CAPÍTULO 27

ASHER     

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Cuando la vi salir con aquel vestido, me quedé paralizado; se veía hermosa, tan hermosa que me costaba creer que fuera real; Katherine siempre había sido preciosa, pero ahí arriba se veía impresionante, casi cómo un sueño y no pude evitar imaginarme cómo se vería con un vestido de novia, avanzando hacia al altar en dónde yo estaría esperándola.

La verdad es que jamás imaginé casarme con alguien; nunca consideré el matrimonio como algo que deseara, pero ahora mismo era en todo lo que podía pensar; deseaba hacerla mi esposa, quería gritarle al mundo que esa mujer hermosa y dulce estaba a mi lado, deseaba poner un anillo en su dedo y luego pasar semanas sin apartarme de ella.

Tal vez muchos dirían que solo la deseaba, pero eso es porque no conocían nuestra historia y mucho menos nuestros sentimientos; el amor que había entre nosotros era intenso y fuerte; iba más allá del tiempo, la distancia y las diferencias, no importaba que sucediera, estábamos hechos el uno para el otro y eso era algo que nadie podía atreverse a negar.

Cuando Katherine giró alejándose lentamente miré a mi pequeña hija que tiraba de mi brazo buscando mi atención y sonreí, ella me miraba con un brillo impresionante en sus ojos y una sonrisa enorme en su rostro; se parecía demasiado a su madre, tanto que muchos ojos curiosos que nos rodeaban eran incapaces de disimular su asombro, pero no quería prestarles atención a ellos, así que solo concentré mi atención en mi hija.

-        ¡Mamá se veía hermosa! – exclamó sin dejar de sonreír y francamente se veía bastante impresionada - ¿Crees que seré así de bonita cuando crezca? – preguntó tomando mi mano y eso aumentó mi sonrisa

-        Serás mucho más bonita, corazón; ya lo eres – dije tocando su nariz haciéndola reír – Preciosa como tu madre y astuta como yo

Me encantaba escuchar la risa de mi hija y me fascinaba verla feliz; ella era hermosa, fuerte, inteligente y valiente; era lo mejor de nosotros dos; era mi pequeña niña y me encargaría de proteger su sonrisa cada día de mi vida, así como me aseguraría de hacer feliz a su madre hasta dar mi último aliento.

Cuando el desfile terminó, tomé la mano de Rebecca y me dirigí al salón principal en dónde se celebraría la gala y me mantuve alerta, actuando como lo hacía cada vez que acudía a algún evento como este; la verdad es que en el mundo de la fama todos ocultan quienes son y mantienen las apariencias como si fueran lo más importante y por más que odiara admitirlo, la realidad es que así era, porque al final, cuando estás en la cima, si dices la verdad, siempre habrá alguien buscando la forma de hacerte caer y eso no podía permitirlo, mucho menos ahora que tenía una familia que proteger.

Los secretos de mi pasado y del pasado de Katherine eran complicados; muchos reporteros no dudarían en aprovechar esa información para su beneficio y volverían nuestra vida un tormento; para ellos sería una simple noticia, pero para nosotros sería un desastre y por eso era necesario mantener las apariencias; por nuestro bien y el de nuestra hija.

Cuando Katherine entró al salón, todos los ojos automáticamente se dirigieron a ella, pero los suyos solo me miraban a mí; se veía preciosa, en un vestido celeste de tul tan fino que caía como una nube a su alrededor y sus ojos brillaban con una luz que me aceleraba el corazón.

Amor

Eso era lo que sentía por ella; un amor tan puro y verdadero que jamás podría amar a alguien como la amaba a ella; por años me negué a verlo, me esforcé en convencerme de que el amor que tuvimos fue un romance juvenil que se quedó atrapado en el pasado, pero éramos mucho más; nuestro amor era fuerte, tanto que resistió la tempestad y el tiempo; nuestro amor era poderoso e imparable.

La amaba y eso nunca iba a cambiar; con ella siempre podía ser yo mismo; con ella no había mentiras ni hacía falta mantener las apariencias; ella no me amaba por ser el quarterback o una estrella del fútbol; ella me amaba por quien era en mi interior y amaba las partes de mí que ni siquiera yo mismo era capaz de apreciar.

Nuestro amor era real, tan real que en el pasado tuve miedo, ahora lo tenía claro; pero ya no sentía miedo; ya no volvería a huir de ella, al contrario, lo único que haría de ahora en adelante, sería correr para encontrarla.

-        ¡Mami! – gritó Rebecca soltando mi mano y honestamente ni siquiera intenté detenerla cuando salió corriendo hacia su madre

Katherine sonrió al recibir a nuestra hija en sus brazos y yo no dude en acercarme a los dos amores más grandes de mi vida; tomé a mi pequeña princesa en mis brazos y la levanté con cuidado para que quedara a la altura de su madre.

-        ¡Te veías muy bonita! ¡Como una reina! – exclamó Rebecca moviendo sus manos en gestos que me parecieron de lo más tiernos

-        Tú te ves preciosa, cariño

-        Papá dice que soy tan bonita cómo tú

-        Pues él tiene mucha razón, aunque eres mucho más bonita que yo con esos gigantescos ojos azules, amor

-        Azules como los de papá – dijo nuestra hija con orgullo y eso me hizo sonreír

-        Azules como los de papá – repetí sonriéndoles a ambas y Katherine me miró de la misma forma en que lo hacía hace tantos años

-        Hay algunas personas que quieren conocerlos, ¿vamos? – preguntó mi hermoso girasol y Rebecca sonrió emocionada pidiéndome que la bajara para que pudiera tomar nuestras manos

Durante el resto de la gala, Katherine nos presentó a una gran cantidad de personas y honestamente me la pasé mejor de lo que esperaba y me gustó ser parte de este nuevo mundo que ella había descubierto y en el que parecía realmente cómoda; ya no era aquella chica tímida a la que le costaba encontrar las palabras o el valor para hablar; ahora se expresaba con seguridad y siempre atraía la atención de todos a su alrededor; Katherine brillaba como una auténtica estrella e impactaba a todos, no solo por su belleza, si no por lo inteligente y suspicaz que era; en el pasado ya me había mostrado lo interesada que estaba por aprender todo aquello que desconocía, pero solía tener miedo de aprender porque su familia y la comunidad en la que creció, decían que todo aquello era malo, pero ahora se mostraba como una mujer fuerte, decidida y feroz; una mujer que sabía lo que quería y que había aprendido mucho más de lo que mostraba a simple vista.

Con algunas de las personas que nos presentó, se mostraba más reservada y tranquila e incluso participaba activamente en las conversaciones de muchos de ellos, pero era notorio lo cómoda que se sentía con otras de esas personas y cómo se relajaba fácilmente en este ambiente; sin embargo, eso no fue lo más sorprendente de la noche, si no el hecho de que todos parecían respetar nuestros secretos y tal vez era porque ellos tenían sus propios secretos que ocultar, pero se sintió reconfortante que por una vez, nadie nos acribillara con preguntas; al contrario, nos dejaban tranquilos y se mostraban respetuosos, aunque igualmente casi todos estaban fascinados por nuestra pequeña hija que parecía haber sacado el don de su madre para brillar ante los demás.

-        Me llevaré a Rebecca al departamento – dijo Brenda tomando a nuestra pequeña que ya había caído rendida y la acunó sobre su hombro con cuidado

-        Deberíamos ir a casa también – intervino Katherine observando a nuestra hija, pero Brenda negó

-        Merecen un descanso y pasarla bien

-        Pero, ¿Y si despierta y se preocupa? – cuestioné con nervios y Brenda sonrió al vernos tan angustiados

-        No se han separado de ella ni un segundo a menos que tuvieran trabajo o estuvieras entrenando – respondió mirándonos y tuve que admitir que tenía razón

Desde que revelamos la verdad ante los medios; Katherine y yo estábamos bastante paranoicos; no nos gustaba estar lejos de nuestra hija e intentábamos estar con ella el mayor tiempo posible, así que, si Katherine trabajaba; Rebecca estaba en el estadio observándome entrenar y si yo estaba ocupado; su madre se quedaba con ella y aunque también estaba Natalie quien siempre cuidaba a nuestra hija; la verdad es que estábamos algo ansiosos con respecto a su seguridad.

-        Me alegra que ambos sean los papás osos, preocupados por su pequeña cría; pero necesitan tiempo para ambos; así que no se preocupen; yo me encargo de esta pequeña, además, Natalie está en casa y me ayudará si se despierta, aunque parece exhausta; así que disfruten la noche y diviértanse; nos vemos mañana – dijo Brenda entregándole algo a Katherine y desapareció antes de que pudiéramos volver a replicar

-        ¿Qué te entregó? – pregunté mirando a Katherine que se había quedado extrañamente en silencio

-        Esa mujer va a matarme un día – respondió observando el objeto en sus manos y estuve a punto de echarme a reír

-        Voy a regalarle un trofeo – solté de pronto y Katherine me miró con las mejillas sonrojadas

-        Idiota – respondió ocultando una sonrisa

-        Así que una llave de hotel; si que Brenda es inteligente – dije sujetando la cintura de Katherine que mordió sus labios intentando reprimir otra sonrisa

-        Debe ser su disculpa por habernos interrumpido – comentó colocando sus manos detrás de mi cuello

-        Pues me encanta su disculpa; hay que ir a aprovechar el tiempo – respondí acercándome a sus labios

-        ¿Y cómo vas a aprovecharlo? – preguntó casi sobre mis labios

-        No me tientes, girasol, porque no querrás saber lo que sucederá

-        ¿Qué pasa si quiero hacerlo? – susurró y entonces mi boca impactó con la suya en un beso que poco a poco subió de intensidad

-        Te necesito – murmuré sobre sus labios y recorrí con mis dedos la piel desnuda de su espalda

-        También te necesito – murmuró apegándose más a mi cuerpo y eso fue suficiente para mandar todo al diablo y salir casi corriendo de aquel lugar

No me importaba si mañana éramos noticia o si alguna de las personas esparcía chismes sobre nosotros; justo ahora lo único que me importaba era disfrutar de este momento y hacerla mía cada segundo de lo que quedaba de la noche y seguir haciéndolo hasta que salieran los primeros rayos del sol.

El chófer nos llevó hasta el hotel y en cuanto llegamos, atrajimos miradas curiosas, pero francamente, no podía importarnos menos; no tardamos mucho en llegar a la habitación y en cuanto estuvimos solos, volví a sujetar su cintura y la atraje de nueva hacia mí para besarla.

Poco a poco fuimos acercándonos a la cama y la ropa fue desapareciendo; la deseaba, la necesitaba y ya ninguno de los dos tenía el control; éramos un caos desenfrenado de besos y caricias hasta que finalmente quedamos en ropa interior; mis labios se movían con fuerza sobre los suyos y no dude en tomar sus muslos para sentarla sobre mí, mientras ella enterraba sus dedos en mi cabello atrayendo mi boca hacia la suya; Katherine me besaba con una desesperación tan fuerte que no hacía más que alimentar la mía; la escuché gemir en mi boca cuando mis manos se deshicieron del brasier que ocultaba sus hermosos pechos y podía sentir mi erección presionando contra su sexo haciéndola gemir más fuerte.

Comencé a mordisquear su cuello mientras ella se movía impaciente sobre mí y sonreí incitándola a continuar; mis dedos se deslizaron por su espalda acariciando su piel desnuda y tomé uno de sus pechos con mi mano y lo acaricié con la lengua saboreando la piel de uno de sus pezones hasta introducirlo por completo en mi boca y comencé a chupar con dureza provocando que ella se arqueara y soltara gemidos cada vez más placenteros.

Pasé mis labios a los suyos volviendo a besarla y nos giré dejándola debajo de mi cuerpo; recorrí sus muslos con mis manos y separé sus piernas colocándome entre ellas; bajé las pequeñas bragas que la cubrían y me acerqué a su sexo con cuidado antes de pasar mi lengua justo por su entrada y el grito que salió de sus labios fue lo más excitante que nunca antes había escuchado 

-        ¡Oh Dios! – volvió a gemir agarrando las sábanas como si su vida dependiera de ello

Los movimientos de mi lengua se volvían cada vez más agresivos, moviéndose de arriba a abajo y en círculos; su cuerpo se estremecía y sentía que en cualquier momento iba a explotar; introduje uno de mis dedos en su interior y comencé a moverlo mientras ella mordía sus labios en un intento de controlarse

-        Gime para mí, girasol – le dije centrándome en mirar sus ojos y ella terminó de soltarse 

El orgasmo no tardó en llegar y los gemidos que salían de ella eran preciosos; me despojé de las prendas que me quedaban y tomé sus tobillos jalándola hacia el inicio de la cama; sus piernas temblaban, pero volví a abrirlas y rocé mi miembro contra su mojada entrepierna, los gemidos volvieron a hacerse presentes mientras esperaba ansiosa a que la penetrara y eso me hizo sonreír.

Katherine abrió los ojos y mordió sus labios con desesperación; el deseo brillaba en su mirada y honestamente yo tampoco podía seguir esperando para estar en su interior; pero esta era una imagen que nunca me cansaría de ver.

Rocé la punta de mi miembro contra su entrada y ella se estremeció; continúe frotándome contra su sexo antes de penetrarla, pero francamente, también estaba cayendo en la desesperación.

-        Por... favor... - pidió con necesidad

Ya había sido suficiente tortura para los dos; así que comencé a entrar en ella lentamente y cuando estaba por la mitad, la penetré de una sola estocada haciéndola gemir con fuerza; podía sentir sus músculos expandirse dándome la bienvenida; se sujetó a mis hombros volviendo a clavar sus uñas y comencé a entrar y salir con embestidas cada vez más feroces y rápidas.

-        Abre más – pedí y ella como pudo, me hizo caso

Volví a salir y entré aún más profundo; ambos cogimos ritmo y comenzamos a soltar jadeos mientras aumentaban las embestidas; sentí sus músculos contraerse contra mi miembro y no pasó mucho para que ambos alcanzáramos el clímax; me derramé dentro de Katherine y ella me jaló para que la besara mientras seguíamos unidos, lo cual hice con todo gusto.

Me sentía cómodo dentro de ella; me encantaba cómo se sentía cálida y estrecha para mí; Katherine era mía; era mi mujer, mi amor, mi girasol; solamente mía y me encargaría de que así fuera por el resto de nuestras vidas.

Nos acomodamos en la cama y sonreí mientras volvía a besarla, aunque ahora lo hice con mayor suavidad; es cierto que podía ser posesivo y duro en algunos momentos, pero la amaba con cada fragmento de mi alma y solo me bastaba mirarla para sentir que mi mundo estaba completo.

Estuvimos juntos durante horas; disfrutando el uno del otro hasta caer rendidos y cuando la luz empezó a filtrarse por las ventanas, rodeé su cuerpo atrayéndola hacía mí y ella se acurrucó contra mi pecho hasta quedar profundamente dormida.

Esto es lo que quería para el resto de mi vida y cuando cerré los ojos, me permití soñar con ese futuro; me permití imaginar una casa enorme con un gran jardín que tuviera espacio suficiente para unos grandes juegos para nuestros hijos, tal vez una piscina y un espacio para un jardín de girasoles; podía imaginarme tumbado en la cama disfrutando del mejor sexo con mi bella esposa y despertando con su cuerpo acurrucado contra el mío; podía imaginarme cómo sería la vida a su lado y lo felices que seríamos; podía imaginar ese futuro y lo deseaba, pero ese sueño no se quedaría solo en un simple anhelo, tenía que tomar las cosas en mis manos y hacerlo realidad.

Cuando desperté, era casi medio día; me levanté con cuidado de no despertar a Katherine y tomé una ducha rápida antes de enviarle un mensaje a Nathan ya que necesitaba un favor; me encargué de llamar a recepción para que trajeran un desayuno completo para ambos y comí prácticamente en un segundo asegurándome de no despertar a mi bello girasol.

Katherine se veía agotada y su respiración era lenta, así que dejé el desayuno a un lado, junto a una nota por si ella despertaba antes de que yo regresara y salí apresuradamente de la habitación; Nathan no había tardado en encontrar la información que le pedí y no tenía tiempo que perder, así que tenía que llegar a la joyería cuanto antes.

Tal vez nunca antes pensé en el matrimonio, pero desde que Katherine regresó a mi vida, la idea había estado dando vueltas en mi mente, especialmente desde que empezamos a vivir prácticamente juntos y ahora lo tenía completamente claro; deseaba casarme con Katherine, deseaba compartir mi vida con ella y construir ese hermoso futuro que veía en sueños; la amaba y no imaginaba el mundo sin ella, solo faltaba hacerlo oficial.

Cuando llegué a la joyería, ya me estaban esperando y solo tuve que darles algunas especificaciones sobre lo que quería para que me mostraran algunas opciones; esta era la mejor joyería de Nueva York y la exclusividad, así como la discreción eran importantes, así que me sentía seguro y a gusto, pero por más hermosos que eran los anillos que me mostraban, ninguno parecía ser el ideal, hasta que una de las encargadas me hizo algunas preguntas más y después de unos minutos me mostró una última opción que sin duda fue perfecta.

-        Es un anillo de girasol de oro rosa con diamantes naturales incrustados; es un diseño único e inspirado en la naturaleza – comenzó a explicarme la encargada y después empezó a hablar sobre las especificaciones del anillo, pero francamente, no necesitaba escuchar nada más; el anillo era perfecto y era exactamente el ideal para Katherine

Con la pequeña caja de terciopelo en el bolsillo de mi abrigo, salí apresuradamente de regreso al hotel y en el camino no pude evitar pensar en cómo pedirle que se casara conmigo; porque claro, ya tenía el anillo, pero me faltaba una impactante propuesta y para eso tendría que hacer muchos planes.

Cuando entré nuevamente a la habitación, la imagen que me recibió me sacó una sonrisa; Katherine seguía desnuda entre las sábanas, mientras comía uno de los pasteles que había ordenado que llevaran para el desayuno y en cuanto me vio, sus ojos se iluminaron con un brillo que solo fue comparable a la dulzura de su sonrisa.

-        ¿Despertaste hace mucho? – pregunté quitándome el abrigo y dejándolo a un lado para después subir a la cama junto a ella

-        Hace poco, solo me levanté a lavarme los dientes y quise desayunar; aún me tiemblan un poco las piernas, sí que me dejaste exhausta – respondió acercándose para besarme y el sabor dulce de su boca me envolvió por completo

-        Pues espero estés preparada para más – murmuré volviendo a besarla y la sentí sonreír contra mis labios

-        Siempre estoy lista para ti – respondió apartándose para dejar el desayuno a un lado y le arrebaté la sábana haciéndola reír – Me parece un poco injusto que estés con tanta ropa mientras yo estoy así – dijo mordiendo su labio

-        Eso es algo que podemos solucionar – respondí comenzando a desvestirme y prácticamente salté sobre ella volviendo a cubrir sus labios con los míos mientras mis manos se dedicaban a explorar su piel

Felicidad, amor, euforia, devoción; necesidad, deseo, pasión

Eso es lo que sentía por ella; nuestro amor era cómo el fuego, pero, aunque creí que el pasado lo había extinguido, ahí estuvieron las cenizas, ardiendo hasta que volvimos a encontrarnos y entonces volvimos a arder con mucha más intensidad, porque lo nuestro estaba destinado a ser; porque nuestro amor siempre estuvo destinado a encontrarse y nunca más permitiría que volviéramos a estar separados; ella era mía y yo era suyo, así sería hasta el final.

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