twenty three | my good "friend" sebastian


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❪🎙️❫



ALESSIA POSÓ LAS PALMAS DE SUS MANOS EN SU CINTURA mientras se mantenía de pie a un par de centímetros de distancia de su cama, en dónde una pequeña maleta reposaba abierta con prendas de ropa pre-seleccionadas de forma concienzuda.

   A un lado de la maleta se encontraba su celular con una llamada en altavoz. Al otro lado de la línea se encontraban sus abuelos, recordándole una y otra vez las cosas que debía de empacar. Porque sí. Alessia no era muy buena empacando. Siempre olvidaba todo lo fundamental para cada viaje y eso era un gigante dolor de cabeza.

   Con un bufido escapando de sus labios, ató su cabello en una coleta alta, mientras caminaba hasta el baño en la habitación para tomar su shampoo y acondicionador de viaje. Eran unos frascos de un tamaño pequeño y adorable.

—¿Llevas bloqueador? —preguntó su abuela.

—Abuelo, no que haga Chicago... mierda —masculló por lo bajo, tras haber comenzado la frase al inverso—. No creo que en Chicago haga mucha calor.

—¡Alessia! ¡El bloqueador es fundamental para mantener la integridad y sanidad de nuestra piel! —le reprochó la mujer mayor, con su perfecto español intacto.

—Recuerda beber mucha agua —agregó su abuelo—. Debes mantenerte hidratada.

—Sí. Ya lo sé.

—¿Si empacaste tus píldoras?

—¿Qué hay de aquellas para la migraña?

—¿Y una chaqueta?

—¿Tú pijama?

—¡El cepillo de dientes!

—¡Y el de cabello!

—Creo que necesitaré una de esas píldoras para la migraña ahora mismo —murmuró para si misma.

—Tus medicamentos, hija —le recordó su abuela, con suavidad.

   Siempre que mencionaba los antidepresivos de la rubia su tono de voz se volvía dócil. Alessia seguía sin comprender el porqué. Para ella no era un tema difícil el hecho de que tomaba aquellos medicamentos, pero siempre supuso que aún era difícil para sus abuelos asumir que ella necesitaba de ellos para mantenerse compensada. Ademas de que seguramente les causaba culpabilidad no estar allí para supervisar de ella, aún así viajaran cada mes a visitarla.

   Pero Alessia estaba bien. Ella sentía que estaba mejorando. Ahora tenía amigos, y tenía a sus maestros a quienes sin dudas les guardaba un cariño tremendo. Tenía personas que se preocupaban por ella, y que constantemente velaban por su estado.

—Sí, abue —respondió la rubia.

—En cuanto terminemos con las finanzas de este mes, tomáremos unas largas vacaciones contigo.

—No hace falta...

—Alessia... —le cortó su abuelo, a pesar de los bajos regaños que ponía su abuela al otro lado de la línea—. Vamos a vender el negocio.

   Ante aquellas repentinas palabras por parte del hombre, Alessia se quedó muda.

—¿Qué? —cuestionó en un hilo de voz.

—Es hora de retirarnos —le hizo saber su abuela, finalmente aceptando que era la hora de decirle la verdad a su nieta—. Hemos estado en esto mucho tiempo, hija. Siempre centrados aquí. Descuidamos a tú madre. Y también lo hicimos con tu hermana y contigo —agregó.

   Alessia pudo notar como la voz de la mujer mayor salía forzosa. Estaba intentando de alguna forma no quebrarse y eso le provocó un nudo en la garganta.

—Abue, está bien —le aseguró con tono de voz suave—. Estoy bien.

—No lo has estado en mucho tiempo, mija —mencionó su abuelo—. Estuvo muy mal de nuestra parte dejarte allá y...

—Yo se los pedí —le cortó ella—. Estoy bien. La Señora Luisa siempre pasa por aquí. A veces ceno con ella.

   La Señora Luisa era una mujer de edad promedio que vivía un par de casas más allá, en el mismo vecindario. La mujer había sido amiga de toda la vida de su abuela, y ella fue quien les recomendó aquel vecindario cuando Alessia pidió desesperadamente comenzar una nueva vida.

   Sus abuelos habían dejado a la mujer como tutora legal de Alessia en el país, viéndose incapaz de ir con ella. Las deudas no les permitían irse de Italia de forma permanente, y habían corrido el riesgo de permitir que Alessia se fuera en un intento de que aquello fuera lo que la joven necesitaba.

   Habían sido irresponsables. Y para esas alturas Alessia ya era considerada una adulta. Tenía un trabajo de medio tiempo. Estaba por terminar la escuela, y su salud mental iba mucho mejor. Pero las deudas ya eran nulas, habían hecho fondos suficientes para sustentarse el resto de su vejez, y ahora podían disfrutar y apoyar a su única nieta en lo que necesitara.

   Sin dudas el peor sacrificio que pudieron hacer fue poner en riesgo a Alessia, a pesar de que la misma rubia les hiciera saber constantemente que ellos le habían salvado la vida. Y es que Alessia sabía que si ella no hubiera salido de Italia cuando lo hizo, probablemente para ese día sus pies no estarían en la tierra de la forma en que lo estaban en ese instante.

   El resto de la llamada se basó a disculpas, explicaciones y un par de cosas más antes de que Alessia se despidiera y colgara.

   La rubia tomó asiento sobre su cama y observó sus manos pensando en algunas de las palabras dichas por sus abuelos.

   Su madre estaba internada en una clínica de rehabilitación. Tal vez esa fue la que más le sorprendió.

   Dejó salir el aire de sus pulmones mientras frotaba las palmas de sus manos por sobre sus muslos.

   Después de tantos años. Tantos problemas tanto a ella como a sus abuelos, su madre estaba consiguiendo la ayuda que necesitaba.

   Alessia presionó sus puños.

   Y aún sabiendo eso, Alessia sabía que no podría perdonarla.

   Se colocó de pie y cerró la maleta de golpe, prosiguió a tomar su mochila y su celular para luego bajar las escaleras hasta el primer piso. Ya allí se acercó al panel que se encontraba a un lado de la puerta principal y cortó el suministro de luz, para luego hacer lo mismo con el agua y el gas.

—Nacionales, ahí te voy —susurró en su soledad.



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   DEJANDO CAER UN QUEJIDO DE SUS LABIOS TOMÓ su celular respondiendo a la llamada para luego atrapar del aparato entre su hombro y oreja.

—¿Qué hay, cabello de gel? —cuestionó.

—Creí que ya no nos decíamos esos apodos —comentó Sebastian, un tanto confundido.

—No, pero debo mantener las apariencias de que aún te odio —sonrió con diversión a pesar de que él no podía verle.

—¿Así que ya no me odias? —preguntó con el mismo tono de voz.

Alessia juró ver aquella característica sonrisa santurrona que Sebastian solía tener constantemente en el rostro.

—¿Es eso relevante? Porque si te digo la verdad no creo que sea muy alentador para ti y tu claro enamoramiento por mí.

—Ja ja ja —rió con ironía—. Que graciosa.

   Alessia sonrió con una suave carcajada escapando de sus labios. Tuvo que alejar el labial de color rojizo de su rostro, porque de lo contrario estaba segura que su maquillaje se habría arruinado.

—¿Qué tal va todo? —inquirió el castaño.

—Es debatible —logró escuchar un bullicio al otro lado de la línea—. ¿Estás en el pasillo de Dalton?

—Síp. Acabo de salir de mi última clase del día —informó—. ¿Por qué es debatible? —procedió a preguntar.

   Alessia suspiró dejando el labial en el interior de su estuche de maquillaje.

—¿Quieres saber la verdad o la mentira?

—La verdad.

—Tengo una mano inflamada.

—Alessia...

—Golpeé a alguien.

—¿Pero por qué?

—Mmm —realmente dudo sobre el si era beneficioso el decir la verdad—... Bueno, un idiota de otra escuela me tocó el trasero —murmuró finalmente.

   Un sabor sumamente agrio se había producido en su boca al recordar el incidente. Le daban escalofríos de tan solo repetir ese momento en su cabeza.

—¿¡Qué!?

—Y-yo —carraspeó incómoda—... Lo golpeé de inmediato. El Señor Schue estaba con nosotros, y bueno hablamos con algunas personas y lo descalificaron por conducta inapropiada —explicó, con sus dedos repiqueteando contra el vanitorio.

   Sebastian se mantuvo en silencio por unos segundos al otro lado de la línea.

—¿Estás bien? —cuestionó, con suavidad.

—Sí.

—Alessia...

—No ahora —pidió en voz baja—. Mi maquillaje está listo, y si lo arruino las chicas me van a golpear.

—Bien —aceptó soltando un suspiro de resignación—. Lo siento.

—Está bien.

—No. No lo está.

—Sebastian...

—¿Estás nerviosa?

   Alessia agradeció que cediera cambiando el tema de conversación. Realmente se lo agradecía, incluso si no debía porque hacerlo.

—Sí. Demasiado —admitió observando su reflejo en el espejo—. Pero si se lo dices a alguien lo voy a negar completamente.

—Claro. Igual que con el hecho de que estás enamorada de mí.

—Desearías, idiota —le insultó con burla.

—Algún día lo vas a aceptar.

—Y seguramente ese día será aquel en el que finalmente pierda la cordura —suspiró lastimeramente.

   Al otro lado de la línea Sebastian rió con suavidad.

   En ese momento la puerta de la habitación de Alessia fue golpeada, y tras indicarle a Sebastian que ya volvía, se apresuró a abrirla, no tardando en encontrarse a Kurt al otro lado.

—Debemos bajar —le informó su amigo.

—Oh, sí. Ya voy —asintió—. Solo... dame un segundo.

   Volvió hasta el cuarto de baño y guardó sus cosas a toda velocidad.

—Debo irme —informó a la persona al otro lado de la línea.

—Claro.

   Alessia pudo escuchar como el castaño dejaba escapar un suspiro.

—Adiós.

—Adiós.

—Alessia, espera —le detuvo.

—¿Qué sucede?

—Suerte. Espero que vuelvan con ese trofeo a Lima —deseó con suerte.

—¿Te golpeaste la cabeza, Sebs? —cuestionó divertida.

—Solo estoy siendo un buen amigo —se defendió, divertido.

—Claro, amigo —se burló—. Gracias. Hablamos luego.

   Y sin esperar una respuesta, Alessia finalizó la llamada. Se dió una última mirada frente a el espejo soltando un suspiro en el proceso mientras alisaba aquel vestido rojo con realces en la parte de la falda.

Finalmente salió de la habitación, quedando en el pasillo junto a Kurt.

—Creo que voy a vomitar —ella confesó.

—Vas a estar bien —le aseguró el joven, dándole una apretón en el hombro—. Ahora, ¡vamos por ese trofeo!








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HOLAS
este capítulo quedó
un poco desastre.

mientras comencé a escribir,
se me vino a la cabeza un par
de cosas, como el hecho de que
nunca mencioné el si Alessia
trataba sus "problemas" de
alguna forma, o explicar la
irresponsabilidad de sus abuelos
al dejarla sola en un país
"desconocido" así que quise
implementar brevemente esto.

agregué un par de cosas
que parecen confusas, pero
que les prometo una vez corrija
la historia tendrán sentido.

paréntesis:
ya edité la historia así que
ahora debería tener mayor
sentido todo este capítulo.

también podemos ver que
personalmente Alessia no
está teniendo una buena racha.
enterarse que su madre está en
rehabilitación y el que aún no
se vea capaz de perdonarla
no le está jugando muy bien,
y menos el hecho de que un
idiota haya vulnerado a su persona

con esto, solo quiero agregar
que queda cada vez menos para
terminar la temporada!!!
se vienen un par de cositas, yei

¡¡¡no sé olviden de votar y comentar!!!




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