176. Necesito un milagro

El viejo feo nos sigue apuntando con el arma y yo abrazo a mi bebé con fuerza. Katerina se aferra a Daniel y la muy cobarde de la mucama terminó por ocultarse en un arbusto. Ciertamente necesitamos un héroe, pero ya aquí nadie tiene la posibilidad de nada.

―Voy a matarlos a todos ―Se ríe el desgraciado ―voy a ver la cara de David cuando despierte, va a ser divertido.

¿Cuándo despierte? ¿A qué se refiere? Primero a un casino, ahora a un spa ¡En serio voy a quejarme!

Otra vez me fui de tema.

―Déjese de estupideces, y abandone esa idea absurda ―Sonrío ―. Si David me ve muerta o peor, a su hijo, la cara de usted no sólo va a tener un golpe como la mía ―Frunzo el ceño ―se la va a acribillar y luego romper por partes.

Lanza una carcajada.

―Para ese entonces, yo estaré muy lejos ―Le quita el seguro al revolver.

Mi amenaza no sirvió.

―Quiere dinero, le pago ―Cambio de táctica, los ruegos y las amenazas no sirven, probemos con sobornos.

―Eso no me devolverá mi puesto ―dice con odio y se prepara para disparar.

Listo, en definitiva, nada lo convence, está decidido, ya no es más viejo feo, es viejo loco ¿Quién no acepta un soborno?

Estúpido.

Moriremos en manos de un estúpido.

No quiero morir, no quiero que mis hijos mueran.

¿Y ahora qué hago?

Necesito un milagro.

―Detente ahí.

Gracias Dios.

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