Piezas
—Sabía que traer a esa mocosa sería de gran ayuda —habló el padre de Michiru fumando un cigarrillo.
—Señor Kidai, espero sus órdenes —habló un albino de ojos grises mirando a su temporal amo. Después de que le pagaran su parte del trato jamás volvería a verlo.
—No seas impaciente, Diamante —dijo el padre de la peliaqua mirando un tablero de ajedrez que tenía enfrente suyo.
***
—Setsuna, debemos hablar a solas —interrumpió Seiya a la peliverde que platicaba gratamente con la peliaqua. Pudo ver en los ojos de la pelinegra una seriedad que la inquietó.
—Discúlpame un momento, Michiru —habló Setsuna poniéndose de pie y dejando la habitación donde se encontraba; ya estando lejos de los oídos de la peliaqua podían hablar sin ser oídas.
—No me digas que dejaste embarazada a Serena —bromeó la peliverde intentando bajar la tensión del ambiente.
—Claro que no; además soy mujer —respondió ruborizada Seiya. Lo dicho por su ama le causaba cierto bochorno.
—Alguien en el pueblo parece haber estado espiando a Serena cuando le dije que Haruka estaba bien... O sea que estaba aquí contigo; escuché un ruido así que eso solo demuestra que esas dos corren peligro —dijo Seiya con voz seria.
—Hay que estar alerta, no podemos dejar que nadie vea a esas tres; Serena ya se debe de haber ido porque dentro de poco es su matrimonio así que estará a salvo. Me preocupan Haruka, Michiru y Shinai; ya sabes qué hacer, yo les avisaré. Kidai y sus hombres no demorarán —sentenció Setsuna con voz de hierro; la pelinegra asintió y fue en busca de Hotaru.
***
—¿Sabes qué es esto Diamante? —señaló Kidai el tablero de ajedrez que tenía acomodadas las piezas de un modo peculiar. Tan solo habían dos piezas blancas y tres negras.
—Un tablero de ajedrez —habló confundido el albino sin comprender qué tenía eso que ver con el encargo por el cual le iban a pagar.
—Exacto; este rey —puso su dedo índice sobre la pieza del rey de color negro—, es esa Tenoh; y esta dama —señaló una que no estaba posicionada en el tablero, la pieza era blanca—, es mi hija, Michiru; Haruka cree que con quitarme mi dama ha ganado, pero se equivoca; mira este peón —indicó a Diamante cuál era poniendo su dedo encima de la pieza, a simple vista era insignificante—, eres tú, estás a una casilla de coronar y podrás convertirte en dama; eso es lo que esa rubia no ve venir, y cuando intente moverse tú entrarás y le darás un jaque mate —habló el padre de la peliaqua con un odio reflejado en su mirar.
—Esta vez no le daremos un simple jaque a esa Tenoh; le daremos uno del cual no saldrá viva —manifestó Kidai imaginando a la rubia agonizar rogando por la muerte.
***
—Ya me parecía demasiado raro que mi padre no haya calculado las cosas; sabía que tu prima te buscaría y por eso todo este tiempo la anduvo vigilando. Ahora ya sabe dónde estamos —dijo la Michiru mirando a Setsuna; esta les acababa de contar lo dicho por Seiya.
—¿Dónde están mis cosas Setsuna? —preguntó la rubia mirando por la ventana a ver si observaba algo sospechoso o a alguien acercarse por las cercanías.
—Donde siempre han estado, Haruka —respondió Setsuna caminando hacia las escaleras, y tocando la pared de debajo de estas hasta que se escuchó un sonido hueco.
—Me sorprende que te acuerdes donde las guardábamos —habló la rubia ayudando a la peliverde poniendo la llave que llevaba colgando en el cuello.
—Nunca me la quito —dijo la rubia metiendo la llave en una minúscula hendidura y se abrió una puerta.
Era un cuarto donde habían espadas, lanzas, arcos y flechas, hasta pistolas, rifles y muchas más armas; la peliaqua se llevó ambas manos a la boca de la sorpresa, era todo un arsenal.
—Setsuna, ¿Asaltaste algún ejército? —bromeó Michiru algo sorprendida y ligeramente asustada; por qué alguien tendría todo eso en su propia casa. La peliverde sonrió.
—Claro que no, Michiru, mi familia siempre ha creído que en algún momento alguien podría atacarnos o algo similar así que prefirieron prevenir que lamentar; algo paranoica mi familia o al menos eso creo; el caso es que nos servirá de mucho, dudo que vengan desarmados y a llevarte por las buenas; aparte intentarán matar a Haruka y eso demuestra que no vienen en paz —habló Setsuna tomando en manos un sable.
—Creo que esto te servirá, Michiru —-dijo Haruka extendiéndole a su novia una pistola—. A mí con esto me basta —señaló la rubia tomando una espada y una pistola, el arma de fuego la puso en su cinturón y la espada la guardó en su funda que colgaba de su espalda, estaba preparada, tanto entrenar con Setsuna la hacía dominar muy bien toda clase de arma blanca.
—Esto será una carnicería —habló la peliverde mirando su reflejo en el sable que traía en manos; su familia la había entrenado para matar a sangre fría, lo cual nadie creería, ya que, los Meioh se caracterizaban por ser pacifistas; en realidad esa era la imagen que querían dar; siempre su familia tuvo secretos.
***
—Ya está todo arreglado —dijo Zafiro acomodando su pistola dentro de su abrigo.
—Entonces ya es la hora —habló Kidai montando su corcel y dirigiéndose con sus hombres que a sueldo le iban ayudar a poner fin con Haruka Tenoh.
***
—Ya vienen —gritó Seiya montada en una yegua café, había hecho que el equino corriese lo más rápido posible; tomó el atajo y de ese modo llegó lo más pronto.
—Están algo lejos—dijo Seiya recuperando aire; con ayuda de Shinai entró en la mansión a descansar un rato. Llevaba horas vigilando.
Haruka y Setsuna ya estaban preparadas par responder al ataque. La primera, aunque pretendiera ocultarlo, estaba preocupada.
—Si hace falta daré mi vida —habló Haruka empuñando su espada.
Continuará...
Ya salí de vacaciones,después de una semana de exámenes podré descansar.
Ojalá les gustara el capítulo ya que lo hice con mucho esfuerzo y cariño.
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