143. Hermosos ojos azules

No sé de dónde saco la velocidad para correr con estas piernas, pero llego antes de que el auto pase y levanto a la pequeña, sacándola y cruzando ya a la otra vereda, fuera del peligro. La bajo, agarro sus manitas y me agacho con preocupación.

―¡No vuelvas a hacer eso, casi me matas de un susto!

El rostro de Katerina se llena de más lágrimas.

―Mami me quiere.

―Sí, pero no llores más.

Me paralizo un segundo y levanto la vista al sentir su presencia. Me cruzo con esos hermosos ojos azules. ¿Qué hace aquí Daniel?

Él sonríe.

―Sabía que no eras tan mala persona.

¡Maldición! Mi reputación, mi orgullo ¿Ya no puedo retractarme?

Me levanto y lo miro directo a los ojos, sintiendo mis mejillas arder.

―Yo no...

Frunce el ceño.

―¿Acaso piensas cambiar tus palabras?

―¿Qué haces aquí? ―intento cambiar el tema.

―Vine por mi hija, es más que obvio.

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