CAPÍTULO 4
KATHERINE
HACE SEIS AÑOS
Asher y yo estábamos juntos; lo que rompía todas las reglas que por años me había esforzado en respetar, pero lo amaba y no tenía ninguna duda sobre eso; estaba profundamente enamorada de él, tan enamorada que no podía imaginarme estando al lado de alguien más.
Amaba a Asher con cada latido de mi corazón y con cada respiración; estaba enamorada de su voz, de su sonrisa y su emoción; estaba enamorada de sus sueños y sus alegrías; estaba enamorada de todo lo que él significaba y con cada día que pasaba el amor que sentía solo iba haciéndose más grande.
Al inicio tenía que admitir que me sentía culpable; no podía evitar pensar que estaba cometiendo un grave error al romper las reglas de los amish, pero si Dios era amor, entonces no podía creer que condenara el amor que Asher y yo sentíamos el uno por el otro.
Habían pasado meses desde que estábamos juntos y pronto sería mi cumpleaños número diecisiete en dónde finalmente tendría que tomar mi gran decisión; podría irme o quedarme en mi comunidad, solo tenía esas dos opciones y se me acababa el tiempo para decidir, pero todavía no sabía que hacer.
Tenía mucho en lo que pensar y demasiado que considerar; si elegía marcharme no habría vuelta atrás y no estaba segura de poder hacerlo; la comunidad amish, el pueblo y mi familia eran todo lo que conocía; eran todo mi mundo y dejarlos atrás era demasiado difícil, además, no solo sería doloroso para mí perder el contacto con mi familia, si no que les causaría un gran dolor si decidía marcharme y ese era un temor que nublaba minuto a minuto mi mente.
Si elegía irme, mi comunidad me apartaría y mi familia tendría que rechazarme; tendrían prohibido hablarme y no volvería a verlos; pero si me quedaba, no volvería a ver a Asher y eso también me rompería el alma.
Me sentía dividida en dos y no sabía que decisión era la correcta; ¿Debería quedarme en casa y aceptar la vida que se planeo para mí desde mi nacimiento o debería arriesgarme y enfrentar un mundo desconocido para luchar por mis sentimientos? Francamente no lo sabía.
- Cariño... - dijo mi madre llamándome desde el interior de la casa y solo entonces salí de mis pensamientos – Ayúdame a poner la mesa para que cenemos
Obedecí a mi madre y entré a casa para terminar de ayudarla con la cena y una vez que todo estuvo listo, llamé a mis hermanos y a mi padre que estaba trabajando en el campo para que vinieran a cenar y nos sentamos a la mesa en silencio, como cada noche; la luz de las velas era lo único que nos alumbraba y después de rezar, el único sonido que se escuchaba era el de las campanillas de la entrada que sonaban por el viento.
Todos comíamos en silencio, aunque por momentos mi padre intercambiaba algunas palabras con mi hermano mayor, hablando de trabajo y una vez que acabamos de cenar, mi hermano mayor se marchó hacia su casa y mi madre llevó a mis hermanos menores a la cama mientras yo recogía los platos de la mesa, pero antes de que pudiera ponerme a lavar, mi padre me pidió que me sentara, ya que quería hablar conmigo de algo importante.
- En unos meses cumplirás diecisiete años y tendrás tu ceremonia de bautizo
- Lo sé, papá... - murmuré en voz baja
- El obispo Benjamín Mullet vino hoy a verme para pedirme tu mano
En cuanto esas palabras salieron de su boca se me cortó la respiración y por un segundo sentí que mi corazón se detenía; siempre supe que llegaría el momento en que tendría que casarme y la idea del matrimonio nunca me había disgustado; era mi deber como hija el casarme y formar mi propia familia para hacer crecer nuestra comunidad; así me educaron, esas eran las cosas que me enseñaron desde que tenía memoria y era el papel que se suponía que debía cumplir, pero ahora la idea del matrimonio me asustaba.
- Es un gran honor, no siempre las hijas se casan con un obispo
- Papá...
- Serás la esposa perfecta para el obispo; tu madre y yo estamos orgullosos
Sus palabras, aunque sonaban hermosas, estaban llenas de presión; ¿Cómo iba a negarme a casarme con el obispo? Se suponía que ese era un gran honor y nadie nunca lo rechazaría; la mayor parte de las chicas por no decir todas estarían felices de casarse con el obispo Mullet; era un hombre bueno, noble y trabajador, obedecía las reglas de los amish al pie de la letra y era muy religioso; era un hombre honorable y como decía mi padre, sería un orgullo para mi familia que yo me casara con él, pero ni siquiera podía imaginarlo.
- Claro, papá – acepté manteniendo la voz baja sin saber que más decir
- Es momento de ir a dormir, cariño, hablaremos más por la mañana – dijo mi padre terminando la conversación y después se levantó dejándome sola en la cocina
Me levanté para terminar de lavar los platos y una vez que acabé, apagué las velas y me dirigí a mi habitación, pero, aunque me acosté en la cama en la oscuridad, no conseguía conciliar el sueño y no podía evitar repetir las palabras de mi padre en mi mente.
Estaba perdida en mis pensamientos cuando un sonido en mi ventana me despertó por completo y me acerqué a ver que ocurría, pero cuando abrí la ventana para ver que es lo que sucedía, me quedé paralizada.
- Asher... - murmuré sin poder creerlo
Cerré la ventana lo más rápido posible, me coloqué un gran sweater y con el mayor cuidado, salí en silencio de mi habitación; cerré la puerta tras de mí y prácticamente corrí hasta dónde Asher se encontraba y sin dejarle tiempo para hablar tomé su brazo y lo arrastré hacia el granero, muy lejos de dónde mi familia descansaba.
- ¡¿Qué haces aquí?! – exclamé entre molesta y asustada
- Quería verte
- ¿Sabes lo peligroso que es? Además, ¿Cómo sabías cual era mi ventana?
- Dijiste que tu ventana daba hacia un gran roble
- Asher...
- Viajaré por unos días para un partido, quería verte antes de irme
- ¿Cuándo volverás? – pregunté mientras él acariciaba mis manos
- En dos días – respondió y sin poder evitarlo, hice un puchero – Como quisiera que pudieras venir conmigo...
La verdad es que también deseaba eso; me gustaría poder acompañar a Asher a sus partidos, me gustaría estar ahí para apoyarlo y gritar su nombre a todo pulmón; me gustaría poder verlo jugar y compartir su emoción, pero no podía hacerlo.
- Lo harás increíble... - murmuré con dulzura y Asher bajó sus manos a mi cintura atrayéndome hacía él
- Por supuesto, soy el mejor – respondió haciéndome reír
- Cuanta humildad
- Qué puedo decir, me enorgullecen mis habilidades – dijo con una sonrisa y sin pensarlo, lo besé
Cuando estaba junto a Asher, la lógica desaparecía y perdía el control; él me hacía sentir libre y plena; con él todo era brillante y perfecto, con él al fin me sentía yo; estaba enamorada, tan locamente enamorada que por una vez en mi vida solo quería dejarme llevar y hacer lo que sentía.
Asher me besaba con intensidad mientras que yo me aferraba con fuerza a su camiseta; mis manos subieron poco a poco hasta su cuello y con algo de nerviosismo lo atraje más hacía mí y sentí como sonreía contra mis labios.
- Te amo... - murmuró Asher a centímetros de mis labios y abrí los ojos encontrándome fijamente con los suyos
- Te amo – respondí y por primera vez en mucho tiempo no dudé de mis palabras
Estaba nerviosa, pero al mismo tiempo me sentía segura; amaba a Asher, lo amaba con fuerza y si había alguien con quien deseaba estar, era con él; quizá era el momento o el hecho de que todo en mi vida era caótico y confuso, pero la verdad es que justo ahora mis sentimientos por Asher eran lo único real y en lo único que confiaba.
- ¿Estás segura? – preguntó y sonreí
- Te amo... y estoy segura de eso
Asher me atrajo nuevamente hacia él y unió sus labios con los míos; sus manos fueron a mi cabello acariciándolo mientras me besaba y no pude evitar gemir ante su tacto; bajé mis manos hasta el borde de su camiseta y la levanté con lentitud mientras mis manos temblaban; estaba nerviosa y algo asustada por el paso que estaba por tomar, pero al mismo tiempo estaba segura de que esto era lo que deseaba; quería estar con Asher en todas las formas posibles, quería estar con él en la forma más intima que conocía y tal vez desearlo como lo hacía o amarlo con la intensidad en que lo amaba era un pecado, pero la verdad es que como la biblia decía; "Todo aquel que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios"
Así que por más que mi iglesia me decía que todo lo que estaba sintiendo por Asher era un pecado, en mi corazón sentía que Dios no iba a juzgarme, porque Dios es amor y yo estaba actuando como lo hacía por el más profundo amor.
Asher y yo estuvimos juntos, con algo de torpeza, nervios y miedo, pero al final estuvimos juntos en aquel viejo granero, encima de la paja y en medio de la oscuridad, solo iluminados por el brillo de las estrellas que se colaba por las pequeñas ventanas; estuvimos juntos de la forma más real, pura y sincera; estuvimos juntos porque así lo queríamos y la felicidad que encontré en ese momento, fue incomparable.
Asher me hizo sentir como el centro de su universo; me hizo sentir que el mundo comenzaba y terminaba conmigo; me hizo sentir amada de una forma tan etérea que no tenía forma de describirlo; estar con él fue perfecto y estar entre sus brazos se sintió como estar en el lugar correcto.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Pasaron algunas semanas desde que Asher y yo estuvimos juntos por primera vez; fueron semanas maravillosas en dónde me sentí plena y feliz a su lado; cada vez que lo veía el corazón se me salía del pecho y no podía parar de sonreír; estaba tan enamorada que debían inventar una palabra más fuerte para describirlo; estaba tan enamorada que el solo hecho de separarnos era lo más doloroso que tenía que soportar.
- ¡Bu! – exclamó Asher tomándome por la cintura desde atrás y reí antes de girar entre sus brazos
- Cuantas veces debo decirte que no me asustes así – me quejé haciendo un pequeño puchero con los labios y él no dudó en besarme hasta que sonreí
- Me gusta asustarte, pequeño girasol – respondió sujetando mi cintura y levantándome para hacerme girar en el aire
- ¡Asher! – exclamé riendo y me bajó apegándome más a su cuerpo
- Te amo tanto, girasol; te amo tanto que me consume; noche y día sueño contigo; sueño con el momento de tenerte en mis brazos, sueño con tu sonrisa y el sonido de tu voz; sueño contigo a cada momento y cuando finalmente te veo, siento que mi mundo está completo otra vez
Las palabras de Asher me aceleraban el corazón y me llenaban el alma de dicha; lo amaba y nada en el mundo podría cambiar eso; lo amaba con tanta intensidad que también me consumía por mis sentimientos y no podía imaginarme una vida sin este amor; nunca creí conocer a alguien como él, nunca enloquecí por una persona, pero cada vez que estaba junto a Asher, sentía que todo era posible y que no existía ningún limite para nosotros dos; lo amé en cada caminata, lo amé cada segundo que estuvimos juntos y cada instante separados; lo amé con toda la fuerza de mi corazón y lo amaba como nunca podría amar a nadie más.
Pasé el resto de la tarde hablando con Asher cerca de nuestro arroyo y cuando el sol comenzó a caer, me di cuenta que mi hermano ya debería estar cerca para recogerme como cada día después del trabajo y me levanté con rapidez por miedo a llegar tarde y que mi hermano terminara armando un escándalo al no encontrarme.
Asher y yo nos apresuramos en volver a la casa en dónde yo trabajaba y cuando llegué frené en seco al ver el carruaje de mi hermano en la entrada y cuando él me vio llegar acompañada de Asher, noté como sus manos se cerraban en puños y su expresión se endurecía.
- Tengo que irme... - murmuré con nervios y prácticamente salí corriendo hacia mi hermano antes de que él cometiera una locura o tuviera uno de sus arrebatos
- ¡Sube! – ordenó mi hermano en cuanto estuve a unos pasos de él y obedecí de inmediato
Estaba asustada y nerviosa, pero aun así subí al carruaje e intenté pensar en una explicación razonable ante las preguntas que mi hermano me haría, pero cuando él subió, lo único que se formó entre nosotros fue un gran silencio.
Poco a poco nos fuimos alejando en dirección a la comunidad y después de lo que pareció una eternidad, mi hermano al fin me miró y comenzó a hablar o, mejor dicho, comenzó a regañarme y lanzar acusaciones ante las que no me dejaba defenderme.
- Por favor, Michael...
- ¡¿Eso es lo que haces en lugar de trabajar?!
- Michael...
- ¡¿Qué hacías con un forastero a solas?! ¡¿Desde cuándo has roto las normas?! ¡¿Desde cuando eres una pecadora?!
- No hice nada malo
- ¡Todo lo que has hecho está mal! Ya le había dicho a nuestro padre que era una mala idea que trabajaras lejos de casa; ¡¿Qué pasaría si el obispo se enterara de tus andanzas?! ¡Tienes una idea de la vergüenza que la familia sentiría! ¡No piensas en lo que haces! ¡Tus acciones nos afectan a todos! ¡¿Crees que si alguien sabe de tu comportamiento confiarán en nosotros! ¡Dirán que nuestros padres no supieron educarte! ¡¿No piensas en cómo eso afectará a nuestros hermanos?!
- Yo...
- No volverás a esa casa
- Michael... yo no...
- ¡Silencio! ¡No quiero escuchar una palabra más! ¡Ya arreglarás las cosas con nuestro padre!
Estaba aterrada y solo quería ponerme a llorar; ni siquiera me había visto haciendo algo malo; pero aun así me juzgaba y pensaba lo peor de mí; ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Qué le diría a papá? ¿Cómo podría convencerlo de que nada malo había ocurrido cuando lo más seguro era que mi hermano lo exageraría todo?
No podía quedarme encerrada en casa, no podía no volver a ver a Asher, no podía hacerlo y tenía miedo de que simplemente me encerraran bajo llave sin dejarme otra opción; ¿Qué iba a hacer ahora?
El resto del camino mi hermano continuó gritándome, lanzando amenazas y haciéndome sentir humillada, dolida y culpable; mi hermano era experto en hacerme sentir que todo lo que hacía era incorrecto y sus reclamos solo eran como sal en la herida.
Cuando llegamos a casa, tuve que quedarme sentada en la mesa hasta que mi hermano terminó de hablar con mi padre y una vez que eso sucedió, tuve que soportar muchas preguntas, reclamos y gritos; mi padre estaba furioso y no me permitió decir nada en mi defensa; tanto él como mi hermano me mandaban a callar cada vez que intentaba decir algo y cuando por fin me permitían responder alguna pregunta, simplemente no me creían y por supuesto que no confiaban en mí.
A la hora de la cena, mi padre me hizo comer en una mesa pequeña, apartada de los demás, como un castigo por mi comportamiento vergonzoso y deplorable; pero lo que más dolió es que ni siquiera mi madre se atrevió a interceder por mí y en ese momento me sentí completamente sola.
Al día siguiente mi padre me ordenó que me quedara en casa y aunque no me encerraron bajo llave, tanto él como mi madre me tenían vigilada; me sentía una intrusa, me sentía culpable y herida; me sentía de alguna forma rota por dentro y solo quería marcharme o tirarme en mi cama para llorar, pero ni siquiera eso me permitían hacerlo; mi padre quería que fuera con el obispo a confesarme, quería que expiara mis pecados y es lo que terminaría haciendo o las cosas solo empeorarían en casa; mis hermanos pequeños no comprendían lo que estaba sucediendo y mi hermana parecía estar igual de asustada que yo, pero como era natural en esta casa, nadie decía nada y solo obedecían las ordenes de nuestro padre.
Pasé el fin de semana encerrada en casa, ayudando con los labores del hogar y durante estos días, me sentí apartada; mi hermano no me hablaba y si lo hacía, solo recibía tratos fríos o desagradables de su parte y mi padre, él tampoco me hablaba y cuando lo hacía, me hacía sentir que lo había decepcionado; me sentía sola y triste, pero aun así intenté razonar con mi padre para que al menos me permitiera volver a mi trabajo y explicarle a la señora la razón por la cual ya no podría trabajar en su casa y finalmente después de pensarlo durante mucho tiempo, mi padre aceptó y esa misma tarde mi hermano me llevó en el carruaje ya que también necesitaba hacer unas compras que mi padre le había encargado.
En cuanto llegué me disculpé con la señora de la casa por no haber acudido y le expliqué la situación a grandes rasgos obviando muchos detalles y le informé que ya no podría volver a trabajar con ella; me despedí y le agradecí por todo este tiempo; me despedí de todos con el corazón roto, pero antes de que me marchara, el hijo mayor de los señores de la casa me detuvo y me pidió que lo acompañara al jardín trasero en donde me encontré frente a frente con Asher y al verlo no dude en correr hacia él con los ojos empañados por las lágrimas.
- Asher... - murmuré apegándome a su pecho, pero él me apartó – Asher, ¿Qué ocurre? – pregunté sin comprender su actitud
- Vine a decirte que me iré
- ¿Irte? ¿A dónde? ¿Por qué? – pregunté confundida
- Me iré de aquí, a la ciudad; me reclutaron
- Eso es asombroso, felicidades – dije con una sonrisa que él no correspondió
- Me iré hoy, me iré ahora
- Asher... pero... ¿Qué pasará con nosotros?
- No existe un nosotros
- ¿Qué cambió? ¿Por qué me dices eso?
- Me iré a la ciudad, no puedo arrastrarte conmigo; aquí tienes una vida, tienes a tu familia y no vas a abandonarla; estas estancada y no pienso estacarme contigo
Sus palabras me estaban destrozando y cada una de ellas dolía más que la anterior; ¿Cómo podía decirme esto? ¿Cómo podía comportarse tan frío después de todo lo que vivimos?
- Asher...
- Eres un lastre para mí, así que mejor vive tu vida en tu comunidad y ya; no hay un nosotros y no lo habrá más
- No puedes estar hablando en serio, ¿Qué pasó con todo lo que me dijiste?
- Eso ya pasó, ¿Qué pensabas? ¿Qué iba a quedarme para siempre en este pueblo? ¿Qué nos casaríamos, trabajaría en la granja y tendríamos cientos de hijos?
- Asher...
- No soy como tú, Katherine, no pienso tener esa vida; no voy a renunciar a todo lo que quiero, no puedo hacerlo
- ¿Y yo qué? ¿No me quieres? ¿No dijiste que me amabas?
- Lo siento – respondió y entonces las lágrimas si comenzaron a derramarse
- ¡¿Es todo lo que me dirás?! ¡Lo siento! ¡¿Cómo puedes hacerme esto?! ¡¿Cómo puedes jugar así con mis sentimientos?! ¡¿Qué acaso todo lo que me dijiste fue mentira?! ¡¿Qué acaso nunca te importé?! ¡¿Fui solo un juego para ti?!
- Sí y el juego se acabó – soltó de golpe y eso terminó de romperme el corazón
- ¡Lárgate!
- Katy...
- ¡Lárgate! ¡No quiero volver a verte! ¡Te odio! – grité con rabia y él solo se marchó
Parte de mí deseaba que Asher diera media vuelta y regresara; parte de mí quería que volviera, me dijera que todo era mentira y que se disculpara; quería que me dijera que me amaba, pero eso no iba a ocurrir y cuando su imagen se perdió a lo lejos, sentí que no solo mi corazón se había partido, si no también sentí mi alma hecha pedazos.
Nadie me detuvo cuando me alejé de aquella casa y sin poder detener las lágrimas seguí caminando sin una dirección fija hasta que el carruaje de mi hermano volvió a entrar en mi campo de visión; él no tardó en detenerse y cuando me vio llena de lágrimas, en lugar de consolarme, volvió a lanzar reclamos sin sentido que justo ahora no me sentía capaz de soportar, sin embargo, antes de que pudiera responderle o gritarle por sus palabras, mi vista comenzó a nublarse y mi cuerpo comenzó a sentirse cada vez más pesado; me sentía mal y una angustia me atravesó el pecho; intenté sujetarme de mi hermano y entonces, todo se volvió negro.
No supe que ocurrió, pero cuando desperté, estaba en mi habitación cubierta por varias mantas; estaba confundida y me dolía la cabeza, sin embargo, aun así, me levanté de la cama y poco a poco salí de la habitación hacia la cocina en dónde al verme, tanto mi madre como mi padre se pusieron en pie y me observaron con una mirada entre seriedad y decepción.
- Mamá... ¿Qué ocurre? – pregunté con miedo
- ¿Cómo pudiste...? – murmuró y después desvió la mirada soltando algunas lágrimas
- Mamá... - murmuré e intenté acercarme, pero mi padre me impidió el paso
- Después de todo lo que hicimos por ti, ¿Cómo pudiste fallarnos así? – increpó mi padre con dureza
- Pero... ¿Qué hice?
- Katherine, te educamos tan bien, ¿Cómo pudiste hacernos esto? – dijo mi madre entre sollozos
No entendía que estaba sucediendo, no podía comprender que era lo que me estaban reclamando; no sabía porque mi madre lloraba o porque mi padre me miraba furioso, pero con cada segundo que pasaba, la ansiedad empezaba a dominarme y la desesperación se hacía presente.
- Te desmayaste en los brazos de tu hermano; él te llevó al médico del pueblo – dijo mi padre con seriedad – Le dijo que estabas embarazada
En el instante en que esas palabras salieron de su boca sentí que mi mundo se hacía pedazos; ¡¿Embarazada?! ¡No podía ser posible! ¡No podía estar embarazada! ¡No! ¡No podía ser!
- ¿Cómo pudiste? ¡¿Cómo pudiste arruinar así tu vida?! ¡Cómo pudiste involucrarte con un forastero! ¡¿Cómo pudiste cometer el pecado de la carne?! ¡¿Por qué no respetaste las normas de la iglesia?! ¡¿Cómo pudiste decepcionarnos así?!
- Lo siento tanto... - murmuré entre lágrimas – En serio lo lamento...
- ¡Vete de aquí! – gritó mi padre con rabia
- Espera, por favor, podemos hablarlo...
- ¡Largo de mi casa! – gritó mi padre mirándome con un desprecio que me congeló la sangre y miré a mi madre pidiéndole ayuda
- Mamá... por favor...
- ¡Cállate! – gritó mi padre con furia - ¡Quiero que te vayas!
- Papá... por favor... déjame hablar
- Qué tonto fui, yo creyendo que ibas a trabajar, pero no; ibas a revolcarte como una cualquiera
- Yo no... no hacia eso... - murmuré llorando – Es solo que... me enamoré de él
- ¡El hombre que mencionó tu hermano! ¡Un vil forastero! ¡¿Cómo pudiste hacer eso?! ¡¿Cómo pudiste caer tan bajo?!
- Papá... si tan solo me escucharas...
- ¡No tengo nada que escuchar! ¡Quiero que te vayas!
- ¡¿Por qué nunca quieres escucharme?! ¡¿Por qué no te importa lo que yo siento?! ¡Nunca te han importado los sentimientos de los demás! ¡¿Nunca te he importado yo?! – cuestioné sin dejar de llorar
- ¡No quieras voltear las cosas, tú eres la gran decepción aquí! ¡La única culpable de lo que sucede eres tú!
- ¿Por qué? ¿Por qué ya no soy una niña pequeña? ¿Por qué me equivoqué?
- ¿Quién eres? Porque no eres la niña que crie, ya no te reconozco – dijo con el desprecio cargado en su voz y volví a mirar a mi madre que solo lloraba en silencio sin dirigirme la mirada ni intervenir para ayudarme
- Soy tu hija... te amo y sé que te decepcioné, pero te necesito; necesito que mi padre me abrace y me diga que todo saldrá bien; te necesito, papá; por favor...
- ¡Te quiero fuera de mi casa a primera hora! – gritó mi padre y después se marchó dejándome sola con mi madre
- Mamá... - murmuré ahogando un sollozo
- Confiábamos en ti... - dijo entre lágrimas – Estaba cosiendo tu vestido de bodas; soñaba con tu matrimonio y la familia que formarías, ¿Cómo pudiste hacer esto? Involucrarte con un forastero, romper la ley del sagrado matrimonio... ¿Cómo pudiste decepcionarnos tanto?
- Lo siento mamá, por favor; no me dejes sola... - pedí llorando, pero cuando intenté acercarme, ella retrocedió
- Obedece a tu padre y vete – dijo antes de marcharse de la habitación y entonces volví a romper en llanto
¿Cómo es que todo se había derrumbado en tan poco tiempo? ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Cómo iba afrontar esto? Asher se había ido, me había abandonado y no volvería; mis padres acababan de echarme de casa por mis errores y estaba embarazada sin tener ni la más mínima idea sobre que hacer o a dónde ir; lo había perdido todo y era mi culpa.
- Estoy muy decepcionado de ti – dijo mi hermano y me giré al escuchar su voz
- Michael...
- Junta tus cosas, te llevaré al pueblo para que te vayas
- Michael, por favor, no tengo a dónde ir
- Eso debiste pensarlo antes de acostarte con ese forastero
- Michael, por favor... - murmuré, pero la mirada de desprecio que me dio me hizo retroceder
- No dejaré que pases ni un minuto más aquí, así que o juntas tus cosas o te largas de una vez
Me mantuve en pie como pude y caminé a mi habitación sin ser capaz de detener las lágrimas; tomé un pequeño morral y junté las pocas pertenecías que tenía; saqué los pocos ahorros que guardaba de mi trabajo y los guardé en mi bolsillo; dudaba mucho que me dejaran despedirme de mis hermanos, así que lo más rápido que pude le escribí una pequeña carta a mi hermana para despedirme de ella y sin perder el tiempo, escondí la carta bajo el colchón en dónde sabía que ella buscaría; miré una última vez a mi habitación y entonces finalmente salí para encontrarme con mi hermano que seguía observándome con rabia y decepción.
- Vamos, camina – dijo con molestia y lo seguí fuera de la casa con la cabeza abajo
Mis padres no salieron a despedirme y el trayecto hacia el pueblo en el carruaje lo pasamos en silencio; mi hermano no me miraba ni me hablaba, casi parecía odiarme y eso me lastimaba aun más de lo que ya lo estaba.
Cuando llegamos al pueblo, me ordenó que me bajara del carruaje y sin despedirse, solo se marchó sin mirar atrás; ya no le importaba lo que sucediera conmigo, no le importaba cual sería mi destino y al parecer ya a nadie le importaba.
Por mucho tiempo tuve miedo de alejarme de mi familia y perderlos a todos; tenía miedo de estar sola y perder todo lo que conocía; por mucho tiempo tuve miedo y dudas, pero ya ni siquiera tenía la opción de elegir; mi comunidad ya no iba a recibirme, mi familia acababa de rechazarme y ahora tendría que arreglármelas sola.
¿A dónde iría? ¿Qué haría? ¿Cómo iba a sobrellevar esta situación?
Todos mis miedos se habían hecho realidad y por mis decisiones es que ahora estaba envueltas en este desastre; ya no tenía a nadie, ya no tenía nada; no tenía un techo ni comida ni seguridad; no tenía a mi familia, no tenía a Asher; ahora estaba abandonada a mi suerte, pero no podía darme por vencida, no podía dejarme caer porque alguien más dependía de mí y aunque me había quedado sola y sin hogar, mi bebé nunca estaría solo y yo lucharía para darle todo lo que pudiera, porque este bebé no tenía la culpa de nada.
Sujeté con fuerza el morral con mis cosas y caminé por las calles del pueblo hasta el pequeño centro de salud; entré con temor al lugar y me acerqué a una de las enfermeras para pedirle ayuda; necesitaba saber si en verdad estaba embarazada y que hacer para cuidar de mi bebé, así que, aunque nunca había estado en un lugar así y mucho menos sola, me armé de valor y seguí las indicaciones de la enfermera que me llevó hasta un consultorio en dónde un médico iba a evaluarme.
Me hicieron unos cuantos exámenes y después de un rato el médico me confirmó que sí estaba embarazada, de casi cuatro semanas; me explicó todos los cuidados que debía tener y lo escuché con atención, aunque no conseguí comprenderlo todo y después de que terminamos de hablar, me marché del centro de salud hacia la central de autobuses en dónde finalmente debería tomar la decisión de a dónde dirigirme.
Había escuchado que muchos amish se iban a Nueva York para pasar su Rumspringa; sabía que había lugares en dónde los amish podían hospedarse y recibir ayuda, por lo que esa era mi mejor opción, al menos por el momento; así que antes de arrepentirme, compré el boleto hacia Nueva York y una vez que estuve sentada en mi lugar, por fin acepté la realidad; ya no era amish, ya no tenía una familia ni una comunidad, ya no tenía una pareja ni un futuro planeado; ya no tenía idea que haría el día de mañana, pero a pesar de que todo parecía estarse derrumbando, me mantendría en pie y saldría adelante, tenía que hacerlo, por mi futuro y el de mi bebé.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top