David
Me burlé, pero me arrepentí enseguida. Vi como Crista, reconoció la forma de tocar el timbre y entonces cuando me amenazó, aproveché para abrir la puerta. La mujer en frente de mí, se presentó y la diosa griega al verla, parecía que se descompensaría, estaba pálida.
Respira agitada.
―Madre.
Ella camina y se acerca a su hija, de una manera muy recta. Levanta el periódico que tiene en la mano y marca una foto con su dedo.
―Sigues manchando, el buen nombre de tu difunto padre, que decepción ―La mira directo a los ojos, pero Crista baja la vista y ni siquiera le responde ―. Te estoy hablando, contesta.
―Son mis asuntos ―dice en tono bajo.
―¿Cómo? Habla más alto ―indica.
Crista la ignora, camina hasta la puerta y señala la salida.
―Soy una mujer adulta y muy ocupada, necesito que te retires, madre ―Al no haber respuesta, agrega ―por favor.
La vieja que me empieza a irritar, sonríe. Es como si Greek goddess, no fuera la diosa griega que conozco, frente a esta mujer.
―¡Ja! Ocupada, sí claro ―exclama con sarcasmo ―ocupada en tus promiscuidades ―Vuelve a observarme detenidamente y frunzo el ceño ―¿Qué? ¿Tienes algo para decir? ―No respondo, noto cómo Crista me mira, demostrando que no quiere que lo haga. Vuelve a observar a su hija ―. Me voy, pero hay cosas que hablar, regresaré ―le avisa y se retira.
La rubia cierra la puerta con fuerza, camina hasta el sillón, se sienta en este y se cubre la cara.
―Greek goddess ―la llamo.
―No me hables ―me interrumpe ―no estoy de humor.
―Lo sé ―Camino y me siento al lado, quedándome en silencio.
―¿Por qué abriste? ―luego de una pausa pregunta.
―Me pareció divertido, pero me equivoqué ―lo reconozco.
―No es divertido.
Vuelve a haber otra pausa y el silencio me empieza a molestar. Levanto mi mano y toco su cabello, ella me da un pequeño golpecito en la mano.
―No me toques ―Deja de cubrirse la cara y me mira enojada, pero noto sus ojos humedecidos, los cuales intentaba esconder.
―Evitas mucho a tu madre, ¿no? Parece que no sé todos tus secretos ―Aunque el nuevo expediente, no lo leí todavía.
―Deja de hurgar en mi pasado, no te metas ―exige ―nadie te lo pidió.
―Greek goddess ¿Hay algo que pueda hacer para que te sientas mejor? ―ofrezco.
―Morirte.
Me río.
―Eso va a ser muy difícil, no vas a deshacerte de mí tan fácilmente.
Rueda los ojos y luego alza su mano.
―Préstame tu celular.
Levanto una ceja.
―¿Para qué?
Bufa.
―El teléfono de línea se encuentra arriba y estoy algo mareada para ir hasta ahí, además de que mi celular está sin crédito ―Mueve la mano ―¿Quieres ayudarme? Préstamelo.
Hago lo que dice y se lo doy. Veo como marca un número, que al parecer lo sabe de memoria y espera que la atiendan. Sonríe naturalmente, cuando eso pasa y me sorprendo. ¿Con quién habla?
―Hola Ian ¿Tienes un momento para tu hermana caprichosa?
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