CAPÍTULO 2
ASHER
"El quarterback estrella de los San Francisco Raiders"
Ese era el título por el que todos me llamaban; un título que me había esforzado en ganar y que planeaba mantener; el último partido se acercaba y si ganábamos tendríamos dos victorias consecutivas del Super Bowl y con eso no solo alcanzaríamos un puesto más alto, si no que obtendríamos mayores beneficios, auspicios y conexiones.
El equipo se había esforzado mucho en los entrenamientos y el entrenador nos había hecho polvo, pero a pesar del agotamiento aun así encontrábamos tiempo para meternos en problemas, razón por la cual ahora estábamos en la oficina central bajo la atenta mirada de la junta directiva que iba a decidir que hacer con nosotros después del último escándalo.
- ¡No puedo creerlo! – gritó el entrenador una vez que regresamos a los vestuarios - ¡¿Cómo diablos se les ocurrió meterse en ese lugar?! ¡¿Qué no aprendieron su lección?! ¡¿Hasta cuando no van a madurar?! ¡No son niños, por Dios! – dijo pasando la mirada entre todos nosotros - ¡Y tú! – exclamó mirándome con seriedad - ¡Se supone que debes guiar al equipo y evitar que cometan este tipo de locuras! ¡Se supone que debes ser un líder! ¡Pero no! ¡Eres el primero en meterte en escándalo tras escándalo!
- Entrenador... - murmuré, pero volvió a gritar
- ¡Ustedes son imposibles! ¡Estamos a días del partido más importante de la temporada! ¡La prensa está sobre nosotros! ¡Todos los ojos están sobre nosotros! ¡¿Cómo se les ocurrió meterse a ese lugar?!
- Solo queríamos divertirnos, entrenador – respondió uno de los chicos y el entrenador volvió a gritar
- ¡Divertirse! ¡Están locos!
- No creímos que ocurriría nada malo... - murmuró Chase y negué observando a los demás casi gritándoles que se mantuvieran callados, porque hablar solo iba a enfurecer más al entrenador
- ¡¿Y qué esperaban?! ¡Flores y brillantina! ¡Era un maldito bar de mala muerte! ¡Y se metieron en una estúpida pelea! ¡¿Son idiotas o qué?! ¡Pudieron haberlos suspendido! ¡Podríamos habernos quedado sin equipo para el partido! ¡Son conscientes de lo estúpidas que fueron sus decisiones?!
- ¡Sí entrenador! – gritamos al ver que esperaba una respuesta
- ¡Van a correr hasta que sus piernas quemen! ¡Si alguno se detiene mañana correrá el doble! ¡¿Entendieron?! – volvió a gritar
- ¡Sí, entrenador!
- ¡Largo! ¡No quiero verlos! – gritó y todos salimos corriendo del vestidor lo más rápido posible
El entrenador tenía razón al estar furioso; fuimos unos idiotas al meternos en ese lugar y fuimos aun más idiotas al involucrarnos en una pelea, pero en nuestra defensa estábamos ebrios y en ese estado nuestras decisiones no eran las más sensatas, aunque, de todas formas, esa no era una excusa válida.
- Pensé que nos mataría – dijo Nathan corriendo a mi lado
- Creo que aun tiene ganas de hacerlo – respondí sin dejar de correr
- Fue divertido – comentó Travis y lo miré como si hubiera perdido la razón
- Te golpearía, pero ya estamos bastante golpeados – soltó Nathan y rodee los ojos
- Debemos comportarnos hasta después del partido – declaré con la mirada al frente – Si no, en verdad nos caerá una sanción
- ¿Podrás controlarte? – cuestionó Chase acercándose y todos rieron
Ellos eran mi familia, eran mis mejores amigos y también los idiotas con los que siempre me metía en problemas, pero había cosas que ni siquiera a ellos les había contado y uno de esos secretos era el que más me carcomía por dentro.
Ella, la hermosa y dulce chica que conocí en aquel pueblo; esa chica tan inocente que me hizo cuestionarme todo lo que conocía; esa chica que amé con todas mis fuerzas y que dejé ir por idiota; ella era mi más profundo secreto y en estos seis años no había conseguido sacármela de la cabeza.
Tal vez nunca podría olvidarla, quizá nadie conseguiría llenar el vacío que ella dejó, tal vez estas eran las consecuencias de mis decisiones; porque pese a todas las mujeres con las que estuve durante estos años, pese a todas las fiestas, el alcohol y el dinero, nada me hacía sentir como me sentía cuando la escuchaba reír; nada nunca se compararía con lo que sentía por ella.
La verdad es que todos los sucesos de esa época fueron complicados para mí; llegué a vivir con mi abuelo al pueblo en el condado de Lancaster cuando mis padres murieron en un terrible accidente automovilístico y mi vida dio un giro por completo; de un momento a otro no tenía a mis padres, me alejaron de mis amigos y de todo lo que conocía para llevarme a un pueblo apartado a vivir con un abuelo al que a penas conocía y con el que me era imposible llevarme bien, pero después de unos cuantos días y gracias a un proyecto de ciencias, descubrí que tenía mucho en común con uno de los chicos del pueblo y no tardamos en hacernos amigos, pero el verdadero cambio ocurrió cuando la conocí en aquella casa y desde ese instante nada volvió a ser igual.
AÑOS ATRÁS
Katherine era tímida y eso solo la hacía lucir aun más adorable; se sonrojaba por casi cualquier comentario y era muy sencillo bromear con ella; me costaba comprender como alguien podía vivir tan ajeno a las comodidades que ofrecía este mundo, pero a ella no parecía importarle y eso era intrigante.
Al inicio era difícil conseguir que dijera unas pocas palabras y siempre que me veía venir salía huyendo en la dirección opuesta, pero poco a poco fui ganándome su confianza y después de unas cuantas semanas ya éramos capaces de mantener una conversación razonable.
- ¡Mira lo que te traje! – exclamé sorprendiéndola y saltó hacia atrás por el susto
- Ya te dije que no me asustes así – se quejó, pero aun así sonrío
Llevaba semanas pasando las tardes en aquella casa; siempre acompañaba a mi amigo después de las clases y aunque era cierto que pasábamos tiempo juntos, incluso él se había dado cuenta que me gustaba pasar mi tiempo con Katherine y eso no parecía importarle demasiado.
- Mira lo que traje – repetí tendiéndole el libro y ella se quedó absorta observando la portada
- Cumbres borrascosas -leyó con lentitud y levantó la mirada con algo de confusión
En estas semanas había aprendido mucho de Katherine; descubrí que le encantaba la música y le apasionaba leer, pero solo lo hacía a escondidas ya que su comunidad tenía prohibidos todos los libros con excepción de la biblia; a Katherine le encantaban los libros y aunque al inicio me costó un poco que aceptara mis regalos, los libros eran algo que no rechazaba.
- Marqué mis frases favoritas – dije y ella abrió el libro con cuidado observando las notas que había dejado en los márgenes y las frases que había subrayado
- "Era un ángel entonces. Verdaderamente, era imposible no desear proporcionarle todas las alegrías que fuera posible" – leyó con lentitud y sus ojos se fijaron en los míos – Gracias, es perfecto
Me fascinaba ver ese brillo en sus ojos; esa luz cargada de emoción por las pequeñas cosas que comenzaba a comprender; me gustaba su sonrisa y lo sincera que se veía, pero, sobre todo, me encantaba ser quien causara que ella fuera feliz.
- Te tengo otra sorpresa – dije y ella me miró con curiosidad
- ¿Qué sorpresa?
- Si te lo dijera, no sería una sorpresa – respondí y la curiosidad en sus ojos aumentó
Me encantaba esa parte de ella; adoraba ver la curiosidad en sus ojos al observar algo que no comprendía y me gustaba la fascinación con la que siempre observaba las cosas a su alrededor; todo era nuevo para ella y aunque según me había explicado, su comunidad prohibía casi todo, ella no podía evitar sentir intriga por todo lo que siempre le habían dicho que nunca debía desear.
- ¿Cuánto te falta? – pregunté y ella dudó un segundo, antes de responder
- Tal vez media hora si me doy prisa
- ¿Puedo ayudarte? – cuestioné y asintió sin dejar de sonreír
En esto consistían mis tardes; pasaba algo de tiempo con mi amigo y luego durante el resto de la tarde, la observa a ella e intentábamos conversar sobre todo lo que nos viniera a la mente; ella me contaba acerca de su comunidad y su familia mientras que yo le contaba acerca de la ciudad en la que solía vivir y sobre todas las cosas que ella desconocía.
Katherine me habló mucho sobre sus padres y sus hermanos, además me contó sobre las reglas de su comunidad que francamente me parecían excesivas; había tantas prohibiciones que me sorprendía que existiera algo que estuviera permitido, pero a pesar de todo eso, la mirada de Katherine estaba llena de alegría y sueños, como si no conociera la maldad de este mundo y una mirada como la suya era difícil de encontrar.
Cuando Katherine terminó con las tareas que tenía pendientes, ambos salimos por la puerta trasera de la casa y nos aventuramos más allá del jardín para caminar entre los árboles que iban alejándose de la propiedad y solo nos detuvimos cuando estuvimos lo suficientemente lejos de cualquier mirada curiosa.
- ¿Cuál es la sorpresa? – preguntó Katherine y sonreí por su impaciencia
- Cierra los ojos
- Asher... - se quejó, pero no dudo en cerrar los ojos y aproveché el momento para sacar la pequeña cadena de plata que había comprado para ella
Era una cadena fina con un pequeño dije de un girasol y en cuanto lo vi, supe que sería perfecto para ella y de inmediato decidí comprarlo.
- Abre los ojos – pedí al extender el collar delante de ella y en cuanto sus ojos se abrieron, la sorpresa se vio reflejada en su rostro
- Asher...
- Sé que me dijiste que las joyas estaban prohibidas, pero cuando lo vi, pensé en ti – dije y ella levantó la mirada observándome fijamente a los ojos – Los girasoles significan alegría, positivismo y felicidad; siento que todo eso te representa
- Es precioso, pero...
- Acéptalo, por favor – pedí y aunque pude ver como se debatía por dentro, terminó cediendo y asintió con lentitud permitiéndome colocarle el collar
- ¿Qué tal se ve? – preguntó girándose a mirarme, una vez que terminé de colocarle el collar
- Se ve perfecto – respondí y su sonrisa se ensanchó
- Es perfecto...
Pasamos un largo rato en ese lugar y conversamos de todo lo que había sucedido en los últimos días y el tiempo se fue volando en un parpadeo; por lo que al caer la tarde volvimos sobre nuestros pasos en dirección a aquella casa.
Estaba a punto de marcharme cuando a lo lejos vi como un hombre discutía con Katherine y al acercarme un poco más noté que también era un amish y por la familiaridad con la que se comportaban y recordando todo lo que Katherine me había dicho, lo más probable era que se tratara de su hermano mayor.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top