El rescate
La peliaqua despertó e intentó moverse, pero no podía, observó sus pies y unas sogas la tenían atada. Intentó mover sus manos, mas también estaban inmovilizadas, quiso gritar, el problema que le habían puesto una mordaza para que no hablara. Quería identificar dónde estaba; con la vista recorrió el poco iluminado lugar hasta que por fin se dio cuenta donde estaba; era el desván de su casa; intentó recordar cómo fue que llegó allí, aunque solo conseguía recordar cuando se asomó por la ventana de la casa de Setsuna. Luego de eso todo fue demasiado rápido. Se concentró un poco más y los recuerdos retornaban a su mente.
—Sal Kaioh, tú decides si te llevo por las buenas o por las malas —dijo la voz de Diamante en el cuarto; la peliaqua escondida entre las cortinas rogó porque no la encontrara.
Michiru intentó ocultar sus nervios, podía ver a Haruka junto a Setsuna peleando; ella también debía pelear aunque la capturaran, si lograban llevársela no sería por las buenas.
—Te encontré —gritó Diamante corriendo la cortina dejando ver a la peliaqua. Como pudo Michiru tomó coraje y golpeó al peliblanco.
Él astutamente fingió tirarse al piso de dolor y en ese segundo en que la peliaqua bajó la guardia estiró su mano y la jaló del pie; Michiru perdió el equilibrio y se sujetó de lo primero que encontró, la cortina. Diamante se puso de pie sin soltar el pie de la joven; la de ojos azules se rehusaba a soltarse de la cortina, cuando por el ardor en sus manos la joven no pudo más, soltó la cortina dejándola algo rasgada; aprovechando que usaba tacones consiguió darle una patada al peliblanco, la punta del tacón se incrustó en el abdomen del de ojos grises; este instintivamente soltó a la peliaqua, aprovechando eso se puso de pie e intentó correr al cuarto secreto pero frente a ella apareció Zafiro; nerviosa la joven buscó su pistola, no obstante, al parecer se le había caído su arma en el cuarto secreto.
Zafiro la acorraló junto con Diamante hasta una esquina del cuarto haciendo que la peliaqua botara una pequeña mesita que había allí, el sonido del florero romperse le dio esperanza a la joven, se agachó velozmente y cogió un fragmento del florero sin cortarse y con este rasguñó la mano de Zafiro, el cual retrocedió; por lo contrario, Diamante se abalanzó sobre la peliaqua y inmovilizó sus brazos mientras que Zafiro ignorando el ardor del corte, la tomó de los pies alzándola entre los dos; en un último intento de salvarse se libró de Diamante e intentó con sus uñas sujetarse del suelo el cual quedó con marcas de uñas. Por último el peliblanco le dio un golpe en la cabeza que la noqueó.
Ahora recordaba como llegó hasta allí; desde afuera podía oír unos pasos aproximarse, lo que la dejó helada fue escuchar la voz de su padre. Su voz iba cargada de rabia y furia capaz de asustar al mismísimo diablo.
***
—Prometo rescatarla, Shinai; confíe en mí, traeré a Michiru sana y salva porque la amo —aseguró la rubia a la madre de su novia.
—Ahora si nos disculpa debemos hablar del plan de rescate; Seiya, llévala a descansar —pidió Setsuna amablemente. En un abrir y cerrar de ojos Haruka y su mejor amiga ya se encontraban solas.
—Haremos lo más obvio, debemos ir donde Kidai; acabamos con sus hombres así que no será difícil perpetrar la mansión, mas hay que ser discretas porque no sabemos en qué parte está Michiru —habló la rubia mirando a Setsuna.
—Prometo que haré lo que haga falta para que ustedes salgan vivas —dijo la peliverde examinando las facciones del rostro de su amiga; no lo negaría, de niña se había enamorado de Haruk. Pero siempre supo que nunca estarían juntas; la rubia ya sabía los sentimientos de Setsuna hacia ella, puesto que, la peliverde hace años le había confesado lo enamorada que estaba de ella.
Pese al rechazo, su amistad perduró y siguió con naturalidad. Setsuna sabía que una de ellas no saldría viva de aquel rescate y se aseguraría que sus dos amigas salieran vivas; si moría lo haría en paz, ya que, la persona a la que siempre amó sería feliz; eso era lo que le importaba, que la rubia fuera feliz.
—Setsuna, yo... —dijo nerviosa la rubia al tener tan cerca a la peliverde; sus labios se encontraban separados por escasos milímetros.
—No digas nada Haruka; lo sé, les deseo felicidad —terminó de decir la Setsuna y le dio un beso a su amiga cerca de la comisura de sus labios.
—Setsuna; en serio perdóname —se disculpó la rubia cuando la peliverde le dio la espalda y abrió la puerta.
—Mañana a primera hora afuera, tenemos cinco horas para dormir; buenas noches, Haruka —dijo la peliverde saliendo del cuarto y cerrando la puerta tras de sí.
***
La peliaqua no se movía del dolor; su vestido y el corsé que traía puesto habían debilitado los golpes de la correa, pero aún así el dolor era inevitable. Le alegraba que su padre no la golpeara tanto, aunque de todos modos sabía que si su padre volvía por segunda vez no tendría compasión alguna. Por una minúscula ventana podía ver el cielo nocturno, mientras miraba las estrellas rogaba porque su novia llegara lo más pronto posible.
***
—Yo seré quien la mate —habló embravecido el padre de la peliaqua mirando a Diamante y a Zafiro, sus heridas ya habían sido curadas minuciosamente prometiéndoles una rápida cicatrización.
—Esa Tenoh rogará por morir; pero antes de eso haré que vea sufrir a su amada hasta la muerte —dijo Kidai con rabia mirando a sus secuaces.
En la oscuridad de aquella noche planes perversos se gestaban en los corazones de dos hombres.
—Ya llegué —dijo una voz y entró al cuarto un chico rubio de ojos azules.
—Mitsuo, prometo conseguirte una prometida mucho mejor que mi hija; mas ayúdame a matar a Tenoh y a ese engendro que supuestamente es mi hija —dijo Kidai mirando al rubio.
—Con gusto Kidai, de preferencia quiero a Rei Hino; es una belleza excepcional y una mujer madura —habló el rubio y el padre de la peliaqua asintió.
Continuará....
Mañana intentaré actualizar.
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