58. No vas a escapar de mí
Crista
Al desgraciado, no le afectan mis malditas acusaciones. Sigue sonriendo y no se aparta de mí.
―Tienes razón, pero de lo único que me arrepiento es de abrirle la puerta a mi querida suegra...
―No es tu suegra ―lo interrumpo.
―Aún ―se burla ―pero no he terminado de hablar ―dice seriamente.
―¿No puedes hablar sin tener que andar apretujándome? ―exclamo irritada, tratando de alejarme de sus brazos, pero me es imposible, estoy atrapada.
Sonríe.
―No, a mí me gusta estar así ―Sus dedos acarician mi espalda ―¿Puedo continuar? ―Levanta una ceja.
Bufo.
―Termina de una vez.
―No me arrepiento de haber robado las acciones de tu empresa ―Se acerca a mis labios nuevamente ―porque sino, no te hubiera conocido.
―Que cursi ―Le esquivo el intento de besarme.
Su mano hace un recorrido, de mi espalda hasta mi vientre.
―Y mucho menos me arrepiento de haber pinchado ese preservativo ―Se acerca a mi oído ―porque ahora te he atado a mí de por vida ―Apoya levemente sus dientes en mi oreja ―. Mía ―susurra.
―Tú, maldito posesivo, aléjate de mí ―Sigo haciendo fuerza para apartarlo, pero además de ser más fuerte, estoy débil como para hacer algo. Que irritante, que humillación ―no te pertenezco, ni ahora ni en ninguna otra vida ―Lo miro a esos odiosos ojos verdes ―. Te detesto.
―No puedes escapar de mí, Greek goddess.
Me levanta entre sus brazos.
―¡¿Qué haces?! ¡Bájame! ―Pataleo.
―Te cuido ―aclara ―debes descansar, aún estás débil ―Comienza a caminar, sube las escaleras y se dirige a mi cuarto. Me apoya sobre la cama ―. Quédate quieta ―Aprisiona mis manos cuando intento levantarme.
―¡No me digas que hacer! ―me quejo ―No te necesito.
―Ya te lo dije, no vas a escapar ―Se ríe.
―Suéltame, David ―insisto y cuando ve que no forcejeo más, el agarre de sus manos se afloja.
―You're perfect ―Besa mi frente y luego mueve un mechón de mi cabello ―beautiful ―me llama, perfecta y hermosa, sin embargo no me afecta en lo más mínimo.
Soy inmune a los piropos.
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