Capítulo 9
Akira Berglind
—¡Akira! ¿¡Cómo estás!? —pregunta en un grito haciéndome aturdir. Ella y sus escándalos... si un día no los hace, algo pasó.
Yo no me aturdo tan fácil ¿¡Por qué entonces!? No estoy cerca de tantas personas porque los que estamos es por entregar trabajos ya que los profesores de nuestro curso querían que vinieramos hoy. ¿¡Por qué me aturdí!? Yo no soy así y los sonidos muy fuertes son los que me dan esa sensación pero con una mínima exclamación ¡Ahg! Eso... no lo entiendo, mientras tanto, Victoria, feliz por las vacaciones...
¿Saben? No hay nada más molesto que personas que no les interesa tu vida pregunten una y otra vez sobre cosas que te sucedieron, tipo la venda que tengo en el brazo, la cual me quiero quitar porque no soporto la picazón que me provoca la tela en el lugar pero Gastón ya la vio, ya todos la vieron y si me la quito y no tengo ninguna marca, todos armarían un escándalo llamándome dramática. A respuesta, siempre digo: Nada, solamente me caí y tuvieron que tomarme puntos porque me corté con metal oxidado.
Menos mal que hoy es el último día de clases y salimos más temprano, debido a eso, se supone que no deberíamos hacer nada más en esta hora pero sé que esta profesora nos odia a todos y le encanta vernos sufrir por cansancio. Yo salgo de esa lista porque soy la que mejor va en deporte a pesar de que hago todo con la pereza de mundo y medio porque me fastidia estar haciendo este tipo de ejercicios repetitivos para simplemente mantener una buena calificación en la asignatura.
La profesora nos tiene a todas reunidas en un círculo con ella en el interior explicando la evaluación que falta hacer de este lapso y que debido a ellos, tenemos que hacer lo que diga. Me cae mal esta mujer y muchas otras personas.
— ¡Ahora todas van trotar por toda la cancha exterior por 20 minutos! —grita la profesora.
¿Acaso no ve el sol que está haciendo? No quiero estar bajo el sol hoy, no hoy que me siento mal.
— Yo no puedo, tengo orden de no hacer esfuerzo por parte del doctor. —El doctor, mi abuelo.
En este momento, me golpeo mentalmente por haber dejado el justificativo en la mesa de mi habitación que me había sido entregado para no tener que hacer nada el día de hoy. Espero que esté hoy de buenas y me deje hacer nada porque si mi abuelo dice que no gaste energías, es porque no debo hacerlo.
— Akira, querida. Es muy raro que tú digas eso, me extraña — dice con voz tierna—. ¿Dónde está tu justificativo? — Aquí ya no hay voz tierna.
No hay nada más falso que las preocupaciones de esta profesora, no importa si te estás muriendo; hasta que ella no te vea en el suelo sin poder respirar, ella no va a parar y lo digo porque lo he visto. Victoria siempre se salva con un justificativo cuando tiene el periodo en su máximo esplendor.
— Mire mi brazo ¿Con esto no le basta para dejarme aquí sentada? —Hago una fina línea con mis labios. Sí, se me olvidó.
— Sabes que sin ese justificativo no puedo hacer nada —dice llevándose el silbato a sus labios—¿Qué te pasó?
— Me caí...
— No me interesa. —Alzo las manos en un gesto de molestia— Anda con las demás. Hoy todo es evaluado. — ¿Yo rogando por algo? No, mi orgullo es más grande.
— Si me desmayo, es su culpa. —La culpo de antemano dándome media vuelta.
— ¿Qué dijo, Berglind? —pregunta en tono enojado.
— Nada que a usted le interese, lo acaba de decir ¿O me equivoco? —Alzo la mano agitándola en el aire nuevamente.
El haberle hablado así es lo suficiente como para que me haga una anotación y me llamen el representante, pero ¿Sabe lo que me importa? Nada, mis padres siempre van a darme la razón en este caso; por otro lado, si me quedo sentada y no hago nada, me darían un castigo y no me quiero quedar esta tarde a hacer cualquier cosa que les dé la gana al instituto. Tengo varias anotaciones con varios profesores que les encana abusar de su poder pero nada que signifique servicio comunitario o castigo.
No llevo ni diez minutos trotando y ya estoy completamente agotada, esto no es normal, nunca lo ha sido y nunca lo será; yo con diez minutos de trote, estoy como si estuviese empezando a hacerlo. Mi resistencia física es mucho mayor a esto, puedo estar como máximo tres horas y media corriendo a todo lo que doy, casi cuatro; que diez minutos de trote me afecte, no es normal.
Victoria no me quita un ojo de encima, está atenta a mí porque ella sabe que no es para nada normal que me coloque así, nunca me he enfermado y si sigo en este lugar, no lo haré nunca. Mi abuelo o mi familia entera sabe algo y no me lo quieren decir, tengo esa ligera sospecha.
Victoria de manera repentina y con fuerza, me toma del brazo haciéndome caminar a paso rápido dirección al baño.
— ¿¡Y ustedes a dónde van!? —pregunta la profesora al vernos pasar delante de ella. Busco girar mi rostro hacia el de la mayor pero la mano de Victoria me detiene.
— ¿A dónde cree usted? —responde la castaña sin detenerse.
— ¿¡Con el permiso de quién!?
—Con el suyo —grita debido a que ya estamos lo suficientemente lejos de la profesora. Hago una mueca por el sonido.
— ¿Qué pasa? —pregunto confundida al ver que ya llegamos al baño.
— ¡Mírate en el espejo! —ordena mi amiga autoridad.
Doy la vuelta apartando mi cabello del rostro y quedó sorprendida al ver mi reflejo llevándome las manos al rostro completamente preocupada. Nadie vio nada, sí, nadie vio nada aparte de Victoria porque habrían preguntado de ser así; me siento aliviada por ese punto ¡Esto... esto es peligroso! Es peligroso porque mis ojos ahora están brillando manteniéndose de color morado... Ni siquiera azul ¡Morado! Pero es mejor a que sea carmín.
— ¿Por qué? — pregunta mi amiga con la espalda apoyada en la pared y los brazos cruzados. Cuando es de ser serios, ella se lo toma muy enserio.
— No sé —Muerdo mi labio preocupada— ¿Tienes tu teléfono contigo? — pregunto sabiendo que esa es mi salida.
— Siempre y tu lo sabes — dice pasándomelo.
Busco entre los contactos el nombre de mi padre para llamarle. Luego de tres tonos, contesta y yo, rápidamente, le informo de la situación diciéndome que en diez está aquí. Esperamos unos minutos en el baño hablando sobre lo de ayer.
— Salgamos, la profesora debe estar molesta y no quiero ningún castigo y sé que tú tampoco — dice mi amiga.
— No me importa la profesora, me importa mi condición. Toma. —Le entrego el teléfono en la mano con algo de brusquedad. Estúpida profesora.
Me suelto el cabello y, con mi flequillo, que está muy largo porque no le he dicho al mi estilista personal que me lo corte, me cubro la mitad del rostro. Salgo del lugar con mi mirada en el suelo para evitar ser vista de alguna manera. Victoria me toma de un brazo y empezamos a caminar en dirección a las gradas de la cancha, justo donde está esa profesora. Salimos caminando a paso lento.
— ¿Por qué se fueron sin mi permiso? —pregunta enojada.
— En vez de preguntar eso, debería de preguntar ¿Qué le pasó a Akira? ¿No le parece? —responde mi amiga retando a la profesora.
— Deje de ser tan grose...
— Akira, Victoria. Nos vamos. —Más rápido imposible; ¿Cuanto tardó? ¿Cinco, siete minutos? Eso es estar cerca.
— Oh señor Berglind ¿Cómo se encuentra? —pregunta la profesora coqueteándole a mi padre. Odio a la gente así y mi papá también.
— Más preocupado por mi hija que usted, eso se lo aseguro —dice con frialdad mirándola con molestia— Vámonos. —Me levanto sin apartar mi flequillo del rostro— Ya sus cosas están en la camioneta, deberían mejorar el sistema de seguridad de los lockers, nosotros pagamos una gran suma de dinero para que velen por su seguridad y servicio.
—O tu deberías dejar de lado lo hacker —digo inexpresiva sin alzar mi rostro.
— Tal vez, ya súbanse —dice apenas llegamos al estacionamiento— Cuando lleguemos a casa, se te explica todo.
(...)
Miro fijamente a quien ahora, en su rostro tiene unas gafas falsas pues ninguno en la familia las necesitamos, persona que las usa por simple gusto. Victoria llega a mi lado con tranquilidad volviendo a tomar de la taza que mantiene en sus manos con su chocolate caliente pues, con el clima así, provoca; yo, por mi lado, me cruzo de piernas tomando el plato de la taza y la misma taza sin despegar la vista de los ojos de mi abuelo, ser que también me mira de la misma manera con la misma intensidad.
— ¿Guerra de miradas o que? —El mayor aparta la vista con una sonrisa mientras niega con la cabeza. Relamo mis labios con algo de diversión ante lo dicho por Victoria. Querida, esto es normal en la familia.
— Es hora de la verdad —dice tomando postura seria llevándose la taza a los labios luego de haberlo dicho—, no te había dicho nada porque no estaba seguro de lo que tenías pero ahora que me doy cuenta te expuse demasiado. —Alzo el rostro con un poco de seguridad pues... claro que lo hiciste, ahora mis ojos no están morados, están dorados y brillando en su máximo esplendor.
— De no ser por Victoria, alguien me habría visto —digo señalando a la castaña que se encuentra en silencio.
— Gracias por eso —dice en un suspiro retirándose los lentes para dejarlos sobre la superficie de vidrio— Es algo demasiado sencillo de lo cual no me recordaba. —Sonríe— Réveiller tôt. Vas a hacerlo en el límite mínimo de edad —Apoya brazo sobre el espaldar del sillón.
Alzo una ceja... es eso. Respiro hondo cerrando los ojos por unos segundos y entre las posibilidades está la forma que presenta mi padre o mi padre ya que las otras dos que mantiene el ser frente a mí o mi abuela Danielle, posiblemente queden perdidas por la falta de pureza en mí presencia.
— En otras palabras ¿eso es? —pregunta mi amiga confundida pues. Le miro de reojo volviendo a acercar la taza a mi rostro.
— ¿Por qué? —Relamo mis labios.
— Por tu abuela Danielle, recuerda la edad natural de ella en su tiempo pausado. —Asiento entendiendo. Mi abuelo mira a la castaña a mi lado— Victoria, en otras palabras, Kira va a despertar, por decirlo de esta manera, su forma se revelará, sus habilidades y poderes aumentarán fijandose en un solo lado de la naturaleza familiar... Creo que no hace falta seguir explicando ¿Cierto? —Esta niega.
— Se verá por fin qué será ella. Morado, dorado, rojo o azul. —El mayor asiente y yo sonrío al escucharla hablar y definir todo desde el color de ojos que representa cada uno.
— Akira —habla con fuerza y seriedad viendome provocando una pequeña sorpresa en mí por lo repentino. Lo miro interrogante—, tienes completamente prohibido salir de aquí. —¡Yo quería salir con los dos que tengo por amigos! Suspiro asintiendo—No se sabe cómo reaccionarás a este cambio y puede ser peligroso que te expongas en esa condición. —Deja de mirarme para hacerlo con Victoria— Si quieres quedarte a dormir hoy, me lo informas y cualquier acción extraña que tome Akira, ve inmediatamente hacia donde se encuentre alguien de la familia.
— Para eso se lo digo de una vez —Sonríe—Hoy me quedo a dormir aquí —dice mi amiga divertida— Y sí... hay algo extraño ahora en Akira. —La miro con extrañeza.
— ¿Qué? —pregunta quien está sentado frente a mí.
— Que Akira se acaba de sorprender... —Los dos me miran— ¿Te asustaste? —Sonríe. Ruedo los ojos.
— Ridícula. —Los dos ríen.
— Ya le digo a tu padre para que te envié ropa —Se levanta para salir del lugar dejándome sola con mi amiga.
—Así que tu despertar ¿Eh? —Su cara y su sonrisa provocan que me ría a carcajadas.
(...)
Las dos formas más predominantes en mi familia son las de mi abuela Camila y las de mi abuelo Richard por propia influencia en la sangre así que posiblemente desarrolle una de ellas.
Ya han pasado tres días desde que empezamos las vacaciones decembrinas y desde que empezó mi despertar, últimamente puedo percibir los sonidos, los olores y las presencias de las personas con mucha más claridad y debo admitir que antes lo hacía de una manera más notoria que un humano; pero, ahora eso me está molestando demasiado por el cambio drástico que floreció de un momento al otro.
Mi abuelo Lucas dice que mi despertar se ha desarrollado más rápido de lo normal ya que tarda alrededor de unas tres semanas y que si sigo así, es posible que levante mi restricción de salir de la mansión dentro de unos cuatro o cinco días y también dice, que mi primera transformación podría ser hoy o mañana y esa es la que definirá todas mis habilidades a futuro... Y debido a esa rapidez en todo, me he sentido terriblemente cansada, sin energías y con una fuerte presión en el pecho que no pasa a imposibilitarme y puedo ignorarlo fácilmente.
El único problema molesto que he tenido estos últimos tres días son mis ojos, a cada momento cambian de color ya sea a azul, dorado, rojo o morado y como los empleados, por obviedad, no saben nada, tengo que estar en mi habitación o en algún punto retirado de la mansión hasta que vuelvan a la normalidad pues, no quiero usar lentillas de contacto por todo el día porque es algo molesto.
Justa ahora me encuentro en el jardín floreado, estoy acostada en el césped debajo de un árbol con los ojos cerrados disfrutando de los deliciosos aromas que se mezclan en una deliciosa fragancia que emanan los jazmines y las rosas, por sobre mí, las flores que caen del árbol le da un fresco ambiente al lugar aparte de la sombra y el rico aroma de estos. Los sonidos de las hojas de los árboles chocando entre sí por el viento, provocan una sensación hipnotizante que hace que te alejes de la realidad y amo cuando pasa eso pues, no actúo pero pienso libremente.
"El jardín de flores" o "Jardín floreado" es una extensa área circular de la mansión que está conformada por caminos de distintas flores, disco de distintas flores que se encuentra rodeado por bastantes árboles frondosos dejando en el centro, a un solitario árbol viejo que aun le parecen quedar bastantes años de vida; viejo árbol que da un buen soporte al columpio y da perfecta y agradable sombra. De flores, en este punto, tenemos distintos tipos de lavanda, cayena, jazmines, rosas rosas, rojas y blancas entre otras muchas; todas siendo cuidadas por las dos mujeres mayores de la familia y ambas, por motivos completamente diferentes pues, una es por lo estético y la otra, por la influencia en el espacio.
Tengo mis audífonos puestos escuchando música a un volumen bajo pues, aun así, lo siento como si estuviese en su máximo nivel gracias al descontrol con mis sentidos. Canto en poca voz manteniendo mi tranquilidad física mientras mantengo mi mano sobre mi abdomen y la otra, como apoyo para mi cabeza dejándome completamente caer de lleno en mi mundo, disfrutando de mi gusto musical, uno que es muy diferente a las demás personas de mi edad y es debido a que como desde pequeña he escuchado música junto a Victoria y a mi madre, mi gusto musical se desvía a la música asiática, un toque de música clásica y, la balada, por mi abuela materna.
Siento los paso de alguien acercarse a mí y por el aroma que emana su perfume, puedo decir que es mi abuela Danielle gracias a que es la única que le agrada los perfumes con aroma dulce; casi todos lo odiamos, no el aroma sino el usarlo en nosotros.
— ¿A qué se debe que te encuentres en este lugar? —pregunta sentándose a mi lado— Muy pocas veces vienes para acá, es extraño —Le bajo volumen al sonido de la música a pesar de que la entiendo perfectamente.
— No lo sé, tenía tiempo que no venía aquí para disfrutar del silencio y la soledad; a pesar de que tengo buenos y malos recuerdos dll columpio que está colgando en este árbol, amo este lugar pero no había venido por razones escolares; ya sabes, lo normal—Respondo quedándome en la misma posición—, y creo que no es necesario decirte la otra razón por la que estoy aquí.
— Recuerda que también llevas la sangre de tu Lucas y mi sangre. —Asiento ¿A qué saca esto? Es muy difícil que desarrolle una de esas dos.
— A pesar de que tu habilidad es una de las más fuertes es la que menos se ha heredado y digo menos porque mi madre no la obtuvo y yo no la tendré. —Lentamente abro los ojos adaptándome a la luz del sol con ligera dificultad— ¿Por qué? —pregunto aun sabiendo el motivo.
— Recuerda que Mitsuki y Ronald no deberían existir pero nosotros rompimos muchas reglas y sufrimos en el proceso, debido a ello, las habilidades que desarrollaron son las más temidas en todo el mundo y tú cómo eres hija de ellos dos, es posible que poseas una de esas oscuras habilidades porque si ellos no deberían existir, tú con más razón no deberías estar aquí — Me levanto con lentitud para caminar hacia el columpio de madera. Escucho una pequeña risa de la mayor— Al igual que Mitsuki, veo que también te gustan los columpios. —Me balanceo con suavidad
— Desde pequeña. —Un vago recuerdo viene a mi mente provocándome escalofríos, odio ese día; nunca había temido de esa manera— A pesar de todo lo que pasó, aun me siguen gustando.
— Como sé que no quieres tocar el tema, me retiro. Tengo que organizar el desastre que deja Richard en la habitación —dice sacudiéndose el césped que se le ha quedado pegado en su traje. Río por su personalidad que sale a flote aun si no te lo esperas—. Ah, casi se me olvida. —Se voltea para mirarme— Ahora si es verdad que no te puedes quitar ese collar por nada en el mundo, si lo llegas a hacer, se crearía un desastre muy grande. Lo última vez que te atreviste a quitarte el collar tu aroma no se identificaba, era confuso pero seguramente, llegue a definirse de ahora en adelante. —Sonrío.
— Tranquila, las consecuencias las tengo muy claras.
Sigo diciendo, no quiero un castigo de mi familia de nuevo.
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