5. Las salidas de la Reina

Abrocho mi sostén y me pongo la remera, acomodo mi cabello, para luego levantarme de la cama. Miro la ventana, ya es de mañana. El idiota de Nick sigue durmiendo, lo pateo.

―¡¿Cuánto más planeas quedarte en mi habitación?! ¡¡Imbécil!!

―Auch ―dice adolorido ―¿Así son los despertares de la Reina Ricoy? La próxima avisa que me vas a pegar ―Mira para un lado y otro ―¿Dónde habré dejado mi bóxer?

―Encima te olvidas dónde dejas las cosas ―Ruedo los ojos ―. Anotación: Buscar otro acompañante para tener relaciones, el actual es pésimo ―me burlo.

―Ay qué mala ―Sonríe y se levanta a buscar su ropa interior ―¡Aquí está! ―Comienza a vestirse.

―Ya, termina de una vez y buscaste otro hotel, este es mío.

―No sólo me echas de la habitación, ¿también del hotel? ―Se ríe.

Sonrío.

―Sí, eso dije. Ve y averíguame todo lo relacionado con Lovelace Company, necesito algún dato para destruir esa empresa ―exclamo pensativa.

―Lo que la Reina ordené ―Hace una reverencia y se retira. Ya ni me acuerdo de dónde saqué a este tipo, pero es el mejor empleado que he tenido.

Termino de ponerme la ropa que me falta y salgo fuera del hotel. Oigo la bocina de un auto, me giro, este se estaciona y mi enemigo de ojos verdes, baja caminando hasta mí.

―Qué casualidad ―exclama alegre.

―David, ¿Me estás siguiendo? ―Sonrío.

―O sea que no me crees.

―Soy una mujer difícil de engañar ―le aclaro.

Conmigo no va a jugar.

―Ya lo veo, he sido descubierto ―Se ríe ―. Es que no podía esperar hasta la reunión de socios y quería invitarte a tomar algo.

―Déjame revisar mi agenda y después te llamo ―Me giro ignorándolo. Oigo como me sigue. Que insistente ―. Tengo negocios que atender ―agrego.

―Yo pospondría cualquier negocio, por pasar un rato con una belleza como tú ―Veo cómo enciende un cigarrillo.

―Si siguen los piropos, voy a pensar que eres un acosador.

―¿Quién sabe? Quizás soy algo peor que eso ―Visualizo una sonrisa maliciosa cuando cruzamos las miradas.

Dejo de caminar y lo observo.

―No me interesan tus antecedentes ―En realidad sí, así te destruyo ―pero ya que hablamos de nuestras malas acciones, no soy una santa ―Sonrío ―deberías tener cuidado.

―Lo tendré en cuenta ¿Qué te parece cenar? Hablo profesionalmente, claro.

Este cree que soy idiota, pero quiere jugar, está bien juguemos.

―Claro, a las 10 ¿Feliz?

Hace un gesto de satisfacción.

―Por supuesto.

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