A solas
Tal y como calculó Haruka dentro de una hora ya estaban a las afueras de la mansión Tsukino; la reja de metal fue abierta por un par de sirvientes dejando que pasara el carruaje, estando ya a la entrada de la casa Haruka hizo parar a los caballos y junto a su familia descendieron de su transporte. Serena con una radiante y cálida sonrisa las recibió.
—¡Tía Serena! —chilló emocionada Amaya, por fin conoció a su tía; su mami Haruka le contó muchas cosas sobre Serena y por eso tenía tantas ganas de conocerla.
La joven Tsukino sintió una presión en el pecho, era remordimiento; adoraba a su prima Haruka y jamás se perdonaría lo que tendría que hacer. Cuando imaginó los días próximos a su boda supuso que estaría ansiosa, mas ahora lo que la inquietaba no era decir el sí frente al altar, sino aquello que se vería forzada a cumplir; de un inicio no quiso aceptar, pero lo que la tenía entre la espada y la pared era que desde la primera carta no dejaban de seguirla; siquiera estando dentro de su propia casa dejaba de ser vigilada, las advertencias eran claras y al verse acorralada supo que negarse no era una opción.
—¡Felicidades cabeza de bombón! —saludó eufórica la joven Tenoh.
Estaba feliz de acompañar a su prima en algo tan importante como lo era su matrimonio. Siempre se perdió las fechas importantes que hubiera deseado pasar con Serena, por ejemplo: su cumpleaños y navidad. Después de tantos años, Haruka volvía a gozar de libertad, hacía mucho que no se reunía con tantas personas; esperaba saber comportarse con toda la formalidad y elegancia que alguien de su clase debía tomar.
—Buenos días, pequeña Amaya —respondió el saludo Serena—; estaba ansiosa por su llegada, espero que su estancia aquí sea grata—aseguró la señorita Tsukino.
—Perdón si no me comporto como se debe —se disculpó Haruka al notar que su anterior saludo fue muy poco educado y formal; estar años encerrada no le sirvió para poner en práctica sus modales.
—No se preocupe por eso prima querida, lo importante es contar con vuestra presencia —respondió Serena con la dulzura caracterísitica, aunque al decir esto podía notarse un cierto aire de formalidad.
—Mi estimada señorita Tsukino, excúsenos por llegar antes de lo previsto; ojalá nuestra repentina llegada no le cause algún inconveniente, como ya puede ver mi novia estaba colmada de ganas por reunirse con usted —habló Michiru con voz tranquila y pausada.
Amaya apenas si entendía el por qué su mamá Michiru y su tía se expresaban de tal manera; Tenoh sabía a la perfección la manera de hablar que empleaban ambas mujeres, pareciera o no era por ese tipo de comportamiento que las personas de clase alta se distinguían de cualquier otra persona; no era solo la ropa, se trataba de algo más complejo que se reflejaba desde la manera en la que caminaban hasta su modo de hablar.
—Tengo hambre —interrumpió la niña, a diferencia de las dos mujeres poco o nada comprendía sobre cómo actuar.
—Mi casa es su casa; pueden seguirme —Serena antes de voltearse ordenó a un sirviente que dejara a los caballos en la caballeriza y a otro le encomendó que llevara su equipaje al cuarto de huéspedes.
Cuando entraron a la mansión Serena los guió hasta el comedor; durante el recorrido Haruka fue examinando todo a su alrededor, la última vez que estuvo en la mansión Tsukino fue hace tantos años que apenas si recordaba cómo era, de seguro hasta sus tíos habían cambiado.
—En un momento nos traerán el desayuno —explicó Serena tomando asiento; su cabello estaba atado en un moño bajo que la hacía ver más madura.
—Muchas gracias por tu hospitalidad, Serena —agradeció la mujer de cabellos cian con una sonrisa en los labios.
No tuvieron que esperar mucho para que ya se encontrara el desayuno puesto en la mesa; Haruka se disponía comer cuando de repente su prima se percinó, Michiru y Amaya la imitaron comenzando a rezar; de cierta manera a Tenoh le resultaba incómodo, desde que fue aislada de sus padres su fe fue decayendo, así que cosas como la bendición de los alimentos dejaron de ser una costumbre para ella. Recordaba con dolor cuando su padre le dijo que esperaba que cambiara y dejara de ir en contra de la naturaleza dada por Dios; mínimo agradecía que su padre no estuviese tan desquiciado como Kidai Kaioh.
—Michiru —pensó Haruka al sentir como su novia tomaba su mano por debajo del mantel.
La de cabellos cian notó lo pensativa que se encontraba Haruka, por eso en un intento de tranquilizarla tomó su mano entrelazando sus dedos; olvidando los modales y el hecho de que no estaban solas, Michiru dio unos toquecitos sobre sus labios con la servilleta y dio un beso en la mejilla de la joven Tenoh. Los sirvientes que se encontraban presentes miraron algo extrañados la muestra de afecto entre ambas mujeres, no faltaron algunos susurros que la pareja ignoró.
Al llegar la noche ambas mujeres fueron al cuarto donde dormiría su hija para desearle las buenas noches; Amaya no demoró en quedarse dormida porque estuvo gran parte del día jugando con el hermano menor de Serena. Se quedaron un rato contemplando a su hija dormir; luego las dos mujeres le dieron un beso en la frente para después abandonar la habitación.
Casi no caminaron porque su cuarto era contigüo al suyo; al encontrarse por fin a solas mientras se cambiaban sintieron una ligera tensión entre ambas.
—Haruka, ¿Podrías ayudarme? —cuestionó Michiru apartando su cabello al lado derecho dejando ver las cintas que ajustaban el vestido a la silueta de su amada.
—Con mucho gusto —respondió Tenoh con un leve rubor en sus mejillas; ya se había quitado la camisa y sus senos estaban cubiertos por unas vendas que solía ponerse para disimular sus atributos femeninos.
Fue desajustando las cintas hasta por fin retirarlas, recordando el pequeño suceso en la mañana mientras iban camino a casa de Serena no pudo evitar las ganas de tocar con la yema de su dedo índice la espalda de su novia provocando en esta un escalofrío.
Haruka con temor de lastimar a su sirena frenó aquel líbido que hacía unos instantes hizo hervir cada célula de su ser; se alejó y sin decir nada continuó desvistiéndose dándole la espalda a Michiru. La joven Kaioh también imitó su acción, mas con el calor que no dejaba su cuerpo apenas movió su rostro lo suficiente como para por el rabillo del ojo ver el cuerpo de su novia; reteniendo su pasión se limitó a terminar de ponerse la pijama.
Cuando ellas se recostaron en su cama matrimonial se continuaban dando la espalda; el silencio entre ambas era insoportable, por lo tanto se dieron una media vuelta hasta quedar mirándose con fijeza. Probablemente sus miedos eran absurdos; se supone que por ser la primera vez de ambas carecían de una idea de qué hacer con exactitud, por lo tanto juntas irían descubriendo esta nueva experiencia.
Haruka con cierto miedo acercó su rostro al de Michiru, en señal de que podía continuar Kaioh la besó, sus labios se tocaron con suavidad, con ansias reprimidas la rubia se puso encima de Michiru permitiendo una mayor disfrute del beso; sus labios se tocaban causando en ambas una sensación de plenitud, estaban dispuestas a seguir con esto. Michiru llevó sus manos a las mejillas de su novia atrayéndola hacia ella e intensificando el beso.
Continuará...
Bueno, planeaba escribir una escena sexual entre Haruka y Michiru en este capítulo, pero creo que eso lo reservaré para el siguiente. Necesito algo de tiempo para escribir esto porque quiero que quede de manera decente.
Hasta el siguiente capítulo.
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Posdata: Puede que demore un poco en escribir el siguiente capítulo, no tienen idea lo difícil que es escribir este tipo de escenas, quiero que quede bien. Además esta semana tengo exámenes.
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