Capítulo 49
Akira Berglind
Humedezco un poco mi cabello para poder empezar a desenredarlo con un cepillo y así ahorrarle trabajo a mi abuelo; lucho un poco para dividirlos en varios mechones para poder hacerlo ya que lo tengo extremadamente enredado y largo. No sé porqué lo descuide tanto los últimos meses, tanto así que justo ahora lo tengo un poco más abajo de la mitad de mis glúteos y mi flequillo está al nivel de mis hombros por lo que puede decirse que ya dejó de ser flequillo, bueno, eso creo.
Salgo de mi habitación y camino a paso lento hasta el estudio de mi abuelo Richard sin dejar de peinarme. Mi cabello crece desde la raíz de color negro y por la mitad empieza a decolorarse hasta alcanzar un tono blanco. Siempre ha sido así y eso generó muchas burlas cuando estaba más pequeña y no se realmente porque me molestaban por eso. ¿Qué con el sentido de los niños?
Entro al estudio sin antes tocar la puerta y me acerco donde mi abuelo que se encuentra sentado en un sillón con su tableta gráfica en las manos y cerca de él está una mesa pequeña con su laptop encendida plasmando todo lo que va haciendo.
—Abuelo, ¿Me puedes cortar el cabello? —Al escucharme, alza su vista y me mira mientras levanta una ceja.
—Siéntate sobre aquel taburete y déjame buscar las tijeras. —No se niega e inmediatamente se levanta de donde se encuentra. ¿Qué le pasa que no se hizo de rogar? — ¿Como siempre? — Asiento con suavidad.
—Abuelo... ¿Que tienen planeado hacer? — Pregunto mientras me siento sobre el taburete. El suelta un suspiro.
—No tenemos nada planeado. —Me lo imaginaba por sus simples acciones. — No podemos seguir escapando, tenemos que enfrentarlos y buscar una solución. —Escucho como mueve las tijeras y me quita el cepillo de la mano. —Los enfrentamos una vez y no pudieron con nosotros; escapamos de ellos, nos ocultamos y ellos no nos encontraron hasta ahora y fue por mera curiosidad que lo hicieron. Seguramente podremos con esto. — Niego con un movimiento de la cabeza por mis dudas.
— ¿Estás seguro? —Me siento con mi espalda derecha y él toma mi rostro para levantarlo.
—Pudimos tener hijos después de la muerte. ¿Enserio preguntas eso? —Sonrió por su respuesta. — Cierra los ojos.
El constante sonido de las tijeras inunda el silencio del lugar y yo me mantengo tarareando una simple melodía para hacer un poco de sonido, no es para nada agradable el silencio que hay y todo por culpa de la tensión que se ha generado gracias al peligro en el que nos encontramos.
—Tengo mis dudas sobre eso aun. No sabemos con cuantos nos atacarán y donde lo harán por lo que debemos permanecer atentos. — Continúa luego de unos minutos con el tema de conversación que saqué. — Pero nosotros no estamos solos, tenemos a muchos seguidores.
— ¿Cuáles seguidores? —Mi tono de voz suena completamente confuso.
—Tres sirvientes de la mansión son nuestros seguidores y todos los mensajeros que tenemos. — Hago un gesto de sorpresa ya que eso no me lo esperaba. —Son aquellos que salieron de incógnito y nosotros le prometimos seguridad, por eso son fieles a nosotros.
— ¿Quiénes son? —La mano de mi abuelo me sacude lo que ya ahora si debe parecer un flequillo normal y me ata el cabello con una banda de goma para saber hasta qué nivel cortarlo; supongo que después de todo, el cabello que me cortará, lo van a teñir de un color natural y luego donarlo o venderlo, no sé qué harán con el después.
—Martha, José y Aaron, nuestro principal mensajero de negocios. —Nuestros fieles sirvientes, así que esa era su verdadera identidad. —José murió en el atentado que le hicimos a su hermano pero lo mantuvimos a nuestro lado. No te lo contamos para que se mantuviera en completo secreto entre nosotros —Abro la boca para hacer una pregunta pero mis palabras son interrumpidas. —Ellos tienen una medalla también pero en vez de ser un collar, es una tobillera o una pulsera. Tienen el mismo método de protección que nosotros pero la forma de su dije es diferente; Martha tiene el símbolo de los espíritus que hay en nuestro dije general, José tiene el ala del ángel y Aaron tiene el ala del demonio.
—Pero...
— Su actitud siempre fue actuada y ellos también se han mantenido en constante práctica con nosotros. —Ok. Esto es mucho para mí, eso ni me lo esperaba ni en broma.
—Esto me sorprende mucho. — Me paso el dorso de mi mano por el ojo derecho para poder abrirlo sin ninguna molestia.
—Espero que con ellos tengamos el apoyo suficiente. —Un leve escalofrío me recorre todo el cuerpo.
— ¿Por qué no aceptan nuestra ayuda? — Escucho como suelta un suspiro y vuelve más lento el corte de las tijeras.
—Levanta la cabeza. — Hago lo que me dice inmediatamente. —Porque no queremos que los conozcan, tus padres tienen muchos conocidos fuera del trabajo y si los siguen, pueden usarlos para chantajearlos y contigo pueden hacer lo mismo, pueden buscar a Gastón o a Victoria y utilizarlos para que te entregues y luego usarte a ti como rehén para que nosotros nos entreguemos y hacer su cometido. — Toma aire con fuerza por haber hablado con rapidez. —Luego los matarían a ustedes.
—Ya no sigas hablando. — Cierro los ojos para calmarme un poco. —Entiendo. —Mi abuelo deja las tijeras sobre una mesa y empieza a cepillarme el cabello con suavidad, cierro los ojos por la delicadeza con lo que lo hace y eso ayuda a que me relaje un poco. Apenas termina, me bajo del taburete.
Observo el suelo, justo donde se encuentra todo lo que fue cortado de mi flequillo y al verlo completamente blanco sin ningún tipo de degradado, se me hace imposible no sonreír. Me paso la mano para quitar lo que quedo adherido a mi cuello.
—No vuelvas a tocar el tema, no quiero que todo termine en una discusión por culpa de eso. —Pide con un tono de voz preocupado y lo comprendo por lo que haré todo lo posible para no volver a hacerlo. Lo que hace agradable a mi abuelo es su personalidad cálida, sus gestos son como un libro abierto y sabe expresarse muy bien, cosa que yo no acostumbro hacer.
— Gracias y tranquilo, tratare de no hacerlo. — Camino hacia la salida.
—Akira... —Me detengo por su llamado. —te quiero mucho. —Frunzo el ceño por sus palabras.
— ¡No! —Exclamo con fuerza. — No lo digas de esa manera, ¿Si? —Golpeo el marco de la puerta apenas termino la oración. —Haces que suene mal. No lo digas con tristeza. —Completo enojada.
Cierro la puerta sin darle tiempo a responderme y me teletransporto hacia mi habitación para evitar encontrarme con alguien. Camino hacia el baño de mi habitación y me observo en el espejo; logro darme cuenta de que lo cortó un poco más que de costumbre pero aun así, sigue estando largo.
Donde realizo los cortes, fue la parte de mi cabello que se encontraba de color casi negro y que justo ahora; poco a poco, se va volviendo blanco, al igual que mi flequillo. Esa es la razón por la cual mi abuelo materno me corta el cabello, porque cuando un hebra se desprende de mi cuero cabelludo, esta se vuelve completamente blanco y eso es lo que está ocurriendo en este momento, las puntas de mi cabello van perdiendo el color hasta que también quedan igual.
(. . .)
— ¿Qué le dijeron a los padres de Victoria? —Pregunto antes de que se me haga más tarde.
—Haremos unas remodelaciones en las habitaciones del primer piso. —Recibo respuesta inmediata por parte de mí a abuela Danielle.
Suena creíble, eso es lo importante; después de todo, hay tres habitaciones continuas y al remodelar la estructura de una, hay que hacerlo con la otra; pero eso no es lo que quiero, yo quiero estar aquí ayudando y no estar escapando.
— ¿Mis padres? —Desde que me levanté no los he visto ni sentido.
—Se fueron con tu abuelo Richard para dejar a Hunter para luego irse a la otra casa. —Suelto un suspiro. —Hunter estará bien con nosotros; después de todo, su existencia si está autorizada. —Ahogo un bufido cargado de molestia. —Pero si el desea ir donde su amigo, no se lo negaremos.
—Me voy. —Me levanto de la silla y tomo mi mochila. —Están cerca.
—Yo te llevaré las cosas donde tú amiga. Cualquier cosa, actuaremos como simples conocidos. —Habla mi abuelo Lucas quien se ha mantenido callado desde la mañana. —De ser posible, cuéntale todo a Hunter hoy, quiera o no.
—Está bien. —Hago un gesto con mi mano despidiéndome.
—Te queremos. —Ruedo los ojos con molestia y respiro hondo antes de alterarme.
—No lo digan de esa manera. — susurro antes de desaparecer del lugar.
No me gusta que digan palabras de afecto y menos me gusta que lo hagan con ese tono cargado de tristeza, me pone mal y hace que odie más de lo necesario. Ellos saben que no podrán, lo saben y solo quieren ocultarlo pero yo me doy cuenta, me doy cuenta de sus gestos, de todo; no soy una estúpida, ¿A quién creen que le están mintiendo? Se mentir y detectar mentiras como ninguna otra persona y todo porque ellos me enseñaron.
Las órdenes para alejarnos de la mansión fueron inmediatas y las tenemos que cumplir desde ya, no importa si nos negamos; todo es por nuestra seguridad.
(. . .)
Hunter Shadow
Estoy enojado y a la defensiva y no sé porqué, sólo sé que no quiero estar aguantando las estupideces que me dicen los demás pero parece que cuando menos quiero hablar y socializar, más me molestan e irritan. He estado todo el día soportando todo y si sigo así, terminaré peleando con alguien y no me importa lo que puedo llegar a hacer.
Desde que me levanté he estado así, sin ganas de hablar con alguien ya que todo lo que me dicen me molesta, creo que por eso mismo, el abuelo de Akira y sus padres me trajeron en vez de Akira; con el poco conocimiento que tengo de su temperamento, seguramente me terminaría reclamando e insultándome.
Hay algo que he notado extraño desde anoche en la mansión y creo que a eso se refería Akira con que muchas cosas cambiarían pero no me dio tiempo de preguntarle porque cuando me di cuenta, ella ya se encontraba fuera de mi alcance. El ambiente entre ellos ha estado muy tenso.
Todos los que estudian conmigo y de las otras secciones, no han tenido nada que hacer porque somos el último curso escolar y falta poco para que nos graduemos por lo que hemos tenido muy pocas clases.
Ahora me encuentro más relajado ya que cada quien está metido en su mundo mientras almuerzan, estoy sentado junto a Gastón, Victoria y Akira en una de las ultimas mesas exteriores que están a los alrededores de la cafetería.
Durante toda la noche y parte de la mañana he estado pensando en lo que me dijo Akira, mi mente ha estado todo ese tiempo sin abandonar el tema e incluso justo ahora estoy pensando en si aceptar y decirle que me cuente todo.
—Y tu Hunter, ¿Qué tienes pensado estudiar? — Pregunta Victoria de pronto.
Mi mente queda en blanco por la repentina pregunta por lo que tardo un poco en saber que responder. Una leve risa escapa de los labios de Akira quien luego voltea el rostro para mirar hacia otro lugar. Hago un gesto de confusión al notar algo diferente en ella.
—Tengo pensado estudiar comunicación social.
— ¡Enserio! —Exclama con sorpresa y yo solo asiento. — ¡Hasta que al fin alguien toma comunicación!
—Akira... ¿Te cortaste el cabello? —Cambio el tema de conversación de manera notoria y Gastón al escucharme, se lleva una mano a la frente y murmura algo que no logro escuchar.
—Vives con ella y ni cuenta te habías dado. —Alzo los hombros.
—Es que sigue igual. No entiendo, si te lo cortaste, tus puntas ya no estarían blancas sino negras. — Veo como Victoria saca su teléfono y en cuestión de segundos, escucho el sonido de la cámara. ¿Qué con ella?
— ¡Tu gesto es demasiado cómico! —Chilla y quien sabe que más hace en su teléfono. — ¡Ah, me escribió! ¡Gastón, mira! —Mueve su silla hasta estar a un lado del pelirrojo. Siempre diré esto. "Esta chica no es normal y nunca lo será"
—Me lo volví a pintar. —Responde en tono neutro... Como de costumbre. ¿Cómo puede estar tanto tiempo sin mostrar ningún tipo de sentimientos?
—Sobre lo que me dijiste anoche...
—Quieres saber ¿cierto? —Me interrumpe adivinando mis pensamientos.
—Sí. —Ella cierra los ojos y suelta un suspiro. —No es algo de lo que podamos hablar aquí. —Frunzo mi ceño por su respuesta.
— ¿Por qué?—Mi voz suena seca.
— ¿Quieres saber o no? —Sus ojos verdes me miran con una terrible frialdad y seriedad que me hace estremecer.
—Sí... —Su mirada es lo suficiente como para llagar a sentir un extraño miedo.
—Victoria, Gastón. Ya vengo, voy a hablar algo con Hunter. —Los nombrados se me quedan mirando con seriedad y continúan con lo suyo entre varias risas.
Tomo de la bandeja el vaso con el jugo y empiezo a seguir a Akira quien está adelantada por varios metros. La cafetería se encuentra en el bloque central por lo que en el área donde nos encontramos, hay más cantidad de estudiantes.
Sigo a Akira a paso rápido para poder alcanzarla, vamos caminando por los alrededores de cada bloque hasta que llegamos a un lugar apartado donde casi no hay estudiantes y el silencio se hace notorio. ¿Cuál es la necesidad de ir tan lejos?
Empiezo a sentir nerviosismo y miedo por la seriedad plasmada en el rostro de la ojiverde, mis latidos empiezan a tomar un ritmo acelerado y mis manos empiezan a temblar ligeramente. Tomo el resto del contenido que hay en el vaso y lo desecho en uno de los basureros para poder llevarme las manos a los bolsillos de mi pantalón. Sorprendentemente, mi molestia desapareció desde hace rato.
Nos detenemos frente a un árbol y ella se sienta sobre el césped cruzando sus piernas. Yo imito su acción sentándome frente a ella sin hacer ningún tipo de pregunta.
—Hay veces que me causas mucha ternura. —Sonríe de lado con un toque de burla. Hago un gesto de confusión. ¿Yo, tierno? ¿Dónde?— ¿Podrías relajarte?, desde aquí puedo sentir el miedo que emites y los latidos de tu corazón hace que me ponga ansiosa. Más si se trata de una persona como tú. —Hay algo en su voz que hace que ponga nervioso, no sé qué es pero está hablando un poco más agudo que de costumbre.
¿Qué demonios está hablando esta chica? ¿Qué sentido tiene todo lo que está diciendo? Y ¿¡Como sabe que mi corazón está acelerado!? Pero la pregunta más grande que me estoy haciendo en este momento es ¿Una persona como yo?
—Veo que tienes muchas preguntas en mente ¿Verdad? —Alzo mi rostro el cual lo había bajado y observo fijamente a Akira a los ojos pero solo logro hacerlo por unos segundos porque se me hace imposible poder mirarla de esa manera por mucho tiempo. — ¿Crees en cosas fantasiosas? —Su voz suena un poco más fría y en ella hay un tipo de molestia.
—No entiendo nada de lo que estás hablando. —Río con nerviosismo y me llevo una mano a la parte trasera de mi cabeza. — ¿Qué tiene que ver eso con lo que vamos a hablar y por qué tenemos que estar tan apartados?
Un silencio abrumador se hace presente. Repentinamente, todas las aves que se encontraban cantando, dejaron de hacerlo; el sonido de los autos que pasan cerca disminuyó y los gritos de los demás dejó de escucharse; el viento fue lo único que no disminuyo y lo digo porque se ha hecho tan fuerte que tengo que cubrirme los ojos para evitar que me entre basura en ellos. La tierra que se levantó vuelve a caer al suelo pero el viento no deja de soplar con fuerza, fijo mi mirada sobre la persona que tengo frente a mí y con solo ver a Akira con su gesto inexpresivo y el cabello de ella moviéndose gracias al aire, hace que sienta algo diferente, algo que no logro descifrar. Se ve como una persona astuta y peligrosa pero al mismo tiempo, parece alguien inocente y delicada. ¿Por qué estoy sintiendo esto últimamente?
— ¿Crees o no? —Apoya su espalda sobre el tronco del árbol. — Tiene mucho que ver. —Me responde antes de que vuelva a preguntar.
—No creo en nada de eso.
¿Por qué esa pregunta? No le veo conexión a lo que ella me pregunta con lo que yo quiero saber, no le veo ninguna. ¿Creo en cosas fantasiosas? No, antes lo hacía pero ahora no. De pequeño tenía mucha imaginación y si creía en todo lo que contaban los cuentos infantiles hasta que mi madre me dijo que todo eso era mentira y que lo hacían para confundir a los niños. Nunca existieron, no lo hacen y nunca lo harán.
— ¿En qué debería creer? ¿Unicornios, hadas, hombres lobo, vampiros, los ángeles de la muerte y fantasmas? —Hago un gesto de negación y confusión. —Nada de eso existe. —Escucho como ella ríe de manera leve.
—Tu inocencia... —Suelta un suspiro y vuelve a su expresión. — Unicornios y hadas, ya eso es invención del humano pero todo lo demás si existe. —Empiezo a reír a carcajadas por su afirmación, ¿Después el inocente soy yo?
¿Cómo va a existir eso? Somos los que somos y ya. Esta chica está mal.
Disminuyo mi risa al notar la seriedad en el rostro de Akira, no se ve ofendida ni apenada; todo lo contrario, se encuentra mirándome fijamente y eso hace que empiece a dudar... No, claro que no, eso no existe.
— ¿Piensas que soy un niño? — No dejo de reír.
—No, no lo pienso. — Akira se levanta con cuidado y camina en completo silencio hacia estar a un lado de mí. —Quiero que cierres tus ojos. — susurra en mi oído derecho mientras se mantiene en cuclillas.
— ¿Para... para qué? —Mi voz tiembla y no sé porqué.
Una mano se posa sobre mi hombro con suavidad mientras que otra se desliza con lentitud por todo mi rostro hasta que me cubre los ojos. Los cierro debido a la molestia que me provoca tener a un objeto cerca de ellos. La mano que está sobre mi rostro, poco a poco se va volviendo más fría y algo empieza a cambiar en el aire.
— Presta atención a lo que vas a ver.
El viento de hace un rato vuelve a hacer acto de presencia pero está vez se siente corrientes frías, la claridad provocada por el sol va desapareciendo y las aves que anuncian la lluvia empiezan a cantar.
Una punzada se hace presente en mi cabeza y suelto un quejido, trato de apartar la mano de Akira pero ella me detiene sujetando mi brazo. El dolor no desaparece y para empeorar todo, empiezo a perder el control de mis sentidos.
Mi mente se desconecta de la realidad y empieza a mostrar imágenes que nunca antes había presenciado. Una mujer que podría ser alta, de cabello castaño y ojos cafés se encuentra sentada en un sillón con alguien en brazos, al lado de ella hay un hombre con el cabello marrón oscuro y ojos de color dorado; mantiene su mano sobre el hombro de la mujer mientras que la mira con ternura. Estas personas nunca antes las había visto.
Me encuentro parado en una esquina de esa habitación sin lograr dar algún paso o emitir sonido. Mi vista se mantiene fija sobre los ojos de ese hombre. ¿Por qué sus ojos son de ese color?
—Esos son tus abuelos. —La voz de Akira resuena con fuerza en cada rincón de mi conciencia y empiezo a buscarla con mi vista pero no logro verla. ¿Dónde está? —Ese fue el día en que nació tu madre pero él no es su padre por sangre.
Me parece imposible poder ver esto, ¿Cómo es posible que pueda ver algo que ya pasó? La mujer tiene un cierto parecido a mi madre, la diferencia en ella es que si muestra amor en su mirada mientras la tiene fija sobre aquel pequeño cuerpo.
La escena empieza a volverse borrosa y cambia a otra completamente diferente; en ella se encuentra al mismo hombre con un libro viejo en mano y a su lado permanece una niña repitiendo todo lo que dice el mayor; su parecido con aquella persona es nula. Ninguna de las palabras libro entenderlas. Los ojos del hombre permanecen de color dorado y los de la niña son casi iguales pero con menos intensidad; el hombre deja de leer para luego pronunciar "Tu continuaras con el trabajo que me fue asignado, por eso te dejo esto" sus manos se extienden para dejarle a la pequeña el libro. "te he enseñado todo lo que puedes hacer con tu poca habilidad" "cuando seas más grande y tengas un hijo, enséñale a defenderse para que continúe con la misión que quedara al aire, esa es mi misión como un ángel de la muerte y es tu misión como un híbrido por lo que también será la misión de esa persona" La expresión de la niña muestra confusión total pero luego empieza a sonreír con ternura, "Sí papi, lo haré" responde en casi un grito.
—Esa pequeña es tu madre. — Esa persona tan dulce... ¿Fue mi madre? No lo creo.
La imagen vuelve a cambiar y en ella se encuentra la misma niña de antes pero... Ya no es una niña. Ella se encuentra llorando con fuerza mientras permanece tirada en el suelo con una hoja en la mano; la joven chica susurra entre sus gimoteos "papi, vuelve" A su alrededor, aparecen personas de la nada con una túnica de colores fríos como vestimenta; todos se quitan la capucha y se arrodillan alrededor de la joven; todos tienen en común el color dorado de sus ojos y una hoz que portan en su mano derecha. "¡Por qué lo hizo!" grita con fuerza mientras se acerca con rapidez donde una de aquellas personas, "se supone que me quería" la mano de la persona que se encuentra frente a ella se posa sobre su mejilla, "Cumple con su cometido, ¿Si? Él lo dejo escrito en esa carta, dejo escrita la razón de porque lo hizo y que quiere que no abandones lo que te dijo aquel día" "Mantendré mi promesa de continuar con lo suyo" responde con su voz completamente quebrada.
—Tu abuelo era un ángel de la muerte y acabó su existencia porque ya no soportaba la presión que le provocaba esa misión. Se dio cuenta de que era inútil. —De nuevo la voz de Akira hace acto de presencia. —Tu madre quedó devastada y tu abuela empezó a desahogarse con Andrea, justo como lo hacía ella contigo pero la única diferencia es que tu abuela tenía un motivo y era mantener el lado mágico de tu madre activo; desde ese momento, ello no quiso tener hijos. Tu abuela era humana.
Todo lo que me veo me parece mentira... No comprendo nada y eso hace que me desespere pero no logro expresarme.
La escena cambia nuevamente y en ella se ve a Andrea un poco más grande recibiendo insultos de mi abuela, con unas simples palabras de parte de la menor, la otra mujer cae en el suelo con un quejido. "Por qué lo haces" Andrea gruñe sus palabras, "¡No quiero que olvides la misión que te corresponde!" luego de esas palabras, mi madre desaparece de la escena a paso rápido.
-—Tu madre empezó a recibir maltrato de parte de tu abuela, todo para que no se abandonara aquella importante misión. -—Aun no creo nada de lo que estoy viendo. ¿Por qué el color de sus ojos, por qué su vestimenta y por qué aquella hoz?
"Necesito que nos ayudes en esta recolecta" Un hombre aparece de pronto frente a Andrea como por arte de magia, "Está bien pero recuerden que no tengo guadaña" su respuesta es inmediata. "No te preocupes por eso, yo te presto la mía pero necesitamos que practiques nuestras actividades" Los ojos de Andrea vuelven a adquirir ese extraño tono dorado y sale en compañía de ese hombre. Justo en ese momento, la imagen se detiene y ninguno sale completamente de la habitación.
Mi confusión crece más y más en cada momento ¿¡Para qué necesitan una guadaña!? ¿De qué recolecta hablan? Mi desesperación hace que me sienta mal, ¡Necesito respuestas!
—Lee el título del libro que tiene aquella persona en la mano.
De un momento a otro puedo ser capaz de moverme pero me siento en la nada; aun así, doy unos pocos pasos hasta quedo al lado de ambas personas, en la mano del hombre está sujeto un grueso libro y en la portada está escrito un extraño título que dice "Fechas de muerte" y debajo de ese título "Organización superior"; lo último está ligeramente cubierto por la mano de esa persona pero por simple lógica, soy capaz de completar la frase.
—Creo que con esto puedo hacerte entender sin necesidad de luchar contigo.
La imagen se va desvaneciendo con lentitud y logro sentir como puedo ser capaz de actuar de nuevo. Abro mis ojos, los cuales se encontraban cerrados desde que Akira posó su mano sobre mi rostro pero que ahora se encuentra en mi frente; observo con atención mí alrededor y me doy cuenta de que mi cabeza está apoyada sobre las piernas de la ojiverde y que ella se encuentra de rodillas con su seria mirada sobre mí. Me levanto con cuidado con una mano sobre el lateral de mi cabeza por el ligero mareo que se hizo presente y Akira, apenas me separo de ella, se levanta para luego sentarse en la misma posición con la que se encontraba antes; sus ojos permanecen cerrados y son manos se encuentran juntas sobre la tela de su falda.
—No entie...
—Lo sé, sé que no comprendes nada de lo que te acabo de mostrar. —Me interrumpe sin cambiar su gesto.
¿Qué significa todo lo que acabo de ver? ¿Quiénes eran aquellas personas de ojos dorados? ¿Quién era Andrea? ¿Cuál era esa misión? Hay tantas preguntas que se hacen presentes en mi cabeza, una detrás de las otras y parecen no querer detenerse. Estoy ansioso, tanto así que mis manos tiemblan más que antes.
Alzo mi rostro al cielo que se encuentra nublado para tomar una fuerte bocanada de aire y luego posar mi mirada en Akira quien sigue sin abrir sus ojos.
—Ángeles de la muerte, también conocidos como shinigamis; fantasmas o espíritus, son lo mismo; vampiros y demonios, son lo mismo también y ángeles. Todo eso existe.
—No...
—Tendré que hacerte entender por otros métodos. — Sonríe ladinamente y abre sus ojos lentamente.
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Abrí wattpad, revisé mi perfil y me encuentro con que mi historia está de puesto 669 y ni siquiera he actualizado. Estoy feliz pero esa felicidad se hace mas grande al ver que tengo 856 lecturas y estoy tipo WOW
Estuve varios días trabadisima con el cap porque soy yo y bueno... pero hoy logre terminarlo.
Creo que la mente de Hunter va a explotar de tantas preguntas que tiene... jajaja. Pobre.
Bueno, aquí les dejo este capítulo y me despido...
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