59. Mi madre es mi cruz
Regresando a Deluxe, volviendo a lo realmente importante, trabajar y así me mantengo distraída del estrés. Por suerte, David Lovelace no me ha seguido. Espero que siga haciendo, lo que esté haciendo y me deje de molestar.
El intercomunicador suena y mi secretaria me informa que tengo visita.
―Daniel Wallas.
Me sorprendo.
―Repítemelo ―ordeno.
―Es Daniel Wallas, señorita Crista.
―Hazlo pasar.
¿Cómo sabe que regrese a la Argentina?
Abre la puerta y levanto una ceja. Como siempre, el padre de mi hija, es extremadamente sexy, no ha cambiado ni un poco desde la última vez que lo vi. Me mira con esos intensos ojos azules, llenos de odio, después de todo lo que le hice, no es para menos, sin embargo sonrío, me divierto.
―Daniel, no sabía que me extrañabas tanto ―me burlo.
―Tu madre se llevó a Katty ―exclama directo.
Me levanto del asiento de mi escritorio, desconcertada.
―¿Disculpa? ―Frunzo el ceño.
―Se la llevó, la secuestro en frente de mi cara ¿Qué es lo que no entiendes? ―Se altera ―Si tienes algo de humanidad, dime dónde encontrarla.
Rodeo la mesa y me acerco hasta él. Sonrío.
―Por favor, tampoco es para tanto ―Camino hasta la puerta.
―¡¡Crista!! ―insiste preocupado, como el buen padre que es. Salgo de la oficina y me sigue ―Escúchame...
Me acerco al ascensor.
―Deja de lloriquear Daniel, no es el fin del mundo.
―Eres una maldita desgraciada.
Ruedo los ojos y me pongo los lentes de sol, para luego volver a sonreír.
―Gracias, es un honor. Te traeré a tu hija y no regreses ―El ascensor se abre y bajo un poco mis lentes ―. Lindo trasero ―Le guiño el ojo y me voy.
Mi madre es mi cruz, no la soporto ¿Ahora como hago para enfrentarla? Obviamente lo hizo a propósito, nunca le devolverá a la niña, si yo no hablo con ella. Ya me estoy estresando y aún no hemos conversado.
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