Katerina baja del auto a toda velocidad, con esos pequeños piecitos, corre hasta su padre y lo abraza. Toco bocina y le tiro un beso al aire a Daniel, que hace una mueca de desagrado, provocando el efecto que estaba esperando, así que me río antes de poner el coche en marcha nuevamente.

Cuando llego a Deluxe, frunzo el ceño, visualizando un automóvil desconocido, en frente de la puerta de entrada. Bajo de mi vehículo y lo veo detenidamente.

Qué extraño.

―Schönheit ―Me sobresalto al oír esa voz detrás de mí, pero cuando me giro sonrío.

―Pietro ¿Qué haces en Argentina?

―Argentinien es un hermoso lugar ¿Te gustaría acompañarme? ―Levanta un poco su chaqueta y veo un revólver.

Sigo sonriendo.

―Por supuesto, me encantará hacerte compañía.

Nos subimos a su auto y me lleva hasta una casa bastante lujosa. Nos reunimos en su despacho y nos sentamos a conversar.

―No creo que el arma le haga falta ―le aclaro.

Enciende un cigarro.

―Yo diré lo que hace falta y lo que no. Aclaremos algo, me mentiste ―Sonríe.

Cruzo mis piernas.

―Sí, finjo mucho ―me burlo.

―Primero, te hiciste la pobrecita, luego hiciste que tu subordinado coqueteara con mi prometida y... sigo sin entender ¿Por qué?

―Quería destruir a David Lovelace e iba utilizarte, pero surgieron algunos altercados y todo quedó en la nada ―le explico.

Se ríe.

―Creo que la Schönheit malévola, me cae mejor. Te diré algo, tengo asuntos de dinero que atender con ese inglés. Aún puedo serte útil ―Mueve las cejas.

―¿Una alianza peligrosa con un mafioso Alemán? Suena divertido.