17: Capítulo 16

Capítulo 16

—Gábor, ¿puedes repetir toda la frase? —Pidió Driamma, reprimiendo una sonrisa.

Gábor torció el gesto en una mueca de disgusto y se cruzó de brazos antes de repetir las palabras en español.

Soy un camionero con falda de volantes y gonorrea.

Toda la clase estalló en carcajadas. Habían estado probando varios juegos que Driamma preparó con la intención de que utilizaran el idioma para perfeccionarlo. A pesar de que al principio de la clase se había sentido demasiado deprimida como para jugar, tenía que reconocer que la risa estaba actuando como un bálsamo sobre sus preocupaciones.

Gábor le tiró del pelo a Ash, que estaba sentada justo delante de él, provocando que la chica soltara un alarido.

—Gracias por lo de la gonorrea —le espetó con sarcasmo.

Cada alumno de esa fila había repetido la palabra de los anteriores añadiendo una de su propia cosecha, y Ash había sido la última en completar la frase. 

—No, Gábor —interrumpió Sooz—. Gracias a ti, por sincerarte con nosotros.

Sooz les había pedido que guardaran lo sucedido con Kaudalon en secreto. Y había  adoptado una máscara para que nadie leyera en su rostro lo destrozada que estaba. Si no fuera por las veces en que Driamma la había sorprendido durante la clase, cabizbaja y meditabunda, ella misma no hubiera sospechado nada.

—De acuerdo. Ahora voy a elegir un verbo, y vosotros vais a elegir otro de la lista que os di ayer —continuó Driamma.

Acariciar —gritó Elek, con malicia.

—¿Qué has dicho, Elek? ¿Que te ofreces voluntario, y con el verbo acariciar?

El chico sonrió, un tanto preocupado, revelando un bonito hoyuelo en la mejilla morena.

—Voy a enviarle a Elek un mensaje con el verbo que tengo en mente, y vosotros debéis descubrir de qué verbo se trata haciéndole preguntas. Pero, tanto vosotros como él, debéis sustituirlo por el verbo acariciar. Por supuesto, todas las preguntas y las respuestas deben ser formuladas en español.

Era increíble el nivel que habían alcanzado en dos meses. Podían mantener conversaciones en español de forma lenta y vacilante, y aun así era todo un logro. Driamma había dejado de detestar su arrogancia para convertirse en una más de sus admiradoras. Especialmente, ahora que estaba aprendiendo cómo usar su Secbra, y era consciente de lo arduo de la tarea.

—Empiezo para que sepáis como funciona —les informó—: Elek, ¿estás acariciando ahora mismo?

No, ahora mismo no estoy acariciando.

¿Acaricias todos los días? —Le preguntó Taly, a su lado.

El muchacho, con rostro concentrado, se planteó la pregunta.

—admitió al fin—. Acaricio todos los días.

¿Y qué clase de cosas acaricias? —Preguntó Dara con tono divertido.

Acaricio puertas. A veces, también acaricio a personas.

La clase volvió a alborotarse con la risa de los alumnos. Pero a Driamma no le importó, todos se estaban divirtiendo mientras practicaban español.

¿Acaricias a Gábor alguna vez? —Continuó Sooz, con el tronco girado en su silla, para observar al muchacho.

Elek puso los ojos en blanco, como si aquello no lo complaciera.

Sí, acaricio a Gábor prácticamente a diario —admitió al fin, de mala gana, provocando otra oleada de risas.

Perrona —exclamó Gábor, levantando la mano para llamar a Driamma.

—Gábor, te he dicho mil veces que se dice "perdona".

Pendona —repitió el muchacho con gesto inocente.

Driamma soltó un bufido pero decidió no seguirle el juego.

—¿Sí?

—Ya sé de qué verbo se trata —continuó Gábor con una sonrisa de satisfacción—. Es el verbo admirar. Elek me admira todos los días.

Elek se giró hacia su amigo.

—¿Eres tonto? ¿Admiro puertas?

—¡Vamos! Sabes que te encanta una buena puerta —le espetó Gábor con tono de sacar una confesión fetichista.

La sonrisa de Driamma se desvaneció cuando vio a Orla aparecer a su lado, en plena clase. Estaba tan pálida que la hizo preguntarse si se trataba de un fantasma. Pero, ¿acaso no serían todos ellos fantasmas en pocos meses?

—¿Qué ocurre? Le espetó con preocupación.

—Driamma, discúlpame por hacerte perder parte de tu clase —le dijo, cogiéndola por el brazo. A pesar del calor de esas horas de la tarde, la mano de la profesora estaba helada—. Pero el director Semyon Lozis tiene algo que anunciar. Se presentará aquí en cualquier momento.

Driamma buscó la mirada de las chicas, y un instante después Lozis y Tesk emergieron de entre los árboles. Su corazón empezó a latir con fuerza, anticipándose a la noticia.

—Buenas tardes —comenzó Lozis, a modo de introducción, una vez que se situó de cara a los alumnos—. Lo primero, me gustaría daros la bienvenida a este nuevo curso. He estado muy ocupado últimamente y no he podido dirigirme a vosotros con anterioridad.

El hombre sonrió ante la atenta mirada de los alumnos.

Driamma se preguntó cómo podía actuar así, segundos antes de soltar tal bomba.

—En segundo lugar, me gustaría disculparme con vuestra profesora y compañera —se volvió  hacia Driamma—. Por robarle tiempo a su clase.

Driamma, un tanto abrumada por la consideración a la que no estaba acostumbrada, negó con la cabeza.

Tesk, que estaba situado al otro lado de Lozis, se inclinó hacia delante para sonreírle con afecto.

Notó que sus ojos se humedecían. Por primera vez en mucho tiempo no estaba sola ante el peligro.

—La razón por la cual nos encontramos aquí es porque me veo obligado a anunciar la cancelación de las clases durante el resto de la semana —continuó Lozis, iniciando un revuelo en la clase—. Estas se iniciaran con normalidad el próximo lunes.

—Silencio —vociferó Orla, intentando frenar el regocijo de la clase.

Si tan solo supieran por qué estaba ocurriendo todo aquello, no se mostrarían tan contentos.

—La razón por la cual se cancelan las clases es que tanto sus profesores como yo hemos sido convocados en Pentace.

 La revelación los enmudeció de forma mucho más efectiva que la orden de Orla.

—¿Tiene algo que ver con el mensaje de la Tierra? —Inquirió Gábor, después de unos segundos de silencio.

Lozis apretó los labios, o bien ligeramente irritado por el hecho de que los alumnos estuvieran al corriente o bien por todo aquello que aún no sabían.

—Sí, está relacionado con el mensaje de la Tierra —admitió el hombre, iniciando el murmullo de nuevo—. Del cual todavía no se tiene suficiente información —continuó con las manos alzadas para apaciguar a la clase.

Todos estaban tan interesados en lo que  pudiera revelar que se callaron de inmediato.

—No se han vuelto a tener noticias de los emisores —explicó—. Se ha perdido todo contacto.

Exclamaciones de disgusto lo interrumpieron de nuevo.

—Están muertos —declaró Gábor con tono grave.

—Pentace ha empezado a barajar esa posibilidad —reconoció Lozis, incrementando el murmullo—. No obstante, no hay pruebas ni otras razones que apoyen esa teoría, por lo que no ha cesado la búsqueda. Están intentando rastrear el mensaje para averiguar desde qué parte del mundo ha sido enviado. De momento, solo se sabe que el mensaje estaba en español y no parece ser eco de un mensaje antiguo.

—¿Qué decía? —Preguntó Sooz.

Toda la clase miraba a Lozis, expectante y ávida de información. Todo tipo de conjeturas y rumores había circulado durante esos dos meses. Ahora, por fin, escucharían la versión oficial.

—Está escrito en un código militar naturalista. La traducción al inglés sería: creemos en el futuro de la Tierra; creemos en el respeto a nuestro hogar. Todavía estamos vivos. Ayuda.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Driamma, erizando la piel de todo su cuerpo. Escuchar el mensaje, su grito de auxilio, le hizo darse cuenta por primera vez de la situación de esas personas. Si los progresistas los encontraran, serían asesinados de inmediato. Quizá torturados para obtener información sobre Noé. Se habían arriesgado sobremanera al mandarles ese mensaje, con la esperanza de recibir una ayuda que no les había llegado aún. Gábor tenía razón. Ciertamente, ya estaban muertos. Sabía que todos los demás estaban pensando lo mismo. Lo veía en sus rostros.

—¿Por qué les está costando tanto localizarlos? —Fue Gábor quien nuevamente rompió el silencio.

—El mensaje tiene un bloqueo que lo hace imposible de rastrear. No querían arriesgarse a que cayera en manos enemigas y hacer visible su localización ―explicó Orla.

—¿Alguna pista de quiénes son o cuántos de ellos hay? —Preguntó una chica de las últimas filas.

Driamma se inclinó hacia delante para tener una mejor visibilidad de la respuesta.

—No tenemos ni la más mínima pista, podría ser una persona o cien. Sin embargo, la lógica nos dice que no puede tratarse de un grupo grande. Les hubiera sido demasiado complicado mantenerse ocultos durante más de un año. Tampoco creemos que se trate de un solo individuo, pues el mensaje estaba en plural, y es poco probable sobrevivir en solitario. Lo que sí creemos es que son militares o cuentan con un oficial de rango al menos, puesto que tienen conocimiento de claves militares de alto secreto.

Un gemido escapó de sus labios, aunque nadie pareció advertirlo.

¿Militares naturalistas?

No quería dejarse llevar por la fantasía de que su hermano estuviera entre ellos, pero tampoco podía evitarlo.

—Si son militares, puede que todavía estén vivos —declaró Elek, animado.

—Esperemos, por el bien de todos, que así sea. Les necesitamos tanto como ellos a nosotros —continuó Tesk, intentando mostrarse optimista—. Tenemos que mantener la esperanza. Al fin y al cabo, han sobrevivido durante un año.

Lozis esperó a que Tesk terminara para darles indicaciones.

—Nos dirigimos a Pentace para discutir la situación con más detalle. El día de hoy continuará de la forma acostumbrada, pero mañana y el viernes las clases quedan canceladas. No obstante, no quedan exentos de acudir al gimnasio en las horas estipuladas. Ya saben que su comunidad siempre agradece la colaboración en ese aspecto. Todos consumimos energía y, por lo tanto, es nuestro deber contribuir a su producción.

Antes de que los tres adultos dejaran la clase, Driamma se apresuró a detener a Tesk. Éste la miró de forma extraña, como si no supiera a qué atenerse con ella. A veces lo buscaba, le pedía consejo, lo necesitaba; y otras veces lo rechazaba, le gritaba por inmiscuirse en sus asuntos y lo tachaba de mentiroso.

Siendo consciente de ello, se mordió el labio inferior. No estaba segura de cómo abordar su relación.

—¿Cuándo te vas? —Logró sonreír, a pesar de lo violento de la situación.

Tesk la miró por unos instantes, con fijeza, y luego parpadeó varias veces. Driamma se preguntó si deseaba decirle toda la verdad, incluido todo lo ocurrido con Kaudalon, que había sido omitido en la explicación a la clase. 

—Nos vamos mañana por la mañana —contestó, tan bajo que apenas pudo oírle.

—Es más grave de lo que nos habéis dicho, ¿verdad?

—No te preocupes por nada —mintió él, dándose la vuelta para marcharse—. Ya no estás sola.

No estaba segura de haberlo escuchado, pues él ni siquiera la había mirado al decirlo. Sin embargo, esta vez, las palabras le llegaron al corazón. Esta vez le creyó, y le hubiera gustado abrazarlo, pero era consciente de tener los ojos de toda la clase pendiente de ellos y de las historias que ya circulaban, sin necesidad de agravarlas con un impulso así. Por lo que le dejó alejarse y suspiró, dándose cuenta de lo que se alegraba de tenerlo en su vida.


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