Hora del alta. Levanto a Evan entre mis brazos y camino detrás de Aleshka por los pasillos. Debería ir adelante como la Reina que soy, pero sigo la indicación de la rusa molesta, por precaución.

Y qué bueno que lo hice.

Un hombre salta a atacarnos con un cuchillo, pero la inexpresiva le dobla la mano, lo empuja, se lo quita y lo golpea contra la pared dejándolo inconsciente.

―¡Vaya! Un día enséñame a hacer eso ―acoto y me río ―¡Ah, no! Ya tengo gente para que lo haga por mí.

El dinero mueve al mundo.

Seguimos caminando y salimos hacia fuera del hospital. Aleshka saca su arma y dispara a unos arbustos. Un hombre sale con una herida de bala en el brazo y comienza a correr para huir.

―¿No los matas? ―pregunto interesada en el asunto.

―Sólo cuando es absolutamente necesario ―otra respuesta seca que me amarga el día.

―¡Que aburrida! ―grito a lo alto pero otra vez ni se inmuta por mi acotación en contra de ella ―¡En serio! ¡¿Qué te ve Nick?! ―Aumento la voz molesta.

―Pregúntaselo a él ―pronuncia y me amargo más.

Ni una mísera pregunta me puede responder.