David

Bajo del avión, he llegado a Argentina, lo primero que hago, es contactarme con mis contactos de aquí. Consigo rápidamente un lugar dónde quedarme y sin esperar más, una vez que obtengo la información que quiero, me dirijo hacia mí objetivo.

Un edificio, un gran salón, parece que están teniendo una fiesta. Tiro mi cigarrillo y me adentro al lugar. Mucha gente de la alta sociedad, divirtiéndose.

Diviso a mi objetivo, en efecto, tiene el mismo color de ojos que yo. Carter Elek, se encuentra parado en una esquina, al parecer coqueteando con una chica.

Cuando voy a su encuentro, me detengo. Un hombre grandote, se me adelanta.

―¡¡Carter!! ¡¿Dónde está mi dinero?! ―grita hecho una furia.

El abogado turbio, no se intimida y sonríe, levantando un cheque.

―Aquí ―Se lo entrega ―que desconfiado ―se burla.

El hombre se avergüenza.

―Oh lo siento, espero que mi arrebato, no arruine nuestros negocios.

Lo mira seriamente.

―Por supuesto, siguen en marcha ―Luego sonríe ―. No mentira, ya no quiero trabajar contigo ―Se ríe.

―Pe... pero...

Agarra la mano de la chica y lo ignora comenzando a caminar.

―Lo siento, estoy ocupado.

El hombre vuelve a sentirse furioso e intenta golpearlo, pero antes de que suceda, interrumpo la situación.

―Discúlpenme caballeros, nos encontramos en una reunión importante, no me parece correcto ese comportamiento.

El grandote cae en mi trampa, bufa y se retira. Carter por otra parte sonríe, siento que no lo engañe en lo más mínimo.

―Gracias. Aunque, se nota que intercediste por alguna razón, que me quiere perjudicar.

No es idiota. Sonrío.

―Puede, pero primero necesito una conversación, con el abogado turbio.