David

Despierto y sonrío, lo sabía. Me levanto de la cama y me estiro. Me visto, sólo se llevó mi billetera, que aburrido. Agarro mi celular y llamo a mi asistente ¿Cómo se llamaba? ¡Puf! Como si importará.

―¿Conseguiste lo que te pedí? ―averiguo y cuando me lo confirma cuelgo, para acto seguido salir del hotel e ir a mi auto.

Miro la cartera de Crista, lo único que tiene allí, es algo de dinero, preservativos, un labial y la tarjeta del hotel dónde se está hospedado. Ella vendrá por esta, sonrío triunfante. Luego me lo pienso otra vez o quizás no, puede ir a otro hotel. Tiro la cartera para atrás, ya me aburrió.

Llego a mi empresa y mi asistente me entrega unos papeles.

―¿Es la información que te pedí? ―pregunto.

―Es el expediente de Crista Ricoy ¿Pero para que lo quiere? Puede quitarle el dinero, sin necesidad de ellos.

―Porque lo que de ella quiero, no es su dinero ―Miro el papel detenidamente y luego veo al que me cuestiona ―. Ya lárgate ¿Quién te pidió tu opinión?

―Lo siento ―Se retira.

Miro el papel ¿Pero qué tenemos aquí? La diosa griega, no es tan diosa ¡Vaya! Estuvo en un psiquiátrico, perdió un embarazo y tiene una hija ¿Qué más tenemos por aquí? Esto se pone divertido, estoy de muy buen humor. Tengo todas las de ganar. Crista Ricoy, ya no puedes escapar de mí.