Bodas de sangre
El día de la boda por fin llegó. El revuelo en toda la casa era tal que si pasabas por los pasillos serías arrastrado por varios sirvientes yendo y viniendo con los últimos preparativos; la novia en su cuarto acompañada por su madre trataba de lucir lo más feliz que el dolor le permitía.
—Es una verdadera pena que la madre de tu amiga Rei haya enfermado —habló Ikuko observando a su hija, la cual tenía dos trenzas a los lados y el resto de su cabello rubio suelto.
—Si le hubiera pedido que se quedara me habría sentido culpable —contestó recordando cuando Nozomi le mostró la cadena de la joven Hino.
Sin querer sus ojos derramaron unas lágrimas; la madre preocupada con su pañuelo secó el llanto de su hija.
—¿Qué sucede mi cielo? —interrogó la mujer con ternura abrazando a su pequeña.
—Es solo que hubiera querido que Mina también estuviese aquí —contestó sabiendo que su dolor era por la culpabilidad que le ocasionaba saber que Rei estaba muerta.
Los recuerdos del día en que la mujer de cabellos negros y ojos violeta llegó la perturbaba; de no ser porque intentó revelarse a las amenazas de Nozomi su amiga permanecería en este mundo.
—Rei que gusto verte —saludó Serena llena de entusiasmo.
—Ha pasado tanto tiempo Serena, ya extrañaba platicar contigo —contestó la pelinegra entrando ambas a la casa.
Fue dentro de unos minutos cuando ambas en el balcón gozaban de la puesta del sol mientras tomaban té; allí Rei le anunciaría sobre su boda con Nícolas, fue tal la alegría reflejada que se hacía contagioso. Que su amiga ya no pudiera gozar de una vida con su amado era la causa de su actual remordimiento, para que valga la pena su muerte cumpliría las demandas de Nozomi; ese día finalizaría su martirio.
***
Los invitados ya habían llegado y todo estaba listo, dentro de muy poco la novia caminaría al altar para dar lugar a su matrimonio. Se habían sentado juntas Amaya, Haruka, Michiru, Seiya y Hotaru; hablaron por un rato hasta que la novia hizo su aparición, al completarse toda la ceremonia se prosiguió a disfrutar de una celebración por los recién casados.
Amaya estaba sentada como buena niña en una silla aguardando que sus madres dijeran que era hora de irse a dormir, la celebración era bastante bonita y el ambiente agradable; Serena se acercó a ella y la llevó a bailar. Su tía lucía bastante bonita usando ese sencillo vestido marfil con bordado de flores, por un momento se imaginó que posiblemente un día ella estaría en su lugar al lado de una persona que la amara y respetara; aunque faltaba bastante tiempo para eso, por ahora disfrutaría el tiempo al lado de su familia.
—Amaya —dijo algo titubeante la novia.
—¿Si tía Serena? —respondió la niña.
—Acompáñame, te daré un regalo muy especial —soltó con una falsa sonrisa.
—Está bien tía, dudo que mis mamá noten que me fui por unos momentos —que le contestara con tal inocencia le causaba una mayor culpa.
Haruka y Michiru cada cierto tiempo volteaban la mirada hacia donde estaba sentada su pequeña, al no verla se alarmaron y comenzaron a preguntar por ella, las copas habían hecho efecto en algunos y otros simplemente estaban concentrados en disfrutar la fiesta; con la angustia invandiendo sus mentes empezaron una búsqueda ardua. Ingresaron a la mansión, pues todo fue en el patio del lugar; el cuarto de su hija estaba vacío, cada segundo incrementaba el miedo.
En el jardín Nozomi recibió a la niña, la cual al notar que algo malo sucedía gritó hasta donde le permitieron sus pulmones dejándola afónica; la decepción en los ojos de la menor mataba a Serena, quien solo volteó sintiendo un nuevo cargo de consciencia. Para la niña las emociones que la inundaron eran demasiadas, jamás imaginó que cuando apenas su vida estaba comenzando vendría alguien a destruir esa felicidad que por fin estaba experimentando; los besos de sus madres al irse a dormir, los cuentos y los juegos, todo eso ya no sucedería.
—Tía, ayúdame —rogó una vez más con dolor en su garganta; las lágrimas escurrían por sus mejillas.
Serena la miró por última vez y sin pensarlo corrió al rescate de su sobrina, no sería capaz de vivir con ese remordimiento el resto de sus días; su prima confiaba en ella y no sería capaz de traicionarla de ese modo. Nozomi furiosa arrojó a la niña al piso y con su arma apuntó a la joven Tsukino; la niña jaló del vestido a quien la empujó haciendo que fallara el tiro.
—Maldita mocosa —refunfuñó tomándola de los cabellos y pegándole el cañón del arma a la cabeza—; si no cierras tu boca acabaré contigo y la inútil de tu tía.
Su tono asustó a la niña evitando que se rehusara a ser llevada, debían irse rápido de allí porque el disparo podría haberlo oído alguien; unos tipos las aguardaban fuera de la mansión y allí partieron para cumplir las órdenes de quien los contrató. Al poco tiempo Haruka y Michiru aparecieron en el jardín viendo a Serena desagrándose y con prisa Tenoh la cargó en brazos mientras Michiru le preguntaba qué pasó.
—Miranda... —susurró con debilidad—... Shimura —dijo Serena perdiendo la consciencia.
Nozomi aquel mismo día ne la mañana le ordenó que después de que todo sucediera le dijera a Haruka y Michiru el nombre de quien estaba tras todos los acontecimientos.
Kaioh fue la primera en reaccionar al oír el apellido, era igual al de Mitsuo; ya su novia le contó que al parecer su anterior prometido tenía una hermana, de la cual sabían apenas que tenía sentimientos incestuosos para con su hermano. Ambas comprendieron finalmente lo que sucedía, no había tiempo, debían ir donde Miranda para rescatar a Amaya y con suerte forzarla a devolverles a su hija; no era importante si debían ensuciarse las manos para eso, solo querían a su hija devuelta.
En otra parte, Miranda deseaba poder ver el sufrimiento de ambas mujeres que le quitaron a su hermano, debían prepararse porque aún faltaba la mejor parte; la daga en sus manos pronto pondría fin a su vida.
—Apresúrense Haruka y Michiru.
Continuará...
Por fin este fanfic se acabará, estamos a un par de capítulos del final.
Gracias a todos quienes no han dejado de leer este fanfic, no lo considero muy bueno y que hayan personas a las que les guste me alegra.
Comenten y voten, eso me anima a seguir escribiendo.
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