#Once.
El día era soleado. Las personas andaban de un lado a otro por las calles del centro.
Un grupo de amigos bromeaba mientras caminaban, acaban de salir del cine. Reían y se empujaban entre ellos.
Caminaron por las calles y uno a uno fueron retirándose a sus respectivas casas, hasta que sólo eran tres del grupo que andaban en la misma dirección. Al parecer se encontraban entre las colonias donde había más casas que locales dónde solían vender.
Vi a un joven, cuyas ropas lucían desgastadas y un poco sucias. Una manga rota aquí, una parte rasgada en su pantalón por allá y su par de zapatos manchados de lodo.
Golpeó a uno del grupo en el hombro por accidente al pasar junto a ellos.
- Lo siento - susurró el desconocido.
- ¿Lo siento? - uno de ellos se volvió, molesto lo tomó del brazo para que se volteara- ¿Sólo eso?
- Amigo, déjalo, fue un accidente - dijo otro.
- ¿Un accidente? - replicó - Sus ropas sucias mancharon mi playera nueva - se quejó. Por lo que vi, parecía ser el que tenia más coraje entre los presentes.
- No quiero problemas - dijo el desconocido - He dicho "Lo siento"
- Un lo siento no limpiará mi playera - lo soltó y lo empujó de los hombros - Tú... bastardo.
-Hey, te estás pasando - intervino el mismo de antes. El tercer acompañante se mantenía extrañamente callado.
- Tú cállate - objetó - Hey, Diez - el mencionado respingó - ¿No deberíamos... molestarlo un poco? Quiero decir, míralo... pobre desgraciado. Anda amigo, tengamos un poco de diversión - había dicho con malicia.
- Eh, sí, estamos un poco aburridos ¿verdad? - respondió el tal Diez.
- Ése es mi amigo - pasó uno de sus brazos por los hombros de su "amigo"
- Les dije que no quiero problemas - habló el desconocido. esta vez, su voz sonando ronca, grave.
- ¿Problemas? Debiste pensarlo antes de chocar conmigo - y sin más, le lanzó un puñetazo a la cara. El hombre se tambaleó estando de pie, no cayó. Tomó la parte herida de su rostro.
- Les advertí - habló. Levantó el rostro, pude ver sus ojos... sus pupilas dilatadas claramente notables entre el iris color azul.
Todos retrocedieron, asustados. El desconocido se volteó hacia el joven que intentó detener a su amigo.
- Vete... tendré piedad contigo - y sin dudarlo, corrió lejos, sin mirar atrás.
- ¡Hey, bastardo! - gritó el valiente del grupo - Maldición... es un cobarde.
- Tú eres el cobarde... por enfrentarte con quienes aparentemente son más débiles que tú - dijo el hombre.
De improvisto lo tomó del cuello, levantándolo a varios centímetros del suelo.
- ¡Suéltalo! - se quejó Diez. Intentó empujar al desconocido, pero sólo se topó con su cuerpo tenso por el coraje, sin mover-lo un milímetro.
Sus ojos se fijaron en Diez y se estrecharon con curioso coraje.
- Y tú... también pagarás. Pagarás peor que tus amigos... por estar de acuerdo en dañar a quién es inocente - soltó el cuello del joven y éste tomó su garganta con ambas manos mientras intentaba respirar.
- ¿Y-yo? - tartamudeó.
El joven no dudó en correr cuando vio que el sujeto sacó una navaja y acuchilló a Diez en el costado.
- P-por favor... - dijo Diez en voz baja viendo cómo sus amigos habían corriendo apenas tuvieron la oportunidad.
- Pudiste detenerlo... pero estabas de espectador y un espectador no es mejor que el que golpea.
Entonces se acercó a Diez en un parpadeo y había encajado sus dientes en el hombro del muchacho, por encima de la ropa pude ver cómo comenzaba a salir la sangre. Diez tomó su hombro con sorpresa y dolor cuando el sujeto se separó.
- ¿Qué haces? ¡Maldito, agh! - se quejó Diez. La herida en su abdomen no dejaba de sangrar y ahora con la del hombro... estaba perdiendo mucha sangre.
El sujeto desgarró el dorso de su mano con sus filosos dientes, sin ser puntiagudos, y la colocó en la boca del joven, quién sorprendido tragó un poco sin notarlo.
¡Asqueroso, asqueroso! ¡Ayuda!
Escuché las palabras gritadas por Diez.
El joven cayó de rodillas al suelo, sintiendo cómo perdía la conciencia, cómo todo se volvía oscuro y sin dolor. Cuando hubo cerrado los ojos, no había señal alguna de que estuviera sufriendo. De improvisto, e sujeto se acercó a Diez, tomó el cuello del joven entre sus manos y lo quebró. El cuerpo cayó el suelo, inerte, con los ojos vacíos y la boca ensangrentada.
El sujeto, tomó el cuerpo inmóvil y lo cargó con suma facilidad. Luego, corrió como una bala hasta llegar a las orillas de la ciudad, dónde lo abandonó y se fue.
El sol se ocultaba y la luna salía en varias ocasiones, pasaron lo que pudieron haber sido semanas, hasta que, hubo una reacción por parte del cuerpo inerte del joven llamado Diez.
Fue cómo si acabara de despertar, sólo que con la diferencia de haberse estado ahogado antes de abrir los ojos. Respiró hondo y de manera acelerada, sus ojos se abrieron de golpe y se enderezó hasta quedar sentado en el húmedo cemento. Tosió un par de veces, para darse cuenta de que había sangre en su boca.
Diez, asustado, limpió su mano en su camiseta gris, luego su boca con la misma. Miró en derredor buscando... algo, quizás una persona. Pero estaba completamente solo. Lo único que recordaba era salir con sus amigos. ¿Que había pasado después? ¿Había llegado con Rose, su novia?
Se puso de pie y sacudió su ropa, sorprendiéndose de encontrar una gran mancha roja en su abdomen, levantó la playera, sólo para verificar que no tenía ninguna herida, bueno, había leve cicatriz rosa en un costado.
Caminó hasta llegar a las colonias, no estaba cansado en lo absoluto.
Apenas una persona pasó por un lado suyo, pudo sentir una sed insoportable. Las ganas de beber algo eran intensas, tantas que podría tomar agua de una manguera si eso saciaba su sed.
Encontró la casa de su novia, al parecer ella estaba sola. El sonido de la música era tan claro cómo jamás pudo haberlo escuchado antes. Se acercó a la puerta y tocó.
Una chica de largo cabello oscuro y ojos color ámbar abrió la puerta, primero con una sonrisa, luego al ver a Diez, su rostro mostró horror al verlo en ese estado.
- Hola, Rose - habló Diez con voz ronca por la sed.
- ¡Por dios...! ¿Que te ha pasado? - abrió la puerta, dejándolo entrar - Creí que habías desaparecido, si supieras cuantos oficiales hay buscándote....
La muchacha llevaba puesto un short corto color crema y una blusa de tirantes en tonos rojo carmín. Diez pudo observar cómo se movían las venas de su cuello cada que ella hacía un movimiento con la cabeza. Sin darse cuenta, relamió sus labios.
- ... Y hablaré con ellos cuando tenga el tiempo - Pero ¿Que estaba diciendo?
Diez la siguió a la cocina, impulsado por instintos que desconocía. La tomó de los hombros, estando tan cerca de ella, pudo escuchar su corazón latir. Su sed aumentaba.
Sin pensarlo dos veces, mordió a la chica en el hombro, justo donde resaltaba una vena y comenzó a succionar su sangre. Ella gritó sorprendida, vio los ojos de Diez, vio con horror cómo se había cercado a ella, ésa no era la persona que conocía. Su rostro fue la clara expresión de terror. Trató de quitarse de encima a su novio, pero al cabo de unos segundos, conforme su piel perdía color, perdió fuerzas. Hasta que sus brazos cayeron débiles a sus costados.
El chico la dejó y respiró hondo. Extrañamente, ya no sentía sed. Limpió su boca con el dorso de su mano. Luego, parpadeando, se dio cuenta de lo que había hecho.
Dejó caer a la joven, ella tocó el suelo con un golpe sordo.
¿Que había sucedido? ¿Que fue lo que había hecho? ¿Por qué lo hizo?
La mujer que amaba estaba frente a él, ahora muerta.
Lo vi retroceder, completamente asustado y luego, salir corriendo de la casa. Vi la sorpresa en su rostro al darse cuenta, segundos después cuando detuvo su correr, la velocidad con la que había avanzado. Diez había corrido con la rapidez de un rayo. En un parpadeo ya estaba en otro lugar, a cincuenta metros lejos del punto de inicio.
No pareció importarle mucho, por que después de ello, continuó con su camino, hasta que lo vi detenerse en el bosque, donde se encontró completamente solo. Sólo entonces pudo darse cuenta de lo que había sucedido.
Le vi caer al suelo, pude sentir su coraje, terror y frustración. La manera en que tomaba sus cabellos con fuerza, sin quitarse ni uno solo. Su rostro convertido en una mueca de desesperación cuando las lágrimas no salieron. Sentí toda la impotencia y el terror que Diez tenía dentro suyo, sentimientos que se quedaron atrapados en su pecho, sin salir, sin ser expresados.
Pasados unos minutos, se levantó del suelo y caminó de nuevo hasta el acantilado más cercano, no fue difícil ya que al parecer, vivía cerca de la Costa Este. Diez se acercó al precipicio, y, durante sólo un segundo le vi dudar, no sé que pasó por su mente o quién, pero no le impidió darle la espalda y saltar al vacío.
Lo siguiente que vi fue a él siendo encontrado por Oficiales de Policía. El cuerpo fue entregado a la morgue para que lo examinaran, posteriormente una mujer fue a reconocer el cuerpo, afirmando que sí, que era su hijo desaparecido. Un hombre de bata blanca se encargó de vestirle para el funeral apropiado.
Y una niña curiosa acercándose a verlo, para después correr asustada por el estado del cuerpo.
Después del entierro, el joven, dentro del ataúd, abrió los ojos, dándose cuenta de que seguía con vida. Diez, con su increíble fuerza logró salir debajo de la tierra. Causó destrozos que pronto se encargó de arreglar para que nadie sospechara nada.
Hasta ese momento, me di cuenta de quién era, lo reconocí.
Era Charles.
☠️🥀
- ¿Q-que fue eso? - fue lo primero que pregunté cuando se separó de mí. Toqué mis labios, que anteriormente habían sido besados por Charles.
- Mi historia - respondió.
- ¿P-por qué... me lo mostraste? - volví a preguntar, esta vez aturdida por lo que acaba de ver.
- Por que quiero que te quedes conmigo, Ashly - dijo.
Recordé las escenas, tan vivas... parecían tan recientes.
- Yo no... no vi a mi hermana - negué de manera suave con la cabeza - Pero me vi a mi, de pequeña.
- No permití que llegaras hasta eso - respondió, con indiferencia - Esa historia es algo únicamente de Helen y mía. Y tú, bueno... me conociste primero que ella, pero sin saberlo.
Tomó mis manos entre las suyas, sus ojos mirándome con súplica.
- Déjame convertirte, Ashly. Te prometo que no sentirás dolor alguno.
-karimodelarosa.
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