CAPÍTULO 3
KATHERINE
Cuando eres famoso, todos creen conocerte y todos tienen una opinión sobre tu vida que no tienen miedo de expresar; pero la realidad es que muy pocos me conocían en verdad; muy pocos sabían quien fui y todo lo que tuve que pasar para llegar a este punto en mi vida.
La fama tiene una parte oscura, porque la verdad es que nadie es cien por ciento perfecto y nadie es completamente honesto; en el pasado pensaba que todos podían ser buenos y que solo debíamos demostrarles bondad y sinceridad, pero cuando me aventuré en la ciudad aprendí que estaba equivocada; todo el mundo tiene secretos, todos tienen pecados; es por eso que aunque seamos famosos y tengamos la admiración de miles, también estábamos en el ojo del huracán, expuestos para que nos juzguen y lastimen.
Desde que alcancé la fama, siempre me aseguré de cuidar mi imagen; si asistía a algún evento o fiesta, tenía cuidado de no beber más que pequeños sorbos de champagne solo si era necesario; no dejaba que me tomaran fotos comprometedoras ni me involucraba en escándalos; cuidaba mi imagen porque de no hacerlo, la única afectada no sería yo, si no mi hija y cuidar de ella era lo más importante.
A lo largo de estos años las personas habían especulado mucho sobre mí y existieron demasiados rumores sobre mi vida personal o posibles romances que mantenía con actores, presentadores de televisión, entre muchos otros hombres con los que solo había hablado un par de veces; los rumores eran algo común en la industria y eran algo con lo que había aprendido a lidiar, pero a pesar de que constantemente sacaban alguna noticia falsa sobre mí, tenía cuidado de no alimentar esos chismes y desmentirlos con rapidez.
- ¡Cinco minutos para comenzar! – exclamó una de las directoras del set sacándome de mis pensamientos y los estilistas terminaron de retocar mi peinado y maquillaje
Hoy tenía una sesión de fotos para una de las revistas más importantes de Nueva York y estaba nerviosa; esta no era la primera vez que hacía esto, pero honestamente la sensación de nervios en mi estómago jamás se iría y en parte eso me gustaba, porque la emoción seguía siendo exactamente la misma.
Si me hubieran preguntado hace años si me imaginaría vistiendo todo este tipo de ropa, tan descubierta y brillante, les hubiera dicho que estaban locos, pero ahora cuando me veía al espejo, ya no me sentía incómoda ni extrañada; me vestía y me arreglaba por mí, me sentía sensual, hermosa y no me parecía algo de lo que debiera avergonzarme; me sentía confiada y feliz, no sentía vergüenza ni miedo, no sentía que debiera recibir un castigo por amarme como era y menos por estar orgullosa de mi belleza.
Los amish condenan la vanidad; no permiten que las mujeres usen ropa con estampados o colores vibrantes y mucho menos ropa descubierta; los amish no usan joyas ni adornos, incluso tienen prohibido mostrar el cabello suelto y usar maquillaje; no pueden mostrar la piel o exponerse demasiado; antes creía que todo eso era lo correcto y que el obispo tenía razón al decirnos que, si rompíamos esas reglas, nuestro pecado sería terrible, pero ahora mi opinión había cambiado; no porque me vistiera de esta manera Dios dejaría de amarme, no porque me gustara arreglarme o disfrutara de verme bonita en el espejo, eso significaba que debía ser castigada; no por ser yo estaba condenada.
- ¿Lista Kat? – preguntó Brenda entrando al camerino con una gran sonrisa
- Lista – dije devolviéndole la sonrisa y poniéndome de pie
El estudio fotográfico era amplio y luminoso, había varias personas yendo de un lado a otro por el ajetreo del trabajo; pero todo se detuvo cuando entré a escena.
- ¡Brillante! ¡Hermosa! – exclamó el fotógrafo sin dejar de lanzar flashes
La directora del set detuvo un segundo la sesión y se acercó para darme algunas instrucciones sobre las siguientes poses y sobre la expresión que necesitaba que reflejara en mi rostro; una vez que terminó de darme algunas indicaciones más, los maquillistas se acercaron para retocar mi maquillaje y solo entonces la sesión pudo continuar.
- Levanta la barbilla un poco más – pidió el fotógrafo y obedecí – ¡Muy bien! ¡Preciosa! ¡Estupendo!
Las fotografías continuaron durante un buen rato y llegado cierto momento, me dieron la libertad de hacer lo que quisiera y posar como fuera mejor para mí; esa libertad era una recompensa por lo lejos que había llegado en esta industria y no temía aceptar lo mucho que disfrutaba estar frente a las cámaras.
Cuando la sesión de fotos terminó, todos los miembros del set me felicitaron y pude compartir algunas palabras tanto con el fotógrafo como con la directora de escena y el resto del personal a cargo, pero la paz no duraba y en menos tiempo del que pensé, ya estaba nuevamente en la camioneta para dirigirme a mi siguiente compromiso.
- El desfile es a las siete, así que aún tenemos tiempo; debes estar ahí a las cuatro para la revisión final de vestuario, peinado y maquillaje, por si deben hacer algún cambio o retoque, así que tenemos poco más de una hora.
- ¿Hablaste con Natalie? – pregunté acomodándome en el asiento y Brenda asintió
- Sí, recogerá a Rebecca de su clase de arte y después la llevará a casa; se asegurará de que haga sus deberes, la aseará y después le dará de cenar; igualmente ella sabe como funciona todo, sabe los horarios y el tiempo permitido en el que Rebecca puede ver televisión, así que no tienes nada de que preocuparte.
- No puedo evitar preocuparme – respondí y Brenda sonrío
- Ya sé, eres la mamá osa, preocupada y ansiosa por su traviesa bebé – dijo y reí
- Me gustaría llevarla conmigo...
- Pronto podrás hacerlo; ya Rebecca está grande... - respondió y asentí con lentitud
Cuando inicié con el modelaje decidí proteger a mi hija; quería mantener su privacidad, quería alejarla de la prensa y permitirle tener una vida normal; decidí esperar a que ella creciera antes de exponerla a la prensa para que ella pudiera disfrutar de su infancia, pero ya era momento de decirle a todos que esa extraordinaria niña era mi hija y aunque tenía miedo de hacerlo, ya no podía seguir retrasando ese momento.
La agencia a la que pertenecía, mi manager, Brenda y todos los demás habían preparado un plan detallado para el momento en que revelara que Rebecca era mi hija y teníamos controlado cada detalle para que la reacción del público no fuera negativa, pero existía algo más que me aterraba y me llenaba de preocupación.
No podía solo decirle al mundo que ella era mi hija, no cuando su padre no sabía de su existencia, pero hablar con Asher era uno de los temores más grandes en mi vida y cada vez que consideraba la idea, la ansiedad y el miedo me consumían por completo.
En estos años tuve mucho cuidado de no cruzar mi camino con el suyo y me mantuve alejada de todo su mundo; no importaba cuantas veces me ofrecieron trabajar para las marcas que auspiciaban a su equipo, yo siempre me mantuve al margen, porque francamente nunca me sentí verdaderamente lista para enfrentarlo.
Aun recordaba el día en que se marchó, dejándome sola para enfrentar todas las consecuencias de lo que hicimos y aunque no me arrepentía de mis decisiones, la herida seguía ahí, como si nunca hubiera terminado de sanar.
- Debes tomar una decisión; se está acabando el tiempo – dijo Brenda y suspiré acomodándome más contra el respaldo del asiento
- Lo sé... es solo que... no tengo idea qué hacer...
- Pues en verdad tienes que empezar a pensarlo...
AÑOS ATRÁS
Había pasado algo de tiempo y las cosas realmente habían cambiado; cada día me levantaba con una sonrisa en el rostro y cumplía mis tareas en casa lo más rápido posible solo para poder dirigirme a mi trabajo cuanto antes y así acabar con mis labores temprano; me esforzaba durante horas y trabajaba con rapidez solo para tener más tiempo libre durante la tarde y así pasarlo con Asher.
Cada día era mejor que el anterior y poco a poco fui sintiéndome más libre cada vez que hablaba con él; Asher me hacía reír como nunca antes lo había hecho y cada cosa nueva que me contaba me dejaba fascinada.
Pasábamos horas conversando, leyendo y escuchando música; él siempre tenía algo que decir y aunque una parte de mí sabía que estaba rompiendo cientos de reglas, durante la noche añoraba que el sol apareciera, solo para poder verlo.
Con Asher todo era tan nuevo, diferente y brillante; con él todo lo que antes creía peligroso o terrible, adquiría un nuevo color; Asher solía contarme historias y me hablaba sobre películas que yo solo podía imaginar; él me hablaba acerca de lugares fascinantes que había en el mundo y maravillas que también deseaba conocer; me contaba sobre el mar y la nieve, describiéndolos de una forma que me robaba el aliento.
Nunca antes creí que añoraría tanto algo que era completamente desconocido y antes de conocer a Asher, mi vida simple y monótona en mi comunidad me parecía suficiente, pero ahora deseaba poder conocer que había más allá.
No podía comprender porque si el mundo era tan maravilloso, nuestras leyes nos prohibían acercarnos; no entendía porque todo eso que me parecía tan fascinante, estaba prohibido; ¿Por qué no podía leer? ¿Por qué no podía estudiar como otros chicos de mi edad? ¿Por qué no podía escuchar música, bailar o ver una película? ¿Por qué no podíamos conocer el mundo?
Antes de conocer a Asher creía que las cosas estaban bien porque así habían sido siempre; pero ya no parecía correcto que una mujer tuviera que estar siempre detrás de un hombre; en mi hogar yo no tenía voz ni voto; no podía opinar, no podía quejarme ni expresar mis sentimientos; tenía que seguir las reglas al pie de la letra o me metería en problemas, pero había muchas cosas que no comprendía y tenía muchas preguntas que nadie iba a responder.
En casa, siempre tenía que mantenerme callada, en especial cuando mi padre o mi hermano estaban hablando; el obispo decía que era por respeto, pero ahora pensaba que era más por sumisión; para los amish la mujer debía ser sumisa, femenina y dócil; debíamos encargarnos del hogar, de los hijos y de nuestros esposos; debíamos ser un ejemplo y aunque nunca lo vi como algo malo, ahora sabía que había más en el mundo que eso.
Solía estar tan acostumbrada a no tener las cosas modernas que no me importaba; estaba acostumbrada al silencio y la obediencia ciega que nunca me había planteado cuestionarla, pero ahora que mis ojos y mi mente estaban más abiertos, no podía evitar añorar todas esas cosas que, para mí, como amish, estaban prohibidas.
- Hola, Girasol – dijo Asher sorprendiéndome y me giré de inmediato con una sonrisa en el rostro
- Asher... - respondí y él también sonrío
- Moría de ganas por verte – dijo tomando mis manos y ese pequeño contacto me aceleró el corazón
Sabía que no debía hacer esto; tenía claro cuales eran las normas y sabía el pecado que estaba cometiendo, pero cada vez que Asher me miraba, todo pensamiento y duda se esfumaban; ¿Cómo podía ser algo malo lo que estaba sintiendo? ¿Cómo podía ser un pecado si Dios también era amor?
Sus manos tomaban las mías con cuidado y seguridad; miré sus ojos fijamente perdiéndome en ellos y su sonrisa se ensanchó; Asher sujetó mi mano con fuerza y comenzamos a caminar rumbo al arroyo en dónde nos sentamos lado a lado en silencio.
La verdad es que me sentía segura junto a Asher y los temores que antes me hacían bajar la cabeza ya casi eran inexistentes; Asher me conocía como nadie más lo hacía y eso me gustaba; ambos habíamos compartido secretos y miedos, habíamos hablado de tantas cosas que conocíamos incluso cada uno de nuestros gestos.
Asher me entendía como nadie en mi comunidad podía hacerlo; él me escuchaba sin menospreciar mis palabras y nunca había reproches de su parte; con Asher todo era diferente y eso me encantaba; era como si cuando estábamos juntos pudiera ser la versión más real y fiel de mi misma, lo que me llevaba a preguntarme, ¿Cómo eso podía ser algo incorrecto?
Estábamos sentados en silencio observando el arroyo y me perdí observando los pequeños rayos de luz que se colocaban entre los árboles; era un paisaje maravilloso y por un segundo deseé que el tiempo se detuviera en este momento, cuando todo parecía mucho más sencillo.
Poco a poco desaté la cinta de mi cofia y solté mi cabello dejándolo caer libremente por mi espalda; la verdad es que estaba exhausta y no solo hablaba de la parte física, si no que mentalmente estaba agotada y no sabía que hacer para dejar de sentirme así.
- ¿En qué piensas? – preguntó Asher rompiendo el silencio
- En lo mucho que me gusta estar aquí – respondí volviéndome para mirarlo
- ¿Puedo preguntarte algo? – murmuró y asentí - ¿No has pensado en no volver?
Hasta hace un tiempo mi respuesta hubiera sido una gran negativa, pero ahora tenía dudas; tarde o temprano sería mi momento de tomar una decisión y una vez que decidiera quedarme en mi comunidad, no habría marcha atrás y la verdad es que no estaba segura de esa decisión, pero también temía mucho el decidir marcharme, por las consecuencias que eso me traería.
Si elegía irme, estaría sola; sería rechazada por mi comunidad, mi familia me apartaría y me quedaría sin todo lo que conocía; así que tenía mucho miedo de marcharme y dejar de ser amish, pero también tenía demasiado miedo de quedarme estancada en mi comunidad y jamás poder conocer el mundo que tanto anhelaba.
- No lo sé; no creo poder dejar a mi familia y a mi comunidad; son las personas con las que crecí, es todo lo que conozco... - murmuré y lo escuché suspirar
- El mundo es muy grande, Katy y tiene demasiado que ofrecer; ¿No quisieras permitirte soñar con algo más?
- Tal vez... - murmuré desviando un poco la mirada, pero él colocó su mano en mi barbilla y levantó mi cabeza para que volviera a mirarlo
- Ay Katy... eres la mujer más hermosa que Dios haya creado – susurró colocando un mechón de mi cabello tras mi oreja y por un segundo dejé de respirar – Quisiera que soñaras y volaras lejos; quisiera que pudieras conocer el océano, la nieve y todos esos lugares de los que tanto te emociona escuchar; tan solo quiero que seas feliz
- Soy feliz... - murmuré y él acarició mi mejilla
- Eso es todo lo que quiero – dijo con suavidad y poco a poco fuimos acercándonos
Cuando sus labios tocaron los míos, sentí un sinfín de mariposas revoloteando en mi estómago; era como si una tormenta se desatara en mis venas; se sentía bien, se sentía correcto y perfecto; en realidad era lo más perfecto que había experimentado nunca.
- Quiero que seas feliz, quiero que cumplas tus sueños y esperanzas; quiero que lo tengas todo y quiero estar a tu lado viéndote sonreír – murmuró contra mis labios – Te quiero... - susurró y esta vez fui yo quien acortó la distancia volviendo a besarlo
ACTUALIDAD
Me enamoré y caí por él; me enamoré con todas mis fuerzas y rompió mi corazón; pero los momentos que vivimos juntos fueron los más hermosos; con él sentía que todo era posible; con él sentía que las estrellas estaban a mi alcance y justo por eso enfrentarlo era difícil, porque mis sentimientos por él me aterrorizaban y aunque los recuerdos eran hermosos, también me provocaban un profundo dolor.
Cuando estaba con él, me consumía; solía ver todo un futuro a su lado, solía verlo en mis sueños y en mis esperanzas, pero él se marchó dejándome atrás y por más resentimiento que sintiera, parte de mí era incapaz de odiarlo y también era incapaz de olvidar.
¿Cómo podría mirarlo a los ojos después de todo lo que ocurrió? ¿Cómo podría mantenerme firme si solo pensar en el pasado me estrujaba el corazón? Quería aferrarme a la idea de que era fuerte, pero por él siempre había sido débil...
Tal vez al final la frase que leí una vez siempre tuvo la razón; tal vez el amor era la más grande debilidad y provocaba el más profundo dolor.
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