174. Rogando culpas
Retrocedo mientras el viejo feo, o sea mi futuro suegro, me apunta con su arma. Ya sé a quién no voy a invitar a una boda.
―Por tu culpa ―exclama molesto.
―¿Mi culpa? ―digo nerviosa ―No sé de qué habla.
Es obvio, vino específicamente aquí para matarme.
―No te hagas la santita ―Sonríe pero se nota su irritación ―la jugada le salió bien a David.
¿Qué jugada? ¿De qué habla? ¿Fue al casino y no me invitó? ¡Me voy a quejar! Ya empezamos mal si va a divertirse a lugares ilegales y no me lleva, eso no se hace.
Concéntrate Crista.
―Le juro que no lo sé ―Frunzo el ceño.
Ni idea cuando ocurre, pero su puño impacta sobre mi rostro y de un momento a otro está tirando de mi cabello. Maldito dolor, si estaría en mi casa, esto no me pasaría, tendría uno de mis tontos empleados, pero eficaces, ayudándome.
―¿Te crees muy lista sólo por ser bonita? ―El arma ahora está presionada en mi cuello.
―¡No me creo nada, suélteme! ―Creo que se me ha partido el labio, puedo sentir la sangre cuando lo muevo, aunque lo que más me duele en este momento es mi cabello ―¡Déjeme, me lástima!
Que porquería, rebajarse a algo como rogar, pero no queda de otra. Lo maldigo, viejo feo.
¿Y dónde está David?
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