156. Nuestra apuesta

Despacho a la holandesa diciéndole que Brayton no está y se retira. Sí que soy malo, pero no necesito un hermano enamorado ahora y este cuando se encuentra en su estado de love, se olvida del mundo. No voy a negar que yo también, pero yo soy el protagonista de esta historia, lo siento hermanito.

―¿Quién era? ―pregunta cuando vuelvo.

―Nadie, ve preparando el coche tenemos que viajar, yo ahora vuelvo.

Rueda los ojos.

―No me mandes, sé lo que tengo que hacer.

Veo cómo se va en dirección al estacionamiento de la mansión y yo me dirijo a la habitación, dónde Evan se encuentra ya despierto, pero está tranquilito. Lo levanto y camino hasta el pasillo de los cuartos de huéspedes. Mientras voy hasta allí le hablo a mi hijo.

―Papi se tiene que ir, pero volverá, ¿de acuerdo? El pequeño príncipe debe ser un buen guerrero ―Le sonrío y le toco la naricita cuando nuestras miradas se cruzan ―. Qué bonito ―Me río.

Toco la puerta del cuarto cuando llego y frunzo el ceño cuando me encuentro con esos ojos azules.

―Daniel Wallas ―lo nombro a secas ―no confío en nadie, pero ya que estás aquí, se ve que eres el más confiable ―Me observa confundido y abre los ojos en grande cuando le entrego a mi hijo ―. Necesito que me lo cuides un rato.

Me mira desconcertado.

―¿Tengo cara de niñero acaso?

―¡No amigo David! ―oigo gritar a Katerina y salir del cuarto ―¡Papi es mío! ―se queja ―¡El bebé no puede!

Sonrío.

―Deberías aprender a compartir.

Frunce el ceño.

―No quieres compartir a mami con papi, ¿y yo sí tengo que compartir con Evan? ¡No es justo! ¡No quiero!

―¡Katty! ―dice Daniel.

Yo me río.

―Son dos compartir muy diferentes.

Hace puchero la niña.

―No entiendo.

―Amigo David te lo explicara otro día ―Levanto la vista hacia Daniel ―ahora me tengo ir ―Vuelvo a reír ―. No te preocupes, no soy Crista, no te voy a dejar al niño ―Me giro ―volveré.

―¡Espera! ―Se sorprende ―¡¿Cómo sabes eso?!

Me detengo y lo miro ampliando mi sonrisa.

―Te investigue.

Claramente tengo un objetivo, se llama Crista Ricoy, por lo tanto desde que la conocí sé todo sobre ella, a mí no se me escapa nada y no se me ha olvidado nuestra apuesta querida Greek goddess.

Yo ganaré la guerra, vas a ser completamente mía. 

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