Capítulo 43

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Narrador Externo

Si había algo que enfurecía a Mikaela Hyakuya era que no lo escucharan, aún así no pudo gritarle nada a Yuuichiro, que había salido casi corriendo de la oficina con su hermana pisándole los talones.

-Mika- Kimizuki se atreve a hablarle-, dale su tiempo, sabemos lo que hiciste y, creenos, Yuu no te va a perdonar fácil. Lo sabes.

-Señor Hyakuya, espero no ser irrespetuoso con la pregunta pero, si tanto lo ama ¿Por qué hizo eso?

Mika baja la mirada, sus ojos son cubiertos con el flequillo, sabe que cometió un error enorme, que el amor de su vida lo odiaba ahora y lo peor: él no recuerda nada de la noche que pasó con Akane. Los recuerdos son borrosos, al día siguiente solo la había tratado como una amiga normal, no sabía nada de fotos ni besos ni mucho menos de tener sexo. Era repulsivo el solo pensarlo.

-Yo...- intenta explicar.

-Mejor continúe su trabajo, señor, Yuu no va a volver más que para presentar la carta de renuncia- le comenta Yoichi-. Creo que Izbell va por el mismo rumbo.

Eso fue lo qué más asustó a Mika, escuchar eso le había recordado el motivo por el cuál no entraba en depresión total aún: confiaba en que Izbell Clearke lo ayudaría a enmendar el daño una vez se enterara de la verdad.

-¿Qué?- no espera y corre a los elevadores.

Lento. Muy lento. Más lento. El mundo parece querer mantenerlo lejos de su amado. El elevador tarda en subir, muchas personas van a distintos lugares antes de llegar a la primera planta. Es tarde, no encuentra rastros de ningún Clearke en la recepción.

-Mierda...- susurra, caminando directo a su auto.

Él sabe que no estarán en casa, aún así va a ese lugar solo para encontrarlo desolado.

-Te esperaré, Yuu-chan...

Y las lágrimas caen justo cuando las nubes dejan caer su llanto también.

→Huye→

Yuuichiro Clearke no se paró a pensar en nada más que el plan creado rústicamente en el elevador.

-Regresamos a casa- suelta de repente.

-Mika nos buscará ahí...

-No me refiero a esa casa.

-Yuu- se exalta Izbell-. No quiero regresar a Mantrofol... ¿Y nuestras cosas?

-Le diste una copia de llaves a Ciel y Levi, ellos pueden ayudarnos a mandar las cosas.

-¿Y la carta de renuncia?

-Ferid Bathory va a ayudarnos con eso.

Izbell se estaba quedando sin opciones para hacer reaccionar a su hermano mayor.

-Yuu... ¿Tan así estas?- el enojo comenzó a hacerse presente-. Se hombre, idiota ¡Da la maldita vuelta, debes enfrentarlo!

El auto no frenó en ningún momento, dio la vuelta para ir a la casa que ambos compartían. Izbell sintió una punzada de alivio al verlo reflexionar.

-Mañana llevaremos las cartas de renuncia y nos mudaremos de casa- afirma su hermano.

-Lo que te haga estar más tranquilo.

La lluvia hacía más difícil el manejar, la visión de Yuu tampoco era la mejor después de tanto llanto. Todo empeoró cuando se estacionaron, el auto de Mika estaba en la entrada.

-Yuu- le calma su hermana-, recuerda lo que hablamos. Estoy de tu lado. Vamos.

No tuvieron que pasar más de cinco segundos luego de esas palabras, alguien bajo la lluvia (y con un aspecto desastroso) tocó la ventanilla del auto.

-Vamos- pide Yuu.

-Voy detrás de ti.

Salen lo más rápido posible, Mika los sigue de regreso a la casa, entran empapados, mojando todo el suelo.

-Voy por toallas- aclara Izbell antes de dejarlos solos.

Silencio. Mucho silencio.

-Yuu-chan, puedo explicarlo...

-No quiero mentiras, Mikaela, y sé que no puedes explicarlo.

-Yo realmente...

El tono de su celular interrumpe el largo discurso que estuvo componiendo en su mente desde que comenzó a llover.

Contestó por inercia, no sabía que eso le traería más problemas.

-¡Amor!- cantó la voz de Akane del otro lado de la línea.

La expresión de Yuu se desfiguró, su corazón se había roto en pequeños trozos, él se lo estaba confirmando.

-Akane, callate, no somos nada- espeta el rubio, molesto al ver como había cambiado el rostro de su amado.

-¿Qué dices, mi vida? No seas malo conmigo o no te compensaré más tarde...

Bien, otro error.

Cortó.

-Sí no fuese real, no te molestaría mucho que yo escuchara eso- le comenta Yuu.

-Yuu-chan, no es eso, ella y yo...

-Sean felices, pero no me busques. Tú y yo ya no somos nada... No te sientas amarrado a mi.

Yuu comenzaba a alejarse.

-No...- las palabras se escapaban, su lengua no hacía nada de lo que le ordenaba.

-Por favor... Solo vete- pide.

Cristales. Ellos dos estaban hechos de eso en este momento. Rotos. Ellos dos habían roto algo interno mutuamente.

El amor es un sentimiento fuerte y apasionado, algo capaz de hacerte sentir el rey del mundo o someterte en una depresión increíble. El amor, el amor, el amor.

¿Cuantas locuras te hace cometer el amor?

Una vez más Yuu había sacado a Mika de la casa, no esperaba respuestas, no quería escuchar nada de lo que él tenía que decirle.

Ambos se quedaron separados por una puerta, derrumbándose por la relación fallida.

No juegues conmigo.

No me rompas más.

Mi primer amor... ¿Termina así, nada más?

Izbell solo observa desde las escaleras. Esta vez la depresión si iba a ser palpable. Sería duro, pero necesario, decirle a Yuu que tendría que superarlo y ayudarlo.

-Ciel- graba en susurros la nota de voz-, te necesito en casa dentro de una hora. Lo peor está pasando.

Ciel y Sebastian escuchan la nota con la tristeza inundando el lugar.

-Desde que esos dos van mal todo es más frío- comenta Ciel.

-Con el tiempo volverá a ser un tiempo cálido- intenta consolarlo Sebastian, dándole un beso corto en los labios.

Yuuichiro estaba dejando que su corazón se partiera, era un sentimiento gélido el que quedaba luego del sentir cristales en su interior. Las lágrimas corrían por su rostro. La lluvia caía con ira del cielo, acompañando su dolor.

Mikaela se fue en medio de esa tormenta eterna.

¿Volverás, amor?

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