No sé cuántas veces he esquivado al molesto de David, pero al fin lo perdí de vista hoy. Camino por la vereda y paso por al lado de una farmacia, me detengo. Reviso el almanaque de mi celular otra vez. Pienso mis fechas.

¡No puede ser!

Bufo, entro y compro un test de embarazo. Lo meto en mi nueva cartera y se queda un tiempo largo allí.

¡No tiene sentido!

¡¿Para qué lo compré?!

¡Es imposible!

Me siento en negación, pero... Me he cuidado con cada hombre que me he acostado, incluso con Nick que es estéril y eso ya es decir mucho.

Voy a la sucursal de Deluxe y entro a mi empresa aquí en España, me siento en mi oficina. Me pongo a revisar las ventas, las cuentas, está todo perfecto. Me aburro. Necesito molestar a alguien.

Mi celular suena y atiendo.

―Greek goddess ―Oigo su voz y ya me irrita.

―¿Qué quieres? ―exclamo de manera arisca.

―Repitamos momentos íntimos.

―Tres veces con el mismo hombre, ni hablar, vomitare ―lo dije figurativo pero ya me dio náuseas.

―¿Por qué? ¿Hay algo que quieras contarme? ―Escucho cómo se ríe y un mal presentimiento recorre todo mi cuerpo ¿Eso fue una indirecta? ¿Qué es lo que sabe?

"He vigilado cada movimiento tuyo".

Recuerdo que una vez me dijo. No puede ser. Corto el teléfono sin contestarle más nada. Camino directo al baño llevando mi cartera. Es hora de dejar la negación y hacerme esa prueba. Entonces...

Ingenua.

Esa palabra no está en mi definición pero...

Miro aquellas dos rayitas en el maldito test de embarazo y me hierve la sangre.

¡¡Otra vez no!!

Me quiero morir.

Me engañó... ¡El turbio me engañó!

Ese preservativo que trajo... ¡Seguro estaba pinchado!

Me vengaré, esto no va a quedar así, me las tiene que pagar caro, muy caro.