Soy Anthony William Hernández Villareal tengo 19 casi 20 años, los cumplo el 25 de noviembre.

Mi padre no lo conocí y mi madre era una zorra de la calle -no sé quién es ni quiero saber si aún vive-. En fin, mis padres biológicos no me importan nada.

Mi familia da todo por mí: mi padre, William, es una mente bondadosa y talentosísima; mi madre, Cristina, una joya preciosa; mi hermano mayor, Thiago, un gran amigo; mi hermano contemporáneo, Brandon, un terremoto que hunde barcos llenos de mujeres y mi hermana menor, Cristina Lexa, es un hada y mi amada pequeña.

Soy consciente de que no soy la mejor persona del mundo, pero, trato de dar lo mejor de mí, cada que puedo.

Lo sé... la vida no es como muchos dicen que puede ser "color rosa" ...soy consciente de ello... y para sobrevivir en ella debemos ser fuertes.

Desde mis 15 años tomé las riendas de mi vida -impulsado por mi padre, aunque no entiendo su afán de posicionarme en su lugar- y no me arrepiento; mi familia ha dado todo por mí después de conocernos, así que ha llegado la hora de apoyarlos de igual manera.

Manejar una empresa no es nada fácil y menos si eres tan joven, inmaduro, prepotente
y alocado como yo; pero si tienes algo más que locuras en la cabeza... puedes hacerlo.

Papá me dejó a cargo -bueno casi- me ha dado muchas tareas y una alta responsabilidad.

A mis 20 años soy director de la empresa automotriz familiar y tengo mis propios negocios; una casa -con todo lo que necesito, o eso creo- y una familia que a pesar de mis aventuras -y cambios de humor en su momento- siempre me han apoyado.

Las reuniones con directivos de preparatorias y universidades no son lo que más adoro del día -en serio "las detesto"- pero trabajo es trabajo.

Hoy luego de mis rutinas diarias: reuniones, llamadas y otras; tengo una junta con el director de la prestigiosa preparatoria (...) para escoger entre los mejores expedientes a cuáles les voy a dar la beca en mi casi empresa.

De camino allí, todo lo que pensaba era, en el regalo de la nana, hoy 15 de marzo, es su cumpleaños -¡increíble! Aún sigue viva, a pesar de los posibles infartos que le he causado como adolescente rebelde- ella es mi compañera incondicional, más como una confidente y una dictadora -en ocasiones- o una directriz en mi vida.

Recibo una buena acogida.

El director es uno de los más rectos y dictadores que jamás creí conocer; hombre de unos 40 años, pelo castaño y "voluntad de hierro". Ya tiene preparado el material, son unos 60 folders.
¡Wooow! Pensé que este año serían menos, me equivoqué con la predicción.

La reunión se alarga más de lo esperado y con ello, el tiempo hace estragos en mis planes -poniendo en juego mi salud mental y física-.

Le entrego el paquete al chofer, Lino, y me paseo de uno a otro pasillo para recordar las tantas veces que lo he visitado.

Me entretengo tanto con el viene y va que la tarde me da la bienvenida.

El chofer que me acompaña está tan agotado como yo. Le doy la noche libre y... ¡Qué más da! El resto de la tarde también desde ya mismo.

-Pero señor...

-Nada de peros. Ya puedes irte.

-Está bien -acepta reacio- si surge algún problema puede llamarme.

-No habrá ningún inconveniente, no te preocupes. Ve tranquilo -le animo.

Se marcha y me dirijo al estacionamiento.

Coloco el resto de la carga -montón de documentos, expedientes- en el auto.

Y recuerdo a mi nana debido a su llamada tan insistente. Hablando ella.

-¿Sí? En que puedo servirle mi afable señora... -pregunto con cariño.

-Déjate de hacer el tonto y dime a qué horas vas a cenar... hoy es...

-Ya voy de salida, quizás llegue pronto.

-Pronto no es hora... te espero a las 5:40 pm.

-Pero...

-Nada. Aquí y puntual.

-Sí nana.

Sigo mi camino y siento que se me cae algo, pero continúo; frente al auto me doy cuenta luego de checar todo mi traje en busca del "regalo" y ¡no está! ¡ay no, ahora sí va a matarme!

Regreso sobre mis pasos y ¡Bingo!

Lo encontré... y girando sobre mi propio eje... también encontré algo -o mejor alguien- más interesante.

Es una chica muy atractiva aunque despistada.

-¡Ay! Pero bueno... -Qué es... lo... que... veo... ¡Woooow! El universo conspiró para que ella apareciera de la nada.

Su tono de voz es dulce y refrescante, y debido a la cercanía accidental pude aspirar su aroma a caramelo es como viajar a una dulcería.

Cabello negro, curvas de miedo que estoy más dispuesto a recorrer a alta velocidad, rostro de diosa olímpica.

Aunque sus ojos color miel aparentan sorpresa y sus mejillas se tiñeron un poco de rosa; es una chica muy...

Se me escapa un suspiro casi inaudible.

Me voy por el errado... no me he presentado siquiera...

-Lo siento... yo... soy...-sus perlas doradas me cautivan.

Hago uso de mi educación aunque en parte miento solo por tenerla cerca y cerciorarme de que es real y no un fruto de mi imaginación por mi frustrado día.

-Soy conductor... permítame la llevo a donde vaya y disculpe mi despiste.

Se queda en silencio. Se disculpa. Pero no perderé la oportunidad de tenerla cerca un poco más.

-Insisto en llevarla.

Duda, mira su reloj; parece algo nerviosa se inmuta.

-Por favor señorita...

Accede y pego el grito en el cielo. Qué mujer tan terca. No me interesa la excusa. ¡Qué importa el santo si igual hay fiesta!

-Bien... por favor.

Le abro la puerta del pasajero... se supone que soy chofer.

Se queda quieta repasando mi acción por un momento creo que no va a subir luego parpadea, desvía la mirada y agradece tomando asiento.

Me da la dirección y recalca el tiempo restante para su cita.
Me deslumbra el hecho de que es una de mis cafeterías, de hecho, mi preferida; aporta ingresos tres veces más altos que el resto es casi comparable con el restaurante tres estrellas de mi amigo Miguel.

Estoy acostumbrado a frecuentarla, -"El renacer" es una cafetería majestuosa y acogedora- en ella me siento como en casa y aunque nadie además de mí sabe que el dueño soy yo; bueno saben que tiene uno, que es estricto y lo mejor es que estoy más que feliz -encantado- con el trabajo de los camareros; son jóvenes y rápidos.

No tengo mucho que decir así que mejor callo.

El lugar nos da la bienvenida quedando cinco minutos.

-Solo... -ahora que lo recuerdo, no sé su nombre, que hace ni que viene ha hacer aquí.

-¿Sí? -pregunta curiosa.

Tampoco sabe mi nombre. Saco de un bolsillo del saco una tarjeta y se la tiendo, ella no para de repararme sin disimulo.

-Tenga, -por si quiere que nos veamos otra vez- por si necesita de mis servicios.

Agradece tomando con sumo cuidado la tarjeta.

Contesta su teléfono; es como si no lo hiciese no se mueve un milímetro y sus ojos me absorben... cuelga; el momento es tan especial que no puedo hablar... es como si fuera mi novia y no me quisiera despedir.

Su móvil suena otra vez, contesta, no puedo dejarla quiero llevarla conmigo y nunca dejar de lado sus ojazos miel; su voz me llena, de una sensación nueva -felicidad-.

Me golpeo mentalmente.

-Siento haberte retrasado- y quiero llevarte conmigo.

La observo.

-Aun así -me tiende su delicada mano -le agradezco.

No pierdo un segundo; la estrecho... siento una corriente que no sé qué es, pero no quiero dejarla ir. Ella tiembla, parece estar a punto de desfallecer.

Nos separamos de mala gana.

La despedida fue corta y triste para mí.

***

Llegué a casa justo cuando mi nana, Carmensa, iba de salida.

-Antes de que te vayas, tengo algo para ti.

-Al fin llega el señorito. -ironizó enojada.

-Yo...

-¡Calla! -grita furiosa.

-Bien... -murmuré- Toma -le tendí una cajita cuadrada de terciopelo negro.

La toma de mala gana y la abre.
Se asombra al ver qué contiene. Una pulsera de oro sencilla pero bonita con un dije en forma de coco en cuyo interior guarda una fotografía de los dos abrazados posando nuestras mejores sonrisas.

Sonríe inevitablemente y me abraza con fuerza y cariño.

-Muchacho travieso. -dice riendo- ya debo irme mis familiares y amigos me esperán.

-Bien, entonces. Pásala bien. -le apunto con un dedo- Diviértete.

-Hasta mañana.

Besa mi mejilla y se va.

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Espero les guste este capítulo. Gracia
s a Beta's y ArianJacksonDiAngelo

Se despide de ustedes 💋

Su autora

💀Death💀