seventeen | vulnerable


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❪🎙️❫



ALESSIA SALIÓ DE MCKINLEY OBSERVANDO LA PANTALLA de su celular en dónde se reflejaban un par de mensajes de su abuelo.

—No escribas mensajes mientras caminas —comentó Quinn a su lado.

—¿Qué?

—Los accidentes son impredecibles, créeme, es mejor ser cuidadosa.

—Bien, claro... ¿quieres que te lleve a alguna parte?

—Debo ir al baño, pero puedo hacerlo sola —aseguró.

—Bien, si necesitas algo no dudes en decírmelo —le hizo saber.

—Lo tendré en cuenta.

Alessia volvió a adentrarse al edificio. No era muy fácil acostumbrarse a ver a una de las porristas principal del equipo en silla de rueda. No recordaba exactamente cuanto tiempo había transcurrido desde el fiasco de la boda de Finn y Rachel, pero sabía que para nadie era fácil evitar el hecho de que Quinn se encontraba en silla de ruedas aún así la misma chica demostrara lo contrario.

   Al divisar a Kurt y Blaine no dudó en acercarse.

—Hey, ¿qué hacen?

—Al fin conoceremos al misterioso hermano de Blaine —comentó Kurt con emoción.

—¿Ese de quién tanto te rehusas a hablar? —inquirió curiosa.

—¡Blainie! —habló una voz a su espalda.

Blaine sonrió de pocos ánimos y volteó, viendo a su hermano mayor frente a él, quien le abrazó.

—Hola, Coop.

—Hola.

—¿Cómo estás?

—Bien, me da gusto verte —sonrió para luego desviar su mirada hasta Kurt y Alessia—. ¿Él es tu novio? —inquirió refiriéndose a Kurt.

—Sí, lo es —sonrió levemente, viendo la reacción de su hermano—. Kurt, Alessia, él es mi hermano, Cooper Anderson.

—Mucho gusto.

—Oh por Dios, eres el de los anuncios de InformeCrediticioGratuitoHoy.com —soltó Hummel con sorpresa.

—El que viste y calza —sonrió él en dirección a Alessia.

—Perdonen la ignorancia ¿pero que demonios es eso? —cuestionó ella frunciendo su ceño.

—Tengo su canción como mi tono de llamada —le recordó Kurt aún emocionado.

En aquel momento Sue apareció llevándose al hermano de Blaine.

—Tú hermano no me agrada —hizo saber Alessia.

—Ni siquiera lo conoces —Kurt frunció su ceño.

—Sigue sin agradarme. Su presencia es de engreído —se encogió de hombros.



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   CERRÓ LA PUERTA Y DEJÓ QUE SUS PIES LE GUIARAN a través de aquel vecindario que llevaba frecuentando bastante aquel último tiempo.

   Luego de lo sucedido con David, Alessia había permanecido junto a él en lo máximo que sus tiempos le permitían. El ex miembro de McKinley luego de su intento de suicidio se encontraba ya en casa, sin volver a la escuela porque se veía incapaz de enfrentar a todas esas personas que le habían llevado a tomar tal decisión.

   Alessia realmente lo comprendía, por lo que intentaba ayudarle lo más que le era posible.

   En aquel instante sus manos se dirigieron al par de audífonos que cubrían sus oídos, despejando la música para poder centrarse en si realmente había escuchado a alguien llamar su nombre o solo era cosa de su cabeza.

   Se giró en todas direcciones buscando el lugar de donde posiblemente pudiera venir aquel llamado, no tardando en encontrar al responsable. Se trataba de Sebastian.

—Mierda... —murmuró para si misma.

   Desde aquella última vez en las regionales no había vuelto a mantener contacto con el castaño y es que realmente quería concentrarse en otras cosas. Como sus estudios por ejemplo.

—Hey, Alessia —el ojiverde llegó a su lado.

—Smythe —sonrió levemente—. ¿Qué haces por estos lugares? —cuestionó intentando no tener una actitud tan poco afable.

—Estaba terminando un proyecto en casa de un compañero —comentó sin mayor importancia.

—Así que eres un niño aplicado —intentó bromear.

   Él blanqueó su mirada con diversión ante el comentario de la rubia.

—¿Qué haces por estos barrios tan lejos de casa? ¿Has perdido tu camino caperucita?

   Alessia le enseñó su dedo medio, logrando así que Sebastian riera.

—¿Por qué debería decírtelo? —cuestionó.

—Tú preguntaste y yo respondí. Ahora yo pregunto y tú respondes —señaló, como si se tratara de algo lógico.

—En ningún momento te obligué a responder, por lo que tu no tienes derecho a obligarme a responder —se encogió de hombros con media sonrisa.

—Eres tan irritante.

—Ajá, mira como lloro —se burló.

Su mirada y su tono de voz sonaba apagado, y Sebastian no había tardado en notar aquello. Había desarrollado la capacidad de comprender sus estados de ánimos porque en lo momentos que compartieron juntos siempre fue atento a su actuar.

—¿Cómo has estado? —se atrevió a preguntar luego de unos minutos caminando en un pleno y mortificante.

   Alessia guardó silencio durante unos segundos.

—Si te soy honesta —murmuró—. No lo sé.

   Sebastian le observó durante unos segundos. Parecía cansada, y veía mucha sinceridad en sus palabras.

—Sé que probablemente en estos momentos no soy tu persona favorita en el mundo, por que me lo busqué —comentó—. Pero si necesitas algo, no dudes en decírmelo.

   Alessia le observó unos segundos, intentando llegar más a fondo de los pensamientos del chico, al verse claramente incapaz de hacerlo, desvió la mirada rascando su mejilla.

—¿Qué pasa si...? —guardó silencio, dejando la pregunta en el aire.

—¿Si qué? —inquirió Sebastian al ver que la rubia no mostraba indicios de seguir hablando.

—Nada —negó con su cabeza.

—No, puedes decirme —aseguró.

—No tiene importancia —se encogió de hombros.

Sebastian tomó de su mano, deteniendo el andar de la rubia. Aquello tal vez no había sido su mejor movimiento, porque en el momento en que sus manos entraron en contacto pudo sentir como Alessia se tensaba.

—Alessia, puedes hablar conmigo —aseguró con voz suave.

Ella se dió la vuelta, dándole cara. Cada nervio en su interior cosquilleaba ante el tono de voz empleado.

—Sebastian... no... —negó intentando soltarse de su agarre.

—Solo...

—No —negó nuevamente—. Debo irme.

Sebastian permaneció allí de pie, observando como ella simplemente se alejaba. Su mente maldecía una y otra vez, porque ella se alejaba y sabía que era plenamente su culpa por sus estúpido actuar.



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   POR OBLIGACIÓN DE KURT AQUEL DÍA ALESSIA se encontraba sentada en una de las sillas del salón de coro observando al hermano mayor de Blaine hablar frente a ellos.

—Bienvenidos a la clase magistral de actuación de Cooper Anderson —presentó.

Todos aplaudieron, excepto por ella. No entendía porque todos actuaban como si se tratara de una celebridad frente ellos. Claramente no lo era.

—Gracias —les sonrió—. Pónganse los cinturones chicos, porque voy a servirles una copa de Así son las cosas.

Todos alistaron sus cuadernos y lápices sobre sus piernas dispuestos a tomar apuntes de todo las recomendaciones que estaban a punto de darles. Claro, excepto por Alessia a quien en realidad le importa una mierda lo que fuera a decir Cooper Anderson.

—Primero que nada: no vayan a la universidad, es una pérdida de tiempo —declaró Cooper.

—Que gran consejo —murmuró Alessia para si misma.

—Número dos: no vayan a New York. El teatro es aburrido y Broadway murió.

Su mirada se desvió hasta Kurt y Rachel quienes parecían totalmente ofendidos con aquella declaración.

—Los actores reales hacen cine y televisión, así que Hollywood es lo seguro.

—Este tipo habla basura naturalmente.

Alessia permaneció de brazos cruzados escuchando el palabrerío que soltaba el hermano mayor de Blaine, incluso retuvo las ganas de interferir en el momento en que Cooper minimizaba a su hermano.

Claramente llegó a su punto, y es que Alessia no se caracterizaba por ser una persona con gran paciencia y tolerancia. Por lo que se puso de pie, y sin decir una palabra se alejó... o por lo menos intentó hacerlo.

—¿Donde vas preciosa? —cuestionó el mayor de los Anderson, tomándose la libertad de tomar su mano.

Grave error. Todos en la habitación lo supieron en el momento en que sucedió.

Frunciendo su ceño con molestia Alessia se dió la vuelta en un movimiento brusco.

—Disculpa ¿acaso te di el permiso en algún momento para tocarme? —inquirió—. Porque no recuerdo haberte escuchado pedir permiso en primera instancia —alejó su brazo de un tirón.

—Tienes carácter, me gusta.

—Lo que me faltaba... —murmuró—. Solo déjame aclararte que me importa poco y nada si te agrado. Y otra cosa —se acercó—. Mi nombre no es preciosa, pedazo de idiota.

—¿Por qué tanta mala onda?

—Es que me pareces irritante, egocéntrico, egoísta, altanero, y sobre todo alguien que disfruta pisotear y hacer menos a su hermano menor —declaró sin una pizca de contención—. Tú presencia es totalmente desagradable, así que me voy, porque si estoy un segundo más aquí la vena del cuello me va a explotar y no va a ser bonito.

   Y siguiendo la declaración de sus palabras se marchó. Aquella era la última clase de su día por lo que simplemente salió del edificio comenzando a caminar fuera del recinto en donde se encontraba McKinley.

   Su mano se envolvió con firmeza a la correa de su mochila. Estaba molesta. Estaba muy molesta y lo peor de todo era que no tenía idea de porque se encontraba tan molesta y eso solo lograba molestarla más.

   Sintió como una palma se envolvía en su hombro y de forma involuntaria se dió la vuelta empuñando su mano dispuesta a darle un puñetazo a la persona que se había tomado el atrevimiento de tocarla, por suerte él fue bastante ágil al esquivarlo.

—Tranquila... —Sebastian alzó sus manos declarando inocencia.

—¿¡Estás loco!? ¡Pude haberte roto la nariz! —exclamó Alessia empujándole por el pecho.

—¿Crees qué no lo sé? —inquirió él, observando a detalle las molestas facciones de Alessia—. ¿Estás bien?

—¿Puedes dejar de preguntarme si estoy bien? —masculló.

—No, porque sé que no estás bien, y sé que no has hablado de eso con nadie —dio un paso cerca.

   Instintivamente Alessia se hizo pequeña en su lugar y retrocedió tres pasos.

—Alessia...

—Basta. No hagas esto —pidió.

—No estoy haciendo nada, eres tú la que se está haciendo esto a si misma —murmuró.

—No tienes derecho a decirme que es lo que me estoy haciendo a mi misma y mucho menos cuando no sabes que es lo que me ocurre —murmuró mientras seguía retrocediendo.

   Cerró sus ojos un momento viéndose incapaz de permitir que Sebastian siguiera mirando directo a sus ojos porque sabía que el podía ver a través de ella.

   Se dió la vuelta y sin decir ninguna palabra comenzó a caminar rápidamente buscando alejarse de allí. Sin embargo fue cosa de segundos para sentir como nuevamente Sebastian tiraba suavemente de su mano. Su cuerpo se estrelló contra el de él mientras sentía como el castaño la envolvía en un abrazo.

—Estoy justo aquí —susurró él.

   Y en ese preciso momento Alessia sintió como el nudo en su garganta aumentaba y sus ojos se llenaban de lágrimas. Una vez que la primera lágrima rodó por su mejilla las siguientes se dieron pase libre para salir, provocando que comenzara a sollozar de forma leve mientras se aferraba a la espalda de Sebastian, viéndose a si misma incapaz de alejarse de él.








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ME PERDÍ
lo siento

no les daré asegurada una
fecha de cuando volveré a
publicar, porque no lo sé

Solo les digo que de aquí
no me marchó

cuídense💐💗




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