Capítulo 42
Akira Berglind
—Hey, ¿Por qué no fuiste hoy? — pregunta Victoria apenas se conecta la video llamada. Debido a la posición en la que se encuentra, estoy segura de que está conectada desde su teléfono.
—Hubo mucho movimiento de los shinigamis. Vinieron después de la muerte del último espía.
— ¿Por qué? —Pregunta y sé que no tiene la menor idea de que hablamos.
—Mi familia mato al último espía de esa familia que se encargaba de investigarnos. Por eso vinieron, para buscar al responsable. —Sonrío. —Pero no nos van a encontrar. — Y dudo que lo hagan por los momentos. Deslizo el cursor de la computadora para aceptar la solicitud de Gastón. —Gastón va a entrar. — Le informo antes de darle click.
— ¡Gastón! Hola. — Victoria agita su mano con fuerza apenas él hace aparición. — ¿Cómo estás? — El pelirrojo empieza a reír con fuerza.
—Nos vimos esta mañana Victoria. —Rueda los ojos. — A la que no vi fue a esta niña. — Señala la pantalla refiriéndose justo a mí.
—Me acosté tarde, anoche terminamos a muy altas horas de la madrugada de guardar todo lo del evento. —Le miento como de costumbre.
— ¡Hablando de eso! —Grita mi amigo. — Lo pasaron hace poco por televisión.
— ¿¡Enserio!? —Pregunta con fuerza Victoria. —No lo vi. —Sonrío de manera poco notoria.
—Sí, las tomas que hicieron quedaron demasiado buenas. Y tú saliste bella. —Giro el rostro a un lado mientras suelto un suspiro.
—Claro que sí, es Akira después de todo. — La castaña hace una voz chistosa por lo que luego de eso reímos.
—Nos dieron copias de la grabación. Mañana les doy una a los dos. — Victoria sonríe de manera exagerada.
— ¡Wiii! — Exclama.
—Victoria ¿Y el novio? — Mi amiga baja el rostro a la pregunta de Gastón.
—Está bien. Más tarde voy a salir con él. —Su rostro se puso completamente rojo. — ¿Y qué hay de ti?
—Todo va como siempre. A la que nunca he visto emocionarse por un chico es a Akira. ¿Qué contigo? —Hago una mueca.
— ¿Qué conmigo? Nada interesante realmente; además, nunca me he llegado a enamorar y no veo que llegue a pasar por un largo tiempo. —Muestro indiferencia y es porque no me importa para nada. —Ya sabes como soy yo.
—Nunca cambias. ¿Por qué? —Pregunta Victoria aunque ella ya sabe el por qué no me he enamorado o mejor dicho, el por qué he evitado hacerlo. Alzo los hombros. —Cambiando de tema. Mis abuelos y mis padres se van a convertir en los tutores de Hunter por lo que empezara a vivir aquí hasta que tenga los veintiún años. —Aunque sé que todo eso no se cumplirá al pie de la letra.
— ¿¡Qué!? ¿Por qué? — Gastón se muestra extremadamente sorprendido. — ¿Por eso has estado tan amable con él últimamente?
—Sí. —Hago una mueca. — Menos mal que la mansión es grande. — El pelirrojo ríe.
— ¿Por qué hicieron eso? — Pregunta mi amiga mientras mantiene su vista fija en su teléfono. Pienso en algo rápido para no extender nada.
—Porque no los pidieron y muy bien nos pudimos negar pero teniéndolo cerca es menos trabajo por lo que aceptaron. — Escucho como tocan la puerta de mi habitación. —Adelante. — La puerta es abierta por uno de los empleados quienes me trajeron un batido que pedí hace rato. — Gracias. —Hace una leve reverencia y se retira.
— ¿Y sus padres? —Victoria mantiene la vista fija. — ¡Eso se ve rico, quiero! —Hace un puchero.
—Es cruel hacer eso Akira. —Gastón apoya su cabeza sobre su mano.
—Victoria tiene cerca un centro comercial y tú tienes una Heladería cerca de tu casa. Pueden ir cada vez que les dé la gana. — Me llevo la copa a la boca. — Bueno, como les decía. ¿Mafiosos más mi familia? ¿Cómo puede terminar eso?
—Los mafiosos muertos. — responde mi amiga mientras que Gastón se queda callado luego de hacer una mueca.
— ¿Los padres de Hunter eran...?
—Sí, pero él no sabía nada. Nosotros le contamos todo anoche. — Interrumpo a mi amigo el cual tiene una cara de poema.
—Mejor no pregunto nada más. — El pelirrojo no cambia su gesto. —No quiero saber con qué me puedes llegar a responder.
—Sería lo mejor para ti. —Le dice Victoria.
(. . .)
—El ardor y el dolor no desaparece pero en ti está presente — Recito uno de los hechizo que me enseñaron hace unas horas con toda la tranquilidad y desinterés posible mientras mantengo mi mano alzada en dirección a mi abuela Camila.
—Refleja sus palabras tal como un espejo refleja un objeto y sirve de esa manera como un escudo que protegerá mi cuerpo. — Mantiene su pálida mirada azul sobre mí y con un suave movimiento de mano me devuelve el hechizo. Lo esquivo con rapidez antes de que este impacte contra mí, para la sorpresa de ambas, este termina impactándole a mi abuela Danielle quien termina en el suelo asiento una mueca de dolor por unos largos segundos.
—Me tomaron de sorpresa. —Empieza a reír y se levanta con tranquilidad mientras sostiene su brazo derecho. — Mi turno. — Cierra sus ojos y entrelaza sus manos. Esa actitud tranquila solo significa una cosa, lo que va a hacer puede dejarnos mal. —Ser oscuro y errante, tus pecados se convertirán en tu dolor y sufrimiento, y tus lamentos no serán escuchados bajo las intensas llamas del infierno. —Mi abuela Camila hace un gesto de sorpresa y coloca sus manos hacia el frente, una detrás de la otra; mientras tanto, el ángel de la familia no borra su sonrisa. Me aparto unos metros al darme cuenta a quien va dirigido; no quiero ser herida.
— Absorbe las energías de sus palabras y piérdelas en las frías madrugadas. — Las luces destellantes de ambos hechizos se neutralizan y mi abuela Camila baja las manos. — ¿¡Por qué querías hacerme eso!? ¿¡Acaso quieres verme en el suelo indefensa por horas!? — Se acerca a paso rápido y le grita en el rostro. — ¿Cuántos veces he cometido los mismo pecados? ¡Demasiados para ser contados y hubiese respondido con el mismo hechizo si tan solo pudiese recitarlo!
—Ah claro, pues no estaría mal verte lastimada por un rato. Sería como la perfecta venganza de mi parte por haberme lastimado hace unos instantes. — La puerta se abre y entran mis otros dos abuelos. Dejo de prestarles atención a las dos mujeres que se encuentran peleando y me acerco donde ellos.
— ¿Qué les dio a estas locas? —Pregunta el espíritu de la familia señalando detrás de mí. Suelto un suspiro.
—Tu querida esposa casi hace sufrir al límite a tu queridísima "cuñada" — Le respondo con una sonrisa. Y si, cuñada porque él y mi otro abuelo parecen hermanos; ademas, pelean como unos realmente.
— ¿Con qué? — Pregunta está vez mi abuelo Lucas.
—Con el hechizo líder en el cielo. — Hago desaparecer mis alas para poder sentarme en uno de los sillones.
— ¿Por qué? — Mi abuelo materno cruza sus brazos sin dejar de sonreír. — ¿Qué le hizo a Danielle?
—Nada en verdad, sólo hizo rebotar uno de mis hechizos y como lo esquive, le cayó a ella. —Coloco mis pies hacia arriba y mi cabeza casi tocando el suelo.
— ¿Me haces los honores? — Observo a mi abuelo paterno desde mi posición. Sonrió.
Fijo mi vista sobre ambas mujeres que aún se encuentran discutiendo y escucho con atención sus palabras antes de hacer que se detengan; suelto un suspiro y estiro mis brazos para hacer una clase de triangulo con mis manos, entre el espacio que se forma, centro la figura de mis dos abuelas para después juntar las manos en un aplauso. Ambas gritan al mismo tiempo llevándose una mano al pecho y encorvando su cuerpo debido al dolor en su pecho; hasta que no las veo sentadas en el suelo debido al mismo dolor, no separo mis manos. Giro mi cuerpo para caer acuclillada en el suelo y enfrentar con la mirada a ambas.
—El hechizo fue mío, ella solo lo reflejo y como lo esquivé, te cayó a ti. — Mi abuela Danielle vuelve a su forma humana con un gesto de sorpresa. — Además, ¿Por qué ese hechizo y no otro? Tu porque no puedes recibirlo al menos que yo lo invoque, muy bien puedes sufrir por un rato ya que no te salvas de los pecados. Por eso las manchas en tus alas y vestimenta. — La señalo con la mano y sonrió.
—Ahg, no digas nada y dejemos esto así. —Agita su mano en el aire. — Menos mal que lo hiciste con toda la flojera del mundo porque mínimo me dejas inconsciente. — Yo no borro mi sonrisa y la sigo con la mirada hasta que ella sale del lugar junto a Richard, ambos tomados de la mano. Mi abuela Camila quien ahora se encuentra sin sus alas abraza desde atrás al shinigami.
—Akira, saca tu guadaña. — Lo miro desconfiado. — No pongas esa cara que no soy tan loco para llegar a hacer eso, sólo quiero saber si ha cambiado. — La dejo aparecer y se la entrego. Mi abuelo Lucas hace un gesto de sorpresa, lo mismo con la persona que se encuentra detrás de él. ¿Qué le pasa a mi familia hoy que se sorprende con todo?
— ¿Por qué la cara? — Vuelvo a acostarme al revés en el sillón.
—Pesa demasiado, está más grande y el filo también. — Se queda mirándola detalladamente. —Es casi igual a la mía, la diferencia está en el peso, el tamaño y el color; aún sigue siendo pequeña pero a comparación como la última vez. — Suelto una risa a causa de que mi abuela se encuentra haciendo monerías detrás de él. — ¿Qué está haciendo? — Hago un gesto de indiferencia.
—A mí no me pesa nada, es como cargar una pluma. — Lo miro extrañada debido a lo que dijo sobre la guadaña. Hace un gesto indicándome que ya puedo guardarla por lo que solo cierro mi mano y ella desaparece. — ¿Casi igual? — Mi abuela parece una niña tratando de llamar la atención de mi abuelo.
—Sí, el diseño es el mismo. —Se acuclilla y sube sobre su espalda a mi abuela quien aún no toma su forma humana. — ¿Ahora si me vas a dejar quieto? — Ruedo los ojos y rio un poco debido a la actitud de ambos.
—No. — Responde mientras despeina su cabello.
—Cambia de color tus ojos. — Sale del lugar.
Me levanto del sillón con rapidez haciendo la misma vuelta que hace un rato, me mareo un poco ya que dure mucho tiempo en esa misma posición. Supongo que debo tener el rostro rojo pero no importa. Me posiciono en el medio de todo el salón y me dispongo a practicar un poco de la telequinesis.
(. . .)
Hunter Shadow
—Sí, vienen por ti después de clases. — Suelto un suspiro ante la idea de irme a ese lugar.
— ¿Por qué tienen que vivir tan alejados? — Me quejo.
— ¿Una mansión como la que me mostraron en fotos en medio de la ciudad? Creo que sería un poco peligroso. — Razona el padre de mi amigo. — Allá estará bien y mírale el lado bueno, estas en la misma ciudad.
—Bueno, sí. —Digo no tan animado. — ¿Qué te han dicho? —Le pregunto por mera curiosidad.
— ¿Sobre qué? —Desvía la mirada y ese gesto lo conozco a la perfección ya que Matías hace lo mismo cuando oculta algo o está nervioso. De tal palo, tal astilla.
— ¿Te han dicho algo de Carl y Andrea? — Abre sus ojos de manera desmesurada. — Ya lo sé todo. — Termino de colocarme los zapatos y salgo de mi habitación. Elías me sigue.
—Sí, Margot me dijo que los agentes le habían dado información de la muerte de tus padres y sobre lo que hacían. Ella luego me lo comunico a mí. —Me da unas palmadas en la espalda. Por lo que veo no le contaron toda la verdad. ¿Por qué? —Siento eso.
—Ah, ya veo.
— Aunque me parece algo extraño que se lo hayan informado a ellos y no a nosotros, bueno, los agentes luego nos llamaron y explicaron que ellos son las personas perfectas para protegerte de las personas que te quieren hacer mal. — Me detengo frente al espejo de la sala y ajusto la corbata de color negro, pienso en si buscar la chaqueta del uniforme para ponérmela pero después me niego a la idea ya que no está haciendo frío como para estar con ella. —No me dieron más información. — Peino mi cabello con las manos el cual está hecho un desastre
—A si, ellos también me dijeron algo así. — Busco mi celular en la mesa y lo guardo en el bolsillo de mi pantalón, luego me coloco la mochila.
— ¿Cuándo te lo dijeron? — Él busca su maletín.
—El domingo cuando me quede allá. — Abro la puerta de la casa y antes de salir me detiene.
—Yo te llevo. — Cierro la puerta y camino hacia el garaje aprovechando esta oportunidad de no tomar el transporte. —Tú que ya has ido en otras ocasiones para allá. ¿Qué tal esa familia?
—Solo he ido dos veces y no lo sé, no son una familia normal. Bueno, es diferente a lo que he vivido y visto de ustedes también. — Me subo del lado del copiloto. — ¿A qué hora se fue Matías? — Pregunto porque desde que me levante no lo he visto.
—Se fue más temprano porque quería encontrarse con alguien, ni idea de con quién. — Queda un momento mirando un punto fijo. — El portón se va a abrir solo por lo que veo. —Gira a mirarme y sonríe. — Ábrelo. — Rio y luego suelto un suspiro.
—Está bien. — Acepto soltando una risa. Ya afuera, vuelvo a subir.
— ¿Por qué dices que no es normal?
—No lo sé, parecen más amigos que familia. — Digo mientras Elías va conduciendo. — No hay miradas raras entre ellos, todos siempre están juntos y el ambiente entre ellos es extraño mas no tenso.
—Eso es bueno. — Sonríe. —Por lo que dices, parecen unidos. — Asiento.
—Pero digo eso ya que no he visto nada de ellos, a lo mejor es pura apariencia. — Junto mi cabeza junto al vidrio del auto.
—Bueno, cualquier cosa que suceda me lo comunicas.
—Tranquilo. Después de todo, ustedes son lo último que me queda. — ¡Maldición, he estado muy sensible últimamente! Paso mi mano izquierda rápidamente por mis ojos antes de que empiece a llorar.
—No digas eso, ¿Y los amigos con los que antes estabas?
—Se fueron distanciando y yo también desde que tome la beca. —Suelto un suspiro. — Y no eran realmente mis amigos, eran personas con las que cuales pasaba el tiempo; aunque ahora parece que si estoy con el grupo correcto.
— ¿Tan malo has sido para hacer amigos? — Ríe con suavidad.
—No le tengo confianza a todas las personas que conozco.
— ¿Qué diferente es ese grupo con el otro?
—Que todo no se lo toman a juego, si tienen sus momentos que solo un loco puede entender pero cuando es de tomarse las cosas enserio, lo hacen. —Él sonríe.
—Este lugar es hermoso, se ve que es pura tecnología. —Exclama después de haberse estacionado.
—Los lokers tienen código digital. —Me mira sorprendido. — Y sí, es tecnología por todas partes.
—Con razón usan uniforme. —Empiezo a reírme. — Bueno, nos vemos más tarde. ¿Preparaste todas tus cosas?
—Sí, solo me hace falta una maleta para guardar lo que no entro en la mía. —En todo el tiempo que estuve con la familia de Matías, llegue a comprar la ropa y una que otras cosas que me hacía falta ya que deje mucha en la casa donde estaba antes; bueno, casi la mayoría me la regalaron los padres de mi amigo.
—Yo le digo a Margot que te ayude un poco después de que llegue del trabajo.
—Está bien. Gracias. — Bajo del auto y me despido. Elías se va inmediatamente.
Alzo la vista al cielo dejando que en ella caiga un poco del sol de la mañana, doy una vista rápida al estacionamiento y ahí veo el auto de Akira, bajo un árbol que seguramente le dará sombra cuando el sol esté en su mayor esplendor. Camino hacia la entrada y siento como alguien me da un pequeño empujón para luego darme un suave golpe en la cabeza.
—Hey Hunter, ¿Cómo estás? — Saludo a uno de los compañeros del curso.
—Todo bien. — Sale corriendo para alcanzar a los otros que siguieron su camino.
(. . .)
Akira Berglind
—Deja de hacer eso. — Me quejo sin dejar de apuntar hacia mi objetivo.
— Tengo las piezas del ajedrez ordenadas a la perfección. —Odio cuando hace eso. Disparo pero fallo a gran medida.
— ¿Te puedes detener? —Dejo salir mi fastidio. Vuelvo a disparar esta vez acertando en el centro.
—No importa donde este o como este. — Suelto un suspiro. — Todas cumplen mi orden sin refutar mi posición.
— ¡Papá! — Escucho como se burla de mí.
—Si no me vas a servir, retírate, vete y no vuelvas más aquí. — Giro con rapidez y le disparo para aunque sea callarlo. El detiene la bala atrapándola entre sus dedos. —Está bien, está bien, no te pongas así. — Lanza con velocidad el objeto hacia uno de los objetivos acertándole con extrema facilidad.
— ¡Me duele la cabeza como no tienes idea por tu culpa! ¿¡Qué mierda querías influirme!? — Grito llevándome una mano hacia la frente.
—El vocabulario Akira. — Me reprende con voz dura y yo sólo bufo con enojo y me acerco a la pared para guardar el arma. — Solo quería saber si podías resistir a lo que quería realmente y lo hiciste. —Empieza a reír por lo que lo miro con enojo.
— ¿Qué querías hacerme? — Me cruzo de brazos.
—Solo quería que sintieras miedo como la última vez que hice esto contigo y aunque fui aumentando la fuerza con la que transmitía la canción, solo terminaste con un dolor de cabeza. —Empieza a aplaudir sin dejar de reír.
—Lo mejor sería llamarla como una jaqueca. — Camino hacia la salida.
—Antes de que salgas, te voy a decir que mi papá viene en camino con Hunter. Diles a los sirvientes que preparen la habitación que le corresponderá.
—Está bien. —Suelto un suspiro sin apartar una de mis manos de mi cabeza, como si eso fuera a aliviarme el dolor.
—Deja tu mal humor. —Vuele a reír.
— ¿Quien fue la causa de él? — Le paso por un lado y salgo del lugar cerrando la puerta.
El sol del ocaso cae directamente en mi rostro haciéndome cerrar los ojos debido al potente brillo de tonos rojizos que emite, una punzada se hace presente en el lado derecho de mi cabeza debido al cambio de luz del lugar. Respiro hondo sintiendo la suave briza y el sonido de las hojas de los árboles que se encuentran en la cercanía; entre los movimientos del viento, siento la dulce y agradable fragancia de las flores las cuales se encuentran en el mismo logar de los árboles. Camino a paso rápido a la mansión y justo en la entrada trasera de la misma se encuentra un sirviente.
— ¿Puedo ayudarla en algo? —Me pregunta la mujer con una cálida sonrisa.
—Mi padre me mando a decirles que preparen la habitación, no es necesario decirle para quien. — Empujo la puerta de cristal y siento la frescura que siempre está presente en el interior de la mansión. —Y de ser posible... — Hago una mueca. — Algo para al dolor de cabeza. — Después de todo, eso es lo único que pido de medicina porque nunca me enfermo ni nada por el estilo. Lo único que me da es dolor de cabeza y siempre ocurre cuando estoy muy molesta o cuando me la provocan, justo como acaba de hacer mi padre.
— ¿Dónde estará? — Suelto un suspiro.
—No importa, yo la busco. Creo que aún quedan en mi habitación. — Entro por completo al lugar y camino hacia la cocina en busca de un paquete de galletas. — Solo hagan lo que pidió mi padre.
Me alejo del lugar sin esperar respuesta y camino hacia donde me propuse ir; ya en ese lugar, me doy cuenta de que se encuentra completamente solo y la razón de ello es debido a la hora, ya el chef se fue. Abro uno de los gabinetes y saco un paquete de galletas cubiertas de chocolate con sabor a naranja; salgo del lugar para ir esta vez a mi habitación, lugar donde terminare el trabajo que nos pidieron para poder aprobar el año y graduarme; en el camino voy cantando una de las tantas canciones que ha sacado mi abuela.
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Casi publico capitulo sin poner nota...
¡¡¡¡YEY, ESTOY DE PUESTO #304 EN FANTASÍA!!! Extrañaba esos numeritos y los mini infartos que me provocaban XD
Bueno, espero que les haya gustado este capitulo que sirve como ¿conexión? Igualmente, dentro de el hay algo oculto y espero que puedan darse cuenta. En cada capitulo hay algo oculto por lo que tienen que prestar atención.
No se olviden de votar y comentar por favor.
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