Crista

Tiro pochoclos sobre el dormido Nick y no hace nada, sólo respira en profundidad. Que aburrimiento ¡Se ha dormido otra vez! Al menos hubiera atendido mi libido en vez de dormir, idiota.

―Aleshka... ―murmura entre sueños.

¿Qué con esa mujer? La ha repetido como cincuenta veces ya. Me río, debe ser su amorcito. Me voy a divertir molestándolo con ello. Pero si duerme tanto, que aburrido, como me puedo burlar así.

―¡Deja de dormir! ―Lo pateo y se cae de la cama ―¡Me aburro!

Se levanta del suelo de repente.

―¡Soy estéril, yo no fui! ―grita y luego se percata aturdido ―¿Pero cuando llegué aquí? ―Se ríe y se toca la cabeza.

Una sonrisa maliciosa se forma en mi rostro.

―¿Qué no hiciste qué? Qué atrevido ―Hago una carcajada ―¡¿Qué cosas turbias provocas en tus sueños, Nick?!

Sonríe.

―Hola jefa ¡Ya, en serio! ¿Cómo llegue aquí?

―David te fue a buscar ―Ruedo los ojos ―pero no me sirves de nada, a menos que... ―Señalo la puerta ―¿Puedes noquear al guardia?

―¡Puf! Pan comido ―Se truena los dedos y camina hasta la puerta. Aunque esta se abre y pasa una mucama que se sonroja, cuando lo ve delante de ella. El morocho sólo sonríe ―. Hola.

―Eh... el señor David... ―Me mira a mí y evita contacto visual con él ―dijo que le avise que la pequeña Katerina está en la cocina. Con permiso ―Se aleja retirándose nerviosa.

―¡Ay! La tenías embobada ―me burlo y me pongo a pensar en que no le preste atención a la mujer.

―Soy todo un galán ―Se ríe y luego hace una pausa ―pero... dijo Katerina ―Señala la puerta abierta que ahora está sin guardia por el informe de la chica.

Cielos, si lo dijo, pensé que oí mal ¡¿En qué piensa, David?! ¡¿Por qué la trae aquí?! ¡Qué la regresé a Argentina con Daniel!

Más dolor de cabeza para mí cerebro, gracias.