five | aurora


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❪🎙️❫



   NO TENIA IDEA DE QUE HORA ERA. Solo sabía que tenía el cuerpo entumido y que un frío la inundaba, porque sí, Alessia siempre tenía la temperatura más baja de lo normal, por lo que era más sensible al frío.

   Se dió vuelta en la cama mientras se acurrucaba más en las mantas. Pero entonces chocó con un cuerpo y recordó que ella vivía sola. Abrió los ojos de golpe, viendo cómo Sebastian la empujaba lejos de él para volver a acomodarse en la cama y dormir.

—Debes estarme jodiendo —murmuró mirando al cielo.

—Son las 5:35 de la mañana. Aún no es mi hora de despertar, así que puedes callarte y dormirte. Lo hablamos cuando sea una hora prudente —murmuró con la cabeza enterrada en la almohada.

—Sí como sea —se encogió de hombros, fingiendo desinterés—. Solo no me toques.

—Yo no fui quien durmió abrazada a la persona restante en la cama —murmuró entre burlas.

—Cállate y duérmete, bebito.

   Y así sin más volvieron a quedarse dormidos como si fuera algo natural el haber dormido junto al otro.



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   ALESSIA DESPERTÓ DE UN SOLO SALTO, lo que le permitió quedar sentada sobre el colchón. Restregó sus ojos con los dorsos de sus manos empuñadas y luego divagó con la mirada a lo largo de la habitación, hasta que su mirada se topó con la de Sebastian, quien se encontraba frente a un espejo, pasando la blanca camisa de su uniforme por su cuerpo.

   El castaño al ver como la mirada de la rubia se detenía sobre él, sonrió y se dió la vuelta mientras comenzaba a abotonar la camisa.

—Creí que tendría que sacarte a rastras de la cama —comentó con una sonrisa divertida—. Estaba pensando en tal vez lanzarte un vaso con agua fría para que despertarás.

   Alessia blanqueó los ojos y se dejó caer de espaldas en la cama, dándose la vuelta enterró su cabeza en la almohada. Olía a él, y no le costaba para nada admitir que le gustaba aquella fragancia.

—No quiero preguntarlo —murmuró—. Pero necesito saber que ocurrió, así que, ¿qué ocurrió? —cuestionó.

   Sebastian tomó un suspiro, y procedió a sentarse a un lado de la cama.

—Bueno...

—Me puse ebria, eso lo sé —se adelantó a decir.

—Eso, y luego comenzaste a llorar —comentó.

   El castaño por un segundo creyó que Alessia le debatiría en ello. Pero no fue así, al contrario, pudo notar como se tensaba desde la posición en la que se encontraba.

—¿Qué más? —inquirió en un hilo de voz.

—Mencionaste a Aurora —murmuró.

No podía simplemente sacarse de la cabeza la forma tan desgarradora en la que la rubia había llorado mientras se hacía bolita en su lugar. Había sido un shock total para él.

—¿Quién es Aurora? —inquirió finalmente, viendo como el cuerpo de la rubia se sacudía levemente ante la mención.

De golpe se apartó, viendo como Alessia se ponía de pie como un maldito tornado en busca de sus cosas.

—Alessia...

—¿Por qué llevo esto? —inquirió viendo su cuerpo, cubierto solo por una camiseta.

Era de él.

—¿Por qué estoy en tú maldita habitación, Sebastian? —inquirió evitando su mirada.

—Por la noche cuando intenté llevarte a tú casa, lo único que decías era que no querías estar sola, que la soledad te recordaba a ella, a Aurora. Y que no querías acabar como ella. Que la extrañabas y que ella solía ser lo único que tenías —le hizo saber lo sucedido, manteniendo un tono de voz sereno para no alterarla más de lo que ya estaba—. Te traje aquí y en cuanto llegamos te comenzaste a sacar la ropa porque decías que estaba manchada en sangre.

—No era así —murmuró luego de unos segundos, viendo como su ropa se encontraba limpia y doblada a un lado.

—No —negó Sebastian.

   Tomó una fuerte inspiración, para ponerse de pie y comenzar a pasar rápidamente sus pantalones por sus piernas.

—Alessia...

—Luego te devuelvo la camiseta —sentenció sin mirarle.

—Oye...

—Puedes decirle a tus amigos lo que ocurrió anoche, como me puse a llorar y terminé ebria en tú cama —murmuró mientras ponía sus zapatillas—. No me interesa.

—¿Por qué haría eso?

—¿Por qué no lo harías? —inquirió devuelta.

   En ese momento Sebastian pudo notar el vacío que reflejaban los ojos de la chica. Un vacío sin fin. Un doloroso y triste vacío en donde solía ver desafio y braveza cada que la miraba.

—¿Tus padres están abajo? —cuestionó.

—No.

—Bien. Yo... siento lo de anoche, y luego de devuelvo esto —señaló para luego salir rápidamente de ahí.

   Tardó unos segundos en recomponerse y seguirle, viendo como caminaba por el largo pasillo del segundo piso, en busca de las escaleras.

—Espera —llamó.

   En cuanto se plantó frente a ella, pudo notar las posas de agua que inundaban los ojos de la rubia, al igual que los restos de lágrimas que ella había borrado bruscamente, dejando la zona en rojo al haber sido muy brusca al hacerlo.

   Sin saber porqué o de dónde sacó la valentía y atrevimiento para hacerlo, tiró de ella y la abrazó con fuerza. Suu cuerpo se fundió con el de ella en tal gesto y fue capaz de sentir como Alessia se estremecía, al igual que tras permitirse relajarse su cuerpo se remecía. Pero ella no tardó en apartarse.

—No...

—Alessia...

—No intentes eso conmigo —negó retrocediendo.

—Solo...

—¿Qué es lo que quieres? —inquirió con molestia—. ¿Quieres reírte de mi un rato? ¿Quieres tenerme como una amiga de entretención y luego desecharme? ¿Quieres cercarte a Blaine y Kurt? ¿Llegar a al Glee Club? ¿Qué mierda es lo que quieres, Smythe?

—Nada, yo solo...

—¿¡Tú que!? —exclamó—. No quiero amigos, no quiero personas cercanas, no quiero burlas, no quiero nada. ¿No lo entiendes? No te quiero cerca Sebastian. Al igual que tú no me quieres cerca.

—No sabes eso.

—Lo sé. Lo sabrás —asintió sonriendo amargamente.

—No puedes opinar de mi como si me conocieras.

—Conozco a los chicos como tú —aseguró—. Adinerados, que aman ser el centro de atención, obtener lo que quieren y destrozar a quienes se crucen ya sea por accidente en su camino, tener poder por sobre los demás, hacerlos sentir como mierda, hacerlos... —detuvo sus palabras abruptamente.

—Yo no...

—¿Tú no qué? ¿No eres así? Admite lo que eres, Sebastian. Todos sabemos de lo que eres capaz —le recordó—. Tratas a todos como mierda.

—¡Tú igual lo haces!

—¡Solo con quienes son como tú! ¡Tú solo conoces esa parte de mí!

—Solo porque así me has demostrado ser.

—No sé porque demonios estamos discutiendo esto —negó—. Volvamos a lo de antes. Te burlas de todos, y yo te ignoro, ¿te parece? —antes de que Sebastian pudiera responder ella siguió hablando—. Perfecto.

   Y sin más salió de ahí a toda velocidad.

   Sabía que había reflejado en Sebastian problemas que le atormentaban desde su pasado, al igual que sabía que estaba horriblemente mal. Pero no podía evitar que aquel mecanismo de defensa saliera a flote cada que alguien intentaba acercarse e intentar romper sus barreras hablando de su pasado.

   Encendió su celular y llamadas pérdidas de su abuela, de Blaine y Kurt se iluminaron en la pantalla. No les tomó importancia y guardó del móvil en el bolsillo de su pantalón.



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—ALESSIA — KURT CHASQUEÓ SUS DEDOS frente al rostro de la rubia—. ¿Estás con nosotros?

   La rubia sacudió su cabeza volviendo a sí misma.

—Sí, claro. ¿Qué ocurre? —inquirió distraídamente.

—¿No has pensado en tal vez ir a terapia? —preguntó Blaine, con suavidad.

   Ella negó. Sabía que Blaine estaba tratando de ser amable y a la vez estaba manifestando su preocupación por ella, pero no quería tocar ese tema.

—Estaba pensando en pedir trabajo aquí —mencionó.

—¿En el Lima Bean? —cuestionó Kurt.

   Alessia asintió.

—¿Por qué?

—Necesito dinero.

—No has pensado....

—No —negó sabiendo lo que dirían—. Ya les debo mucho.

—¿Pero estás segura?

—Es más accesible, podría trabajar luego de clases —indicó.

—Sabes que estamos aquí para lo que necesites, ¿no? —Kurt le dió un apretón en el hombro—. Somos tus amigos.

   Amigos...

—Gracias, chicos —sonrió levemente.

—¿Qué harás para navidad? —le preguntó Blaine, intentando cambiar de tema.

—Odio navidad —comentó apoyándose en el respaldo de la silla mientras acercaba el vaso en su mano a sus labios—. Creí que lo sabían.

—El espíritu navideño varía, tal vez este año sería distinto.

—Nah —negó—. Tal vez saldré y me pondré a cantar fuera del centro comercial, si recaudo dinero lo llevaré a los hogares de acopio.

—¿No estarás en el especial de navidad? —Kurt y Blaine intercambiaron una mirada.

—No. Artie solo contempla la parte feliz de navidad. No es siempre así. Y no puedo pararme frente a una cámara fingir una sonrisa que no siento.

—Bueno...

—Creo que debo irme —comentó poniéndose de pie—. Nos vemos luego.








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