Sangre derramada
—Déjame ir —rogaba la peliaqua con voz baja; sentía los ojos empezar a arderle del llanto y sus mejillas estaban completamente humedecidas por las lágrimas.
—Tranquila; lloras como si esto fuera tan terrible —habló el rubio deslizando una mano hasta conseguir meterla dentro de la falda del vestido; la peliaqua se estremeció de miedo al sentir los fríos dedos del rubio deslizarse por la piel de su pierna derecha.
La pelinegra se esforzaba por soltarse de la cuerda, llevaba rato intentando zafarse pero no había tenido éxito hasta entonces; sentía impotencia de no poder hacer nada por su amiga.
***
Haruka corría lo más rápido que le permitían sus piernas, era tanto su deseo de salvar a su amada que el dolor en sus piernas de tanto correr, y en ocasiones tropezarse, era imperceptible, su mente no pensaba en algo más que no fuera su sirena.
Para su desgracia esta vez tropezó cayendo mal, sintió un agudo dolor en su tobillo, quiso ponerse de pie pero cayó en el intento, golpeó el suelo con su puño por la rabia, al parecer se había lesionado el tobillo derecho. Maldijo y se apoyó en sus manos y despacio tomó impulso hasta conseguir estar arrodillada, no podía apoyarse en su pie derecho así que volvió a poner sus manos en el suelo para nuevamente apoyarse y usando como resorte su pie izquierdo consiguió ponerse de pie tambaleándose, al recuperar el equilibrio solo podía continuar caminando dando brincos con un solo pie y sosteniéndose de los troncos de los árboles, de ese modo tardaría más en llegar con Michiru.
***
La peliaqua se sentía avergonzada de que su amiga la viera así, pero no podía hacer nada, ni siquiera patearlo porque el chico traía aquella arma, si ella intentaba oponerse podría matar a su amiga; le resultó preocupante ver como la pelinegra empalidecía, estaba perdiendo sangre y si se quedaban así hasta la mañana siguiente Seiya no resultaría viva de esto.
—Maldición —murmuró el rubio al notar como el cielo oscurecía, se alejó de la peliaqua y se pasó la mano por el cabello; tendría que apurar su plan o sería cena de animales salvajes.
La peliaqua estaba temerosa, su temor aumentó cuando vio la expresión en el rostro del joven. Quería huir, aquella mirada no era indicio de nada bueno y hasta una vocecilla en su mente le decía a la joven peliaqua que su mayor temor estaba próximo de hacerse realidad.
***
—Debo apresurarme —dijo la rubia para sí misma; un sonido cercano la alertó, alguien lloraba, olvidando el dolor de su tobillo corrió desesperada.
"No lo hagas" decía una voz que ella conocía a la perfección, era la misma voz que tantas veces le había dicho "Te amo, Haruka"; un escalofrío la recorrió al ver la escena, para su suerte nadie percató su presencia. Era de esos momentos donde lo que ves es tan cruel que tu propia mente parece querer paralizarte para asimilar lo que sucedía.
—Michiru —es lo único que atinó a murmurar la rubia, la escena era peor de lo que había pintado en su mente.
No estaba segura de si lo que tanto temía había sucedido, pero luego podía pensar en eso; se lanzó al rubio y con su brazo intentaba cortarle la respiración; pudo oír el sonido de un disparo, no estaba segura de si le había dado a ella o alguna de las otras dos chicas. Mitsuo se quedó sin aire y cayó al suelo estando al borde de la inconsciencia, la rubia tomó el arma y sin pena le apuntó a la cabeza, el chico puso una expresión de pánico justo cuando dos balas se le incrustaron en la frente.
—Perdón por demorar, Michiru —habló la rubia pero su novia no dijo nada, se quedó allí llorando y la rubia la desató a ella y a la pelinegra.
Se quitó la camisa y se la puso a su novia para cubrir su desnudo torso; ni siquiera en ese momento la peliaqua dijo algo. La pelinegra no decía nada, ya que, no lo creía oportuno, solo se quedó viendo el temor grabado en los ojos de la peliaqua y como la rubia tenía cubriéndole todo el pecho unas vendas.
Nadie dijo nada en todo el trayecto, no hubo ni una despedida cuando la pelinegra se fue a su casa; obviamente en el camino la rubia se encargó de detener el sangrado de la herida de la pelinegra.
La peliaqua y la rubia llegaron a su casa, Haruka quiso hablar con la de ojos azules, pero esta en silencio se retiró a su habitación; la rubia pensó en seguirla, aunque tal vez era mejor dejarla sola, ninguna se sentía lista como para hablar con la otra. Aquella casa que en otra ocasión había oído sus risas y palabras de amor ahora no oía nada, solo un glacial silencio que parecía no querer ser roto por ninguna.
Michiru se sumergió en la tina aún llorando, sus manos cubrían su rostro mientras sus lágrimas se mezclaban con el agua, llevaba tanto rato allí que el agua tibia ahora estaba helada; de todos modos la peliaqua no lo percibía, estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no notaba siquiera el dolor en ciertas partes de su cuerpo.
***
La rubia durmió en el cuarto de invitados para no incomodar a su sirena.
A la mañana siguiente le preparó el desayuno y tocó la puerta del cuarto esperando que su novia la deje pasar, no tuvo respuesta así que entró, las cortinas estaban cerradas así que era escasa la iluminación, vio la figura de su novia durmiendo en la cama y se acercó a ella, no sin antes dejar la comida en una pequeña mesita que había allí.
Parecía dormida así que le acarició la mejilla; para su sorpresa la joven abrió los ojos en un parpadeo, al ver aquella figura acariciándole la mejilla de manera no intencional la empujó.
—Michiru, soy yo —dijo la rubia; su tobillo estaba bien, al parecer ayer solo al caer hizo un mal movimiento ya que al despertar no le dolía casi nada.
—Haruka, ¿Eres tú? —preguntó la peliaqua examinado mejor a la persona que recientemente había empujado al suelo.
—Sí, Michiru —respondió la rubia poniéndose de pie.
La rubia fue a abrir las cortinas y al regresar al lado de su novia se asustó al verla; tenía ojeras y algo de palidez.
—Debes comer, Michiru —ordenó la rubia yendo por la bandeja y poniéndola a un lado de la cama.
—No me siento bien como para comer, Haruka —dijo la peliaqua llevándose una mano a la cabeza, le dolía por no haber dormido.
—Come por mí, ¿si? —habló la rubia besando la frente de la peliaqua.
Haruka vio la expresión de disgusto en la peliaqua al momento de darle aquel beso en la frente. Algo no andaba bien.
—Comeré, pero déjame sola; planeo comer y luego irme a dormir —confiando por lo dicho por su novia abandonó el cuarto.
La peliaqua por fin se permitió dejar caer las lágrimas que estaba aguantándose, su mente la torturaba.
—Estoy sucia —murmuró la peliaqua, sentía asco de sí misma; no quería probar bocado, así que buscó como deshacerse de la comida; abrió la ventana y vio a un niña mendigando, haciendo gestos llamó su atención y la niña se acercó, buscó una cuerda y la ató en una pequeña cesta, puso su comida y la bajó dándosela a la niña, la pequeña feliz tomó los alimentos y gustosa se los comió.
"Vuelve en la tarde" dijo en voz baja la peliaqua y la niña la oyó, asintió y se fue. La peliaqua tan solo tuvo que tomar el agua y con eso en el estómago intentó dormir sin conseguirlo.
Continuará...
¿Por qué creen que actúe así Michiru?¿Haruka se dará cuenta a tiempo del daño que se está haciendo su novia?
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