El dolor estaba asfixiándolo y la única manera de liberarse, de sentir un poco de alivio, era esa, aunque sólo duraba unos pocos segundos.
El sonido de su celular que se encontraba en el bolsillo de su pantalón, lo hizo sobresaltar y volver a mirar su antebrazo donde la sangre seguía brotando. Debía atender aquella llamada, por lo que llevó aquella herida bajo el agua rápidamente, gimiendo de dolor al sentir como el ardor aumentaba.
Al ver como la sangre se mezclaba con el agua suspiró cerrando el grifo, para luego tomar su celular sintiéndose temblar, sorprendiéndose al leer el nombre de Jimin.
—¿Jimin?
—¡Hasta que uno de ustedes se digna en contestar! ¿Qué carajos está haciendo el idiota de Jihyun? —pregunta molesto.
—Está durmiendo.
—¡Sirve para algo y despiértalo!
—Pero, ¿por qué haría eso? —inquiere frunciendo el ceño, volviendo la mirada a su antebrazo que estaba volviendo a sangrar, por lo que tragó con dificultad—. S-Sabes que no duerme y que debería...
—¡Me importa una mierda! —alza la voz y Jinho apretó la mandíbula—. Escúchame bien, idiota.
—¿Qué sucede, Jimin?
—Estoy detenido en la estación de policía, así que necesito que sean buenos hermanos, ¡y me ayuden a salir de aquí, porque a estos imbéciles les importa una mierda que sea un Park.
Park Jimin parecía no cansarse de meterse en problemas, sin importarle que sus hermanos estuvieran agotados de eso y, hubieran quedado en tener una vida más tranquila. O quizás era que él no estaba de acuerdo con eso.
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