Capítulo 43
Hunter Shadow
Me bajo de la camioneta, ni idea de quien sea, sólo sé que me fueron a buscar y quien estaba conduciendo era el señor Lucas. Me cuelgo la mochila sobre mi hombro mientras que con una de mis manos sostengo otro bolso más pequeño. Observo como la albina le indica a uno de los empleados que se encuentran en la entrada que bajen mis otras dos maletas, le obedecen de una vez.
-Entrégale tus otras dos cosas. Nos esperan en la mesa. - Giro mi rostro hacia el ojiverde. Una mujer se me acerca y me retira las cosas de las manos y yo susurro un débil "gracias". - Ellos las llevaran a la habitación que ocuparas.
-Lucas, Hunter. Vamos. -Nos llama la abuela de Akira.
Antes de subir los escalones para entrar a la mansión, doy una vista rápida al exterior. En la entrada se concentran muchos árboles y arbustos floreados que son iluminados por reflectores con luces de colores suaves. El frío y la brisa de la noche me provoca un leve escalofrió. Al sentir la mirada insistente de aquellas dos personas, entro al lugar detrás de ellos.
La sensación que tuve la primera vez que vine, fue completamente diferente a la que siento ahora y a la del domingo; debe ser porque la primera vez llegue como un invitado, la última fue porque Akira me trajo simplemente para hablar y la única tensión que había en ese momento era la de su enojo, que no sé a que se debía y el mío porque no entendía nada de lo que estaba pasando; ahora estoy aquí porque voy a empezar a vivir con ellos y eso cambia todo.
Los sigo por todo el living y caminamos hasta el interior del comedor, allí está toda la mesa servida y el resto de la familia sentada. Le doy una rápida mirada a las personas que caminaban delante de mí y me señalan la silla donde iré sentado, justo a la izquierda de la madre de Akira. Me acerco y siento en silencio.
-Deja la timidez que eso no va contigo. - Sonrió con un sentimiento extraño a las palabras del señor Richard.
-Lo intentare. -Le respondo con suavida.
-Bueno, ya estamos todos en la mesa. Pueden empezar a comer. - Indica la otra abuela de Akira.
Me quedo mirando un rato los tres platos que tengo frente a mí, y sé que de entre dos de los tres, tengo que tomar uno primero. Observo de reojo a la persona que tengo a mi lado y tomo el plato que está a la izquierda. ¿Por qué no ligan todo en uno y listo? Siento un ligero alivio al ver solo un tenedor, una cuchara y un cuchillo a diferencia de todos los demás.
La cena transcurre en un molesto silencio, al menos para mí, pero antes de que termine, abren un tema de conversación sobre mí o mejor dicho, dirigido a mí.
-Hunter, hay algo que se toma mucho en cuenta en esta casa. - Empieza el padre de la ojiverde.
-Ese algo, es la educación y la elegancia. -Continua Akira quien se mantiene sentada en la punta de la mesa.
Bueno, creo que no es necesario que me expliquen esto, pues me he dado cuenta desde la primera vez que vine. La elegancia con lo que hace todo resulta ser hasta exagerada, no sé pero ¿Cómo hacen para ser así?
-Creo que me he dado cuenta de ello. - Sonrío incomodo bajo la mirada de casi todos.
-Que bueno que seas perceptivo. -Una de las abuelas de Akira mantiene su mirada fija sobre mí. Se me olvido su nombre, cosa que es muy normal en mí. - Bueno, como de ahora en adelante vivirás aquí hasta que sea necesario. Nosotros te enseñaremos un poco de cada cosa, eso es algo muy importante debido a lo conocido que es la familia en el mundo artístico. -Escondo mi mala cara.
-Ah bueno. Está bien. -Pero para mí no. ¿Qué hay de malo en ser tan falto de educación como yo?
-Muy bien. -Dice con energía la albina.
-Yo me retiro. Ya termine. - Akira se levanta de la mesa. - Tengo que terminar el trabajo que nos mandaron, no quiero estar apurada haciéndolo a última hora. -Se va por las escaleras que se encuentran detrás de mí.
Ya va, ¿dijo trabajo? ¿¡Qué trabajo!? No sé de qué trabajo habla, ¿Cuándo nos mandaron uno?... ¡El trabajo que tenemos que entregar dentro de una semana y ni siquiera sé que es lo que voy a escribir en él! ¿¡Cómo se me olvido eso!? Mierda. Bueno, que más se hace. Tengo que empezarlo.
(. . .)
Akira Berglind
-Estaba haciendo lo que nos mandaron pero me cansé y me puse a ver una serie hasta que te llame. - Escucho como Victoria ríe.
- ¿Estas aburrida? - Muevo la cabeza como puedo. - Se te nota, no es normal que estés acostada con la cabeza hacia abajo. - Hago un gesto de indiferencia.
-Estaba llamando a Gastón pero no me atendió por lo que termine llamándote a ti.
- ¡Mala! Me dejaste como remplazo.- Hace un puchero.
-No grites. -Suelto un bostezo. - ¿Cómo van las cosas con Josué? -Se pone roja instantáneamente por lo que empiezo a reír. - Boba.
- ¡No te rías! -Me rió más fuerte porque ella también empieza a reír. - ¡No, ya! -Me detengo en seco pero me mantengo con una sonrisa. -Todo va bien. ¡Es un amor! Nunca pensé que sería así. -Se cubre el rostro con las manos.
- ¿Así de que manera? - Sonrío de lado.
-Me están llamando. Chao. -Dice con rapidez para luego cortar la llamada. La pantalla inmediatamente se pone negra.
- ¡Que bella ella! ¡Me dejó hablando sola!
Quedo en silencio un momento cuando inmediatamente siento un extraño aroma acercándose con lentitud a la mansión. Hago un exagerado gesto de sorpresa cuando lo reconozco, salgo con rapidez de la cama evitando caer de cabeza en el suelo y abro con fuerza la puerta para salir corriendo en busca de uno de mis abuelos, al no encontrarlos en ninguna de sus habitaciones, deduzco que están en el salón de entretenimiento. Abro la puerta y entro con rapidez encontrándomelos jugando billar y ajedrez, todos al verme me miran con un gesto interrogante.
- ¿Qué te paso? Estas más blanca que de costumbre, un poco más y te pareces a Camila. -Ríe mi abuelo Richard.
-Un dios de la muerte. -Susurro de manera atropellada logrando que solo ellos me escuchen porque si aquella persona me logra escuchar sería nuestra perdición. - Esta merodeando en el interior de la mansión.
Mi abuelo Lucas cierra por un momento los ojos para lograr percibir mejor su esencia y aroma.
- ¿¡Qué hace ese idiota aquí!? - Suelta el taco sobre la mesa con fuerza. -¡Si tan solo pudiese ir donde se encuentra ahora! - Que mi abuelo reacciones así no es normal, es mas típico en mi abuelo Richard.
-Su aroma me es familiar. - Mi abuela Camila suelta su blanco cabello. - ¡No vayas a hacer una locura Lucas, cuando te alteras no piensas bien! -Se coloca frente a él y coloca ambas manos sobre sus hombros mientras lo enfrenta con la mirada. -Cálmate. -Forcejea con el.
- ¿Quién es y que vamos a hacer? -Pregunto esta vez preocupada. -Está en el living y está revisando cada rincón de la planta baja.
-Ilusión óptica. -Responde mi abuela Danielle con la vista sobre un punto inexistente. Ella está sentada frente a una mesa con un tablero de ajedrez y frente a ella está mi abuelo Richard. -Podemos engañarlo con ilusión óptica.
- ¿Estas segura? -Le pregunta la Albina quien aún no se aparta del frente de mi abuelo.
- ¿Qué hace aquel ser en este lugar? -Mi padre entra enojado al lugar y mi madre le sigue pero con una expresión preocupada.
- ¿Quién es el? - Vuelvo a preguntar. Si mi abuelo Lucas actuó de esa manera es porque lo conoce. Ninguno me responde.
-Estoy muy segura. Puedo llegar hacia las escaleras y sentarme en el tercer escalón, puedo crear una ilusión óptica sobre un sillón y una pared. -Se levanta de la silla. -El creerá que soy un humano después de todo.
-Por lo que veo, se tendrá que hacer eso. - Mi papá mira esta vez preocupado a mi abuela Danielle. - ¿Estarás bien? -Esa es muy buena pregunta.
-Tranquilo, eso sí puedo hacerlo. Siempre he dicho que lo único que me debilitar es usar el hechizo de sanación. No me tomen como alguien débil. -Mi madre se acerca a la mesa y mi padre se va a uno de los sillones con el teléfono en la mano.
-Los sirvientes no han llamado ni nada, tiene su forma oculta. -Habla esta vez mi abuelo Richard con su rostro serio. -No lo mires y llévate la Tablet, solo finge que estás leyendo o jugando. -Toma la Tablet que esta sobre una de las mesas de café y se la lanza, ella la atrapa en el aire.
-Te va a reconocer de igual manera. -Le recuerdo.
-No, mi apariencia es diferente a como la última vez que nos vio. -Sale del lugar decidida.
- ¿Si va a funcionar? - Me siento en uno de los sillones. -Se encuentra subiendo las escaleras.
-No es necesario que lo digas. - Reclama mi abuelo Lucas. -Está rompiendo las reglas y no puedo hacer nada, de otra manera haría que lo bajaran de puesto. - Suelta un suspiro y vuelve a tomar el taco de sobre la mesa de billar. - ¿A quién le toca?
-A mí. - Responde mi abuela colocándose a un lado de la mesa. Me llevo el dedo índice hacia los labios indicando que no vuelvan al tema de conversación. Creo que perdí el momento para que me respondieran quien es ese sujeto. - Akira, ¿Quieres jugar? - Pregunta de pronto.
-No se jugar. -Respondo cruzando mis piernas.
- ¿¡Pero porque no sabes jugar!? ¡Eso está muy mal!- Me abuelo Richard me toma de un brazo y me levanta para después empujarme hacia la mesa y colocarme entre las manos otro taco, después toma las bolas y las vuelve a acomodar.
- ¡Richard, faltaban poco! -Grita mi abuela.
- ¡Ay no! ¿Cómo puedes permitir que esta niña de aquí no sepa jugar billar? ¡Eso es inaceptable! -No quiero jugar pero, ¿en qué puedo pensar para cambiar de idea a mi abuelo?
-La partida de ajedrez. ¿Por qué no la terminamos? Me enseñas luego, si lo haces ahora no te voy a prestar atención porque no me veo interesada. - ¿Va a funcionar? No sé, pero no quiero jugar. -Jueguen ustedes tres. -Señalo a los que antes se encontraban jugando y a mi madre.
-No, usted tiene que aprender. -Mi abuela Camila me mira con una expresión de diversión.
- ¡Es imperdonable dejar una partida de ajedrez a medias! -Lo imito y me siento sobre la silla que está frente a la mesa dejando de lado el taco. Empiezo a colocar las piezas en orden, mientras hago eso, me doy cuenta de que mi abuelo Richard iba ganando en lo que respecta en cantidad de piezas. Más piezas, más posibilidades de ganar. -Ups, ya acomode las piezas. -Río con disimulo. Escucho a mi espalda el sonido de las bolas al chocar una con las otras.
- Pero... ¡No! -Se sienta frente a mí. -Te voy a ganar. -Sonrió de lado tomando una postura llena de confianza.
-Ya lo veremos. Yo soy las blancas. -Giro el tablero. -Veremos quién gana. - Empiezo moviendo el caballo de la izquierda.
Pasan varios minutos y entre esos minutos, la cara de frustración que tiene mi abuelo va aumentando. La presencia de aquel ser no ha desaparecido y todos nos mantenemos alerta a ello.
-Jaque. -Muevo mi torre a las cercanías de su rey.
-No lo creo. -Sonríe y mueve su pieza. -Jaque. -Yo le sonrío de vuelta.
-Por estar respondiendo tan rápido no viste esto. -Coloco mi caballo sobre la casilla de su rey haciendo que este caiga. -Jaque mate.
- ¿¡Qué!? -Se muestra completamente sorprendido.
-Solo estaba moviendo las piezas para acorralar a tu rey, cuando lo logre, ya tenía al caballo listo. Podías defenderte, pero no lo hiciste. -Me levanto de la silla y suelto un suspiro estirándome. -Ya se fue, pero su aroma aún está impregnado en todo el lugar.
-Sí, pero no podemos hacer nada aun. - Giro a ver a la mesa. Comenzaron otra partida.
-Me canse. -Aparece mi abuela Danielle a través de la puerta. - No se quería ir; además, se me quedo viendo por demasiado tiempo. -Se sienta sobre un puf. - Tenía tiempo que no usaba mi poder especial por tanto tiempo. ¡Casi una hora!, casi una hora estuvo dando vueltas por todo este piso y volvió al corredor donde me encontraba como tres veces. Sabía que algo estaba mal pero al final se dijo que a lo mejor era su imaginación.
-Incluso entró a esta habitación. -Confieso antes de salir del lugar. -Yo me voy a dormir. -Me detengo. -Primero respóndanme esto. -Me giro hacia ellos. - ¿Quien era aquel? -El rostro de mi abuelo Lucascambia a uno serio.
- La persona quien le confié mi amistad y termino traicionándome. - Espeta con enojo. Me sorprendo por sus palabras ya que con esto se respondieron varias de mis viejas preguntas.
-Ve y asómate a la habitación de Hunter para saber que está haciendo. -Pide mi abuela Danielle por lo que solo me queda soltar un suave bufido.
-Ok. -Salgo del lugar
Camino con lentitud hacia el lugar donde me mandaron a ir. ¿Qué le cuesta ir el mismo? Bueno, no podía negarme tampoco. Toco la puerta dos veces con mi mano e inmediatamente recibo respuesta. Hunter abre al cabo de unos segundos.
- ¿Cómo vas con el poco tiempo que llevas? -Sí, detrás de un "Ve a ver que está haciendo" hay oculto un "También pregúntale algo que me informe sobre cualquier cosa." - ¿Ya guardaste todo? -Me cruzo de brazos.
-Si... -Pasa su mano sobre su cabello. -bueno, no aun; me falta poco. -Sonríe. - ¿Por qué preguntas?
-Solo para saber y luego para informarle a mi abuelo. - Lo miro con neutralidad borrando de esa manera su sonrisa, lo típico. - ¿Qué haces? -Pregunto sin nada más. Tengo sueño.
-Wow, que directa. -Ruedo los ojos. - Nada, estaba haciendo el trabajo que nos mandaron y que gracias a ti, fue que me acorde. -Se me hace imposible el no reír en forma de burla.
-Bueno, es de esperarse de una persona que desde siempre ha sido tan fallo en los estudios. Más bien me sorprende la manera en las que mantienen tus notas. -Me doy la vuelta y agito mi mano en el aire. -Buenas noches. - Me retiro hacia mi habitación que está al otro lado del piso.
Entro a mi alcoba y busco en mi cama el teléfono, el cual no encuentro por alguna extraña razón, se supone que cuando salí hace una hora lo deje en la cama ¿No? Entre mi búsqueda, lo tropiezo con uno de mis pies.
- ¿Cómo demonios termino esto en el piso? -Lo levanto y le envió un mensaje a mi abuelo diciéndole la corta conversación que tuve con Hunter.
- ¿No pudiste ser más comunicativa?
-No. Tengo sueño.
-Ah, bueno. ¿Qué más se puede para que no seas tan fría? ¿Colocar tu corazón en una hoguera?
-Nada, eso no serviría ni de broma.
- Lo se, era jugando.
- Lo se, pero mi respuesta no.
Coloco mi teléfono sobre la mesa de noche y camino hacia el baño para darme una ducha antes de dormir.
(. . .)
-Llegaran tarde si no se apuran. -Extrañamente mi teléfono no sonó esta mañana por lo que me fueron a despertar en mi habitación y pues, es tarde realmente; resulta que mi celular se descargó en la mañana y justo ahora lo tengo cargando dentro de mi mochila. -Es las 6:30 -Indica mi madre mientras golpea con su dedo el reloj que tiene puesto. -
-Hoy tenemos las primeras dos horas de clases libre. -Digo con tranquilidad mientras como mi plato de panqueques. -Puedo llegar incluso hora y media después de que suene el timbre de entrada.
-Recuerda que cierran la entrada. -Yo siempre llego tarde cuando avisan desde antes que va a faltar el profesor que nos da la primera hora y media de clases. Que no lo sepan es otra cosa, de igual manera me permiten la entrada; bueno, solo a algunos cuantos alumnos y en ese diminuto grupo estoy yo.
-Tenemos la primera clase compartida con dos asignaturas; recuerda, mitad y mitad de tiempo. - Suelto el tenedor haciendo que este choque con el plato y haga un molesto sonido. -Colóqueme esto en un envase, por favor. - Le indico al mesero que está a unos pocos metros de mí. El hombre se lleva todo lo que está delante de mí. -Toma. Espérame en el auto. -Le lanzo las llaves a Hunter. El las atrapa en el aire mientras me mira extrañado. -Si no vas a ir, devuélvemelas. -Se levanta de la mesa y sale, despidiéndose antes de mi padre, de mi madre y de mi abuelo Richard. Los únicos presentes en la mesa.
- ¿Por qué te enojas? -Sonrió y hago un suave movimiento de cabeza en forma de negación en respuesta a mi padre.
-No estoy enojada, solo que no pude terminar mi desayuno tranquila; además, tengo que apresurarme ¿No? -Ninguno me responde por la paz de la mañana.
-Aquí tiene, señorita Akira. - Recibo el bolso donde está envase donde me guardaron los panqueques y un termo con el jugo. - Dentro tiene un cubierto y unas cuantas servilletas. -Sonrió.
-Gracias. -Me levanto de la mesa. -Nos vemos más tarde. - Tomo mi bolso que está puesto sobre la silla.
-Que te vaya bien. - Le doy una rápida mirada a todos respondiéndole sin necesidad de palabras.
-Igualmente. -Salgo de la mansión y subo al auto colocando en el asiento de atrás ambos bolsos.
-Toma. -Tomo las llaves de la mano de Hunter y enciendo el auto. - ¿Si llegamos a buena hora? -Asiento.
-Tal vez si, tal vez no. No voy a correr. - Respondo mientras salgo del estacionamiento de la mansión. -Lo bueno de ser una estudiante con honores, es que te dan ciertos privilegios. -Sonrió.
- ¿Ah, sí? ¿Cuáles? -Mantiene su mirada fija sobre su teléfono.
-Cuando lleguemos te darás cuenta. a9�kG�4
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