Peligro

—Me preocupa mi mamá —dijo la Michiru recordando todas las veces en que su padre había maltratado a su madre.

—No te preocupes, Michiru; ahora que ella está aquí con nosotras él no podrá hacerle nada; prometo protegerlas a ambas si es que algo llegara a suceder —la calmó Haruka tomando la mano de su novia y mirándola a los ojos.

—Gracias Haruka, pero también promete que no me dejarás sola —pidió la peliaqua, sabía que su novia era capaz de todo por ella, hasta el extremo de morir.

—Te lo prometo, Michiru —respondió Haruka abrazando a la peliaqua, la calidez del abrazo provocó una sensación de seguridad en la peliaqua; no podía haber elegido a alguien mejor.

—Te amo, Haruka Tenoh —murmuró la peliaqua sumergiéndose en el sueño; realmente su cuerpo y alma se sentían cansados.

***

—Seiya, ¿Verdad? —preguntó una mujer peliaqua al ver como la pelinegra cocinaba.

—Está en lo correcto, señora... —en ese momento la pelinegra cayó en la cuenta de que no sabía el nombre de la madre de Michiru.

—Shinai —respondió la mujer modestamente acercándose a ver lo qué cocinaba la pelinegra.

—Estará lista dentro de poco —agregó la pelinegra sin quitar la vista de la olla.

—¿Quieres que te ayude? Debes estar cansada; no creas que no he notado que aparte de la señorita Meioh y tú haya alguien más en la casa —habló la Shinai; no le gustaba sentirse inútil, ya consideraba suficiente que la dejaran quedarse.

—Setsuna prefiere hacer la mayoría de las cosas ella sola, a pesar de tener dinero no soporta sentirse inútil; aunque en realidad no soy la única que trabaja para la señorita, también está Hotaru, ella se encarga de cuidar a los animales del establo, a mí no se me da cuidar animales, o mejor dicho los animales me detestan, una vez... —decía la pelinegra cuando alguien entró a la cocina.

—...Una vez ordeñó mal la vaca y el animal le dio una patada en las costillas, es una suerte que no se le rompiera algún hueso —interrumpió a Seiya una chica pelinegra de ojos morados.

—Disculpe señora por no saludarla debidamente, soy Hotaru —dijo algo ruborizada haciendo una ligera reverencia.

—No hacen falta esa clase de atenciones; quisiera ayudar en algo —ambas pelinegras se miraron y parecían pensar qué cosa podría hacer Shinai.

—Acompañe a Hotaru, Shinai —habló Seiya amablemente a la peliaqua—. No se preocupe, es algo de lo más sencillo.

***

—Setsuna, ¿Cómo conociste a Haruka? —preguntó Michiru quien iba tomada de la mano de la rubia.

—Nos conocimos de niñas, nuestras madres eran amigas, así que a veces ellas se visitaban entre ellas a tomar el té y gracias a eso siempre nos veíamos; desde que los padres de Haruka la aislaron por sus gustos ya no podíamos vernos directamente, así que solo hablábamos por cartas; y ella siempre me hablaba de ti, y ahora por fin tengo el gusto de conocer a la famosa Michiru Kaioh, la mujer que trae loca a esta egocéntrica rubia teñida —dijo la peliverde bromeando en las tres últimas palabras que mencionó.

—No soy teñida, mi cabello es natural, lo tengo así desde siempre —habló la rubia haciéndose la ofendida.

La peliaqua no evito reír por las palabras de Setsuna y por la infantil reacción de su novia. Hasta la manera de reír de Michiru era muy delicada; a Haruka le parecía muy linda cuando lo hacía. A las tres les llanó la atención oír un grito y fueron velozmente a ver lo que sucedía.

—Déjame; monstruoso plumífero —se oyó un grito; así que las tres fueron a ver qué pasó, al llegar hicieron lo posible por reír tal y como de niñas les habían instruido.

Haruka siempre había detestado esa clase de reglas, pero al final había terminado haciendo algunas de estas parte de su vida; realmente ciertas reglas eran necesarias.

—Realmente los animales te odian, Seiya —dijo Shinai viendo como la gallina picoteaba la cabeza de la pelinegra que yacía tendida en el suelo, su ropa estaba cubierta de plumas y algo de tierra.

—Lo siento, plumífero demoniaco —como pudo se puso de pie y se apartó de la furiosa gallina; acto seguido se puso detrás de Hotaru y se pasó la mano por donde la gallina le había picoteado.

—Si la gallina no te quiere a pesar de ser un animal irracional, comprendo por qué no consigues novia —dijo Hotaru recibiendo una mirada enojada de Seiya.

De todos modos Hotaru no lo notó porque estaba de espaldas; por más que Seiya quisiera no podía enojarse del todo, porque si lo pensaba bien, la situación hasta cierto punto era graciosa.

***

—Con que recolectar huevos —dijo Michiru mirando la canasta que su madre traía en la mano, en esta habían varios huevos.

—Seiya torpemente pisó la cola de esa gallina intentando conseguir algún huevo y al mismo tiempo se resbaló; para qué decir el resto, de todos modos ya lo saben ustedes —habló Hotaru recordando como la gallina se lanzó a picotear a Seiya.

—A comer o esta delicia se enfriará —dijo Seiya empezando a comer de su plato velozmente; suponía que todo el día se la pasarían hablando de su problema con la gallina, así que prefería salir al pueblo a pasear. Obviamente pidió permiso a Setsuna, esta con todo gusto se lo concedió.

***

Seiya caminaba despreocupadamente por las calles del pueblo, necesitaba despejar su mente por un rato, prefería pensar que al día siguiente nadie recordaría el incidente con la gallina.

Siguió caminando y vio a una chica que caminaba algo desorientada, en sus ojos reflejaba preocupación. Algo le decía que la siguiera y así lo hizo; fue tras la chica manteniendo una distancia prudente hasta llegar a la plaza donde la joven se sentó en un banco, su mirada estaba perdida y en sus ojos mantenía algunas lágrimas.

Seiya sintió una necesidad de consolarla así que se acercó a ella. El cabello de la desconocida no se dejaba ver por culpa de una capucha que apenas dejaba ver su rostro.

—¿Estás bien? —preguntó provocando que la chica se sobresaltara.

—Sí —mintió la chica mirando a los ojos a Seiya.

Cuando cruzaron miradas las expresiones de ambas cambiaron; se sentían sorprendidas, no creían que fuera algo posible.

—Serena —murmuró por lo bajo la pelinegra; la joven encapuchada le hizo una señal para que guarde silencio.

—Estoy buscando a Haruka, después del incidente en la plaza salí en busca de información para saber cómo está mi prima; me prometí que no me iría hasta saber que ella está bien —dijo Serena mirando al suelo. Temía que atrapen a su prima.

—No te preocupes; ella está bien —dijo la pelinegra con una sonrisa que le irradió confianza a Serena.

—No me digas que... Setsuna... lo entiendo; creo que ahora puedo irme en paz —habló la rubia acomodándose la capucha y poniéndose de pie—. Gracias; cuídate mucho, Seiya —se despidió Serena dándole un beso en la mejilla a la pelinegra.

Un sonido se escuchó, como si alguien hubiera pisado una rama; Seiya miró a todos lados, mas no vio a nadie, aún insegura se fue del lugar de regreso a la mansión de Setsuna.

Continuará...

que demoré en publicar el capítulo; ando corta de tiempo, se acercan los exámenes finales y por mucho que adore escribir mis estudios siguen siendo demasiado importantes como para dejarlos de lado.

Aún así espero que les gustara el capítulo, no olviden votar.

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