twenty two | on my knees for you


¡Aviso! este capítulo es medio dulce,
así que antes de leerlo quizás quieran
ver unos snack's salados para comer
mientras leen y contrarrestar lo dulce😁.

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❪🎙️❫



CON UN SUSPIRO Y ACOMODANDO SU MOCHILA LA RUBIA SALIÓ DE MCKINLEY. Sus pies iban casi a rastras contra el asfalto mientras caminaba por la vereda que disponía el establecimiento.

   Una vez divisó el automóvil, se acercó hasta el. Tomó la manija con una de sus manos y jaló de la puerta abriéndola y metiéndose dentro del vehículo, solo para hundirse en el asiento.

Sebastian la observó con curiosidad. Parecía que Alessia estaba a punto de tener un colapso nervioso, y él en definitiva no era la mejor persona ayudando en esos casos.

—¿Mal día? —preguntó con cautela.

—Horrible día —murmuró ella con voz ahogada—. Lo siento, no dije hola —le observó—. Solo... hoy ha sido un verdadero desastre para mí.

Sebastian se preguntó si ese era el momento en que actuaba como persona y preguntaba el porque de eso. No es que no le preocupara Alessia, era solo que en el último tiempo cuando estaba con ella se le olvidaba como actuar. Nunca se preocupaba por preguntar como se sentían los demás, y Alessia rompía esa ridícula regla que nunca antes se dió cuenta había impuesto a si mismo.

—¿Y eso?

Y ahí comenzó.

Él se limitó a observarle en silencio, intentando captar todo lo que Alessia vomitaba de forma rápida y apenas audible. Pudo comprender un par de cosas, como que Sue estaba presionando a Kurt para que se visitera de mujer en las nacionales, logrando incomodar al chico. O como el hecho de que Tina —quien Sebastian no tenía ni idea quien era—, había dejado el club y ahora estaban a falta de un estudiante más. Y un montón de cosas más que no logró entender.

—Antes nada solía importarme, mucho menos los problemas de los demás —se quejó—. Y ahora... —le observó con horror—. Ahora todo lo que les afecta a los demás me afecta a mí... soy como una esponja.

Sebastian no pudo dejar escapar un pequeña risa de diversión. Tal vez era el rostro consternado de Alessia, o la forma en que vomitaba palabras y se sorprendía de ella misma como si lo que acababa de decir se tratara de una realización.

—No es gracioso, Sebastian —protestó golpeándole el hombro.

No supo si fue el puchero en los labios de la rubia o la mirada de cachorrito que le daba, pero en ese momento Sebastian realmente se dió cuenta de lo lejos que habían llegado con Alessia para sacar lados de si mismos con el otro que nunca antes habían enseñado.

Y un calidez se propagó por todo su sistema. Alessia era simplemente Alessia, y algo en ella le hacía desear tenerla cerca todo el tiempo.

—Lo siento, sé que no lo es —le sonrió con suavidad—. Es solo que... nunca antes habías hecho un puchero y te ves adorable.

    La rubia abrió su boca para protestar por ello, sin embargo, nada salió excepto un sonrojo que se propagó por sus mejillas.

—¡Sebast...!

Sin dudad el beso más cliché que el silbador solía darle era aquel en el cual acallaba sus protestas. Y joder, le costaba mucho tener que admitirlo a si misma, pero Sebastian besaba muy bien y le encantaba cuando le besaba así.

   Pero nunca se lo diría. Ni en su lecho de muerte lo admitiría.

   Sus brazos cayeron sobre los hombros del castaño sintiendo como él le acunaba una mejilla con ayuda de una de sus manos, mientras que la restante se detenía en su cintura atrayéndole más a él.

   El beso era lento porque ninguno tenía prisas y también era suave, adictivo, lleno de roces tentadores. Creían que este expresaba perfectamente como era que se sentían por el otro.

   Una pequeña sonrisa arrogante escapó de los labios de Sebastian al sentirla suspirar y temblar levemente bajo su tacto, pero no podía realmente burlarse de ella, porque él llevaba reteniendo ese efecto que ella provocaba en él desde que sintió sus labios juntos por primera vez.

   Y entonces cuando el aire comenzó a ser una necesidad más grande se apartaron.

—Estabas tardando en hacer eso —murmuró Alessia, casi saboreando sus labios mientras hablaba.

—Hay solo dos circunstancias en las que lo hago —se encogió de hombros.

   Aún estaban cerca, sus narices se rozaban debido a la cercanía y el habla.

—¿Sí? ¿Cuáles?

—Cuando ríes y cuando te quejas de mí.

—La primera nunca ha pasado —negó sonriendo.

—Siempre hay una primera vez para todo —le sonrió de vuelta—. Justo como ahora, estás sonriendo.

—No es lo mismo reír y sonreír, Seb.

—¿A no? —fingió fruncir el ceño en confusión.

—No lo vas a lograr —negó con burla—. Suerte la próxima vez.

—Siirti li priximi viz —repitió—. Como si quisiera, ni que fueras tan importante...

   La rubia negó con diversión y le tomó del mentón jalándole hasta ella. Rozó sus labios con los de él, mezclando sus alientos.

   Una sonrisa resbaló de sus labios al ver como él cerraba los ojos en espera del beso, y antes de darse cuenta dejó caer una risita genuina.

   Y ante eso ambos se observaron con burla y desafío.

—Estabas esperando a que te besara.

—Te reíste.

   Ambos canturrearon a la par, sin embargo terminaron frunciendo sus ceños ante las declaraciones contrarias.

—Vete al demonio —dijeron a la par.

—Eres desagradable —mencionaron a la vez.

—Ya basta —una vez más hablaron con sincronicidad.

—Sebastian.

—Alessia.

   La rubia se cruzó de brazos irritada, mientras que Sebastian comenzaba a reír. Había algo en ella que siempre le arrancaba risas y sonrisas genuinas.

—No seas gruñona.

—Te voy a golpear —le hizo saber alzando uno de sus puños.

—No puedo esperar a que lo hagas —se burló, pero no tardó en recomponerse, recordando el porque había pasado por ella—. ¿Estás lista? —cuestionó.

—¿Lista para qué? —preguntó aún frunciendo el ceño.

—Para que te saquen esa cosa de la mano —indicó con obviedad.

   Inmediatamente el rostro de la rubia perdió color.

—Oye, todo va a estar bien —Sebastian le aseguró, dejando caer su mano en el muslo de la rubia en donde dejó un apretón.

—Seguramente me voy a desmayar.

—Vas a estar bien —repitió.

—Dijo el psíquico.

—Alessia...

—Solo vamos, antes de que salga huyendo —murmuró.



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EN TEORÍA SÍ HUYÓ. O BUENO, LO INTENTÓ, porque en el momento en que se encontraban entrando al hospital y tomó otra dirección comenzando a caminar más rápido de lo normal, Sebastian tuvo que ir tras ella. Y luego de un poco de forcejeo terminó arrastrando a Alessia de la mano en la dirección correcta.

Claro que más tarde la rubia no le habló, ni le observó y con suerte se subió al auto debido al resentimiento. Pero luego de pasar por pizza, todo quedó en el olvido. O bueno, casi, porque al ver como Sebastian quería pagar por todo, Alessia procedió a ignorarlo una vez más.

   En aquellos minutos que se encontraban en el vehículo camino al hogar de la rubia, Sebastian no pudo evitar pensar en lo melodramática que podía llegar a ser Alessia para algunas cosas. No tardó en recordar que la rubia pertenecía al Glee Club y con eso justificó su exagerada forma de reaccionar. No podía esperar menos.

Tampoco planeaba hacerle saber su actual pensamiento porque conociéndola, sabía que la rubia era capaz de golpearle.

   Una vez se estacionó fuera al hogar de los abuelos de Alessia, bajó apresurándose a seguirla mientras cargaba la caja de pizza en sus manos, y con las llaves del vehículo colgando de uno de sus dedos. No iba a mentir casi se cayó en el proceso.

Siguió los pasos de Alessia y se adentró en su hogar cerrando la puerta suavemente con ayuda de uno de sus pies.

   No tardó en dejarse caer a un lado de ella, dejando la caja de pizza sobre la mesita al centro de la sala, solo para voltearse en dirección a la rubia, viendo como esta navegaba por los canales de televisión.

   Recayó en la forma en que Alessia fruncía el ceño, sin poder evitar notar como tal gesto era forzado, y es que era fácil para él diferenciarlo cuando la había visto tantas veces realmente molesta. También detalló en la forma en que sus mejillas tenían un ligero color rojizo, y como sus pestañas largas y rizadas acentuaban la forma y el color de sus ojos. Y sus labios... tenía que confesar que se había vuelto adicto a sus labios, y si bien le encantaba sentirlos junto a los de él, le encantaba mucho más verla dar pequeñas sonrisas.

Sus ojos y sus labios eran la cosa favorita de Sebastian sin dudas.

—¿Qué miras, baboso? —se quejó Alessia observándole, aún molesta.

—Que eres muy mala actriz, y que solo finges estar molesta para molestarme a mí —respondió sonriéndole.

—Vete al demonio, Smythe —masculló.

—Siempre tan encantadora —blanqueó su mirada.

—Para ti, especialmente —le mostró una sonrisa cínica.

Alessia se volteó al frente, prestando atención a la televisión, y por siguiente, Sebastian hizo exactamente lo mismo.

Minutos más tarde, no pudo evitar verse sorprendido cuando Alessia se acomodó a su lado y dejó caer su cabeza en su hombro, acurrucándose a su lado.

La respiración le había rehuido por unos segundos mientras intentaba acoplarse a la calidez que ella le compartía con su cercanía. Cosa que no le tomó mucho trabajo. Ni siquiera se había dado cuenta de la forma en que su mano temblaba de forma casi imperceptible, pero lo hacía. Por lo que, intentando ocultar tal efecto, con precaución posó su mano sobre la cintura de la rubia.

Al ver que ella, no le alejaba, ni se sobresaltaba, la atrajo más a él, deseando más cercanía y calidez. Y entonces, ella entrelazó sus manos.

Y en ese instante, Sebastian supo que ya no quería apartarse de ella.








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HOLA

perdón por la tardanza,
ya sé que dije que iba a
actualizar con más constancia,
hasta contraté Disney + por
un mes, pero no tuve mucho
tiempo para escribir.

la uni me anda machacando,
bebés. solo me consuela saber
que ya solo me quedan los
exámenes transversales y
se viene mi mes de vacaciones.

buEno, ahora con la historia,
Sebastian se nos anda ablandando,
es un tiernito debajo de esa fachada
de fuck boy que tiene jajaja. igual no
se acostumbren, porque siempre va
a andar jodiendo con Alessia,
porque son como un perro y un
gato que se tienen aprecio jajsjas

no sé olviden de votar y comentar




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