Capítulo 10

Akira Berglind

Cierro los ojos, manteniéndome sentada en el columpio que se encuentra colgando del árbol central del jardín floreado, balanceándome con suavidad mientras disfruto este silencio siempre habitante en este lugar; solo me mantengo pensando sobre el cambio brusco del color de mis ojos relacionándolo con lo que ha estado sucediendo. De pequeña me sucedía algo similar pero era siempre cuando me alteraba de sobremanera, por eso era muy contraída a mantenerme dentro de ciertos grupos sociales porque por cualquier cosa, mis sentimientos podían hacerme pasar un mal momento y aunque no era algo que hiciese cambiar la tonalidad de mis ojos pues tenía que estar en mi límite, prefería evitarlo; por eso soy así ahora, aislada con quien quiero y puedo aparte de eso, también están mis sentidos trabajando al cien por ciento. 

El viento sopla suavemente y en cantidad gracias al gran árbol sobre mí y a los que rodean todo este jardín apartado, entre el silencio y el débil sonido de la propia naturaleza, quedo sumida en lo más profundo de mis recuerdos y pensamientos; de esos momentos en los que era una niña

No me dejan quieta, no me dejan tranquila ni en paz ¡Quiero que me dejen tranquila! ¿Qué les pasa que no lo hacen? ¿Tendrán alguna enfermedad o algún problema que no los deja entender lo que se les dice? Sí, tiene que ser eso porque nunca le hacen caso al profesor y siempre me molestan por el color gris de mi cabello a pesar de estar a cada rato repitiéndoles que me dejen tranquila ¡Son bobos! ¡Son unos niños tontos! Si siguen así, me voy a molestar y no quiero ¡Quiero quedarme tranquila jugando!

— Ay, cállense —gruño entre palabras ya molesta por su actitud,bajando mi cabeza para concentrarme en el cuento que tengo entre mis manos

— ¿Qué? ¿Ya te vas a poner a llorar, abuela? 

Lo odio, cuanto lo odio ¿Acaso no tiene nada mejor que hacer en vez de molestarme? ¡Vete a jugar con la pelota en el patio donde están todos y déjame leer tranquila! ¡Vete a jugar como todo un animal! 

— Llorona —Ríe. 

Respiro hondo siguiendo las indicaciones de mi abuela Danielle.

— Los que terminarán llorando son ustedes si no se callan —expreso lo que justamente se atraviesa en mi cabeza con bastante enojo, cambiando completamente la tonalidad de mi voz.

Me bajo de un salto de la mesa, apartando prontamente mi corto cabello de mi rostro y tomando mi merienda para salir con todo y libro en mano antes de dar media vuelta en busca de la salida. 

"Aléjate de todo lo que te molesta" Esa es otra indicación del ángel de mi familia, todas para evitar alterarme.

— ¡Ay si! Mira como tiemblo —dice otro de los niños en tono burlón y fingiendo un leve temblor; logro verlo por estar mirándolo de reojo.

Ya veremos si te crees tan fuerte... 

Ignorado casa reclamo de mi mente sobre lo que voy a hacer, me coloco frente al último que habló en un rápido movimiento y pocos pasos creando sorpresa en todos los cercanos a mí en este lugar. Llegué muy rápido y use velocidad sobrenatural para ellos, una demasiado como para decirse humana o para lograr ver aplicada en una niña de casi ocho años como yo. 

Queriendo desquitarme más con él, lo tomo del cuello de su camisa del uniforme, levantandolo del suelo a pesar de él ya ser bastante más alto que yo. Sonrío con diversión, esto me está divirtiendo, mucha más que el propio libro que estaba leyendo hace rato ¿Por qué me divierte? Me gusta como se siente en mi pecho, no entiendo porque no me dejan si es divertido. 

Fijo mis verdes ojos en los suyos de color chocolate, buscando reconocer los más profundos sentimientos de su alma demostrando también mi enojo. Hago más presión en mi mano arrugando más la tela de su blanca camisa. Borro media sonrisa al ver su sorpresa y al oler el miedo provenir de ellos, me provocaron y aquí me tienen reaccionando.

Lo siento abuela, no pude.

— ¡¿Qué?! ¡¿Cómo llegaste tan rápido?! —grita mirando el suelo— Peter, haz que está loca me suelte. Ayúdenme 

Que cosa más divertida ¿Antes no era mi apodo: La anormal? Resulta también que soy loca ¡Qué bonito, son divertidos y tontos apodos!

Peter, otro compañero de mi edad y el mejor amigo del chico que tengo sujeto de la camisa, es el más alto del grupo pero a mi desde pequeña me enseñaron que: Mientras más alto, más rápido cae. Me toma de un brazo con sus dos manos para tirar de él con la posible intención de hacerme soltar a su amigo pero, aunque aplica toda su fuerza en mí, no me muevo ni un milímetro.

— ¿No sirve? —Río al ver su rostro sorprendido. Me gusta, sus reacciones son muy divertidas; parecen las de los personajes indefensos de una caricatura. 

De un solo movimiento, me deshago de su agarre empujándolo con fuerza, haciéndolo chocar con una de las mesas provocando que estas se muevan un poco y hagan un molesto sonido que llega a hacerme doler los oídos. Hago un gesto de dolor rápido pero ignoro el pitido que quedó.

— ¿Ahora si me dejarán quieta? —pregunto sin soltar al chico que tengo a centímetros sobre el suelo. 

Ninguno responde. Bien, más diversión para mí; ya se me quitó el hambre.

— ¿Sabes? Te ves muy bonito con esa expresión de miedo en tu rostro, pero ¿cómo te verás en el suelo "dormido"? — digo con completa curiosidad y tranquilidad. 

Ahora solo quiero jugar.

Todos sus amigos se han quedado quietos sin ninguna intención de ayudarlo al ver lo que hice con Peter, es obvio que no lo harán porque son infantiles y lo dejarán solo para evitar ser lastimados. El mismo Peter me mira con miedo desde el suelo, lugar donde se quedó sentando.

— ¡Enferma! ¡Enferma!—exclama al ver un ligero cambio en mí... No sé que es o que puede ser pero algo cambió— ¿Por qué tus...?

— Shh, no digas nada. —Mantengo mi sonrisa. Ya sé que cambió, fueron mis ojos.

Me dieron ganas de salir bailando y cantando.

Con mi mano libre, cubro su rostro lentamente soltando un ligero soplido para dejarlo inconsciente; apenas siento su peso muerto, lo dejo caer con fuerza en el suelo para salir de allí con velocidad, evitando ser vista al rostro por quienes quedan en ese salón vacío. Empiezo a correr en dirección al pequeño parque que está en el patio del colegio, me siento en uno de los columpios que extrañamente desocupados y seguramente es porque está nublado y los profesores mandaron al resto al patio cubierto. Empiezo a hacer lo que me provocó mientras me balanceo y río un poco manteniendo en mi cabeza sus caras de miedo.

Las nubes están de un color muy oscuro, parecen completamente enojadas y por eso, no me sorprendería para nada que empiece a llover con fuerza. 

Me balanceo con suavidad mientras mantengo mis ojos cerrados tratando de hacerlos volver a la normalidad y evitando que si alguien llega a pasar por aquí, no pregunte nada. No sé por qué cambian de color cada vez que me altero o me enojo de manera exagerada.

Me gusta lo que estoy cantando.

— ¡¿Qué fue lo que acabo de ver?! —pregunta gritando una voz que reconozco inmediatamente, luego de haberme asustado. Es Victoria, mi única amiga—. Akira, ¿Qué fue lo que acabo de ver? — ¿Será que vio lo que hice? Si fue así, no sabría qué hacer.

— ¿Qué viste? —pregunto sin abrir mis ojos e interrumpiendo la melodía.

— Te vi, vi lo que le hiciste a esos niños, también vi tus ojos —dice alterada— Te fui a buscar en el salón porque no salías, pero cuando me asome para llamarte vi que esos niños te molestaban. —¡No, no, no, no! ¿¡Cómo no me di cuenta de que ella estaba ahí!?— Luego saliste corriendo y vi tus ojos ¡Estaban rojos! ¿¡Por qué!? —Esto me pasa por no hacerle caso a mis padres, esto me pasa por dejarme llevar por mis emociones... ¡Pero es divertido! ¡¿Qué le digo?! No me va a creer si le miento— Akira, cuéntame.

— No puedo decirte —digo nerviosa, no quiero que algo le pase.

— ¿¡Por qué!? ¡Somos amigas, Akira! —dice tomándome de los hombros con fuerza para agitarme, eso, hace que abra los ojos con disgusto por su acción— Ahora... morados... tus ojos.

La campana empieza a sonar cerca de mí, cosa que me hace cubrir mi cabeza con mis manos por el dolor intenso del sonido entrando a mis oídos ¡Odio ese sonido!

— Ve a clases, yo no puedo ir —digo apartándola bruscamente. 

— ¡No! —exclama enojada ¿¡Por qué!?— ¡Me quedo hasta que me digas todo! —¡No puedo hacerlo! 

— No quiero herirte —digo cubriendo mi rostro con mis manos, no quiero que me siga viendo— Si te lo digo, saldrás lastimada.

¡No puedo hacerlo!

— Hagamos algo. —dice ahora tranquila. ¿Cómo puede cambiar de emociones tan rápido?— Yo te cuento mi secreto y tú me cuentas el mío. —¡Eso no cambiara nada!— ¿Si? ¡Vamos, vamos, vamos! —Niego moviendo la cabeza— ¡Anda! ¡Vamos, vamos, vamos!

 ¡No lo haré!

—¡Anda, anda, anda, anda! —Niego con la cabeza— ¡Te prometo que no le diré a nadie! —¡Ese no es el problema!— Anda, anda, anda, anda, anda...

— ¡No lo haré! —grito nuevamente.

— ¡Anda, anda, anda, anda, anda! —sigue repitiendo sin parar— ¡Anda, anda ¿Si? ¡Vamos, vamos, vamos, vamos! ¡Anda, anda...! 

— ¡¿Si te lo digo vas a dejar de repetir esa palabra?! —grito cansada de escucharla.  

Asiente moviendo energéticamente su cabeza. ¡Quiero contarle pero no quiero que algo malo le suceda! ¡No se van a enterar si les digo! No estoy en la mansión y aquí no hay nadie que pueda escucharnos, solo mi amiga y yo. Si es de mentirle a mi familia, lo haré.

— ¡Confío en ti, confío en que no le dirás a nadie! —exclamo con fuerza.

 Sí, te lo prometo.

— Si lo cuentas, no dejaré que me dirijas más la palabra, no me acercaré más a ti y cortaré todo contacto contigo. —Amenazo y no juego con eso. 

Mi familia cumple las amenazas y yo cumpliré las mías.  

 Sí... te lo prometo, prometo que no le diré a nadie —dice ahora con menos ánimos, listo se lo creyó y eso es lo que me importa. 

— Bueno dime tu primero. —Suspiro rendida.

— Yo... esto... Yo veo series japonesas. —Su rostro parece un tomate.

—Es normal eso, mucha gente lo hace —digo sin entender del todo sus palabras, yo lo hago. 

— ¡Si, lo sé! Pero... yo veo series donde los hombres se besan y... y hacen cosas con otros hombres —Ya va ¡Qué!

— ¡Pero eso lo ve gente grande, lo ven los adultos! Ese tipo de series es para gente grande. —digo sorprendida al saber de qué se refiere.

— ¡Lo sé! pero un prima me lo mostró y me gustó y... seguí viéndolo. —Mi amiga parece un tomate— ¡Ahora cuéntame el tuyo! —Dice saltando— ¿Cómo es que tus ojos pueden cambiar de color? ¿Es magia? —Niego— Entonces eres un extraterrestre.

— No, no lo soy.—Mojo mis labios con nerviosismo.

— ¿Entonces qué eres? — Pregunta sentándose en el columpio que está a mi lado.

 Yo no... puedo contarte..—susurro.

 Yo te conté mis secretos, yo te he dicho todo de mí y tu no me cuentas nada de ti, nunca me cuentas tus secretos ¿¡No confías en mí!? ¡Akira, soy tu mejor amiga! —Sus ojos amenazan con empezar a llorar—  No... tu no confías en mí, tu no me crees como amiga ¿¡Es eso!? —Niego rápidamente a eso— ¡Yo ya te prometí que no contaría nada, cuéntame, por favor! ¡Acepté tu promesa, si lo cuento; ya no seremos más amigas y no me acercaré más a ti. —Hago una mueca. 

— Confío en ti —digo dejando mi vista sobre las piedras que están debajo de mí— Yo... yo soy hija de seres que no... son de este mundo. —Mi corazón está latiendo de manera rápida, tengo miedo, tengo mucho miedo.

— Entonces eres un extraterrestre. —¿Qué tiene ella con los extraterrestres?

— No lo soy. — La cara de mi amiga da risa pero no me hace reír. Estoy asustada— Pero prométeme algo, prométeme que no me tendrás miedo.

— ¡Te lo prometo! —Eso espero, espero que así sea— ¡Ahora dime! —¿Por qué es tan curiosa?

—Yo soy hija de un demonio y de un espíritu... —Miro de reojo a mi amiga quien tiene una expresión sorprendida. Ya qué, ya lo dije— Mi madre es hija de un Ángel y de un espíritu pero por alguna razón ahora es un espíritu; mi padre es hijo de un ángel de la muerte y un demonio pero creo que por la misma razón que mi madre, ahora es un demonio.

— Pero... ¿Por qué ellos están aquí ? —pregunta jugando con sus dedos y sacudiendo sus piernas de un lado al otro.

— Porque mis abuelos al morir no soportaron la idea de ver el apellido de la familia en total humillación, por eso volvieron a la tierra he hicieron a su cuerpos volver a la vida pero con los poderes de lo que son ahora. —Miento porque nunca dije que le diría toda la verdad. Huelo lo que siente, no me tiene miedo, está nerviosa pero quiero que ella misma me lo diga, quiero escuchar que ella misma me lo niegue— ¿Me tienes miedo? —pregunto con nerviosismo aun si se que no pero todo depende si ella me miente o no.

— Te prometí que no te tendría miedo. —Qué bueno.

—Ni se te ocurra contarle a alguien o sino, yo me encargare de hacerte algo peor que lo que les hice a esos niños —digo totalmente seria para hacer que se le quede grabado en la mente.

— Está bien, te lo prometo 

Apenas ella dice eso, de un árbol empiezan a volver en círculos un a gran cantidad de pájaros negros que luego toman una sola dirección yéndose; el sonido que hicieron logró asustarme.

(...)

—Victoria ¿Quieres venir a nuestra casa? —pregunta mi padre con completa seriedad apenas la ve.

Giro un poco mi rostro con curiosidad, no sé que siente, tiene sus sentimientos bloqueados pero espero no sea algo demasiado grande porque de miedo cuando está enojado.

— Sí, sí quiero —responde alegremente cosa que me saca una sonrisa.

— Súbanse a la camioneta —¿Será que peleó con mi mamá o con alguien de la familia?

Camino a la mansión, uno bastante largo pero divertido con Victoria a mi lado, pude notar esa seriedad en la cara de mi papá, está muy enojado y quiero saber por qué. Apenas pongo pie fuera del auto, una simple orden me es dada y mi amiga es enviada a mi habitación.

Yo solo hago casi y me dirigo a la oficina de mi abuelo Lucas pero apenas entro, borro mi sonrisa al notar las serias miradas de mi familia sobre mí. Son miradas intensas y fijas que no se apartan y eso me da miedo ¿Por qué me miran así? No me gusta.

— Akira, Akira —escucho mi nombre ser pronunciado lenta y claramente apenas el "click" de la puerta anuncia la entrada de mi papá—. Has roto dos de nuestras reglas —dice mientras camina a paso lento, quedando detrás de mí por lo que busco darme vuelta pero su mano se presiona en mi hombro con fuerza haciéndome tensar al instante.

— ¿Qué dices? —pregunto asustada alzando mis hombros y ocultando mi cabeza tal cual tortuga, manteniendo el dije del collar encerrado entre mi puño de mi mano derecha.

— ¿Por qué le contaste? —me interroga con seriedad sin apartar de mí esos ojos verdes fijos en mi nuca pero no solo son los suyos sino cinco pares de ojos más ¿¡Cómo lo sabe!?

— ¿Yo no...?

 Tu corazón está latiendo como el de un humano, estás temblando y no nos estás mirando. Tu aroma es de miedo y nerviosismo... Si no hubieses hecho nada, nos estarías mirando fijamente. 

 ¿Por qué...? 

— ¿Por qué lo sé?  —detrás de mí escucho una de sus risas llenas enojo— Tú al ser una niña, te tengo en constante vigilancia; tengo mis propios contactos que te vigilan a cada momento, viendo cada movimiento que haces para luego indicarme. —¿Por qué habla con tanta lentitud? 

— Sabes lo que le toca a tu amiga —reconozco la voz de mi abuela Camila llegar frente a mí sin, tomando mi rostro entre sus dedos para hacerme mirarle a los ojos y con una sonrisa dibujada en su rostro, desaparece del lugar junto a mi padre.

Me agacho en el suelo cubriendo mi cara con mis manos... ¿!Qué hice, qué hice, qué hice...!?

— Sabes perfectamente las consecuencias, acabas de romper la regla más importante de la familia. ¿Quieres evitar su muerte? Ve ahora mismo y evita la toma de un alma infantil de dos demonios de alto rango ¿Podrás con dos demonios adultos cuando ni siquiera se sabe lo que eres? —dice mi madre pero sin ser una orden.

¿Qué hago? Esto es mi culpa, esto me pasa por dejarme convencer pero ella siempre lo hace. No quiero llorar, quiero ayudar, quiero evitarlo... quiero. 

— Si no te apresuras será muy tarde, Akira; si lo logras, rebajamos tu castigo a diez días y si no, lo alargaremos por más tiempo siendo este a veinte. —Mi nerviosismo al mi rostro volver a ser alzado por el asiático que poco a poco me inspecciona con la mirada.

Sin pensarlo dos veces, decido hacer caso a la recomendación de mi madre porque no puedo permitir que mi amiga muera ¡No puedo darle muerte! ¡¿Cómo se le explicaría luego a su familia!? ¡Son dos demonios! Ellos fácilmente encontrarían la manera. Salgo de la oficina corriendo en dirección a mi habitación a toda la velocidad y al llegar ahí, abro la puerta con fuerza quedando sorprendida al ver la escena que se forma frente a mis ojos, una que me hace sentir algo extraño en mi abdomen, como si lo presionaran. 

Mi padre y mi abuela se encuentran en su verdadera forma con Victoria completamente pálida e inconsciente en brazos del primero quien está a punto de tomar su alma, reconozco esa claridad, reconozco esa palidez, la palidez de un cuerpo al momento de ser abandonado por su alma... ¡He visto como le quitan la vida de esta manera a muchas personas y su disfrute por el sufrimiento de arrancar el alma! 

Algo me grita en mi mente que reaccione y eso es lo que hago, solo para cumplir una promesa interna.

De una pequeña carrera y un impulso, salto sobre una de las mesas de café con suma delicadeza, justo como hacen los gatos para evitar caer; vuelvo a saltar girando en el aire pasando sobre y padre y tomando a mi amiga en mis brazos haciendo el doble de fuerza para cargar con su peso muerto. Caigo con las rodillas flexionadas dándole la espalda a los dos. 

Inhalo profundo apoyando mi cabeza en su cuello para sentirla, no está muerta... no está, aún siendo como su corazón late, al punto de detenerse pero lo hace; aun emana aroma, algo imperceptible pero lo hace; aun respira, tiene aliento, tiene esencia.

— Akira. Acéptalo, nadie puede saber nuestro secreto. —Ya esto no lo dice mi padre, lo dice el demonio que él es. 

Todo por el deseo de poseer el alma de mi amiga al sentir su exquisito aroma... o no, esto si lo dice su conciencia; esto es lo que hacemos cada vez que alguien sabe nuestro secreto, ellos se apoderan de esa alma que termina siendo devorada por uno de los dos, o incluso... por los dos dividiéndola en más dolor. Sí lo dicen ellos. 

Ambos corren en mi dirección con la intención de quitármela de mis brazos, pero no voy a permitírmelo. Tomo una posición cómoda dejándola en el suelo y posicionándome de manera donde pueda defenderme de su accionar; de un codazo, impacto el estómago de mi padre dejando toda mi fuerza en el movimiento haciéndolo caer en el suelo sin que se pueda levantar, sin poderse recuperar por haberle dejado sin aire que poder respirar y ahí tardará unos minutos.

Mi abuela aparece por el otro lado sorprendiéndome pero con velocidad, me levanto del suelo evitando que se acerque a mi amiga y esquivando su movimiento, subo nuevamente en la mesa para estar a su altura. Con una patada el abdomen, otra el pecho y una última el rostro haciendo uso de toda mi flexibilidad, aplicando toda mi fuerza posible en esas patadas, puedo notar como ahora se encuentra intentado recuperarse pero para mí eso no es suficiente, apenas se levante va a venir y por eso, me valgo de otro golpe para hacerla caer.

Tomo nuevamente a Victoria para caminar hacia el balcón. 

¡Me hice la promesa de protegerla y aquí estoy salvándole la vida!

Me habitación está sumida en sombras, el sol no entra aquí con toda claridad y el frío presente es el típico a la presencia de seres pertenecientes a la oscuridad. 

Los pasos de los otros miembros de la familia llegan a mis oídos, se vienen acercando con tranquilidad y lentitud pero no me va a dar tiempo de salir y permitir que ellos no me vean, ya se encuentran a menos de un metro de la puerta. Apenas se asoman con su gesto serio, este cambia a uno sorprendido al ver la situación y al ver que mi amiga se encuentra intacta. 

Debo admitir que estoy sorprendida pero no me importa que mi abuela y mi padre estén inconscientes porque dentro de unos minutos, se van a recuperar; a menos Victoria no, ella estuvo a punto de morir y de eso no hay recuperación porque su alma sería consumida y no podría volver a verla.

— ¿Qué pasó aquí y cómo fue que pasó esto? —pregunta mi otra abuela.

— La pequeña no es tan débil como pensé —comenta mi abuelo Richard serio hasta más no poder.

— El deseo de proteger a alguien puede convertirte en alguien fuerte y aquí está el mejor ejemplo que pueda a existir. 

Apenas los veo a avanzar siendo la cabeza mi abuelo Lucas, retrocedo varios pasos de manera instintiva corriendo con mi pie al mismo tiempo de su movimiento, la puerta corrediza. 

— Akira, no te haré nada. 

Niego con la cabeza. No me importa que me haga algo a mí, lo que más me importa es proteger a mi amiga y ese "No te haré nada" es mentira porque ya dijo que me castigaría.

Me coloco sobre el barandal bajando de un salto lastimando en el acto una de mis rodillas pero no importa, solo salgo corriendo de la habitación en dirección al jardín trasero pero ahí no es donde me detengo, sigo corriendo hasta llegar al lago que se encuentra detrás de la mansión el cual también es de nuestra propiedad pero muy pocas personas lo saben pero tampoco me detengo allí, sigo corriendo hasta llegar a la pequeña caída de agua y entre las piedras, llego detrás de ella siendo mojada de manera mínima por las pequeñas salpicaduras de las piedras.

Me alejé bastante, el camino de la mansión hasta el lago significa atravesar un pequeño bosque con un camino marcado y donde me encuentro ahora es algo bastante lejos, corrí a mi máxima velocidad y ya en diez minutos me encuentro a casi cuatro kilómetros lejos de la mansión. Fui río arriba.

Coloco con cuidado a Victoria en el suelo importándome poco que se llegue a ensuciar con la tierra y yo, me coloco de espaldas al agua para ser quien se moje. Me quedo esperando por todos estos minutos hasta que despierte, dije que no me permitiría le hicieran daño por este secreto familiar y casi fracaso... Todo por haberlo dicho y mi padre haberse enterado.

Me levanto tomando agua de la caída para limpiar las cortadas ligeramente sangrantes, unas hechas por las garras de los dos demonios y ahora siendo afectadas por el veneno que hay en estas, uno que no es mortal pero sí completamente doloroso. Me dejo llorar al no poder soportar más el ardor y dolor, no las había sentido pero ahora no las soporto. 

Vuelvo a mi sitio manteniéndome con los brazos y rostro húmedos, quedándome viendo fijamente  a Victoria que poco a poco va cobrando color hasta que minutos después logra despertar.

Recuerdo que ese día fue el muy difícil para mí. Luego de unas horas de búsqueda, lograron encontrarme; mi familia sabía que no iba a permitir que tocaran a Victoria y por ello, todos hicimos un acuerdo del cual no me podía negar. 

Ese día me neutralizaron por los acordados diez días, una semana y media prácticamente por dos motivos, exponerme con esos niños y contar nuestro secreto. Esa neutralización que no me deja alimentarme de sentimientos y donde la comida se vuelve insuficiente porque esta es sustituto, esa neutralización que me hace desesperar hasta más no poder por perder contacto con la realidad por no poder llenar mi ansiedad de hambre hasta el punto de debilitarme e incluso, llegar a alucinar visual y auditivamente. Por eso soy como soy, por ese castigo específico y único.

Si Victoria llega a contar nuestro secreto, si llega a hacerlo, yo me encargaré de su muerte y no será una típica muerte sino que antes de eso, tengo que hacerla sufrir emocional y físicamente. Ellos saben que con eso Victoria no lo hará porque no querrá morir pero me incluyen a mí en ese acuerdo porque fui yo quien lo contó y con mi acción de aquel día, se dieron cuenta de que sufriré demasiado al hacerlo. 

Tanta inocencia en dos personas causa mucha gracia ahora que lo pienso, pero eso ya no existe en nosotras dos y menos en mí que conozco lo más macabro de la vida y eso aumentará cuando logre saber cual será lo forma que llegue a heredar.

Apenas bajo del columpio para ir hacia el interior de la mansión, en mi pecho empieza a nacer un intenso dolor que poco a poco me va invadiendo por todo mi cuerpo pero al ser soportable para mí, no le presto atención alguna. Mala mía el no prestarle atención y dejarme por este pues, al dar la media vuelta para volver hacia la gran edificación todo en mi pecho se vuelve insoportable; es como si me martillaran el corazón clavando miles de puñales en este por cada pálpito que da. Solo es cuestión de unos cuantos parpadeos y el aferrar mi mano a la corteza del grueso tronco cuando simplemente ya se me hace imposible respirar y mantenerme de pie; el ardor progresivo y amenazante con hacerme llorar se va expandiendo por cada terminación nerviosa de mi ser sintiéndome como si estuviese en un horno...  La amenaza se cumple y esta sería una de las pocas veces que el dolor me lleva a las lágrimas y al suelo arrodillada abrazándome a mi pecho.

Mi nombre es pronunciado con fuerza por una voz masculina que se acerca con velocidad hasta llegar a mí. Un empleado estrella llamado Aarón. Le doy la simple orden de buscar a mi familia o siquiera a uno de ellos y así, vuelvo a notar como su presencia se va alejando. 

Respiro con dolor ante cada inhalación y exhalación aumentando ese ardor, esa punzada, esa pesadez intensa en mi cuerpo. Intento levantarme pero no lo logro a la primera, solo soy capaz de hacerlo con un exuberante esfuerzo y con la ayuda del árbol a mi lado. Esa energía que gasté en eso acaba por volver mi vista finalmente un asco al igual que mi respiración y en vez de todo disminuirse progresivamente, va empeorando poco a poco haciéndome sentir como una intensa llama al punto de la extinción por el viento. 

Mi despertar está en su última etapa y esto me lo advirtieron pero me dijeron que solamente sería momentáneo con un pequeño dolor pero esto no tiene nada de pequeño.

________________________________________________________

Ahhhhhhhhhhh, sufrí haciendo este capítulo. Muchos enredos en mi cabeza.

Espero que les guste este capítulo y por favor quiero saber que tal les parece, así que voten y comenten.

¿Quieren saber cómo es el símbolo familiar? ¿Quieren saber como es el dije?

Señores ahí se lo dejo con mucho amor.

Bueno me despido, besos y abrazos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top