40. Adicta a esos ojos

Crista - adolescencia

Me llega un mensaje, frunzo el ceño, esto tiene que ser una broma.

―Crista, no uses el celular en la mesa, menos si hay invitados ―Mi padre me mira enojado.

―A mí no me molesta ―dice la madre de mi novio.

El que voy a estrangular hoy, me observa con esos ojos verdes y sonríe.

―Tan bella, mi Bella.

―Bella es lo que no te va a quedar la cara ¡Infiel! ―Le tiro la bebida de la copa en su rostro ―¡Me engañaste otra vez, desgraciado! ―Me levanto y me voy de la sala.

Camino por los pasillos y lloro mientras me refriego los ojos.

―¡Crista! ―Me sigue Carter, agarra mi mano y me detiene ―¿De dónde sacaste eso?

Me suelto y le muestro la foto que mi amiga, me mandó al celular.

―Ahora desmiéntelo ―Lo desafío mientras lo miro aún con lágrimas en los ojos.

―¡Uf! ―Bufa ―Lo siento, es que fue inevitable.

―Ni siquiera una excusa ―exclamo frustrada.

Sonríe.

―Ya no tengo, para qué voy a mentir, si igual me vas a perdonar.

―No es cierto ―Me sonrojo.

Agarra mi cintura y me acerca hasta a su cuerpo.

―Estás obsesionada conmigo ―susurra cerca de mis labios ―Bella... ―me besa y le correspondo.

Sí, soy tonta.

~~~

Mi amiga usa el labial rojo mientras se mira en el espejo del baño de la escuela, tira un beso al aire cuando termina y luego sonríe sin dejar de observarse.

―Engáñalo.

―¿Qué? ―Me sorprendo ―Infiel ¿Yo? ¡Jamás! Eso es cualquiera.

Se gira a verme y posa sus manos en sus caderas.

―No es cualquiera ―Se enoja ―es divertido ―Me guiña el ojo ―yo lo hago todo el tiempo, claro porque mi novio es un idiota ―Luego me señala ―pero tú puedes hacerlo para darle celos.

―No... ¿Y si me sale mal y me deja? ―exclamo nerviosa.

―Te habrás librado de tu adicción para siempre ―Se ríe.

―¡No te burles! ―me quejo y luego bajo la vista avergonzada ―Es que tiene bonitos ojos.

―No, sólo piensa con su entrepierna. Obviamente sale contigo porque eres hermosa ¿Por qué crees que te llama Bella? ―Rueda los ojos ―Es obvio que eres su juguete.

―Quizás tengas razón, pero...

―Pero nada Crista, te usa y te seguirá usando hasta que se canse de ti.

Me alarmo.

―¿Crees que pueda cansarse de mí?

―No lo sé, pregúntaselo a su entrepierna ―se burla.

Eso no me ayuda en nada.

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