Capítulo 25

Akira Berglind

Tan apetitosa, tan llamativa, tan difícil de pasarla desapercibido. Tal es el hambre y la debilidad que tengo en este momento, que el olor de su alma se intensifica demasiado para mí.

Toda la sangre que he perdido es un buen desencadenante para sentir hambre de esta manera, no hace falta dar tantas vueltas para tener la razón frente a mis ojos...

— Y pensar que tú eras el sádico aquí —susurro, deslizando la punta de mi lengua por mis afilados dientes.

No tardo en escuchar un torpe tartamudeo en compañía con la exagerada sorpresa reflejada en sus ojos casi desorbitados por el naciente miedo que comienza a sentir. Tartamudea y tartamudea hasta que logra formular torpemente una sencilla y estúpida pregunta mientras me detalla de pies a cabeza, fijándose por completo en mi rostro, en mis alas...

¿Ya tu libido bajó?

¿Qué demonios soy? Esa es una muy buena pregunta, buena para tratarse de un humano, buena porque puedo responderla como me plazca.

— Akira Berglind Berglind —respondo dando mi nombre completo, sonriendo abiertamente tan solo para mostrarle mis dientes— Te dije que pagarían por esto, pero por los momentos, sólo serás tú —digo aterciopeladamente entre cada cuidadoso paso sonoro que doy, consiguiendo que el hombre en el suelo, con nerviosismo, retroceda y retroceda hasta que la pared le impide seguir moviéndose, y rápidamente yo también le impido, porque llego finalmente frente a él.

Vuelve a mirarme con miedo por corto tiempo hasta acabar paseando su mirada por todo el lugar evitando verme de nuevo, traga grueso.

— ¡Amo esa expresión tuya! —digo divertida, con tono algo agudo y de manera alargada... Lo tomo del cuello, agachándome sobre mis altos zapatos que conforman mi forma demoníaca.

Me encanta ver como las venas de su rostro resaltan gracias a mi agarre, llenándose de sangre que dificultosamente circula, volviendo su rostro rojo por la poca oxigenación que provoco. Afianzo más mi agarre ampliando con mayor gusto mi sonrisa en mi rostro, presionando de manera en la cual aún permito que siga consciente, evitando acabar partiéndole el cuello en este preludio de dolor.

Río delicadamente, dejando la acción dentro de mi pecho para saborear con mucho más gusto su aroma a dolor, a miedo, a nerviosismo completamente puro. Me levanto sin soltarle, mirando cada centímetro sonrojado de su rostro para que, cuando llego arriba, le suelto tal como si se tratase de un muñeco de trapo. Cierro mis ojos moviendo suavemente mi cabeza de lado a lado, tal cual como si escuchase la más delicada melodía, una que es conformada por su corto quejido al impactar de lleno contra el suelo.

¿Qué puedo hacerle? Quiero darle más dolor a su alma para crear un aroma más atrayente y dulce, seguramente así conseguiré extasiarme a más no poder... ¡Quiero matarlo! Pero obviamente, teniendo un disfrute seguro.

Sonrío, volviendo al suelo para tomar una de sus manos. Comienzo a acariciar su contorno con la punta de mi dedo índice, repasando cada línea que conforma su mano antes de tararear mi conteo de sus dedos: "Un dedito, dos deditos, tres deditos..."

Y al llegar al quinto, al dedo más pequeño, tierno y delicado, es el primero en ceder a mi mano, al que convierto en víctima de mi juego infantil... Su tronar resquebrajado es lo que causa un pequeño pero claro grito de dolor en quien anteriormente me cortó varias veces con el filo de su navaja barata, completo mi movimiento, partiéndole el dedo.

Se lo merece después de todo.

— Ups, creo que me equivoqué —susurro, terminando de quebrar el meñique—... Solo hay cuatro en buen estado —digo lastimera con un gesto acorde al sentir fingido.

Sin dejos de querer parar, continúo con lo mismo, con cada uno de ellos. Anular, medio, índice y pulgar, uno por uno y lentamente hasta que el hueso queda desprendido, sacándole a mi victimario, gritos de dolor y de temor tan sólo por mi mera y sencilla presencia.

¿Qué humano no teme ante un demonio?

Es delicioso, escuchar su voz pidiendo que le deje, rogando por mi indulgencia, pero tan solo hago oídos sordos, no voy a parar por las palabras de un estúpido como este ¿Por qué debería hacerlo? Al contrario, exclamo para que siga pidiendo y suplicando, completamente sonriente por la situación, por el ambiente oscuro que va tomando esta mugrienta y diminuta habitación iluminada por un viejo foco.

Las carcajadas se vuelven de mí y yo de ellas al no poder contener por mucho más tiempo la risa.

Sin calmarme, la mano que es presa por las mías, es la cual doy la vuelta, echándola hacia atrás, desencajando el hueso de la muñeca y rápidamente, partiéndola al hacer presión entre los huesos que mantienen la mano unida al brazo. La hinchazón y el moretón oscuro que comienzo a distinguir en clara señal del sangrado interno, uno intencional al no querer dejar el hueso expuesto.

Vuelvo a su cuello, ejerciendo mayor presión que la vez anterior, pero sin llegar al límite de partirle el pescuezo como si fuese una gallina destinada para una sopa, todo por estar debatiéndome en si dejarle con vida pero al límite de la muerte por falta de sangre y grandes heridas o tomar su alma como lo más barato.

Mi mano libre, en un "De Tin Marín de Do Pingüe", entre mi decisión mental, me abro paso por la piel de su rostro creando finos y delgados rasguños con mis largas y negras uñas cargadas de veneno no mortal pero sí doloroso y terrible para un humano tan chillón como el que está frente a mí. El miedo y mis manos son aliados en ese momento, y sus susurros temblorosos son los adornos de este preciso momento en el que yo soy quien va por encima de lo que él puede controlar...

Mi pecho duele pero me vale, poco me importa... ¡Es más divertido ver a este tipo!

Frunzo el ceño con molestia, apartando mis uñas manchadas con pequeñas partículas de sangre mientras al mismo tiempo ejerzo más presión... ¿¡Es enserio!? ¿¡Un padre nuestro!? Ok, más contradictorio no puede ser esto, pero tan solo me da más razón en mis pensamientos referidos a ese ser líder del cielo: Las peores cosas se hacen en su nombre. ¿Quién lo diría? Una persona de su calibre rezando un padre nuestro; eso explica el dolor en mi pecho, obviamente me afecta pero he estado entrenando con un ángel dentro de mi familia.

Me ilumino mucho más en sentir al ver cómo su cuerpo cae inconsciente gracias a la falta de oxígeno, haciendo mi cuerpo reaccionar instintivamente provocando la extensión de mis alas y el aumento de mis sentidos, reflejo de mi percepción a cada cosa a mi alrededor. Su alma, frente a mí, es el manjar jamás probado más exquisito que nunca he deseado tanto.

Hago caso omiso a las puntadas en cada una de mis heridas, a mi debilidad y a mi dolor de cabeza que poco a poco van creciendo en intensidad hasta llegar a un punto de no poder más, de quererme hacer desmayar. Así como ignoro eso, lo hago también con mi mareo, con el vértigo que apenas puedo controlar para mantenerme estable y de pie frente al hombre al borde de la muerte.

El resplandor de su alma alrededor de su cuerpo iluminándolo como una intensa aura, es el perfecto indicio de estar culminando con mi progreso, pero quedo completamente perpleja al ver como se desvanece frente a mí volviendo dentro, y mi cuerpo sin poder sostenerse por cuenta propia cae estrepitosamente contra el suelo, haciéndome golpear la cabeza con fuerza.

Incapaz de mantenerme en la forma demoníaca que aún no se mantener a pesar de la debilidad, mi cuerpo vuelve a la forma humana acostumbrada, a la cual lleva largos años manteniéndose así a pesar de ser una vil mentira de mi verdadera naturaleza; es a lo que está acostumbrado mi cuerpo y permanecerá así en mis momentos de debilidad por el porcentaje humano que todavía sigue existiendo en mí.

Hago una mueca al ser retomada nuevamente por las heridas que me cubren a cada lado, volviendo a sentir el dolor con una intensidad quizás mayor, sin poder volver a alzarme con la energía suficiente para arrebatarle la vida al corazón que sigue latiendo, débil pero presente, en el cuerpo de ese vil hombre.

Mi sangre, eso es lo que ahora entra en mi campo de visión ahora que estoy tirada en el suelo, con muy pocas fuerzas para levantarme sola... ese espeso líquido de mi pertenencia está en mi cuerpo, en algunas partes del suelo por unas cuantas gotas y en la cama en dónde estuve hace no mucho tiempo. Eso es peligroso, ha dejado de tener contacto conmigo y eso libera su verdadero aroma, el aroma que me aleja de la humanidad, es peligroso porque pueden dar conmigo si lo perciben y comienzan un rastreo por lo peculiar que puede resultar gracias a la mezcla de que existen entre mis venas.

Respiro hondo antes de moverme un cuarto, colocándome sobre mi costado para poder posicionar mi mano extendida en el suelo teniendo en mente un objetivo de protección propia y familiar, incluso si esto no me deja en recuperación, quedaré inconsciente y no habrá nadie que pueda hacer esto por mí.

"No quedará esencia ni aroma, no importa lo que suceda. No quedará nada que me represente, aunque sin fuerzas me encuentre. Seca quedará y nadie lo notará, nadie notará mi presencia en este lugar."

Hechizo poderoso para ocultar el aroma de tu sangre cuando te encuentres en un punto crítico, un hechizo de tal magnitud que puede perdurar incluso presencia. No desaparecerá hasta que sea el momento adecuado, hasta que su objetivo no esté cumplido al cien, hasta que tan fuerte aroma desaparezca evitando así crear rastros de permanencia. Me fue enseñado por el ángel de la muerte de la familia cuando me vio herida y sangrando en uno de los entrenamientos con mi madre, me lo explicó y no me dio descanso ese día hasta que lo hube logrado; se lo agradezco justo en este momento, porque sin esto, en algún recorrido de un ángel o un Ángelus mortem, podrían sentir la extrañeza del aroma de mi sangre.

Repito nuevamente tan solo para asegurarme, para hacerlo el doble de fuerte..., y eso parece funcionar. El suelo, desde la punta de mis dedos extendidos en el suelo, comienza a surgir una tenue pero hermosa luz violeta llena de destellos plateados que trazan un camino lleno de bifurcaciones llegando a cubrir toda la habitación hasta el rincón más profundo, abrazándome a mí cálidamente entre todo mi descomunal frío por la irregularidad de mi corazón, dejando por fuera de protección al desgraciado a centímetros de mi cuerpo.

"Así permanecerás hasta que el aroma desaparezca completamente de este lugar" —enfatizo el objetivo duradero del hechizo en débilmente en un susurro; no puedo permitir error alguno.

Y así, el silencio me cubre por largos minutos en los cuales lucho para evitar caer en la inconsciencia. La sorpresa y el dolor se hacen de mí al sentir mi cuerpo ser alzado desde la muñeca, sin prevención alguna por la abrupta interrupción y bloqueo de mis sentidos gracias a la debilidad, pero pronto mi gesto es sustituido por el dolor, uno que provocado por la expansión de las heridas en mi torso que sin tiempo de darme descanso alguno, comienzan a sangrar humedeciendo nuevamente la blanca tela de mi camisa.

— ¿Qué le hiciste? —cuestiona con dureza.

Su mirada no se fija únicamente en mi rostro sino que baja hasta mi pecho, tan sólo para volver a subir, dejándome ver como sus pupilas expandidas oscurecen sus insensibles ojos. Me suelta, dejando a la gravedad libre de acción para mi caída sobre el brazo que es el dominante, uno que ya se encuentra herido a grandes términos desde mi caída por no ser capaz de soportar el peso propio y quizás desde mi lanzamiento en la camioneta o al llegar a la habitación.

Chillo inconscientemente al sentir mi piel rasgarse al contacto contra el asfalto rasgado.

— ¡Vamos, levántate tu sola!

Hago caso omiso a sus palabras.

Duele demasiado, se siente como la noche de mi despertar, esa sensación de ser presionada y quemada desde dentro de mi pecho, desde mi corazón, como si fuese a estallar en cualquier momento a causa de las llamas. Las lágrimas es el único indicio de dolor en mi cuerpo, prefiero eso mil veces antes de exclamar de dolor pudiendo detener de manera considerable los sonidos que buscan escapar de mi garganta.

Sin eso ser suficiente, sus pies cerca de mi cuerpo comienzan a golpearme una y otra vez con cada vez más fuerza, sin tener que hacer mucho esfuerzo en lastimarme por la punta de metal que seguramente tienen sus botas especiales utilizadas en construcciones. Cierro mis ojos y presiono mis labios contra mis dientes para evitar sacar voz de queja, de dolor... Sigue y sigue una y otra vez, en mi pecho, en mi abdomen, en mis piernas; sin detenerse pasando la docena.

Toso desde lo más profundo de mis pulmones, de manera caliente y dolorosa, intensamente hasta llegar al borde del ahogo propio por la sangre que no tarda en salir de mi boca expulsada por el aire que sale bruscamente al encontrarme en busca de aire más de instinto que por necesidad primordial.

Una exclamación, un pequeño grito finalmente se escapa de mi poder, las cortadas seguramente ahora son más extensas por la causa de sus patadas, no hay que dudar que se hayan abierto más. Mi estómago arde internamente entre una incómoda sensación que llega hasta mi garganta de manera agria, mis costados, mi tórax... Todo.

Un hombre más entra en la habitación llamando al que se encuentra de pie, deteniéndole en su accionar para anuncia la llegada de un auto antes de tomar al humano tendido en el suelo.

— De esta no te salvas, Berglind —dice repulsivamente antes de caminar hacia la puerta, pero sin llegar a salir.

Se devuelve a paso apresurado con un gesto malicioso en su rostro, se inclina a mi lado, mirándome con fijeza, tan solo para alcanzar mi cabello y levantarse trayéndome consigo... Lo miro interrogante, esperando cualquier cosa de su parte pero no con mente tan amplia pues su rodilla da con fuerza contra mi rostro dos veces para proceder a soltarme casi inmediatamente; al parecer insatisfecho, luego de haber visto mi cabeza rebotar contra el piso, estrella su pie tres veces más contra mi rostro haciéndome sentir rápidamente asfixiada, aturdida y al borde de la inminente inconsciencia.

La sangre ahora no solo en mi torso y extremidades, se presenta también en mi nariz impidiéndome respirar por esta. Mi visión, por otro lado, falla rápidamente al ser incapaz de ver por el mayormente ojo golpeado.

Sale, dejándome en peores condiciones y en la libertad de llorar sin preocupación alguna al ser lo único capaz de hacer.

¡Maldición! Tuve la oportunidad de tomarlo todo y escapar airosa de esta situación pero la avaricia me cubrió, el querer mucho más de lo que quería para alimentarme, para extasiarme por lo desconocido... ¡Los sentimientos! ¡Tan libres frente a mí! ¡Pude tomarlos y alimentarme también con ellos pero no lo hice, estaba demasiado concentrada en su dolor!

¡Sólo empeoré mi condición! ¡Sólo logré hacer eso! ¡Cómo pude ser demasiado estúpida, por favor!

"¡No puedo dormirme con mi corazón latiendo con irregularidad!"

Mitsuki Berglind

Ayer no fue fácil darle la noticia a mi padre del secuestro de Akira, no para alguien con un pasado similar que acabó por arrebatarle la vida volviéndole un espíritu; no lo tomó bien, incluso mucho peor que nosotros, después de todo, los traumas son muy complicados de borrar por completo, mis suegros y mi papá son el ejemplo perfecto de eso.

No quiero que mi hija acarree las mismas consecuencias psicológicas que siempre toman lugar en cada víctima de un secuestro, mucho menos quiero que le lleguen a hacer algo demasiado fuerte para el soporte de ella, a pesar de nosotros haberle enseñado a ser bastante resistente con todo eso. Como madre, no quiero eso, nadie de esta casa lo quiere.

He estado alterada, es imposible negarlo pero saber controlarme es algo que manejo mucho mejor que mi otro pedazo de alma, pero aun así, me ha pedido que me controle, que me relaje porque no quiere perder los estribos que ha mantenido.

Mi papá luego de la noticia dada cuando nos encontrábamos en la sala de reuniones, se levantó cabizbajo, aturdido y tenso, y se dirigió nuevamente a su habitación... o a su estudio, no sé dónde estaba antes de ser llamado por un empleado por pedido mío. De allí, no ha querido participar en el rastreo que hicimos ese mismo día en la noche ni en el que hacemos ahorita.

No se lo creía, juraba que era imposible, que cómo alguien como ella o como nosotros iba a dejarse contra unos simples humanos. "¿Cómo sucedió?" preguntó tembloroso y la explicación fue la única posible, la única lógica, la única que hace todo posible que esté sucediendo esto... La única cosa que hace vulnerable a Akira por tener aún una base humana existente en su sistema.

No desayunó completo, seguramente no almorzó o comió algo muy poco... El alimento humano es nuestro sustituto, y ella sin ingerirlo es muy inestable; sin fuerzas y drogada, su cuerpo va a actuar como el de un humano y sus sentidos e instintos van a fallar.

"Las drogas y su base humana, no es buena combinación, hermano"

Claro, es solo una suposición porque... ¡Akira no se va a dejar contra unos humanos! ¡No se deja con nosotros que somos su familia! ¿Se va a dejar con cualquiera? En este caso puedo decir que mi hija es demasiado agresiva cuando necesita defenderse, no le importa nada que no sea ella o nosotros mismos.

Cierro los ojos al notar como la edificación no tiene rastro alguno de mi hija, pero la delicadeza desesperada que utilizo es suplantada por el dolor y la increíble presión en mi pecho que me hace presionar mis ojos y agacharme instintivamente, soltándome del brazo de Ronald quien no tarda en ponerse a mi lado...

Presiono con fuerza la mano en mi pecho, desesperada al tener demasiado tiempo sin sentir algo similar a esto, siendo las últimas veces por extremo cansancio, el día del nacimiento de Akira y el momento de su despertar.

— ¡Mitsuki, Ronald! ¿Qué pasa? —pregunta con apremio Camila, acercándose y ayudando a levantarme en cuanto puedo alzar mi rostro hacia ella, Lucas es quien ayuda a Ronald, quien no se puso a mi lado para saber que pasó, sino porque sintió lo mismo que yo.

Tomo el collar en mis manos al sentirle quemar en mi pecho, sensación que parece desconcertar a mi mamá quien viene corriendo y a mis dos suegros. Respiro hondo ante la calma que prontamente me cubre, y sin tener ánimos de quedarme aquí de pie, me adentro al auto junto con los otros cuatro.

— ¿Qué conectan nuestras medallas? —pregunto a los creadores de este método de protección, encendiendo el motor— Los suyos como el mío están quemándoles el pecho, no puede suceder individualmente algo así.

— En común, todos tienen un alma humana que es el aroma que oculta el nuestro, cambiando...

— Pero no los une, es individual, todas son diferentes —replico apenas soy respondida por el rubio.

— El mismo hechizo, nuestra propia sangre en cada uno —sigue Ronald.

— El único que difiere es el de Akira, tiene la sangre de todos y un hechizo de más que lo cubre —presiono el volante con fuerza... ¡Sigue doliendo!

— La sangre de Akira es la misma que la de nosotros... —digo entredientes.

— Maldición —murmura mi mamá sacándome un gesto lleno de desconcierto al escucharle; está enojada, desde anoche anda maldiciendo y pensando en atacar en vez de defender, y eso es raro porque nunca lo hace— El dije de Akira está conectado al de nosotros. Piénsenlo, tenemos nuestra propia sangre en nuestros dijes, pero el de Akira tiene una mezcla de todos y su sangre es la mezcla de la de nosotros, así se crea una conexión de la cual nunca les dije por habérseme olvidado.

— Eso quiere decir que... —No termino de captar.

— Nuestros collares no están conectados entre nosotros porque no hay nada que los una, pero el de Akira está conectado a nosotros porque nuestra sangre está en el de ella, solo por eso...

— Y ellos perciben nuestra vitalidad para hacer su mejor trabajo en protegernos... —Coño' e su puta madre, que mato al que mandó a hacer esto, lo voy a hacer cuando esto termine, haré sufrir a su alma como nunca antes— Ronald ¿También te duele el pecho? —me gano una afirmación.

— Mitsuki ¿Qué pasa? —pregunta Lucas en cuanto una maldita lágrima preocupada cae por mi rostro.

— Conexión padre e hijo, conexión dije a familia... Akira está mal, el collar arde porque nos está avisando, sientan, está desapareciendo el calor del metal y ahora está dejando un vacío. —Relamo mis labios, escuchando las palabras que iba a decir— Ustedes dos están sintiendo el dolor de Akira en una gran lejanía —¡Eso lo sé! Y le hicieron demasiado, si sentí tanto dolor, es demasiado—, nuestro hechizo la está dejando de percibir. —Muerdo mi labio, pero no me contengo en golpear el volante— Su dije se comunica con nosotros por la conexión que creó nuestra sangre con la de ella.

Giro rápidamente, tomando el desvío hacia la autopista que nos llevará a la mansión.

Acelero tomando el canal rápido, buscando dirigirme a la mansión. Pido en una orden clara que continúen intentando el rastreo con el celular de Akira para tomar la siguiente ubicación a pesar de ya tener un mapa específico que estamos siguiendo, y antes la interrogativa de todos al ver el rumbo que tomo, explico la necesidad de ir por otro auto, la manera en cómo tenemos que apurarnos y cuáles son los puntos que tomarán cada uno.

Tenemos que encontrarla hoy sí o sí, la ciudad se bloqueó y nadie ha salido, no se ha permitido y nosotros lo hemos pedido incluso con la manipulación mental de un demonio, con la hipnosis que ellos pueden crear. Así nos aseguramos de que Akira no ha salido de la ciudad, y estamos completamente seguros de que se encuentra en este país porque la seguridad en los vuelos del aeropuerto se incrementó al máximo, aparte, la mafia que la ha tomado en secuestro no va a ganar nada saliendo del país, no les conviene en lo que quieren lograr porque si fuese por rescate, ya se habrían contactado con nosotros.

Malditos todos.

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Capitulo finalizado... Espero que le haya gustado y si fue así no se olviden de regalarme una estrellita.

Los quiero mucho.

PD: ¿Por qué soy tan atractiva para los zancudos?

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