119. Un ángel en casa

Entro a la mansión Lovelace y la niña mientras canta se agarrada de mi mano. Se detiene y observa el lugar con los ojos bien abiertos.

―Amigo David, ¿esta es tu casa? ¡Es muy grande!

Técnicamente era mi casa pero...

―Tengo otras casas más lindas ―Le sonrío ―¿Las quieres ver un día?

―¡Sí! ―grita contenta.

Corre por el living cuando entramos y visualizo a mi padre venir furioso hasta mí.

―¡¿Se puede saber que estás haciendo?! ―me grita y hago como que no lo escucho ―¡¿Qué hace ese ruso dando vueltas por aquí otra vez?! ¡¿Cómo te atreves a atacar a mis hombres y liberar a esa mocosa?!

El pequeño ángel se gira y frunce el ceño.

―¡Yo me limpio los mocos! ―se defiende enojada.

―¡Huy! Qué carácter ―Comienzo a reír.

―Yo... yo me los limpio... ―dice nerviosa ―¡Es verdad! ―Se sonroja.

―Por supuesto ―Le sonrío y luego señalo a mi padre ―aquí el sucio es este viejo ―Me río.

―¡Viejo feo! ―Le saca la lengua y se va corriendo a esconderse detrás del sillón.

Sonrío.

―Niña lista.

―David ―Me mira mi padre de manera amenazante ―tenemos cosas más importantes que atender.

Asiento.

―Sí, debería estar en España, atendiendo mis negocios, no los tuyos. No sé si recuerdas ―Lo agarro de la chaqueta con furia ―¡Pero me echaste!

Sonríe.

―No es mi culpa que seas un fracasado.

Lo empujo con fuerza y cae hacia el suelo.

―Porque no te pudres en tu propia porquería ―exclamo con asco.

―Amigo David ―Saca su cabecita detrás del sillón ―¿Vamos a jugar al té? ―pregunta nerviosa, intentando interferir.

Es obvio, los niños sufren cuando los adultos se pelean.

Le sonrío.

―Sí, vamos.

Una bonita sonrisa que a cualquiera derretiría se forma en su bonito rostro de ángel y corre hasta mí a agarrarme la mano. Ignoro a mi padre y me voy con la niña a la cocina. Veo a la empleada y le digo disimuladamente que le avise a Crista.

La verdad, no tengo idea cómo va a reaccionar al traer a Katerina aquí. Es preferible ir con cautela.

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