145. Es hora de madurar

Una hora antes.

Crista

Observo a un lado y otro de la vereda, sin visualizar ningún policía cerca de Daniel y lo hago pasar a la mansión. La niña se mantiene agarra de su padre e intento interceder para tener un conversación con él.

―Katerina vete con Nick Nick, tengo que hablar con tu papi ―Señalo el pasillo.

La pequeña niega con su cabecita y me observa nerviosa.

―No, no quiero que hagas daño a papi.

Frunzo el ceño y se estremece. Visualizo como Daniel se agacha y le sonríe.

―Princesa, esta es una conversación de adultos, sólo será por un momento, ¿de acuerdo?

La pequeña asiente, me mira por un minuto que parece eterno y corre a buscar a Nick.

―Espero que esa persona sea confiable ―aclara.

Sonrío.

―Nick es confiable, más con los niños, no te preocupes. Créeme.

Rueda los ojos.

―De ti puedo esperar cualquier cosa.

―Que agresión ―Me río ―con lo bien que nosotros la pasábamos.

―Dirás tú, torturándome por algo que no es mi culpa. Aunque no vine a hablar del pasado.

Lanzo una carcajada.

―Admito que torturarte ha sido uno de mis pasatiempos más divertidos ―Me acerco y poso mi mano en su pecho sensualmente ―y que Helen desaprovecha todo el potencial que tienes ―lo provoco y se aleja.

―No tengo porqué andar hablándote de mis intimidades con mi pareja. Deja de juguetear Crista, estás evitando por completo la conversación y no tengo tiempo para jueguitos.

Mi sonrisa se amplía.

―Porque eres un pobretón sin un peso, que necesita de una noche de sexo salvaje, con una multimillonaria sexy que pague tus deudas ―Me relamo los labios.

―No ―Niega con la cabeza ―soy un hombre que se preocupa por la felicidad de su hija, la cual espera que su madre la tome en cuenta todo los días de su vida ―Suspira ―pero veo que no puedes dejar a un lado ese orgullo que tienes y antes de que te retractes de lo que dijiste ―Me señala ―tengo que alejarla de ti y tu mala influencia ―Se encuentra muy serio ―no pienso dejar que le hagas daño, Crista. Ni por una estúpida venganza, ni por nada, ¿entendiste?

Entrecierro los ojos.

―¡No me digas lo que puedo y no puedo hacer! ―Mis dientes se presionan ―No soy ninguna niña.

―Ahora que lo dices, eso es lo que eres ¡Una niña caprichosa que no madura, háblame cuando crezcas! ―Se gira y lo agarro del brazo ―¡No me toques! ―Se suelta, molesto y me observa con ese intenso azul lleno de furia ―¡Si quieres quejarte con alguien, ve y quéjate con Carter, yo no tengo nada que ver con tu relación fallida y Katty mucho menos! ¡Madura Crista, madura!

Me quedo tildada como si me hubieran pasado un tren por encima.

Sólo con oír el nombre de mi obsesión ya me altero. Pero maldita sea, como me irrita que tenga razón.

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