61. La mansión del infierno
Crista
Suspiro, estoy delante de la puerta del infierno, la mansión de mi madre.
La mucama me abre y me siento en el sillón del living a esperarla. La mujer de mis pesadillas se sienta en el sillón del frente y se cruza de piernas.
Sonríe.
―Viniste, al fin vamos a poder hablar.
―Termina de una vez y dame a Katerina ―Me mantengo seria, pero sin mirarla.
Se ríe.
―¿Desde cuándo te preocupas por tu hija? Que yo sepa, una vez la dejaste sola y encerrada en un departamento ¿Qué diferencia hay con esta situación?
Frunzo el ceño y la observo directo a los ojos.
―Vieja amargada ¿Me has estado vigilando?
―Sí ¿No somos parecidas? ―se burla ―Ah no cierto, tú abandonas y yo soy controladora ―Frunce el ceño ―. Aborta ―exclama de repente.
Me levanto molesta.
―¡No voy a matar a Evan! ―grito.
―¡Ja! Hasta le pusiste nombre a ese engendro, admítelo Crista ¿Cuánto te durará el amor por esa cosa? Ambas sabemos que le harás lo mismo que a Katerina, lo abandonarás como la insensible que eres ―Sonríe.
Presiono mi puño.
―Es mi problema, no el tuyo.
―Sigue ensuciando el apellido de tu padre. Qué vergüenza, yo no te eduque así.
―A ti lo único que te importa, es tu estúpida reputación, así que yo no tengo porqué ser educada contigo y no voy a cambiar de opinión. Así que devuélveme a Katerina y terminemos con esto ―Muevo la mano.
―Deberías tener cuidado con ese Lovelace, el padre de tu hijo, no encontré nada de información sobre él ―advierte.
Ruedo los ojos
―Porque es un mafioso.
―¿Así que ahora te relacionas con corruptos?
―Soy corrupta ―le aclaro.
Se ríe.
―Sí, pero no a ese nivel, no eres una asesina. Sólo estás un poco loca, pero mamita te puede arreglar ―Sonríe nuevamente y levanta la cara en alto ―con un régimen estricto.
―No gracias, estoy bien como estoy ―Muevo la mano otra vez ―. Entrégame a la niña y terminemos con esto ―Me urge irme de aquí enseguida, los nervios me están matando.
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