❝ ZAMASU ❞
•───────CAPÍTULO 4───────•
ZAMASU.
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Gowasu se había ido temprano, dejando a Zamasu a cargo del templo y su limpieza. El aprendiz se pasó el tiempo divagando en sus pensamientos, mientras se sentaba en la cama y miraba un punto fijo.
Después de haber limpiado y hecho todas las tareas asignadas por el anciano, Zamasu regresó a su habitación para encerrarse en sus pensamientos, tenía muchas preguntas, estaba pensando demasiado como siempre, el anciano le acababa de dejar las tareas para que su aprendiz se distanciaría de ellos, pero su propia mente lo alcanzó cuando acabó todas las tareas.
—¿Por qué se fue Gowasu? ¿Será que Cus y Ramushi tienen que hablar con él?
Zamasu se perdió en sus pensamientos, se echó hacia atrás y comenzó a pensar en los humanos, esos seres que solo le causaban odio y que no salían de su cabeza. Desde que Gowasu le había hablado de ellos no podía deshacerse de esos pensamientos, no pasaba ni un momento y su mente ya estaba ocupada tejiendo miles de posibilidades para acabar con ellos.
Siempre pensaba en los humanos, por qué cometían tantos errores y por qué los dioses seguían perdonándolos por sus pecados. No poder hacer nada para Zamasu era molesto, sabía que él era el único ser que se atrevería a desafiar las leyes de los dioses, para hacerlos reflexionar sobre los humanos, aunque Gowasu siempre le reprochaba lo mismo. Estaba harto de ser un aprendiz.
Miró detenidamente el techo y se puso a pensar en todo lo que hacían los seres humanos; "Siempre pelean, son salvajes, su vida es un círculo vicioso de destrucción. Es tan estúpido, tan torpe, todos tienen el mismo destino sin importar lo que hagan"
Zamasu se sintió frustrado, atrapado. Sintió que nada era suficiente para calmar su ansiedad. Los humanos eran seres que estaban destinados a errar, sus vidas eran estúpidas según el aprendiz, quien solo pensaba en matarlos y por eso Gowasu insistía en querer darle la vuelta a sus ideales.
.....
—Está bien, tengo que volver con Zamasu.
Con la reunión terminada, Gowasu decidió regresar al templo, ya que como mentor de Zamasu no se le permitió irse por tanto tiempo. La mayoría de los dioses creían que era inmaduro y que podía cometer cualquier acto de desobediencia en ausencia de su mentor. Estar bajo la tutela de Gowasu lo hacía parecer un infante caprichoso y molesto.
....
Zamasu estaba entrenando en su patio mientras pensaba, había decidido entrenar para distraer su mente al menos por un momento.
—Necesito saber cómo matarlo, aunque eso no será fácil, al matar a Gowasu acabaré con Ramushi, y estaré despejando mi camino lleno de obstáculos.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando el anciano apareció por la puerta que daba al enorme patio, Zamasu se detuvo y se acercó al anciano para saludarlo cordialmente, con una mirada serena y un semblante dócil como si su mente no hubiera estado pensando en acabar con Gowasu un rato antes.
—Bienvenido de nuevo, su excelencia. —Saludó Zamasu, inclinándose.
El anciano se aclaró la garganta.
—Gracias, quiero que vengas conmigo, quiero hablar contigo —anunció Gowasu y después de eso se fue con la idea de que su aprendiz lo seguiría.
Zamasu se preguntó para qué lo quería y esperaba que no lo reprendiera por algo que podría haber hecho mal.
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