8.Luz de Luna
Era la mañana del sábado previo a la cita pactada y lo normal sería que a estas horas todos estuviesen descansando tranquilamente después de una semana de clases. Sin embargo, la mañana ocurrió opuesta a lo que se esperaba. Luna se despertó temprano en la mañana con una gran preocupación, era su primera salida en la que estaría el chico que le gusta y no tenía nada especial que ponerse para la ocasión. Después de darle un vuelco a su habitación para serciorarse de que, en efecto, no tenía nada "a la altura de la ocasión", decidió que era hora de comprarse algo nuevo.
Para ella siempre había sido muy complicado decidir que comprar por lo que su madre siempre la acompañaba a las tiendas, pero esta vez su madre estaba de guardia. Era el peor escenario posible. Lo primero que le vino a la mente fue llamar a Jade, después de todo ella era una experta en ese asunto además de ser su mejor amiga. Pero luego recordó que le había mencionado que estaría el día completo fuera de la ciudad y no volvería hasta la noche. No le quedaba más remedio que recurrir a Jake, su nuevo amigo cercano y cómplice. Aunque ella no estaba del todo segura no le quedó otra salida. Tomó su teléfono y llamó a Jake sin más vacilación y este contestó luego de unos segundos.
–¿Quién me molesta a esta hora de la mañana?–respondió Jake sin darle tiempo a Luna a pronunciar palabra alguna.
–Pe-perdón –respondió Luna entre la vergüenza y la sorpresa – soy yo, Luna.
Por un segundo Jake no pudo formular una frase completa en su mente que tuviese sentido. ¿Había respondido con semejante frialdad a su amada Luna? Ni el mismo podía creerlo, no podía soportar la pena. El silencio se hacia demasiado extenso, debía pensar en una forma de salir de la situación tan incomoda en que se encontraba.
–Oh, hola Luna,¿a qué debo tu llamada tan temprana? –respondió con total normalidad, tratando de disimular el asunto y cambiar el ambiente tan tenso que rondaba la llamada.
–Esto... Verás... Te llamaba para pedirte un favor.– intervino medio indecisa aún – Me gustaría saber si podrías acompañarme a...
–¡Por supuesto! – intervino Jake sobresaltado por la emoción –¿qué estoy haciendo? ¿Como puedo ser tan obvio?¿Es qué soy tonto?– Todas estas ideas pasaron por la cabeza de Jake en ese instante.
–¡¿Sí?!¡Qué bien! Entonces te espero frente a la tienda de dulces en el Centro dentro de dos horas.
–Ahí estaré.–dijo mientras colgaba el teléfono.
Jake corrió a su cuarto rápidamente como hoja llevada por la tormenta. Se dio una ducha, se cambio de ropa y después de desayunar salió apurado a su encuentro. En menos de dos horas Jake se encontraba en el lugar marcado esperando a Luna. Después de un rato Jake se empezó a preocupar al ver que no aparecía, empezó a pensar que no iría. Justo cuando estaba a punto de rendirse y volver a casa lo sorprende una voz que grita su nombre y lo hace detenerse. Era imposible que no reconociese esa melodía, era la voz de Luna.
–Siento la demora, un gato negro se ke cruzó en el camino y tuve que tomar el camino más largo– obviamente era mentira, se había retrasado maquillándose– ¿llevas mucho tiempo esperando?
–Ya claro, tampoco es que me importase mucho, acabo de llegar.– responde Jake fingiendo desinterés para ocultar su preocupación– En fin,¿que vinimos a hacer?
–Verás, sabes que mañana vamos a salir pero... La verdad es que no tengo nada que ponerme a la altura de la ocasión. –dijo medio apenada.
–Le das demasiada importancia a la vestimenta, simplemente es una salida como cualquier otra, deberías ponerte lo que tengas a mano y no pensarlo tanto.
–Aún así, me gustaría sorprender a Alex con algo nuevo.
–Como quieras.– dice Jake mientras disimula el repentino desprecio hacia Alex con su típico gesto de desinterés.
–Vayamos a algunas tiendas a ver si hay algo interesante.
Partieron rumbo al Centro. Estaban a pocas cuadras por lo que en menos de diez minutos se encontraban ahí. El lugar era una especie de supermercado con decenas de tiendas en su interior. Un edificio de cuatro plantas dedicadas a la venta de distintos productos. El primer piso era una especie de plaza con una fuente en el centro y a su alrededor habían varios departamentos de venta con ventanales de cristal, todo muy lujoso. Luna se sentía maravillada como si entrase a un país diferente.
–¡Vayamos a esa!– dijo entusiasmada mientras tomaba a Jake de la mano y lo arrastraba a la primera tienda que vio.
Jake no tuvo mas remedio que seguirla incapaz de negarse u opinar.
Entraron a la tienda rápidamente y Luna se dirigió a la zona de los vestidos para ver si encontraba algo de su estilo. Mientras tanto Jake esperaba junto a la entrada en un asiento. Observaba toda la tienda y se sentía fuera de su ambiente, no estaba acostumbrado a este tipo de tareas.
Luego de explorar cada vestido del local no encontró nada que le llamase la atención así que tomó a Jake de la mano nuevamente y salió a la siguiente tienda. Esta acción se repitió un par de veces más hasta que al final Luna encontró una tienda diferente a las demás, "con un aura especial" decía.
"Luce di Luna" se llamaba la tienda que llamó la atención de la joven. Se encontraba en el tercer piso del edificio. Era un hermoso departamento de colores blanco y negro. Su puerta y sus mostradores eran de un cristal tan limpio que podía ser pasado de alto. Tras las vitrinas los maniquíes posaban exponiendo bellos vestidos.
En el interior de la misma se encontraban varios vestidos de alta calidad en percheros a ambos lados del local y justo en el centro se encontraba el más hermoso vestido que Luna hubiese visto. Este era lucido por un maniquí posicionado bajo una luz en el techo que le daba cierto aire de magia y misterio. Era una pieza sencilla pero aun así fascinante. Un bello color azul oscuro que se asemejaba al cielo nocturno iluminado por la luna llena.
En el instante que los ojos de Luna se posaron sobre este vestido se llenaron de un brillo como el de un niño que recibe un juguete nuevo. Era evidente que ese era el vestido, no habría otro. Jake miró a Luna y notó la forma en la que veía el vestido y luego dirigió su mirada hacia el maniquí y se imaginó como se vería ella en ese vestido. El resultado fue una discreta sonrisa enamorada.
Luna corrió a donde se encontraba el dependiente, un señor mayor con una mirada amable y alegre.
–Me gustaría probarme aquél –dijo mientras señalaba el precioso vestido con una sonrisa inocente en el rostro.
–¿Ese? Está bien. Los probadores están atrás.– dijo el señor mientras señalaba hacia el fondo de la tienda y sacaba el vestido del maniquí – Esta es una pieza única confeccionada personalmente por la dueña de la tienda pero creo que te quedará.
Luna tomó el vestido y se dirigió a los probadores deseando que el vestido le quedase. Mientras, Jake observaba la tienda y apreciaba la increíble calidad de los vestidos y se preguntaba como es que nunca había escuchado hablar de este lugar. Luego de unos minutos Luna había terminado de cambiarse.
–¿Q-qué opinas?–preguntó algo apenada mientras salía del vestidor.
Jake se volteó hacia ella que aún no salía. La duda de saber como se vería, de saber si su imaginación habría sido exagerada hizo exaltarse el corazón de Jake. La puerta se abría demasiado lento a los ojos de quien no podía soportar más suspenso. Al fin se abrió y allí estaba, más bella que nunca, más brillante, más femenina, más Luna. La imagen que Jake tenia idealizada no le hacia justicia a lo que tenía frente a sus ojos, aquella escena superaba con creces su imaginación. La sorpresa fue suficiente para borrar de su mente ideas tan sencillas como parpadear o respirar, sus ojos no podían ocultar la emoción y sus rodillas no paraban de temblar. Su corazón corría más rápido que el de un alpinista novato. Se sentía como si fuese el primer hombre en la luna. Una escena cautivadora que parecía eterna frente a sus ojos. El rostro ruborizado de Luna le daba un toque de inocencia a la imagen haciendo imposible para Jake no sentirse más enamorado.
El dependiente pudo comprender lo que ocurría en la cabeza de Jake con solo mirar su expresión embobada. En su rostro se dibujo una sonrisa nostálgica.
–Y bien,¿qué tal, como me veo?– dijo Luna mientras se jugaba con el pelo aún avergonzada.
–Emm... Este...–la mente de Jake estaba en blanco, no podía pensar en una palabra que se acercase a describir su belleza– Estás perfecta.
–¡¿Eh?!–el rostro de Luna se volvió aún más rojo aunque pareciera imposible.–¿Q-q-qué dices?
–Este, digo, no de una manera extraña, solo que se te ve bien, eso es todo – respondió Jake tratando de recuperar la compostura y ocultar su asombro.
–¿Crees qué a Alex le gustará? – preguntó Luna mientras se miraba.
–Oh, claro, Alex – dijo Jake mientras apartaba la mirada y ocultaba sus sentimientos – seguro le gustará sería un tonto si no le gustase – pensó Jake mientras se volteaba hacia el tendero que sonreía como quien sabe todo lo que ocurre.
Luego de cambiarse de ropa Luna se acercó a donde estaban Jake y el tendero.
–¡Lo llevaré! – dijo Luna con una sonrisa decidida– ¿Cuanto cuesta?
El dependiente dijo el precio de la pieza y de repente se hizo en la tienda un silencio incómodo. El precio era mucho más de lo que Luna traía consigo, incluso con el dinero que llevaba Jake no alcanzaría para pagarlo. En ese momento el rostro de Luna se volvió triste por primera vez en mucho tiempo. El vestido se había grabado en el corazón de Luna, era imposible que eligiese otro.
–Bueno, no hay de otra, no se pudo– dijo Luna tratando inútilmente de disimular su tristeza.
–Les propongo un trato. Veo que realmente querias llevar ese vestido y la verdad es que no había visto una clienta que lo luciese como tú. Mi propuesta es la siguiente, como podréis ver, el local esta vacío y el problema es que debido a un problema familiar estuvimos escazos de dinero y no pudimos seguir pagándole a los demás trabajadores y todos se fueron. Así que lo que les propongo es que trabajéis aquí para pagar el vestido, a cambio podrás llevarte el vestido sin pagar nada. ¿Qué les parec...?
–¡Sí!– gritó Luna emocionada.
–No veo problema– respondió Jake con su habitual tono de desinterés.
–Pues perfecto, podéis venir cuando salgáis de la escuela y los sábados.
–¡Claro!– dijo Luna aun exaltada y llena de una alegría que se veía reflejada en su rostro sincero.
–Pues aquí los espero el lunes entonces.
Salieron de la tienda, Luna alegre al haber conseguido su vestido y Jake feliz de ser el primero en ver a Luna con el vestido. Esta escena feliz fue interrumpida por un sonido fuerte semejante a un rugido. Eran sus estómagos que sonaban de hambre. Ambos se miraron y rieron, la verdad es que eran más de las dos de la tarde y aún no comían nada.
–Conozco un lugar cerca donde hacen unos buenos dulces, podemos pasar por ahí.– dijo Luna a Jake– Venga, yo invito para agradecerte que me acompañaras todo el día.
–Iré, pero con una condición. Invito yo.
–Esta bien, no me negaré, pero vayamos, que muero de hambre.
Salieron directo al lugar a comer algo que calmara su hambre y mientras lo hacían conversaban como dos adolescentes normales. Luego de terminar se dirigieron a sus casas.
–Hey, gracias por acompañarme, la pase bien contigo hoy.– dijo Luna a Jake antes de despedirse.
–También la pasé bien.
–Bueno, nos vemos mañana, supongo. Descansa.
–Hasta mañana.
Jake se quedó mirando como Luna se alejaba con una sonrisa. Cuando no podía verla se marchó hacía su casa para terminar el día y esperar con ansias el siguiente
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