148. Bienvenido a Inglaterra
David
Mantengo la compostura y me centro en lo importante antes de que mis celos me dominen. Y esos no son buenos, menos delante de una niña.
Volviendo al tema ¿Cómo consiguió Daniel la dirección sin la policía? Sólo tengo una suposición.
Douglas Matthei.
Sigo sin entender su juego ¿Por qué le daría la dirección a Daniel? ¿Acaso cree que de esa forma me uniré a su hija, Diana?
O es que acaso...
Es una advertencia que puede desencadenar en tragedia.
Involucrar a la policía está fuera de los límites de la mafia. Es una regla fija, todos lo saben.
―La policía no tiene pruebas contundentes para culpar a nadie ―explica el chico de irritantes ojos azules ―pero tienen en la mira a varias familias, o eso es lo que me dijo el oficial a cargo ―continúa ―sin embargo la dirección me la dio otro oficial.
Lo sabía, debe ser uno de los infiltrados de Matthei.
Es obvio que esto es una advertencia, Daniel es una advertencia. Miro a Katerina y me doy cuenta. Vuelvo a observarlo a él.
―¿Viste algo extraño en el aeropuerto?
Se lo piensa.
―¿Extraño como qué?
―Vigilancia ―Sonrío ―demasiada vigilancia.
―Ahora que lo dices... algo, sí.
―¿Vuelos cancelados? En específico, de Argentina.
Frunce el ceño y se mantiene pensativo.
―Sí ―Luego levanta la vista ―¿Por qué?
―Bienvenido a Inglaterra ―Me giro presionando los dientes y me voy de allí.
¿Puedes entrar y no puedes salir? Douglas Matthei está jugando sucio, demasiado diría yo. Va a jugar con fuego y lo voy a quemar.
―¡David! ―oigo a Crista llamarme pero la ignoro mientras camino por el pasillo ―¡Espera un segundo!
Me detengo y se choca con mi espalda, me giro viendo cómo se agarra la nariz por el dolor del golpe. Y me mira enojada.
―¡Avisa imbécil, que te vas a detener! ―se queja.
Sonrío.
―Greek goddess ―Frunzo el ceño ―vete a jugar con ojitos azules, ojos verdes no tiene tiempo para ti ―Me doy la vuelta y mi malhumor regresa comenzando a caminar.
―¡¿Qué?! ¡¿Qué te pasa?! ―me grita.
―Ya me fui.
―¡Todavía te veo, imbécil! ―Me giro y le levanto el dedo medio. Su boca se abre con sorpresa ―¡¿Cómo te atreves a hacerme fuck you?!
Me río y dejo de escucharla volviendo a caminar. Por cierto ¿Dónde está Evan?
Adivinaré, Nick Nick.
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