33. Siendo estricto contigo

Entro a la enorme mansión del magnate ¡Ja! Estúpido David, sólo quiere lucirse.

―¿Y bien? ¿Qué hacemos aquí? Ya entre y ya me aburrí ―me burlo y él sigue sonriendo.

―Ya te lo dije, te voy a castigar ―Agarra mi cintura.

―¿Y qué es a lo que tú llamas "castigar"? Si obviamente dijiste que no ibas a atacarme ―Ruedo los ojos.

―No voy a atacarte Greek goddess, no me dejarías. Aunque si me dejarás, olvidaría que te tengo que castigar ―Mueve las cejas.

―No me voy a acostar contigo ―le aclaro ―ya aprendí mi lección.

Saca una carcajada.

―Qué mala ―gruñe.

Imbécil.

―Termina de una vez ―Me cruzo de brazos.

―Como me excita cuando te pones en rebelde ―Se relame los labios.

―¿Hace falta que aclares eso? ―Levanto una ceja ―Ya sé que te excito, le excito a muchos hombres, es normal ―Ruedo los ojos.

Greek goddess, sigues jugando con mis celos, vas a terminar mal pero, ya que estamos tan cerca ―Intenta besarme y le corro la cara.

Sonrío.

―No más besos para ti.

―Soy el padre de nuestro hijo.

―Y me importa, poco y nada ―Forcejeó para que me suelte, pero no hay caso, no puedo ―. Si no ibas a atacarme, deberías soltarme ―me quejo.

―Lo haría, pero estoy ocupado, siendo estricto contigo ―Me levanta entre sus brazos.

―¡Oye! ¡¿Qué haces?! ¡Bájame! ¡Te demandaré! ―grito molesta.

―No te quejes, que te estoy tratando como una princesa ―Comienza a caminar mientras me sostiene.

Entrecierro los ojos.

―Me las pagarás.

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