32. Te voy a castigar
David rodea el auto y abre la puerta del acompañante, sacándome del vehículo.
―¿Qué ocurre? ―Frunzo el ceño, al él agarrar mi brazo.
Sonríe.
―Te voy a castigar.
―Claro ―Ruedo los ojos y miro la mansión que tenemos en frente ―¿Dónde estamos?
―Es mi casa ―Levanta la mano ―¿Entramos?
Me suelto.
―Seguro, entro a territorio enemigo y sin esperarme un ataque por su parte ―exclamo de manera sarcástica.
―No te voy a morder ―me susurra en el oído ―incluso aunque tenga unas ganas tremendas ―Se le escapa una risita.
Lo alejo de mí con una mano.
―Prefiero perderme en la oscura noche, que arriesgarme a tu estupidez.
Toca mis dedos.
―Puedes entrar como la diosa griega que eres o te arrastro hasta dentro ―amenaza sin ninguna sonrisa en su cara.
O sea que sí, sigue enojado.
Lo empujo.
―Apártate ―Camino hasta la puerta y sonríe.
―Buena elección, Greek goddess.
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