Capítulo 10: No quiero conocerte más

(Ashley)

Han pasado muchas horas, ese... el conductor brilla por su ausencia y la señora -nana del dueño- no me dirige la palabra. Ya estoy cansada de ejercitar, comer y dormir. Por más que he buscado -dicen que el que busca encuentra- no he encontrado la forma de salir de aquí... De hacerlo, no sé dónde estoy como para...

Me aburro. Es abrumador este "momento solo para mí".

- ¿Qué piensas?

Que bendita manera tiene de aparecer y desaparecer.

Si lo ignoro quizás no se vaya.

- No pienso irme, no te dejaré sola; por lo menos, no por hoy. Hoy es especial.

Puede leer la mente de los demás o me puso un dispositivo mientras dormía.

-No puedo leer tus pensamientos...

¿Por qué no se va? ¡Ya!

-No me iré hasta...

Cerré mis ojos y no pude escuchar nada más, me dormí, otra vez.

-¿Es en serio? -musitó exasperado.

Dos horas más tarde

-Hola, her... señorita. -Bostecé. Me estiré y parpadee.

-Hola, conductor. -Hizo una mueca de dolor ante la mención de la segunda palabra. Lo que no entiendo, siempre le he llamado de ese modo. ¿Por qué se incomoda ahora?

Deja el cómodo sillón y se posiciona en la orilla de la cama.

- ¿Qué sucede? -Ahora sí que me asusta. Su silencio me aterra.

- Vendrás conmigo estés de acuerdo o no.

Me quedo de piedra cada que habla pero ahora me volví mármol.

-Es importante. Espabílate. Te espero en la cocina para... Baja pronto.

Se fue otra vez. -Y ahora qué le pasó...

Cenamos en silencio. Me retiré y dirigí mis pasos a la -mi cárcel- habitación, me impidió llegar más allá de seis pasos.

-Ven conmigo. - más que una orden parecía una súplica, obedecí.

-Aquí está todo lo que puedas necesitar vendré por ti en una hora.

Enarqué una ceja y guardé silencio.

¡Grandioso! bueno, veámoslo como uno de los tantos favores que le pedí, de las tantas veces que le llamé y acudió sin importar qué ni por qué, ni la hora ni el día.

- Bien. ¡Vamos allá!

La soledad me sienta bien, en ocasiones como esta.

Abrí el enorme armario tomé de entre los elegantes atuendos uno que jugase con mi estado de ánimo.

Me duché y me despojé de mis malas ideas.

Entre las gavetas encontré ropa interior -perfecta- tela suave, color negro y muy sexy.

Me decidí por un elegante vestido negro con un adorno floral - de pequeños diamantes- una orquídea -mi flor favorita- que va desde la cadera derecha hasta el seno izquierdo. Posee una sensual apertura desde la cadera izquierda dejando expuesta dicha pierna.

El maquillaje fue leve y los tacones que elegí estaban a juego con el vestido - negros con pequeños adornos blancos- de unos 15 cm y pese a su altura eran sumamente confortables.

***
Su puntualidad es admirable.

-¿Lista? - pregunta desde el umbral de la puerta.

-Sí. - cogí el pequeño bolso negro de adornos blancos a juego con el resto del traje.

Al abrir ampliamente la puerta su mandíbula calló al suelo y sus fanales aunque, disimuladamente, se querían salir de sus órbitas. Le tomó segundos recuperar la compostura incluso el aire se escapó de sus pulmones.

Al examinarlo me pareció el hombre más elegante, apuesto y absurdamente sexy que hubiese visto nunca.

Pero ¡qué rayos me pasa! Que se vea atrayente no quiere decir que me haya olvidado de por qué estoy aquí.

¡Ja! - sonreí de lado, con picardía- Ya verás que te la cobro papito.

- ¿Vamos? - me tendió su mano derecha que al entrar en contacto con la mía...

Me estremecí... ¡Dios! Ni siquiera puedo vengarme porque me gusta; su felicidad es la mía. Pero... ¿Qué demonios estoy pensando? ¡Ay! Incluso mi mente le pertenece. ¡Arg! Maldición.

Él me sonrió en respuesta.

Al llegar al recibidor me colocó un abrigo de pieles bastante suave y tan largo que cubría mis tobillos dejando fuera solo parte del tacón.

Nos despedimos de la señora y subimos a un auto deportivo muy bonito de color negro. Llegamos al sitio, detuvo el auto.

- No huyas.

- ¿Huye usted cuando le llamo? No lo creo ¿eh?

- Sé gentil.

- Me cree usted una bestia.

- No. Pero ellos pueden llegar a serlo.

Asentí y tomé su brazo.

Al deshacerme del abrigo muchos curiosos se fijaron en el paisaje.

Sonreí al notar la tensión en los músculos del antebrazo del conductor bajo mis dedos.

Me lucía como princesa y yo actué como una auténtica reina.

Soporté los comentarios tontos y a los tontos que comentaron. Traté con ilusas que se creen mujeres y con muchas mujeres ilusas. No reclamé, él nunca lo hizo. Solo escuché, guardé un silencio que ahoga barcos y acudí gustosa a su recate cada senda que me lanzaba.

La noche fluyó - a paso de hormiga- rápido, irónico ¿no? Yo a su lado, en una recepción de empresarios con esposas, -muy pocas la verdad- amantes, -por montones- y secretarias.

La velada -iluminada hasta el cielo- llegó por fin a su final - el más esperado y ansiado por mí- brindaron y nos retiramos.
Al llegar a casa, su casa, oh, bueno no sé de quién es la casa al fin. Entramos en sincronía.

Por un momento su semblante me parecía reservado, hermético, misterioso... No lo comenté, solo quería deshacerme de ese vestuario, ¡ya! Notable ¿no? prefiero mil veces vestir un atuendo masculino que ir así de expuesta por el mundo.

En la recámara me afané, ya en ropa interior escucho un ruido proveniente de afuera, me asomo y es él, parece enojado; es el momento perfecto para huir.
No encontré nada acorde a mis exigencias así que, por estar analizando las opciones me pillaron.

- Veo que te me has adelantado.
- Eh...

- Me hubiese encantado quitarte ese vestido con los dientes. - sus palabras me provocaron taquicardia y mucho deseo de tenerlo cerca... De estar entre sus brazos o debajo de su incendiario cuerpo.

No. No en este instante. No.
Hizo amago de acercarse y me alejé. Si me toca no respondo. Sí que respondo y ansío que me tome como lo hizo en el ring. Pero, ¡qué mente tan sucia! No; hora de huir, no de divertirse.

- Yo he cumplido. Quiero saber cuándo puedo irme.

Su rostro palideció, sus rasgos se entristecieron.

- Puedes irte cuando quieras, la puerta está libre. - se quitó de en medio.

No lo pensé si quiera, mis piernas se movieron a la velocidad de la luz, rumbo la salida, tomé el abrigo que usé antes; con mis pies desnudos y en poca ropa bajo el enorme abrigo, corrí... Corrí, corrí como alma que lleva el diablo, como un tornado.

No sé cómo pude orientarme en un lugar desconocido pero lo conseguí.

No sé responder a la pregunta de cómo llegué a la casa de Cam, ni cómo salí de la casa del conductor.

No recuerdo nada.

Solo escuché una parte de la conversación entre Cam y el conductor, sé que hablé: " no quiero conocerte más".

Suerte solo fue una pesadilla el que dejaba solo a ese hombre.

Abrí tanto mis ojos que me dolía la cara, no era un sueño y era la vivienda de Sebastián. Este yacía en el suelo.

No... Lo dejé solo. En el peor período del día. Lo abandoné.

Me levanté sigilosamente tomé una ducha, algo de su ropa y corrí de regreso a no sé dónde pero corrí.

Creo haberme desmayado o en realidad es su voz, esa espectacular melodía que me pide que despierte. Poco a poco, vencí esa pesada fuerza que no me dejaba volver a ver esos profundos pozos negros.

Me besó toda la cara y susurró palabras bonitas a mi oído.

- Me has asustado, no sabes cuán preocupado estaba... Estuve a punto de llamar a la policía.

- Yo...

- Siento haberte tratado como un ogro.

- Que es...

- No te preocupes yo llamo a tus amigos y a tu familia.

- Espera - me incorporé de golpe y me maree- ¡ay! ¿Qué pasó?

- Huiste y no te encontraba por ningún lado.

- Me perdí... Estaba en... Con mi mejor amigo es como mi hermano... Estaba con Sebastián. ¿Cómo llegué? No sé.

- ¡Oh! ¡Rayos! No sabes... No tienes una idea del susto que nos diste.

- A mi nana casi le da un infarto.

- Que... Tu... Nana...

- Si la amable señora con la que te pasaste todo el día en la cocina, recorriendo la mansión y riendo por esos chiste malos que le gusta contar.

- No... Puede... Ser... -Mis palabras se esfumaron.

Me abrazó hasta fundirnos como un solo ser, no quería que se separa de mí.

- Has regresado mi niña.

Nana del dueño. Nana del conductor. El conductor es el dueño.

- Esa joven...

Ella asintió. Y me separó de los robustos brazos de...

- Sí, esa señorita eres tú y eres perfecta para mi querido niño
<te fuiste pero sin saber regresaste en el instante correcto.

< conseguiste que saliera de su rutina de obseso al trabajo, hacerlo reír es un milagro y lo has logrado en más de una ocasión sin siquiera saberlo, cada llamada que le hacías le iluminaba la arrugada y estirada geta que tiene.

< te has convertido en su razón de ser, en su motivo para levantarse, en su latido, en su respiración.

-Ahora entiendo por qué no podía hablar. Y comprendo lo que me ha dicho, solo que problemáticamente, no sé exactamente qué siento por él; solo sé que no quiero que esté lejos de mí, la simple idea de que esté triste me desespera, me asfixia que esté enojado o nervioso.

Nos separamos.

Él me cargó como una pluma... Me llevó dentro, me agarré a su cuello, él sonrió, se ve tan apetitosamente sexy.

- Ahora soy apetitoso. ¡Huy! Eso no lo sabía.

- ¿Lo he dicho en voz alta?

- Sí. Me encanta cuando dices de frente lo que sientes, deseas o piensas.

- No quiero conocerte más... -adormilada.

La seriedad cubrió no solo su rostro sino también su alma.

Espero les guste esta nueva aventura.

Se despide de ustedes 💋

Su autora 💀Death💀

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