Capítulo 7: Prohibido procrastinar
No tengo idea de cuántos kilómetros he corrido, pero estoy en mi límite. Freno mis pasos y me tiro en el césped sintético. Este no es verde, sino del mismo azul que representa a la universidad.
—¿Ya? —Fede detiene su marcha, coloca las manos en sus muslos y me observa, compasivo—. Al menos aguantaste más que la última vez.
—¿No conoces otra manera de detener mis pesadillas y pedos emocionales? —Me cubro el rostro con el antebrazo.
—Con terapia psicológica y tal vez psiquiátrica. —Se sienta en el pasto, a mi lado. Le doy la mano para que me ayude a erguirme—. Te daré la oportunidad de que descansemos, pero solo porque necesito que me cuentes de lo tuyo con el vecino.
No había podido decírselo bien, ya que la última vez que lo vi comimos pizza con Seb mientras veíamos una serie española sobre adolescentes deprimidos en una pandemia.
—En realidad, bebía con alguien más, pero Ian me encontró y me llevó a casa. —Bajo la cabeza y comienzo a jugar con los pedazos de caucho azul que se desprendieron del césped.
—¿Y quién es ese alguien más? —pregunta con diversión.
—¡No lo sé! —Mis ojos comienzan a escocerse. Es vergonzoso de confesar—. Es un desconocido que me invitó unos tragos y con el que casi me voy.
Una vez lanzada la bomba, aguardo a que Fede me señale. Yo misma estoy consciente de que, si huí de casa, es por ese defecto mío de confiar rápido en el primer chico que me dé el mínimo de atención.
—¿Y dónde entra el vecino en esta ecuación?
Estoy sorprendida por el hecho de que le interese más escucharme que juzgar.
—Andaba muy borracha e iba a irme con ese desconocido, pero Ian estaba ahí. Él consiguió que me soltara y me trajo a casa.
—¡Apenas una semana viviendo en Toluca y ya te pasan ese tipo de cosas! ¡Tienes un don!
Le sonrío y él me responde con el mismo gesto. Las piernas se nos están durmiendo, por lo que nos levantamos y nos sacudimos el caucho de los pantalones.
—¿Y cómo es eso de la cantante para la banda de Ian? —Fede se cuelga su maleta y la mía en el hombro.
La vez pasada, alcancé a mencionar que quería ir de regreso al bar de la otra vez para preguntar por Tina Meyer. Solo brindé un panorama general, ya que Seb insistía en que le dejásemos ver la serie en paz.
—Cuando éramos niños, mi hermano y yo fuimos a ver un musical y quedé tan fascinada que me volví fan de la protagonista. Incluso, semanas después, le pedí a mamá que me metiera en clases de música. —Evocar esas memorias me resulta agridulce, porque, a pesar de que intentamos ser felices, aún nos costaba digerir que teníamos una familia rota—. Pero esa cantante se retiró de los escenarios, y justo la noche que nos vimos en el bar, ella cantó ahí. Lo vi en una noticia en uno de esos periódicos en línea.
Mientras hacía mi búsqueda, me vi muy tentada a reactivar mi Twitter, pero el temor de toparme con las imágenes que tienen Noé y sus amigos de mí fue mayor.
—¿Y la quieres encontrar para que se una a la banda de Ian? —Frunce el entrecejo.
—¿Crees que enloquecí? —inquiero con vergüenza.
—La única gente que me interesa es la que está loca. —Encoge los hombros—. O sea, es una idea descabellada y absurda, pero es adorable.
Sus palabras me hacen sonrojar.
—Tu hermano y tú tienden a ponerse como jitomates con facilidad. —Fede me señala el rostro, se agacha para quedar a mi nivel y me mira, enternecido—. Cualquiera diría que no se parecen en nada; sin embargo, tienen las mismas expresiones.
Aquello me hace recordar a cuando éramos niños y mamá nos vestía de manera similar, aunque, con el tiempo perdimos, esa costumbre. Me volví fanática de lo vibrante y alternativo, y Seb de la sobriedad.
—¿Y tu vecino lo sabe?
—Me da vergüenza verlo después de cómo me encontró. Además, le grité que se largara porque no quería que mi hermano lo viese.
—Eres intensa y a la vez te apabullas fácil. —Fede se detiene y coloca una mano en mi hombro. A pesar de que llevamos poco tiempo charlando, he notado que disfruta sentir a los demás—. Si vas a hacer algo de esa magnitud, mínimo ve a su casa, discúlpate y ve qué puedes conseguir.
Es la primera vez que alguien que usa «intensa» para referirse a mí no lo hace de manera peyorativa.
—Iré mañana.
—Hazlo ya; si no, lo olvidarás o lo pospondrás.
—Pero...
—Si quieres que las cosas sucedan, ponte a trabajar por ellas y no procrastines.
Ian me dijo que vive a dos calles de la casa de mi hermano, por lo que me voy a esa cuadrilla. Una vez ahí, reflexiono sobre cuál de todas esas puertas le pertenece. Hay cuatro opciones: una que a sus lados tiene dos macetas con alcatraces. Otra que posee un tapete de «Bienvenidos». La tercera tiene una ventana rota; y, la última, un cuadro con un mensaje religioso sobre que, en ese hogar todos somos bienvenidos.
Es obvio que se trata de la tercera.
Me acerco con timidez, estiro el brazo para alcanzar el timbre y le hago un repaso a mis palabras. Solo debo decirle que estoy avergonzada por la forma en la que me vio y que le agradezco haberme salvado.
La puerta no tarda en abrirse y veo que Ian carga a Emma en sus brazos. Él me observa, anonadado, mientras la niña se esconde en su pecho. Es como mi hermano: con una timidez avasallante a lo desconocido.
—Hola —saludo con torpeza—. Vine porque quiero hablar de lo que pasó la otra vez.
Emma forcejea para bajarse. Es obvio que no está cómoda.
—¿Podemos hacerlo adentro?
Resoplo y acepto la invitación. Doy varios pasos al frente hasta que cruzo el dintel. Cierro la puerta, recargo la espalda en ella y admiro el sitio en el que habita. Hay lo mínimo necesario: dos sillones, la televisión, un comedor de plástico, los juguetes de Emma en la alfombra y las guitarras de Ian colgadas en la pared.
Él suelta a la niña y esta se va corriendo a la sala, se agacha sobre sus rodillas y toma un libro de colorear del suelo, junto con sus crayones. Ian se sienta en uno de los sofás. Yo me acomodo también, pero no a su lado, sino en el que se encuentra enfrente.
—Verás... —retomo. Me estoy cagando del miedo—. La vez que me encontraste tuve un día difícil e hice algo muy estúpido. Tú evitaste que lo empeorara, así que vengo a darte las gracias y también a disculparme. Soné muy agresiva cuando te grité que te largaras.
Ian da un respingo. No se lo esperaba.
—No te compliques, andabas borracha. —Estira la mano y toma una de sus guitarras. Es eléctrica y se encuentra conectada a un amplificador pequeño.
El problema se resolvió con tal facilidad que es incluso decepcionante. Hasta me bañé y arreglé tras llegar de entrenar solo para este momento.
—¿Puedo? —Señalo al instrumento que tiene en las manos.
Si ya desperdicié energías, al menos quiero volver a tocar la guitarra.
Nos encontramos de frente, separados por una mesita de cristal. Sin preguntármelo, Ian me entrega el instrumento. Acomodo la caja en mis piernas y paso los dedos por las cuerdas. Primero compruebo la afinación y después comienzo a tocar una canción que no puedo sacarme de la mente.
Llevo rato levantándome con la misma melodía de La gusana ciega. No es la más conocida, pero sí mi favorita. Tú volverás. Mi emoción por interpretarla es tal que me olvido de que me encuentro en la casa de mi atractivo vecino, que su hija está coloreando un libro con crayones y que no es prudente que me ponga a cantar de la nada.
Estudias para trabajar
Trabajas para mejorarte
Para ser independiente
Al notar la pesada mirada de Ian encima, me detengo y bajo la cabeza.
—¿Desde cuándo tocas? —pregunta, y se estira para quedar más cerca de mí.
—Más de diez años, pero llevo rato sin ir a clases.
Noé me dijo que mejor lo dejara, ya que seguro por eso no aprobaba los exámenes de admisión, y que me condenaría a ser una mesera con un salario mediocre.
—Vas a decir que soy atrevido, pero me gustaría que vinieras al ensayo del viernes, ¿puedes?
—Ian, yo no... —Me muerdo el labio inferior, miro a todos lados en busca de una respuesta y caigo en la cuenta de lo que de verdad deseo—. Está bien, aunque no entiendo la razón.
—Estamos en crisis. Nos quedamos sin vocalista y sin bajo, ese es el motivo. Voy a reemplazarlo, pero necesito que alguien lo haga conmigo.
Trago saliva. La última presentación que hice con público fue hace más de tres años, en un festival de preparatoria.
—Ven al ensayo. Si te convences y nosotros también, podemos improvisar las próximas presentaciones.
No me siento a la altura de su petición; sin embargo, evoco las palabras que Fede profirió y me convenzo de que, si quiero que las cosas sucedan, debo moverme.
Será temporal, porque yo le daré a Ian una cantante perfecta que lo llevará al éxito que desea.
—Pero nada más en lo que consigues a alguien mejor que yo.
—Eres buena, no te subestimes, aunque tampoco te conviertas en una engreída que por eso tuvimos problemas con Gael. —Él recarga la espalda en el sillón y echa la cabeza hacia atrás.
Me quedo con lo primero y, para no parecerle más anormal, digo:
—Entonces, déjame revisar mi lista de pendientes.
—Dann, sé que de momento no tendrás mucho que hacer y que, de hecho, estás enfadada por no estar aprovechando el tiempo. Pero, entre más desesperada estés, menos tendrás ganas de salir a buscar soluciones a tus problemas.
Al parecer, no soy la única que ha pasado por ese horrible momento de sentirse una plasta que desaprovecha su existencia entera.
—No te proyectes en mí —farfullo, cruzo los brazos y frunzo el entrecejo.
Ambos reímos. Creo que una de las razones por las que Ian me atrae es por lo sencillo que me resulta sentirme cómoda cuando estoy a su lado.
Estamos por cerrar el trato dándonos un apretón de manos, pero la puerta del departamento se abre. Un par de botas golpetean el suelo al mismo tiempo que se manifiesta un suspiro quejumbroso. Cuando la veo en el salón, alta, esbelta y con una mirada severa, brinco para levantarme del sillón.
—¡Mamá! —grita Emma mientras corre a sus brazos.
Me encuentro delante de la mujer con la que Ian tuvo una hija. No puedo con la tensión que corta hasta el aire, por lo que, aun con lo endebles que son mis piernas, huyo.
Hello, espero hayan disfrutado la actualización de hoy. Les dejo aquí la canción que tocó Dann para Ian, es algo vieja, sin embargo, es de mis favoritas.
https://youtu.be/MDlY336-M9E
¿Se esperaban que llegara la madre de Emma?, ¿qué creen que suceda ahora que apareció?, ¿Fede x Seb o Fede x Dann?
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